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Algunos textos de Juan Barco

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Falso Prólogo
Campos de Castilla
Desde la sierra
¡Oh, Dios mío, qué prodigio!
El Herradero 
Farinato
Decoración de verano









Falso Prólogo 



A modo de prólogo un precioso recuerdo de Juan José Sánchez Gómez “el timbalero” a la figura de Juan Barco.



RECUERDOS DE UN REPORTER 

(José Sánchez Gómez “el timbalero”) 



SILUETAS DE PERIODISTAS SALMANTINOS DE OTRAS ÉPOCAS Y OTROS TIEMPOS 




JUAN BARCO 



Yo le conocí vistiendo impecable chaquet negro, pantalones de listas oscuras, estrechos y bien planchados, chaleco de fantasía, alto cuello de pajaritas, un plastrón enorme sobre la pechera, un bastón ligero y un pequeño hongo... Venía de Francia. Barco era un periodista formidable, y, sobre todo, un prosista estupendo. Su prosa era limpia, clara, jugosa, clásica, perfecta. No siendo en su niñez y en sus años mozos, más que relojero, fue un escritor admirable: uno de los mejores periodistas, acaso el mejor que ha producido Salamanca. 

La vida de este hombre extraordinario, que un día, no hace muchos, quedó muerto al entrar en un café madrileño, fue una vida singular, fantástica, sorprendente, que tuvo de todo: de drama, de tragedia, de venturas, de esplendideces, de dolores y de alegrías. 

Este hombre vivió la mayor parte de su vida fuera de Salamanca. Y a Salamanca la quería, como a aquel hijito que se le murió en flor. Sin ser visto por nadie. Barco, a lo mejor, llegaba una noche en el tren, desde Bélgica, desde París, desde Madrid, desde Barcelona. Ponía el pie en el andén de la estación y echaba a andar hacia la ciudad, sólo, como el forastero desconocido. Y se pasaba toda la noche recorriendo las calles, gozando de su Salamanca, fe creando y bañando su espíritu ante la casa en que nació, ante el portalillo donde componía relojes, ante la casa donde vivió con su primera mujer y su hijo, ante la plazuela donde corrió de niño, ante la puerta del colegio donde aprendió a leer... Y apenas salía el sol. Barco tornaba hacia la estación, se metía en el primer tren que arrancaba y volvía a alejarse de Salamanca. 

Yo era un niño cuando le conocí. Visitaba la redacción de EL ADELANTO, con el maestro Unamuno, con Luis Maldonado, con Cándido Pinilla, con todos los escritores de aquella época. Volví a verle otras varias veces, pero hubiera sido igual, que no le hubiese vuelto a ver: aquel hombre no se me borró nunca; le tenía siempre vivo en mi imaginación y en mi recuerdo. Indudablemente, debió de ejercer sobre mí una influencia definitiva, yo no sé por qué, pero ciertamente aquel hombre, en su andar menudo, en sus claros ojos, en su frente alta y despejada, tenía algo de extraordinario para mí. Y ahora me doy cuenta de que todo aquello que yo veía en él de extraordinario eran su palabra y su pluma, era su talento, era su recia personalidad de periodista. 

Y aquel formidable escritor, que por donde quiera que iba dejaba la huella de su pluma, derramaba también trozos y jirones de su vida. Cuando se le murió el único hijo que tuvo. Barco, con la esposa, viajaba con el caballito de cartón, y el carrito de madera y el tren de hojadelata, con los que jugaba el niño. Aquellos juguetes eran su propio hijo. Y aquellos paseos nocturnos por la ciudad, por las callejas de la Catedral y de la Universidad, por los barrios de San Román y de San Cristóbal, por el Campo de San Francisco y por la calle de las Úrsula, eran el recuerdo íntimo de su vida de niño y de mozo. 

Vivió muchos años en París. No fue más que periodista. Y escribió en Paris, y envió crónicas al "El Imparcial", y fue redactor de este diario y de "El liberal", y fundó en Salamanca "El Noticiero Salmantino". Y en estos periódicos, como en EL ADELANTO y en tantos otros más, está desperdigada la obra de este escritor salmantino. 

Barco fue, por último, director de "Las Noticias", de Barcelona. Allí casi acabó sus días profesionales. Cuando Unamuno le decía; — Pero ¿qué hace usted, que no escribe nada? — Barco le replicaba: — ¡Ah no señor! Yo no escribo una línea. Esa ha sido la condición que impuse para ocupar la dirección de "Las Noticias"... 

Y tenía razón Basta el cargo de director, basta la obra de dirigir, de encauzar, de orientar, de corregir, de ordenar, de estar al tanto de todo, para ser director de un periódico. Un director no suele escribir. Y él, no escribía nunca... después de haber escrito tanto y tan maravillosamente... 

Cuando ha muerto este hombre tan interesante y tan extraordinario — tanto como aquella crónica ejemplar "Días de lluvia", días de otoño en el campo castellano, que aún recuerdo con la frescura de su misma limpia y clara prosa — el maestro Unamuno preguntó a uno de sus familiares qué había sido de los papeles que indudablemente conservaría y tendría amontonados. Ignoro la respuesta. Pero el señor Unamuno, gran amigo de Barco, puede hacer de la vida y de la obra de este hombre un libro magnífico. 



José Sánchez Gómez “el timbalero”











Textos de Juan Barco 






Campos de Castilla 




VARIEDADES 

De la última hoja de Los lunes de El Imparcial trascribimos el siguiente bellísimo artículo, debido a la brillante pluma de nuestro distinguido paisano D. Juan Barco: 



Campos de Castilla 

¡Cosa más rara...! Conocí yo a un rapaz que allá en su tierra, nada deleitosa ciertamente, se consideraba el ser más desdichado del mundo; ¡y quizá no sin razón, que tales eran las penas que le atormentaban y las mortificaciones que desgarraban su todavía fresca epidermis! Un cascajoso y sucio arroyuelo le atraía en sus paseos solitarios, y a la vera de aquél se sentaba frecuentemente, no a contarle sus cuitas cual habría hecho un poeta meloso o hipocondriaco, sino a soñar con mejores tiempos y a preguntarse a sí mismo si con sus veintitrés años ¡collar de estrellas! habría de renunciará un porvenir lisonjero, podado de desgracias y de incertidumbres. El tiempo se encargó de contestarle negativamente, llevándole a gustar felicidades lejos de su tierra, a población lindísima asentada a orillas del Atlántico. Yo le escribí, bien me acuerdo, felicitándole por tan ventajoso cambio, y al final de mi carta, entre admiraciones, le decía que me hablara del mar. 

— ¡El mar, el mar! — me contestaba. — ¡Sí, es muy hermoso, es muy grande, es sublime, pero. . . y el arroyo!-- De igual manera, aún en los más prósperos días, tenemos todos en el fondo del alma nostalgias incomprensibles. Y es que la poesía, el arte, no los percibimos sino de lejos y solo con el imborrable recuerdo. Parece como que vamos dejando por donde pasamos algo de nuestro ser, de nuestra esencia, y que nos llama después, haciéndonos volver la cabeza o infundiéndonos el doloroso deliquio de la nostalgia. Cuando esto nos sucede, los paisajes pelados y sombríos se tornan— en nuestra imaginación— espléndidos y verdosos; la opacidad se convierte en luz. . . ¿qué más?... las mismas piedras del suelo natal, desprovistas de toda belleza; aquéllas sobre las cuales rechinaba nuestra ira o paseábamos nuestro infortunio, nos hablan lenguaje misterioso, reviven en la imaginación, toman formas fantásticas; y si por acaso los vientos os llevan de nuevo a columbrarlas, a su vista recibiréis consuelo como a la de un compañero querido. Más que eso todavía: las adivinareis. . . «Aquí, a la vuelta, estará la pizarra grande; más allá encontraré los lustrosos chinarros; torciendo a la derecha, el pollo de granito; un poco más lejos, los sillares de la vetusta iglesia y en las hendiduras el perenne musgo. . . » Y si el ornato pasó por aquellos lugares y arrancó el musgo, picó el sillar, labró el granito, sustituyó el guijarro o pulió la pizarra, entonces, ¡oh, entonces sí que os parecerá que una mano aleve os ha arrancado algo que nos pertenecía!... 



¡Campos de Castilla, tan desdeñados por todos los poetas! ¡Solitarios campos de mi pueblo, sin frondas, sin arroyos murmuradores, sin plateadas rías, sin perfumados cármenes.. tenéis tanta poesía como los parajes más encantadores! Nadie os visitó para describiros; los pinceles no se han mojado para copiar vuestros eriales; el tinte aborregado de vuestro cielo y el negro pardusco de vuestra tierra, no inspiran a la escuela colorista, que necesita azules y bermellones para sentir, como el gourmet aperitivos para gustar; el terrón removido exhala perfumes que no percibe el olfato saturado de opopánax, las nieblas que flotan ras del suelo son las únicas que os acarician; el monótono ritmo del gañán que en solitaria tierra abre el surco cara al Sol, es el único que os canta... ¡Mejor!... Goce yo de esa virginidad eternamente, en tanto que otros se extasían con la impúdica vega granadina, con los lujuriosos paisajes gallegos o con los sobados montes y valles de la Vasconia. Ni quiero sol que me alumbre, ni caravana alegre que me acompañe. Un cielo aborregado, luz de crepúsculo, y ambiente frío. Quédese el potro andaluz para caracolear en los feriales, y denme a mí la mula rabicortona de poderosos cascos, de ancas anchurosas y de velludas patas que recuerden su origen rocinesco. El poncho es bueno, pero prefiero la pesada capa de paño de garrobilla que se extienda como miriñaque, cubriendo a la mula desde el rabo al cuello... Y así, embutidos los pies en los estribos de madera, la cabeza cubierta con el sombrero de fieltro gordo y rebujada la cara en el embozo de fina bayeta verde cruzada por líneas negras, recorreré mis campos, los campos de Castilla, viendo cómo de la tierra desnuda surgen la poesía y el arte... 

Aquí está el pedregoso sendero que conduce a la alquería, tendido entre montículos y hondonadas, y cubierto a trechos de pizarras sobre las que dejó la escarcha un polvillo brillante donde resbala el casco de la mula, arrancando chispas al hielo; la tierra de barbecho que todavía muestra su fecundidad en los cortos tallos de paja blancuzca y dura; la otra tierra, recién arada y trastornada, que encierra ya la semilla y la calienta amorosamente, tornándola lechosa, para que al primer rayo de sol brote al viento convertida en menuda hierbecilla. . . 

No se distingue un ser viviente en el camino. Tan solo a derecha o izquierda, por dónde van los postes telegráficos, se posa de cuando en cuando sobre el alambre alguna avecilla que mueve incesantemente su diminuta cola, o bien en el lejano y cuasi yermo prado se ve un montoncillo de blancas ovejas, que se juntan prestándose mutuamente calor contra el helado cierzo. Allí, al lado de ellas, si se divisa al zagal, que cubre pecho y espalda con pellicos que aparentan forma de casulla mermada que le llega solo basta la cintura. Tiene las piernas embutidas en apretado calzón de paño pardo, y sus abarcas de cuero semejan en la punta al mefistofélico zapato. Ni pulsa el rabel, ni piensa en su Amarilis ideando estrofas con que regalarla. Solo entretiene sus ocios soplándose las uñas para ahuyentar el frío que le engaraña, o silba monótona canción mientras llega el muchacho con el cuenco del humeante condumio. Sigo avanzando, y lejos, muy lejos, distingo en la hondonada un haz de casas, ni blancas ni negras, del color de la suela, y en medio de ellas, como el zagal entre las ovejas, la espadaña de la torre. El silencio es sepulcral. El cielo parece cubierto con pelmazos de algodón en rama sucio. La mula sube y baja por las arrugas del terreno, mirando para él con los tristones ojos y arrojando por las narices vaho espeso. Paso al lado del pañero que sentado a mujeriegas sobre la manta de listas encarnadas y negras con que cubre la preñada carga que soporta el macho, liando un cigarrillo, me contesta invariablemente a la pregunta de 

— ¿A dónde se va?. . . 

— A Tamames. . . 

Ya anochece. La niebla baja a la tierra para cubrirla con su amoroso manto. El ladrido prolongado del mastín me indica que está cerca la alquería; y allí veo ya, si, la casa enjalbegada, con su rojo portón de dos hojas. El tronco, rodeado de menuda paja, arderá en la cocina, donde me sentaré, bajo la ancha campana de la chimenea, a calentar los ateridos miembros. Sobre el fuego penderá de las llares el caldero renegrido, y en derredor del rescoldo se apiñarán los ventrudos pucheros, que, al hervir, parece que murmuran de la lumbre, contestándoles ésta burlonamente con alegre y continuado chisporroteo. La silueta terrosa del mozo que va al establo, pasa rozando las tapias de la casa, se pierde entre las sombras y sólo a lo lejos se le oye contar en tono menor y extraña melodía, que tiene algo de las suaves ondulaciones del terreno, esta casi amorosa e incongruente copla: 

Como estás solita en la cama 
Yo soy tu dueño, 
Tú eres mi dama . . . 
Yo bien te entiendo 
Las maturrangas 
¡Cotorra!... 
¡Caitana! 

¡Campos de Castilla, tan desdeñados por todos los poetas! ¡Solitarios campos de mi pueblo, sin frondas, sin arroyos murmuradores, sin plateadas rías, sin perfumados cármenes! . . . ¿Qué poesía puede compararse con la triste poesía de vuestras soledades? 



Juan BARCO







Desde la sierra 





Te lo decía yo, amigo Eduardo, paseando la otra tarde por las afueras de nuestra ciudad vetusta: uno de los temas para el próximo Certamen que más utilidad hubiera reportado a Salamanca y su provincia, habría sido el encaminado a estudiar concienzudamente las industrias, grandes o pequeñas, que puedan establecerse en este pedazo de tierra que nos es a todos tan querido. 

Digna de los mayores elogios me parece la celebración del Certamen, y festejo es, si festejo puede llamarse, que no debe ser olvidado en las ferias sucesivas; pero antójaseme que vosotros, a quienes corresponden las iniciativas de este género, debéis tomaros largos plazos para desarrollarlas en la dirección utilitaria que a todos conviene. 

Perdonadme, los que habéis puesto mano en el Certamen, si me atrevo a hacer ligeras indicciones que no son, ni mucho menos, censuras al presente, sino humildes observaciones para los futuros. Observaciones que están seguramente en vuestra memoria, y que si este año no las habéis tenido en cuenta, culpa es tan solo de las premuras con que habéis confeccionado el programa de esa solemnidad, la más hermosa de nuestros festejos. 

En casi todas las provincias españolas se ha desarrollado, de algunos años a esta parte, verdadera manía por los Certámenes, imitando costumbres de los pueblos lemosines, que a su vez no han hecho otra cosa que resucitar las justas de los antiguos trovadores. Aún en aquellos pueblos que tienen o pretenden tener literatura propia, comprendo yo que se aliente a los cultivadores de la galla sciencia, para que con sus rimas pulan y abrillanten el idioma o dialecto que le es propio. 

Los Jols florals de Cataluña y Valencia, y sus similares de Galicia y las Vascongadas, si son para mí, castellano, merecedores de censura en cuanto suponen gérmenes regionalistas, atentatorios en más o en menos, a la unidad e integridad de la Patria española, tienen alguna justificación puesto que en el fondo representan algo así como la lucha por la existencia, el struggle for life de los ingleses que alienta en todos los seres organizados; son verdaderos chispazos contra la hegemonía de Castilla. Tengamos para ellos la consideración que se merecen, pero no los imitemos ni en poco ni en mucho, porque nuestros pueblos, ni marchan en pos de ciertos ideales ni están tampoco para perder su tiempo y sus fuerzas con cosas baladíes. 

Pasando yo ayer por la era de este lugar, me paré a hablar con un trabajador del campo, que estaba disponiendo la parva para la limpia. 

— ¿Qué tal de cosecha? -le pregunté. 

— Mal, señor. El año pasao cogí veinticuatro fanegas de trigo, y ogaño se queda por la metá. Luego, vea usted; los trigos están sollamaos . . . De garbanzos no hay que hablar; ha sido un año muy perdió... Este pueblo es muy mísere y con deficultá si sacamos para los pagos... 

Tentado estuve por levantar los brazos a guisa de misionero y gritarle para que se consolase: 

— ¡No hay que apurarse, buen hombre! ¡Si el trigo está sollamao, si la cosecha es mísere, si no se han gozado los garbanzos y si los pagos se echan encima, en cambio los poetas de la capital se están dedicando estos días a toda prisa, como sombrereros en vísperas del Corpus, a hacer sonetos, leyendas y romances; y las gentes pensadoras se preocupan a la hora de esta en buscar las relaciones de la «escuela nominalista con el criterio católico»... 

No pretendo con esto censurar a los que generosamente han cedido crecidas sumas para premios del Certamen y han señalado temas poéticos o temas de alta sabiduría. 

Dios se lo pague a todos con creces; pero si para el año próximo eligiesen materias de actualidad, de verdadera trascendencia, de utilidad innegable; puntos de estudio, por ejemplo, sobre las zonas mineras de esta provincia y medios de explotarlas; sobre nuestra riqueza vinícola, sobre el mejoramiento de nuestros caldos y su exportación más ventajosa, sobre las variaciones que deben introducirse en nuestros cultivos, sobre las industrias que pueden relacionarse con nuestra agricultura, sobre zootecnia, para que nuestros ganados sean preferidos en los mercados, etc., etc... ¡Oh, si algo de esto hiciesen, no solo Dios se lo pagaría sino la provincia toda habría de agradecérselo! 

Los hijos o hijastros de las musas, torcerán el gesto y les parecerá profanación horrenda que prefiera un buen estudio sobre la alimentación del ganado a dos docenas bien cumplidas de sonetos: quizá saquen a la colada aquello de que «lo bello es tan útil como lo útil,» que dijo Víctor Hugo; acaso apelen al maestro Horacio para repetirnos el sobajeado utile et dulce. .. 

Pero no les hagas caso, amigo Eduardo; y si tu transigencia es tanta, que quieres darles gusto, hazles que escriban sobre agricultura o sobre la industria de la jarabería, que creo yo que en algunos puntos de nuestra provincia podría establecerse con ventajas. 

¡Me parece que cosas más dulces y más útiles que las citadas! ... 

Pero observo, y lo observo con pena, que poco espacio me queda ya para hablar en esta carta de este país en que me hallo. 

El camino que he recorrido para llegar aquí, mitad en ferrocarril, mitad en caballería, me ha parecido delicioso. ¡Hacía tanto tiempo que no veía yo estos campos, que cantó, no sé quién, en prosa desdichada! … 

Y, no creas, a pesar de lo que he dicho más arriba de los poetas, también tengo yo mi alma en mi armario, y también me extasío y me conmuevo con la triste poesía de estas soledades, que dijo el otro. 

Algo han cambiado de aspecto los pueblos de nuestra provincia por donde el ferrocarril pasa; pero falta mucho, confesémoslo, para que aquéllos aprovechen todas las ventajas de las vías férreas. Hasta la fecha puede decirse que no han experimentado sino desventajas, porque no ha desaparecido el desnivel entre aquel supremo adelanto y el atraso en que los pueblos se encuentran. La baratura y prontitud de los arrastres, que hacen fácil la competencia en los mercados, apuradamente si las han presentido. 

Aquí, en la serranía sobre todo, oyen el silbido de la locomotora que retumba de montaña en montaña y de risco en risco, y parece como que los despierta y llama para que entren en el universal concierto de la producción y del trabajo. Los pueblos se desperezan y hacen esfuerzos por acudir al llamamiento, pero todo inútil; antes de llegar allí, donde les cita el estridente grito del locomóvil, caen rendidos y ensangrentados entre los pedruscos de sus abruptos senderos. 

La Sierra, es de nuestra provincia la región que encierra de riqueza mayores gérmenes; pero éstos no podrán desarrollarse espléndidamente en tanto los ferrocarriles no toquen a las puertas mismas de los pueblos de la serranía, o por lo menos hasta que, ya que no caminos de hierro, tengan siquiera carreteras y caminos vecinales. 

Delante de mí expresaba ayer un vecino de este pueblo los anhelos que siente porque llegue el día en que la Sierra se vea cruzada por multitud de vías férreas, cuando un su interlocutor díjole socarronamente, al propio tiempo que se echaba mano a la oreja para rascársela: 

— Déjate, hombre; déjate que haya otra vez elecciones, y ya nos volverán a hablar de ferrocarriles!.... 

Sátira finísima la de aquel aldeano, más expresiva que cuantos artículos pudiéramos hacer sobre la representación en Cortes al uso. 

Aquí, en efecto, no hay candidato que no les discursee, y que no les prometa el oro y el moro, como suele decirse. Si todas las promesas o la mitad de ellas se hubiesen cumplido, no habría en el orbe, ni fuera del orbe, país más venturoso; yo creo que en tal caso, hasta la Media fanega, estaría convertido en puerto de mar; la Quilama en palacio más suntuoso que la célebre cueva de Montesinos, según la imaginaron los soñadores ojos de D. Quijote, y Miranda o Sequeros en emporios que dejasen tamañito a los de Nínive y Babilonia. 

Pero hijo, después de haber pasado la Diputación a Cortes por tantas manos, podremos aplicar a la Sierra el título de una comedia de nuestro teatro antiguo: Peor está, que estaba. 

Y si no peor, lo mismo, con corta diferencia. 

Ayer tarde subí a Pico Cervero; a la mismísima punta del pico, desde donde, como dicen algunas gentes de Escurial, se ven los chupiteles de la Catedral de Salamanca. 

Yo no he estado en las cumbres del Tibi-dabo; pero juro que también puede fingir la fantasía que en las alturas del Cervero fue desde dónde tentó el demonio a Jesucristo hasta tres veces. 

Es tentador, en efecto, el paisaje grandioso que desde tales alturas se descubre. Desde las casas de la industriosa Béjar, hasta las torres de Salamanca, toda o casi toda nuestra provincia se divisa, y parte de la de Cáceres, al llegar a la cima del gigantesco vigilante, que quizá traiga rastros etimológicos del nombre de aquel perro que vigilaba también en las entradas de la laguna Stigia. 

A la bajada del monte pude enterarme de qué lo único que en él se explota es la mina de cal. Allí hay construidos algunos hornos de forma primitiva, y de allí sacan, después de veinte o treinta días de trabajo, una carretada de cal que venden en Salamanca por noventa o cien reales a lo sumo. 

Y no es esa la más negra, como decía el gitano del cuento, sino que lo peor del caso es que para obtener tan soberbios rendimientos, se exponen estas, pobres gentes, bien a los peligros que lleva siempre el manejo de la pólvora o la dinamita, bien a perder un carro o una res por aquellos horribles senderos de cabras. 

Si yo tuviese alguna influencia con nuestros diputados provinciales, me atrevería a pedirles, por Dios y por todos los santos, el arreglo de este camino. Al precio que están aquí los jornales, yo creo que con poco más de mil pesetas quedaría transitable; y ya que nadie les ayude a explotar otras riquezas que quizá se encierren en las entrañas de esta cordillera, tiéndaseles una mano para que puedan continuar ganando algunas pesetas con esa tan mermada industria de las caleras. 

¡Y qué escamadas viven, y con cuánta razón, estas pobres gentes! 

En cuanto ven por aquí a alguno con pantalón y sombrero hongo, le miran con malicia, porque se figuran que a algo viene que se relacione con las elecciones. 

Al lamentarme yo hoy ante un corro de aldeanos del abandono en que el distrito se encuentra y de la falta de carreteras y caminos, me interrumpió un Licurgo con zajones: 

— Pues no crea usted, eso mismo nos lo han dicho todos los que querían ser diputados, y después que lo fueron, si te vi no me acuerdo. 

El hombre se figuró, sin duda, que tras de mis palabras había ciertas ambiciones más o menos remotas; y es que no comprenden que pueda uno interesarse por ellos como no sea para explotarlos. ¡Los han engañado tantas veces y se han hecho tantas posiciones con promesas jamás realizadas! 

Y algo, indudablemente, podemos hacer nosotros por estos pueblos, amigo Eduardo, con el mayor desinterés, desde nuestra modesta esfera de periodistas militantes. Podemos, aunque no sea más, llamar la atención de nuestros conterráneos hacía estos pueblos que necesitan primero que nada ser conocidos, para después ser admirados por sus riquezas y por sus excelentes condiciones para toda industria. 

No sé si me engañaré, pero tengo el presentimiento de que el porvenir de nuestra provincia se halla en estos montes vírgenes y en estos deliciosos desconocidos valles. 

Yo, por de pronto, y valga por lo que valiere, propongo que entre varias personas de nuestra ciudad, de reconocida ilustración, se organicen excursiones de recreo a la Sierra, que tengan algo así como de aspecto artístico, algo también de tinte científico, y hasta si se desea mucho, de carácter venatorio, pero sin dejar por esto relegados aquellos extremos. 

Es seguro que en Salamanca habrá doce o más hombres de corazón que se atreverán a venir por quince o veinte días, en tiempo a propósito, a visitar este país, a recorrer sus montañas, husmeando a la par que la caza vestigios de pasadas civilizaciones, y junto con esto, riquezas minerales é hidrográficas, que de seguro abundan en las entrañas de esta abrupta tierra. 

Ellos, nuestros touristes provistos de lámparas Davisson, de escalas, y de todos los instrumentos científico-recreativos que fuesen necesarios, podrían bajar a la misteriosa cueva de Quilama y decirnos luego qué ha sido en tiempos ese antro que hoy sólo sirve para poner pavor en el ánimo de nuestros campesinos; si fué un foco minero de tiempo de los romanos, como opina D. Amalio Gil Sanz en su Memoria sobre la provincia de Salamanca, que nos digan qué mineral pudo ser allí explotado y si agotaron los filones aquellos señores de la tierra. 

Ellos, nuestros touristes, pueden recoger las tradiciones que sirven a veces de guía para explorar terrenos y dar con riquezas artísticas de primer orden; ellos, en fin, dirigidos por personas tan competentes como D. Joaquín María Pastors y el mismo D. Amalio Gil Sanz antes citado (ambos sin carácter oficial, se entiende), a quienes me permito citar para esta empresa, realizarían misión altamente patriótica, pues cuando menos se vería el interés que a la capital inspira este partido que para ella debe ser hijo predilecto. 

Si tal pensamiento, olvidada que sea la humildad de su origen, fuese realizado, yo pediría ser honrado con una modesta segunda o tercera plaza de cronista del viaje. 



Tuyo afectísimo amigo, 



Juan BARCO. 

Escurial de la Sierra, 23 Agosto 1889. 










¡Oh, Dios mío, qué prodigio! 




Si sois dilettanti y os es familiar la música religiosa y habéis, además, estudiado a los maestros españoles, no desconoceréis el nombre de Doyagüe. Aquí trajeron sus cenizas cuando quisimos parodiar en San Francisco el Panteón de Santa Genoveva; y a su tierra, Salamanca, se las llevaron de nuevo, antes que se perdiesen del todo en el hacinamiento de cajones que, bajo aquellas bóvedas, encerraban los restos de maestros inmortales. 

¡Oh, y qué maravillas cuentan de aquel maestro insigne sus paisanos! Vino a Madrid en cierta ocasión a dirigir la capilla de Palacio y pasmó -¡que fue pasmar!- a Fernando VII. Las misas que dejó escritas son innumerables: la de Réquiem es un portento; su Te Deum grande un prodigio; su Miserere causa verdadero pavor…Hasta murió como mueren –y quizá viven- los genios: loco. En sus postreros instantes cuentan que en el lecho se entretenía en ensuciar las paredes con las materias que tenía a su alcance. Otro afamado músico, D. Francisco Olivares, fue a visitarle a tiempo que ya expiraba aquel peregrino ingenio. Junto a la alcoba tenía Doyagüe su clavicordio y Olivares, para ver el efecto que podía hacer aún la música en su desgraciado amigo, pasó las manos por el teclado, de modo que se produjeran sonidos discordantes. Doyagüe movió el rostro hacia donde se oía música tan infernal y expresó con gestos su profundo disgusto. En cambio, cuando Olivares arrancó al instrumento combinaciones dulcísimos, quizás creadas por el moribundo, éste abrió por última vez los ojos y así expiró, recreándose en las armonías celestiales que llegaban a sus oídos… 

¡Si cuentan y no acaban aquellos salmantinos, enamoradotes, como el pueblo que más, de sus hombres y de su tierra! 



La fabula también ha hecho presa en el nombre de Doyagüe y al buen presbítero –por fin clérigo era- ha intentado convertirlo en ente fantástico, con pasiones volcánicas, trasunto de Claudio Frollo, pero mejor que éste, porque supo encontrar en el misticismo apaciguamiento a las luchas de su espíritu, y en la música salida de sus arrebatos de poeta. ¡Cosas de poetas también! 

El cabildo catedral de la ciudad ilustre guarda en sus archivos, como joyas de valor inestimable, las obras de Doyagüe, pero no es tan egoísta que no permita con cierta orgullosa complacencia que los maestros de capilla las examinen para que en ellas aprendan y para que de entre ellas elijan también las que deben ejecutarse cuando, según expresión del pueblo, repican gordo. 

Hace algunos años desempeñaba el cargo de maestro de capilla en la catedral salmanticense un ilustrado músico, excelente amigo mío. Fui a visitarle a su casa una tarde acompañado por otro amigo de ambos y nos recibió, como siempre, en su despacho; despacho de cura y de músico, en el que no faltaba el crucifijo sobre la enjalbegada pared, ni sobre los colorados ladrillos el armonium atestado de obras musicales. 

Habíamos comenzado apenas la conversación cuando llegó otra visita de menos confianza para el maestro que la nuestra. Salió D. Antonio, que así se llamaba nuestro amigo, a recibir al nuevo visitante y quedamos solos en el despacho. Aficionados nosotros a la música, comenzamos a revolverle los papelotes que tenía sobre el armonium, y entre ellos nos llamó extraordinariamente la atención un cuaderno que contenía, a lo más, tres o cuatro pliegos de pauta, atados en cruz con cinta de balduque. En la portada y debajo de las cintas leímos escritas con lápiz azul estas misteriosas palabras:”¡Oh, Dios mío, qué prodigio!...” 

Nos miramos mi amigo y yo, y movidos por igual pensamiento alzamos el pico de la primera hoja para ver el nombre del autor de aquel ya para nosotros indudable portento. Era de Doyagüe. Sí, allí estaba escrito en una punta, el nombre glorioso del gran músico, de su puño y letra sin duda, a juzgar por el tiempo que acusaba por el enrojecimiento de la tinta. 

No nos atrevimos a desatar el cuaderno, contentándonos con darle vueltas entre las manos, mirándolo y remirándolo con asombrados ojos. La letra de aquella rotulata puesta en la portada era de D. Antonio. ¡Oh, sí, era de nuestro buen amigo; la conocíamos muy bien!... 

¡Y aquí el vagar de nuestra fantasía! Qué tal prodigio será éste, nos dijimos, cuando el maestro, en un arrebato de entusiasmo, anonadado quizás por las grandezas que se encerraban en aquellos pentagramas, había expresado admiración tan honda como la indicada en las cinco palabras de azulados trazos. 

Todas las grandezas de la música de Doyagüe, por nosotros muy conocida y admirada, vinieron en tropel a nuestra imaginación, como evocadas por la maravillosa partitura que teníamos en las manos. Allí fue el recordar aquel Te gloriosus apostolorum, canto plácido y regocijado hecho para boca de querubines, del Tedeum gran (sic) del maestro, y la fuga de la misma portentosa obra que en olas de armonía lleva al trono del Altísimo las alabanzas a través de coros, nominaciones y potestados. 

Allí fue el repetir mentalmente y hasta sotto voce frases del majestuoso Miserere, ritmos como el célebre del Plorans ploravit in notte…de las Lamentaciones, notas pavorosas y sublimes del Réquiem que parecen surgir de los profundos para increpar a Dios preguntándole: Et in inferno, ¿autem quis confitebitur tibi?… 





Todo, todo lo recordábamos, embriagándonos con las inspiraciones divinas del gran Doyagüe. Y por encima de todos nuestros recuerdos, más superior, más genial, más portentoso y sublime, parécenos que había de ser aquello que la temblorosa mano del maestro había calificado del prodigio. 

Volvíamos a pensar en la partitura desconocida y nos forjábamos escenas casi fantásticas. 

Veíamos al maestro, a D. Antonio, en la soledad de la noche y de su estudio, sentado ante el armonium, con los ojos fijos en la obra de Doyagüe, colocada en el atril y recorriendo con sus dedos, embebido, las amarillentas teclas. Le veíamos repetir mil y mil veces la prodigiosa obra, y cuando ya aprendida, echar atrás sobre el asiento, el cuerpo, rígidos los brazos, la cabeza volcada sobre la nuca y los ojos fijos en el techo, preñados de lágrimas arrancadas por inefable deliquio. 

Así comprendíamos que la mano de nuestro amigo hubiese después trazado aquel ¡OH DIOS MÍO, QUÉ PRODIGIO!, que no se apartaba de nuestros ojos. 

Entró al poco rato el maestro en su despacho y con verdadera ansiedad le preguntamos: Maestro, ¿qué obra es ésta? –esperando que su contestación aumentase todos nuestros entusiasmos. 

Eso –contestó cogiendo el cuaderno y arrojándolo con desdén sobre una silla- Eso es lo peorcito que salió de la pluma de Doyagüe. 

¡Cómo! –le interrumpimos a un tiempo no dando crédito a sus palabras.- ¡Pues no indica eso el rótulo que ha puesto usted sobre la cubierta! –añadimos un tanto amostazados. 

No hay tal cosa –replicó el maestro sonriéndose.- Esto es un motete, prosiguió cogiendo el cuaderno, y en la línea que ustedes han leído escrita por mí, no es más que el principio de la letra del motete…Lo ven ustedes? –dijo desatando el cuaderno y mostrándonos la primera hoja.- Así empieza: 

¡Oh Dios mío, qué prodigio!...Vale bien poco…La letra y la música corren parejas. 

Juan Barco 











El Herradero 

(Campos de Castilla) 






Pertenece este bellísimo artículo que reproducimos de La Ilustración Ibérica, de Barcelona, 4 la colección que su autor, nuestro distinguido paisano y amigo, prepara con el titulo general de Campos de Castilla. (N. de la R) 






Ya está en las trojes el grano y ya han vuelto de la capital los carros que llevaron sacos repletos de rubión con que pagar el precio de la tierra arrendada. 

Terminó la faena. Su resultado ¡bendito sea Dios! ha sido mejor qué se esperaba. El trigo rebosa en las paneras, y con dificultad habrá sitio donde meterlo si las creces son buenas. De centeno y cebada hay pa él y pa ella. Los niazos, como ventrudos centinelas alrededor de la casa, guardan ya el heno que ha de rumiar el ganado en el próximo invierno. Las mozas han enjalbegado el portal, que segadores y trilliques dejaron hecho una lástima, y han rebasado los frisos con escobillas mojadas en disoluciones de bermellón, y han sacudido los techos, que estaban perdiditos de polvo, y han refregado hasta el umbral de la puerta, que buena falta tenía, y han puesto, en fin, en orden todo lo revuelto en aquel trajino del verano. 

Todavía andan los muchachos queriendo espigar en los surcos. 

— ¡Concho con los nenes, que con tanto alampar capaces son de llevarse pa casa hasta la paja del barbecho! ¡Sí paecen mismamente gorriones, los condenados! ¡Cómo charlan criados y criadas mientras ellos recuentan los costales y los colocan en los arcones y ellas hacen los oficios como azacanas! 

— ¡Anda, gandul, que bien te divertiste en la Ciudad con el achaque de llevar la renta! 

— ¡Ni siquiá una pizca, candonga! ¡Si hubiá llevao dinero, recoino, no digo! Porque, aunque no sea señorito, el que tiene monises se pasea entre ellos. 

— ¡Y entre ellas! — interrumpe la moza observándole el gesto. 

— ¡Miá que ellas!... ¡Valientes miquinas, recoino! Quisián parecerse a ti en la color, — (y la mira la cara), — en el salero, — (y la mira el talle, sepultado en un promontorio de manteos).— -y en los fundamentos, — (y la mira a las pantorrillas que bajo el zagalejo se descubren) 

La charla sigue por tan idílicas trochas, viniendo a parar, si el amo está ausente, en un retozó qué no pasa nunca de un beso, con honores de mordisco, que le estampa el criado a la moza en el cuello túrgido y aterciopelado con finísimo vello. Queda arreglada la casa, los costales guardados, los aperos colgados en orden de las rústicas estacas que hacen los oficios de perchas. Las mozas sueltan el grueso picote y asean el palmito. Los mozos, por todo trabajo, se dedican a juntar el istiercol en los prismáticos muladares. Los perros aprovechan las rachas de sol, tumbados junto a los muros de la casa. Las reses de trabajo descansan en el prado inmediato mezcladas con los asnos y las yeguas, que andan, a saltos con las apeas en los zancajos. 

Ha llegado en tal tiempo él del herradero Se señala día; se da otra mano de limpieza a la casa para recibir dignamente a los huéspedes; trasmítense órdenes a los vaqueros para que junten en el monte vecino las vacas y los novillos y los toros que han de llevarse a la cerca; salen propios a las aldeas inmediatas a invitar de parte l’amo a las gentes; atáscanse aguadoras con perniles, y chorizos en ristras, y aves asadas por docenas, y fiambres rellenas de tasajos, y tortillas enormes en los bodigos rebanados por el molledo. 

Y, así preparado todo, poco después de anochecido se acuestan las gentes de la alquería para poder levantarse con estrellas. 

II 

No ha espabilado el gallo y ya está el ricacho en el portalón de la casa liando un cigarro con ayuda del cachicuerno. Enciende, en el candil de grasa colgado de la viga maestra, el pitillo, aproximándolo a la llama y retirándolo varias veces para que el papel no se corra; y, hechas estas operaciones, abre el portón, por donde penetra una ráfaga de vientecillo frío, y húmedo, y ponese de brazos a mirar el aspecto que presenta el día. 

Brillan aún las estrellas; pero hacia el horizonte va difuminándose el azul del cielo y presentando coloraciones trasparentes, en cuyo seno las reverberaciones de algún lucero semejan las de lejano faro de tranquila playa. Dentro de la casa se oyen ya los desperezos de los criados- que a los pocos momentos salen al portal restregándose los ojos y saludan al amo con las frases de siempre. 

— ¡Santos y buenos días nos de Dios! 

La faja blanquecina del horizonte se extiende hacia el cénit Los reflejos de los astros van apagándose, y hasta la luz del candil, antes rojiza, palidece. En la tierra desnuda, envuelta aún en sombras, se divisan los duros y cenicientos tallos del barbechó, y se desprende de ella un vahó blanquecino que le sirve de velo a los pudores de su reciente maternidad. 

Los perros, que han salido ya al campo, olfatean la tierra, y de repente alzan la cabeza y dan ladridos prolongados. Es el anuncio de que se aproximan gentes a la casa: las gentes de los pueblos vecinos invitadas, Las de la ciudad durmieron ya aquella noche en la alquería, y van levantándose perezosas y asomándose al portal, recelando del frio de la mañana. En un santiamén termínanse los preparativos. Fuera de la puerta, sobre los chinarros relucientes, esperan las caballerías aparejadas. El cura y los niños se colocan como pueden sobre los asnos, cargados ya con las aguaderas repletas de vituallas, y parten derechos al corral del herradero por el atajo. 

— ¡Arre! ¡Arre!— gritan los chiquillos con alegría. 

Y desparecen por la suave y pedregosa pendiente, oyéndose durante largo rato todavía e| incesante ¡arre! ¡arre! ¡arre! de los muchachuelos. 



III 

En un descampado del monte han hecho los vaqueros el rodeo, y allí están ellos, a caballo, con las ahijadas sobre los arzones, guardando las reses y aguardando a que lleguen los amos é invitados. 

Escúchase ya cercano el trotar de las bestias, y los toros levantan la cabeza, los chotos sueltan la ubre y las vacas lanzan mugidos prolongados. 

— ¡Pañuelo! ¡Pañuelo! — grita el vaquero a un toro que mosquea 

— ¡Ay, si voy, Castaña! dice otro a la vaca recelosa. Y a los gritos de ¡Tube! ¡Tube! ¡Tube! empiezan a acorralar al ganado, aturdido por la algarabía de las gentes que llegan, y lo encarrilan a galope violento por el medio del monte, guardando los flancos los vaqueros y cubriendo la retaguardia, en tropel, la comitiva. Tras una loma aparece el disco sanguinolento del sol: su rayos se entrelazan en los verdosos ramajes de las encinas; del prado se levantan y huyen jirones de niebla que tomaron para la noche tan mullido lecho; brillan las gotas de rocío como diamantes sobre una planicie de esmeralda; el cuquillo asustado, salta dé rama en rama agitando su vistoso moñuelo; los verdosos lagartos corren a esconderse en los troncos de los árboles; y en medio de aquella Naturaleza espléndida, de aquel escenario portentoso, se escucha el golpear sordo de centenares de patas sobre la tierra mullida, los resoplidos de las reses acosadas, y las voces de los acosadores que, lanzados en vertiginosa carrera, no paran un punto de gritar: 

— ¡Tube! ¡Tube! ¡Jarito! ¡Castaña! ¡Pañuelo! ¡Rabona! ¡Careto! ¡Tube! ¡Tube! ¡Tube! 



IV 

El corral parece, a lo lejos, un circo romano medio derruido. Sus tapias, que alzan sobre el suelo escasos tres metros, están hechas con pizarras, cuya negra patina les da aspecto de histórico vestigio. Entrase al corral por un callejón formado con piedras y jarales, y da acceso al circo una portilla rústica de palos entrelazados, que se cierra con una tarabilla encajada entre los huecos de las pizarras. Salen las reses, en pelotón, del monte, y entran en el vallado, y se lanzan al portillo abierto, por donde quieren entrar todas a un tiempo, apretándose, rozándose contra las paredes, y echando, las que están rezagadas, las cabezas sobre los lomos de las que van delante, queriendo hacer un hueco a toda costa. 

Al entrar en las merinas desmóntanse rápidamente los vaqueros y arrean a las vacas y los toros dándoles cariñosos golpes con las callosas manos sobre las ancas. 

Queda atestado el corral. Vacas y chotos, toros y novillos, forman un montón reluciente, atornasolado, que se mueve semejando suaves oleajes de brea derretida. Vaqueros, mozos y gañanes andan entre las reses sin cuidado a que topen y embistan, entretalladas como están cuerpos con cuerpos. 

Sobre la redonda tapia del corral presencian el encierro los chiquillos y las mujeres formando vistosa greca de variados colorines, manoteando aquéllos como loquillos al divisar los chotos que andan despistados buscando, en aquella confusión, a las madres. 

No muy lejos del herradero arde un inmenso montón de leña, y entre las brasas se enrojecen los hierros enmangados en varales que han de servir para marcar el sello de la ganadería sobre el cuarto trasero de las reses. 

Tienden las mozas en la fresca yerba los gruesos manteles hilados en la casa, destápanse fiambreras, ruedan rajas de sabroso chorizo, sácanse rubias hebras de los pernicotes, salen a relucir gruesas tortillas partidas en cuadraditos no más grandes que los de un juego de ajedrez, los trozos de asado aparecen entre rugosos y grasientos papeles de periódicos, y de pie todo el mundo, con el pan y el tasajo en la una mano y la navaja en la otra, se engulle con deleite y se remojan las fauces empinando las botas del infiel aloque. 

Tras el piscolabis reanúdase la tarea. Asaltan nuevamente la tapia mujeres y chiquillos, y los criados, dentro del corral, como si se tratase de retozar con las mozas, se abrazan a las vacas, les ponen los cencerros y las llevan al portillo con los chotos, dándole suelta por el monte. Corren aquéllas que se las pelan huyendo del ruido de los cencerros, y cuanto más corren más de cerca y más penetrante lo escuchan. Los ternerillos siguen a las madres berreando lastimeramente, hasta que se pierden las unas y los otros tras las encinas, donde poco apoco pasan el susto. Ellas se esparrancan, y ellos, ansiosos, estrujan la ubre entre los bezos. 

En tanto, sigue en el corral la ya peligrosa tarea. Se han clareado las filas, se mueven las reses con libertad, han ido quedando las más bravas, y preciso es, para librarse de desperfectos, ocultar de cuando en cuando el cuerpo en los toscos burladeros. 

jPobrecitos toros, cómo los tumban! ¡Cómo el castrador hace su oficio! ¡Cómo, velis nolis, en un decir Jesús, conviéntenlos en mansos! Al derribarlos bramaban de coraje, al levantarse marchan humildes, buscan la salida, y van al monte a ocultar su vergüenza y sufrir los desdenes de la vaca retozona. 

La lidia llega a su más alto grado de interés. Sale un criado del burladero, se encara con un toro, y, antes que éste le embista, arrójase aquél en la cuna, se agarra de los cuernos, y moviendo ambas manos por el mismo lado, como quien va a mover la rueda de un timón gigantesco, echa todas sus hercúleas fuerzas ayudándose de un rugido, y derriba a la res cual pudo hacerlo el héroe legendario con el espantoso león de la Nemea. 

Acuden otros mozos a sujetar al toro derribado, y entonces vése al amo acercarse con el hierro candente y aplicarlo en el anca de la fiera, que en sacudimientos de dolor pugna por desasirse de aquellos cuerpos que la sujetan. Escúchanse el chirrido del cuero quemado, sale del cuerpo de la res humo parduzco, llegan hasta el olfato olores acres de carne chamuscada, y, cuando todo ha concluido, se levantan los mozos de repente y dejan al toro, enfurecido, que busque la salida; pero ya otros mozos le esperan en la explanada, y antes que se interne en el monte le sortean con las anguarinas, cual diestros consumados. 

Repítense estas escenas hasta que no quedan reses en el cercado, oyéndose durante la fiesta clamores y palmadas a los mozos más valientes, y luego que la fiesta termina, vuelta a los tasajos y vuelta al vinillo, que para conservarlo fresco ha estado todo el día al pie de los troncos de los árboles. Si los invitados de la ciudad llevaron guitarras, se arma bailoteo por lo fino, separándose buen trecho criadas y criados para danzar charradas y fandangos al son de tamboril y gaita. ¡Qué brincos! ¡Qué trenzados! ¡Qué enseñar ellas, en las volteretas, hasta; las corbas! ¡Y qué rendirse ellos (¡ellos, que rindieron antes a los toras!) a las coqueterías de la moza garrida! 




Al atardecer se emprende el retorno: los señores en cabalgaduras, los criados a pie por los atajos. Allá, por entre la encinas, se pierden los rústicos, echando el brazo por el cuello a las muchachas, que no se muestran esquivas, y, después de un largo caminar silencioso, en el que a su modo hácense y dicense ternezas, sueltan la voz al viento y en coro cantan melodiosas y lánguidas canciones, que parecen, por su tristura, arrancadas a la tierra misma, y por su sencillez inspiradas en las viejas cadencias de los sueños. La comitiva de los señores marcha, en tanto, pasito a pasito, columpiándose sobre las cabalgaduras que nadie espolea. El amo y el mayoral conversan acerca de la operación del día y se ponen de acuerdo para las próximas de la sementera. 

También los novios, que caminan juntitos, hablan en voz baja de cosas semejantes; y el curilla, que unas veces toma parte en la conversación trascendental de amo y criado y otras dirige chanzonetas a las parejitas amarteladas, pone de cuando en cuando a la jaca al trote cochinero, y, recordando picardigüelas estudiantiles, cual si estuviese en vacaciones de seminario, lanza a voz en cuello y con tonillo jacarandoso, coplas de este jaez: 

Mucho vale una perla, 
más un diamante, 
pero más los ojillos 
de un estudiante.


Bien entrada la noche se llega a la casa, no sin que antes los mastines, como fieles guardianes, hayan aullado al ver que unas sombras se aproximan. 

— ¡Gitana! ¡Culebro! ¿Pero no nos habéis conoció, recoino? 



Juan Barco. 








Farinato 



Juan Barco escribió en diciembre de 1891 esta receta para el gastrónomo D. Ángel Muro que incluyó en el Almanaque de "Conferencias Culinarias" de 1892. 





Farinato 

Tomarás... un kilogramo de gorduras de cerdo, las pondrás al fuego dentro de un caldero, meneándolas siempre para que no se peguen cuando estén a medio derretir añadirás 500 gramos de cebolla picada...y seguirás meneándolo todo con una cuchara de palo. 

Después de un cuarto de hora, añadirás a lo dicho un kilogramo de pan (desmenuzándolo) que habrás humedecido en un barreño 24 horas antes. 

Y seguirás meneándolo. 

Verterás luego sobre aquella masa 250 gramos de aceite crudo y 125 de pimentón, la sal correspondiente, un puñadito de anís en grano. 

Siempre al fuego y menea que menea hasta que los ingredientes formen un todo armónico, o sea una masa ligeramente compacta; y luego, en caliente la embutes en tripas de vaca, del largo de una cuarta. 

Ya están hechos los farinatos, y sólo falta colgarlos al oreo, en la cocina, cerca del hogar. 

Pasados quince días se descuelgan los farinatos sobre una tabla se van aplastando. Esta operación, realizada por manos blancas rollizas hechas a cebar lechones acrecienta el buen gusto de los farinatos. Cuélganse de nuevo ya están en disposición de ser comidos, advirtiendo que cuanto más tiempo pase, más y más ricos hallarálos quien los pruebe. 

Sírvese el farinato en Castilla a la hora de tomar un piscolabis, o sea a media mañana, para el caso se fríe en pedacitos, con manteca de cerdo. 

Ciudad Rodrigo tiene fama por sus exquisitos farinatos a esto se debe que farinatos llamen a los naturales de la antigua Miróbriga. 

¡Ah! el farinato se come sin pan; para no incurrir en aquello de pan con pan comida de tontos. 

A tanto alcanzan, amigo Muro, los conocimientos culinarios de su afectísimo.




Juan Barco. 

Salamanca, 23 de diciembre de 1891 












Decoración de verano 
(Campos de Castilla) 




Castellanos de Castilla 
trata de ben a os gallegos. 
Cando van, van como rosas; 
cando ven, ven como negros, 

Rosalía de Castro 






Ya están ahí. 

Los he visto en la extensa explanada, destacándose sus siluetas terrosas en el azulado horizonte que cierran las sierras allá lejos, muy lejos. 

Vienen en bandadas, en bandadas inmensas como las golondrinas, a posarse en los trigos de nuestra estepa. Hablan la lengua "doce, tenra, agarimosa" del enamorado Macías, pero sus modulaciones son ásperas como rodar de guijarros por la pedregosa montaña, sibilantes como el sonido del viento entre los pinos; son mezcla de súplica y desesperación; ruidos de costa roqueña y sonoridades de manso arroyuelo. Escuchad su algarabía y os parecerá oír armonías extrañas, ecos lejanos, indefinibles, en los que se confunden las risas alegres de las romerías y los lamentos del lugar mísero y triste, el a-la-la melancólico y el atruxo salvaje. 

Llegan en montones apilados como sardinas en el hediondo vagón de tercera; los escupe el tren sobre los andenes y se forman como soldados para tomar el camino que los conduzca a los trigales. El hatillo a la espalda y la reluciente guadaña en el hombro, caminan y caminan sobre los zuecos de palo produciendo más ruido que un escuadrón de artillería rodada. 

A la hora de la siesta, cuando todo reposa acá, en Castilla y duerme hasta la langosta: sobre el plantío los he oído en mi niñez pasar la calle solitaria, resonando acompasadamente sus recias pisadas sobre los duros chinarros… 

Su tránsito por los pueblos es acogido con burlas que ellos toleran humildes. A quien ha de resistir en los campos sin sombra, de crepúsculo a crepúsculo, los ardores solares ¿cómo han de hacerle efecto las tontunas del vulgo? Son sufridos, más sufridos que ninguna otra raza, trabajan como negros y guardan como urracas. La virtud del trabajo y la virtud del ahorro que solemos envidiar de lejos a la gente extranjeriza, las ridiculizamos y execramos de cerca en los pobres gallegos. 

¡Así somos! 


II 


¿No es verdad que parecen trasunto de la muerte, con la afilada hoz a guisa de bandera? Quien al pasó los viere sin conocerlos, tomaríalos por ejército devastador y sanguinario. Y, sin embargo, su misión es de paz; sus artes, las artes benditas que cantara Virgilio. Con su presencia anuncian la cosecha, el trigo, la riqueza: lo que ha de ser durante el año el pan del pobre y la hartura del potentado. Ellos tan míseros, tan andrajosos, vienen a darnos con sus manos roñosas el dorado fruto de la tierra fecunda. Con ellos empieza la alegría en los campos. Aquel silencio de las aldeas en las invernadas, truécase, ahora en bullicio. El portalón de la casa labriega, solitario y triste cuando zumba el viento, y blanquea la nieve en los picachos, y la tupida niebla acaricia los surcos, es ahora teatro de algazaras. 

Las arcas del pan se colman de bodigos; reluce la espetera sobre los enjalbegados andenes; de las llares, so la chimenea campanuda, pende el caldero siempre humeante, atiborrado de sabroso condumio; las corambres están llenas de vino; la despensa ostenta caprichosos adornos de rojos chorizos en ristra con aplicaciones de pernicote. Allá se divisa un montón de morenas patatas; acullá un saco repleto de arroz; las bacaladas polvorientas; las pellas de manteca blanquísima, la escusabaraja llena de huevos sacaditos directamente de los nidales…, todo está preparado para emprender la faena que no ha de acabar hasta que las trojes encierren el grano. 

Los segadores llegan. Se advierte su presencia a lo lejos por las nubes de polvo que levantan y por los fulgores del sol en las pulidas hoces. ¿Parecerá que allí han de recibirlos, con afecto?.. ¡Pues allí tampoco! Mozos y mozas llámanlos marusos (de Maruxás, Maríquitas, o en sentido traslaticio cobardes, collones) y hasta los arrapiezos sueltan al viento, con ritmos de muñeira, la despectiva copla 

Los gallegos en Galicia! 
Cuando van en procesión 
Llevan un gato por santo 
y un gallego por Pendón 



III 


Al día siguiente ya están metidos en los sembrados, recibiendo de plano el sol en las magras costillas. 

¡Ellos sí que riegan la tierra con sudor de sus rostros! No levantan cabeza de la mañana a la noche ¡Corta qué corta! ¡Siega qué siega!... A las doce, un pequeño descanso, para el almuerzo y a la una a segar otra vez, y a formar montones y a levantar, haces que parecen de lejos, tan tiesecillos y rechonchos, soldadicos de un ejército liliputiense. Lo que el segador empieza lo acaban los criados a las órdenes del viejo mayoral que manda más que el amo. Del suelo al carro vuelan los haces con presteza prendidos en la horca, y el gañán que los recibe colócalos de un modo entrelazados que aumentan en un doble a lo ancho y a lo alto el volumen del rústico vehículo. 

Allí son entonces los majestuosos atardeceres, con la espléndida luz por occidente. El rojo y el azul del cielo se combinan con el pajizo de la tierra dando al horizonte prolongación interminable. Respirase en el campo el seco y sano olor de la paja tronzada y se mece el gañán, culminando sobre la blanda mies, a los vaivenes del carro que atraviesa los surcos. A la era con ello y en la era a descargar y amontonar de nuevo, y luego, con los bieldos ó briendos, a extenderlo y orearlo y a trillarlo más tarde, y a separar después el grano de la paja, con ayuda del viento, formando las prismáticas y doradas parvas. Todo el mundo trabaja en la era; y allí duermen todos en aquellas noches hermosas en que la luna, como un disco de fuego, sale por el lejano horizonte cual saliera a alumbrar los amores de Ruth moabita en las noches solemnes de la Judea. 

La recolección termina llenando de grano los costales, y cuando ya están cargados en los carros y adornados estos con profusos y verdes ramajes, mozos y mozas, niños y niñas súbense encima de los sacos, y los bueyes potentes, adornados también con penachos de ramas entre las coyundas, a golpe de ahijada arrastran el pesado convoy— altar de Ceres- por el pedregoso sendero que conduce á la panera, ante cuyas puertas, así como en el camino, se entona la llamada «canción del carro» , himno , rústico , acaso primitivo, no desprovisto de belleza, como en acción de gracias por el término feliz de la ruda faena. 

Universales son estas costumbres: que no otra cosa vienen a revelar aquellos versos del poeta francés que describiendo escenas campestres de la Europa del Norte, dice: 

La chanson 
Après la moisson… 

El canto después de la cosecha 


IV 


Y mis segadores ¿qué ha sido de ellos? 

De pueblo en pueblo han caminado desmotando, campos, y recogiendo jornales que guardan en farrapos, para pasar menos hambre en el suelo nativo. Acá trabajo, penosísimo; allá, angustiosas estrecheces; aquí, denuestos e insultos; allí, tristezas insondables. 

¿Sabrán los segadores algo de los empeños separatistas en que andan, a veces, algunos gallegos ilustrados?¿Habrán oído hablar, en medio de sus cuitas, de socialismo y de reivindicaciones ¡Tristes de nosotros si los trabajos, del campo se realizaran en el taller! ¡Tristes de nosotros si el segador supiera que la guadaña sirve para más que para segar, y que no vienen solos cuando vienen en bandadas, en bandadas inmensas como las golondrinas!.. 




El "Error" de Juan Barco

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Por César Hernández R.
                      11/10/2020 Rev. 00






D. Juan Barco en una imagen publicada
en Una vuelta por Salamanca de Modesto Pérez.

    
La lectura del artículo La "Otra" Historia de Salamanca de Villar y Macías publicado en estas mismas páginas por D. José María Hernández Pérez, amigo y maestro, me hizo reflexionar sobre la figura de Juan Barco: el antagonista de D. Manuel Villar y Macías, el “villano” que causó con sus acusaciones el suicidio del cronista.

Al menos, esta “idea”, que el sentido común nos hace saber que no es estrictamente correcta, parece flotar en el pensamiento colectivo de los que amamos a esta ciudad y su historia. 

Juan Barco cometió el error de publicar aquel “Libertad de Servicio” que inició la contienda. Cometió el error de utilizar su todavía joven "lengua viperina de periodista agresivo" contra un hombre débil y enfermo. Una “acometida literaria” que en palabras del Padre Cámara dejó a Villar y Macías temiendo por su salud y su cabeza. Y aún con la razón, Barco se equivocó en la forma y su error le costó el olvido o, lo que tal vez es peor, fomentó su recuerdo como un infame.

Basta una rápida búsqueda por la historiografía salmantina para darse cuenta de la ausencia de trabajos sobre Barco, solo algunas menciones y la mayor parte de ellas relacionadas con la desdichada muerte de D. Manuel Villar y Macías.

Los cronistas le olvidaron. La ciudad le olvidó, no hay ni una pequeña calle con el nombre de este ilustre periodista y escritor salmantino[1] Una calle sin nombre en la zona de Rodríguez San Pedro (Actual Avda. Comuneros) se propuso en febrero de 1936 para llevar el nombre de Juan Barco pero no se llevó a efecto.. Todos le olvidamos. 

Pero Juan Barco alcanzó el éxito en vida. Tuvo éxito como periodista, alcanzando las más altas cotas a las que podía aspirar un periodista de su época. Tuvo éxito como escritor, y su prosa limpia y perfecta le puso a la altura de otros escritores castellanos como Macías Picavea, Gabriel y Galán o Luis Maldonado. Su “literatura periodística campera” fue admirada por Unamuno y otros eminentes pensadores y reconocida en vida del escritor. Tuvo, al fin, éxito en la política siendo gobernador de dos provincias españolas.

Pero la muerte le arrebató su prestigio y le entregó al olvido.

Aunque solo sean unas breves notas a falta de un profundo estudio que quedará por hacer, las siguientes líneas recogen los datos bibliográficos que he logrado reunir, con la inestimable ayuda de D. José María Hernández Pérez, sobre la vida de este hombre, sin duda de los más capaces que ha dado Salamanca. 

Que cada uno juzgue a su gusto.



Juan Barco Cosme

A Juan Barco la literatura y el periodismo le venían de familia, no en vano su abuelo, también de nombre Juan Barco, regentaba a finales del siglo XVIII una librería en la Plaza Mayor. En ella se vendía, entre otras cosas, el Semanario erudito y Curioso de Salamanca (1793-1798), la primera publicación periódica salmantina.

El padrón de 1804 le sitúa en la acera de Petrineros, en la tercera casa desde el mesón de los Toros. En ese año, D. Juan, natural de Ontoba (Cuenca), tenía 46 años y llevaba 30 años en la casa. Vivían con él su mujer, un sobrino y dos criados.

Aunque estos datos en nada hacían presagiar que D. Juan pudiera tener descendencia, es su nieto, D. Ramón Barco, quien así lo confirma en un artículo publicado en El Adelanto del 12 de febrero de 1919 titulado Algo de mi origen[2] Para los cálculos aproximados hemos tomado el dato de la aparición del cólera morbo asiático en Salamanca del trabajo Epidemia de cólera morbo asiático ocurrida en Salamanca en 1885-1886 de José López Alonso en él se afirma "no se ha padecido Hasta 1834 dándose el primer caso entre 15 y el 20 de agosto". Se deduce del mismo que la esposa del mercader de libros, María López, dio a luz un varón hacia 1820. En 1822, D. Juan Barco ya había trasladado su librería a la calle de la Rúa número 9, siendo aquí donde se hacen las suscripciones de El Correo Político y Literario, del Semanario Cristiano y del Noticioso del Comercio.

Murió D. Juan hacia 1832, quedando el niño, llamado Andrés, huérfano de padre a los 11 años y dejando a la familia mal parada económicamente porque el librero a pesar de que fué algo personaje en esa ciudad de los llamados en aquel tiempo "pelucones de San Martín”[3]Pelucón significado desde 1780 "aumentativo de peluca, llaman comúnmente así al que la trae con fantasía y ostentación" y dueño de una librería, nada menos que en la plaza Mayor, es lo cierto que al fallecer, ya en edad muy avanzada, no debió dejar otra cosa que pliegos de aleluyas de "don Pirlimplín”[4]Las "aleluyas" fueron muy populares en la España del siglo XVIII y XIX, hay quien las considera precursoras de los comics. Eran pliegos de papel de diversas medidas, aunque especialmente de 420 mm x 305 mm, con 48 viñetas cuadradas, 8 filas por 6 viñetas cada una. Dibujos y textos se combinan en ellas para una fácil lectura. Los temas que trataban eran variados. La historia de D. Pirlimplín, o Perlimplím, fue una de las aleluyas más populares y relata la vida de un "calavera". y algún que otro libraco que, mal vendidos, darían solamente para los gastos del sepelio.
    
Semanario Erudito y Curioso
de Salamanca


La epidemia de cólera morbo asiático, llegada a la ciudad en 1834, acabó con la vida de su madre, quedando el niño en manos de la providencia en el colegio de huérfanos de Carvajal donde, contagiado de la misma infección, libró milagrosamente la vida, permitiéndonos continuar esta historia. Es muy posible que este niño no fuera hijo único pues, aunque no lo hemos podido confirmar, es factible que D Manuel Barco López, redactor del Adelante y Bibliotecario, autor junto a D. Ramón Girón en 1863 de la revisión de la historia de Bernardo Dorado, fuese su hermano.

Poco sabemos del padre de Juan Barco, se llamaba Andrés Barco López fue platero y relojero que tuvo tienda en la calle Toro. Tuvo su domicilio en la calle Bermejeros donde nacieron sus hijos Juan y Ramón. El negocio no marchaba bien y D. Andrés tuvo que tomar un empleo como ujier en la Diputación Provincial. En 1880, la familia refundó el negocio como una nueva relojería, esta vez a nombre del hijo menor Juan Barco en la plaza del Corrillo número 11. Pero el negocio no prosperó y la ruina fue inevitable.

El propio Juan Barco escribirá su venida a menos y la anécdota de que pretendiendo trasladar relojes y joyas al amparo de la noche para evitar habladurías, al llegar a la Plaza del Liceo al tiempo que los espectadores salían del teatro los relojes comenzaron a señalar las 12, logrando llamar su atención y descubriendo el manejo.

La salud de Andrés Barco debió quedar resquebrajada ya que la Diputación le hizo en 1883 una concesión de 250 pesetas para restablecer su salud en los baños de Urberuaga de Ubilla en Vizcaya, actualmente abandonados. 

Falleció el día 27 de noviembre de 1890, a las cuatro de la mañana.

Ramón Barco nació en 1854, deducido del hecho de que murió en Tarragona en abril de 1930 a los 76 años de edad, mientras que Juan Barco vino al mundo en 1858. Desconocemos el nombre de su madre, solo su apellido Cosme.

Ambos hermanos, Ramón y Juan, asistieron a la escuela de la Parra regentada por el maestro D. Francisco Torres que estaba "situada entre la calle de aquel nombre y la de Bermejeros"[5]Resulta, cuanto menos, curiosa esta localización porque la máxima cercanía entre estas calles rondará los 200 metros, con una plaza y varias calles entre medias. tal como cuenta D. Luis Maldonado compañero de escuela y amigo de por vida.

Maldonado describe al niño Juan Barco como un joven rubio de tranquilo ademán, grave y sereno (casi como un viejo). Y a Ramón, mayor que Juan, como un muchacho también rubio con graciosa melena y ojos azules.

Continúa: “Los dos Barcos eran prez y orgullo de la escuela de la Parra. Ramón, el mayor, nervioso, vivo, inquieto y burlón, tenía una memoria prodigiosa y un gran entendimiento; a los ocho años recitaba a maravilla la antología poética que usábamos en la escuela y largas tiradas de versos y dramas. Juan, como digo antes, era la personificación de la paz y del reposo; su inteligencia era diáfana y transparente como un fanal, sus maneras solemnes, su voz de una dulce sonoridad y tan suavemente modulada, que llegaba al alma, dando, a la vez que una impresión cordial, una sensación de amable superhombría.”

Ramón y Juan asistieron también a la Escuela de Bellas Artes de San Eloy donde recibieron formación musical, pero mientras Ramón continuó sus estudios hasta licenciarse en Derecho, el joven Juan no lo hizo, desconocemos la razón de no continuar pero creemos más probable que se tratase de una decisión personal antes que económica debido a que la familia no pudiese sufragar más que la educación del hermano mayor.

Juan no creía que su futuro se encontrase entre barriletes, escapes, pinzones o pinzas, junto a su padre en la relojería. Deseaba escribir y ya había dado a conocer algunas de sus poesías, incluso había llegado a leerlas en la fiesta celebrada en honor de D. Tomás Bretón en abril de 1880, con quien en el futuro guardaría una buena amistad.



El periodista

En 1885 consigue el puesto de redactor del periódico La Voz de Galicia que había sido fundado en 1882 por D. Juan Fernández Latorre como un periódico republicano, progresista y librepensador.

Fue encargado de la sección De Sol a Sol que trataba de cosas y hombres del mar. Al tiempo colabora con otros periódicos y revistas como El Eco de Galicia, revista semanal de ciencias, arte y literatura; El Progreso, periódico político bisemanal de Salamanca, o La Revista Mercantil e Industrial de Salamanca.

Algunos de sus artículos son muy agresivos, llegando a sufrir una demanda por injurias al Sr. Gobernador de La Coruña, D. Teodoro Baró, de la que finalmente fue absuelto o a recibir las protestas de los comerciantes salmantinos del que dicen parece “gozarse con que se deprima a aquellos con cuyo favor a vivído…”.

En abril de 1886 se le encarga la dirección de La Voz de Galicia tras el cese de D. Juan Fernández Latorre.

En busca de proyección, deja la dirección de La Voz de Galicia en 1887 y se instala en Madrid. Allí continuará como corresponsal del propio periódico gallego. 

        

Portada de La voz de Galicia
en Wikipedia


Poco trasciende en la prensa de su vida personal, se había casado con Dª Bárbara García Pascual, probablemente en Salamanca. El único hijo del matrimonio, un varón, falleció con apenas 5 años de edad en 1887.

Como resultado de la publicación en La Voz… de un artículo titulado Protestamos, considerado injurioso por los ministros de la Corona, es condenado por la Sala de lo Criminal de la Audiencia de La Coruña a una pena de cuatro meses y medio de arresto mayor, accesorias y costas. Cumplió condena en la cárcel Modelo de Madrid, pero no llegó a completarla puesto que fue indultado. 

Para entonces ya era redactor del diario madrileño La Iberia, también de carácter liberal. 

No todos los artículos de Juan Barco en este período tienen carácter político, muchos de ellos fueron literarios e históricos, algo que proseguirá en los primeros años de su carrera. 

Estaba a punto de alcanzar el reconocimiento en su profesión. En El Fomento del día 28 de julio de 1888, D. escribe: 

....un presentimiento quizá ó los azares de la suerte, le hicieron salir de Salamanca, primero á la Coruña, después á Madrid, y como fecunda mariposa que abandona el capullo, apareció periodista, periodista de talento, de ingenio, de raza, de pura sangre. Faltábale solo poner á prueba su ingenio para desarrollar sus condiciones, y lo hizo con tal fortuna que hoy es un repórter de los de primera fila, señala con rapidez la dificultad de las cuestiones y, por desconocidas que les sean, las domina, da forma y presenta con fases nuevas y aspectos de verdadera originalidad. Acostumbrado á engranar mecanismos casi microscópicos, penetra en los secretos de la política con la misma agudeza, y los relaciona de modo admirable. Y estudia y se perfecciona y trabaja con tal fortuna, que en breve se colocará en primera línea entre los periodistas de más justa reputación y renombre.


 

Campos de Castilla



Los Lunes del Imparcial. www.memoriademadrid.es
    

Juan Barco es ya un distinguido periodista y un correcto escritor. Sus artículos se publican en un buen número de periódicos y revistas, entre ellos El Adelanto con el que siempre mantendrá buenas relaciones. Su artículo “Campos de Castilla” publicado en los Lunes de El Imparcial y reproducido posteriormente en otros medios fue el primero de una serie de artículos que convertirán a Barco en un brillante escritor. En noviembre de 1901 se anunció en preparación la colección de estos artículos que agrupados se llamarían “Campos de Castilla”; no nos consta, sin embargo, la publicación de los mismos.

Tras abandonar la redacción de La Iberia, regresó temporalmente a Salamanca. Se encargará en agosto de 1890 de una nueva sección de El Adelanto titulada Dominicales donde se tratarán asuntos de interés local y provincial, sin renunciar a los de carácter general. Muestra interés por participar en la vida política local, colaborando en algunas actividades municipales.

Pero pronto se embarcará en un nuevo proyecto, el periódico madrileño de tinte conservador La Libertad, cuyo primer número se imprimió el 15 de agosto de 1890. El periódico tendría una vida breve pues desapareció en diciembre de 1892, tras 874 números.

En abril de 1890, fue elegido por una junta de periodistas para la redacción de las bases para la fundación de un montepío de la prensa. La idea provenía del propio Juan Barco quién acababa de comprobar cómo su esposa había recibido del Montepío de la Guardia Civil una importante cantidad de dinero correspondiente a su padre, jefe del cuerpo, que había fallecido poco tiempo atrás.

La idea de que las familias de los periodistas, al morir estos recibiesen una cierta cantidad para aliviar lutos y miserias, no fructificó. Pero Juan Barco, que había ido modificando su postura política desde ideas librepensadoras hasta un conservadurismo reformista cercano al silvelismo, comenzaba a manifestar sus ideas asociacionistas que acabará plasmando en su artículo "El Problema Obrero" de 1901, con el que pretendía mejorar el estado de la clase trabajadora aplicando ideas próximas a un sindicalismo vertical y localista.

El nº 1424 de El Adelanto de 8 junio de 1891 publicó el artículo de D. Juan Barco Libertad de Servicio que generó una polémica con D. Manuel Villar y Macías respecto al año de fundación del colegio del Arzobispo. La polémica quedó concluida el día 20 de junio con la razón del lado del Sr. Barco. El posterior suicidio del señor Villar y Macías, el 26 de junio de 1891, oscureció la acción de D. Juan Barco que, aunque pudiera ser éticamente reprobable, nunca debería creerse causa de la nefasta decisión de D. Manuel. (Para seguir con detalle esta polémica, crucial a nuestro entender en la vida de Barco, ver el artículo La “Otra” historia de Salamanca de Villar y Macías de D. José María Hernández Pérez).



El escritor




Secretaria Particular, sainete de Juan Barco


    

El día 3 de diciembre de 1891, el teatro Español de Madrid estrenó el sainete Secretaria Particular obra que nuestro protagonista dedicó a su hermano Ramón: “Cuanto soy, cuanto valgo; cuanto valga y sea, a tí solo te lo debo. A tí te dedica su primer sainete, tu hermano”. La obra se estrenó con buen éxito y no tardó en ser representada en Salamanca. Fue en el teatro Liceo el 15 de mayo de 1892, escenificada para un acto benéfico por varios jóvenes de la localidad, junto a la comedia de D. Miguel Echegaray titulada Inocencia. Al decir de la prensa, la obra del salmantino alcanzó un notable éxito.

Su versatilidad como escritor es enorme, pasa con gran facilidad de temas políticos, económicos y sociales a temas históricos y literarios. Prueba de ello es el artículo que remite, en diciembre de 1891, al gastrónomo D. Ángel Muro sobre la elaboración del farinato, que este incluyó en el Almanaque de Conferencias Culinarias de 1892.

Escribe artículos para diversas revistas ilustradas como España y América o la Ilustración Española y Americana, sus artículos aparecen en multitud de periódicos provinciales y de la capital. 

En 1893 trabaja como redactor de El Heraldo de Madrid y comienza a colaborar con la revista de economía y finanzas La Estafeta. La revista había sido fundada en 1893 por el abogado D. Rogelio de Madariaga y Castro, muy ligada a su bufete de asuntos mercantiles y contencioso-administrativos con sede en Madrid y París, donde estaba el mercado secundario más importante de títulos del Estado y de las principales empresas españolas. En su primera década se llamó solamente La Estafeta para pasar a denominarse España Económica y Financiera y subtitularse La Estafeta

Toma la corresponsalía en Madrid del periódico El Diluvio de Barcelona. En marzo de 1895 por algunos de sus artículos en este periodico, firmados con el seudónimo de Nicéforo, volvió a tener problemas con la justicia siendo procesado por el tribunal militar de Barcelona. Vuelven a ser un momento difícil en la vida de Barco que agudiza la muerte de su madre.



El funcionario

A pesar de todos estos trabajos y colaboraciones, la crítica situación económica española no le permite vivir de su profesión con la holgura debida y al igual que le sucedió a su hermano Ramón que se vio obligado, al no poder sobrevivir con la abogacía, a trabajar como funcionario de Hacienda, en junio de 1896 es nombrado Vocal del Consejo de Aduanas y Aranceles por el ministerio del mismo ramo.

Entre las amistades que Juan Barco más frecuentaba en Madrid estaba el periodista y dramaturgo D. José Feliú y Codina.  Su relación era íntima, no en vano Bárbara García, esposa de Juan Barco había sido madrina de boda de Feliú y Codina. El autor del libreto de la ópera La Dolores de D. Tomás Bretón, especializado en dramas rurales, tuvo la intención de escribir uno ambientado en la provincia de Salamanca , de nuevo en colaboración con el maestro Bretón y cuyo libreto habría de titularse La Salamanquina, para unos, o La Roya, para otros. El día 16 de abril de 1887, el Sr. Feliú y Codina llegó en compañía de Juan Barco a Salamanca con la intención de conocer costumbres y tipos salmantinos para su nuevo trabajo. Ambos recorrieron algunos lugares de la provincia como las alquerías de Contino y Terrubias y en algunos días regresaron en tren a Madrid. En el viaje  el Sr Feliú y Codina sintió los primeros síntomas de una angina de pecho.

Sus familias acostumbraban a compartir los domingos. El domingo 1 de mayo, tras la cena y estando en compañía de su esposa, de D. Juan Barco y la esposa de este, el Sr. Feliú y Codina se sintió indispuesto y cayó al suelo. Atendido por los presentes y avisado el médico de la familia, determinó una angina de pecho de la que falleció en la madrugada del día 2. El proyecto del drama salmantino quedó inconcluso. 
En febrero de 1898 circulan rumores en la prensa de que Barco comenzará a publicar en Salamanca un periódico silvelista. Barco, como advertimos, se había acercado a las ideas políticas de D. Francisco Silvela, un conservador disconforme que no compartía el sistema del turnismo político y el fraude político imperante.
    
D. José Feliú y Codina en Ars: ilustración artística y literaria. Nº7 julio 1912


En efecto, el 15 de abril de 1898 salió a la calle el primer número del Noticiero Salmantino. El periódico, dirigido por Barco, entró con fuerza en el mercado periodístico salmantino con una tirada de 2000 ejemplares que pronto mediará en los 3300. Primó, sobre todo, la calidad de la información y logró hacerse con firmas de calidad como las de Miguel de Unamuno, Joaquín de Vargas, Eulalia de Lians, Enrique Samaniego,.. 


Noticiero Salmantino del 10 de abril de 1898, Año I Número 25


Muy pronto, el 8 de septiembre de 1898 desaparece de la cabecera del Noticiero Salmantino la mención a Juan Barco como director-gerente del diario. Se confirman así los nuevos rumores que venían circulando por la ciudad de que Juan Barco había dejado el periódico.



En París…

Juan Barco partió de nuevo de Salamanca para ser, a partir de entonces, corresponsal en París de la revista España Económica y Financiera (La Estafeta) y dirigir la edición francesa de dicha revista L'Espagne Economique et Financiére

El 10 de diciembre de 1898, Barco vivió en París la firma del tratado de paz entre España y EE. UU. por el que España reconocía la independencia de Cuba y cedía las posesiones de Puerto Rico, Filipinas, y la isla de Guam a Estados Unidos. El “Desastre del 98” se había consumado y la crisis social y económica llegaba a su apogeo. Una sensación de derrota y humillación se extendió por todo el país. 

El humor negro y la ironía reinaban frecuentemente en la prensa española. D. José Estrañi y Grau, periodista y escritor satírico español, escribía en sus comentarios llamados "pacotillas" :


Decía yo días pasados que en España no hay ya monedas antiguas ni modernas de ninguna clase y añadía: 

Aunque me lo aseguren, no lo creo.

¡Al menos, si las hay yo no las veo!


Y en La Opinión, de Valladolid, el ingenioso Juan Barco, que es el único Barco útil que nos queda en España, dice: 

«(Ni yo, querido Pepe,

ni yo tampoco;

aunque por ver alguna

me vuelvo loco.

He perdido el recuerdo

completamente.

¿Cómo eran las pesetas.

antiguamente? )»

Hombre, á mí me han dicho que redondas y blancas. ¡Pero vaya usté á saber...! 


Barco siguió colaborando con el Noticiero Salmantino en el que llevará la sección "crónica de París" donde informará de la actualidad de París durante la exposición Universal de 1900, y también con El Adelanto fundamentalmente en la sección llamada Plana Literaria que dirigía su hermano Ramón y en la que, además de los hermanos Barco, colaboraron personalidades como Juan Domínguez Berrueta, Hipólito y Cándido R. Pinilla, Unamuno, Francisco Fernández Villegas (Zeda), Luis Maldonado, José González Castro (Crotontilo), Mariano Núñez Alegría, Luis Pérez Allú, Luis Romano, Arturo Pérez Martin, Baldomero Galán, Antonio García Maceira, Filiberto Villalobos, etc. 


El día 11 de octubre de 1901 y sucesivos, se publicó en El Adelanto el artículo El Problema Obrero que había sido presentado por Juan Barco a los Juegos Florales organizados por el Ayuntamiento para las Ferias y Fiestas de 1901 y que obtuvo el "primer accesit" del lema 13 . Posteriormente fue editado en folleto y puesto a la venta en librerías. 

A tal publicación hizo D. Miguel de Unamuno una crónica-crítica en la Plana Literaria de El Adelanto del 11 de noviembre de 1901  en la que además de expresar su discrepancia con las ideas de Juan Barco dejó claro su amistad y admiración por él: 

CRÓNICA 

El director de esta Plana se empeña en que le haga la Crónica de esta semana, y ¿qué le hemos de hacer? Aún no he adquirido la bastante dureza de corazón para negarme á tales requerimientos. 

Pero ¿crónicas á mí? Si no tengo nada de cronista, y de chroniqueur menos... Además, yo no sé si dado mi carácter un género así, vamos a decir, ligero, me pinta bien, quiero decir, si en mí viste bien. Pero es el caso que acostumbro vestirme por dentro, por muy dentro, de modo que no se vea á primeras el traje solemne y de respeto que llevo en el alma y aun en ésta debajo de un terno ligerito y suelto. 

Además, ¿crónica en Salamanca? Crónica deriva de crónos, tiempo — no se olvide que soy profesor de griego— aunque algunos le dan otra etimología para que haya la tan amena diversidad de opiniones, y en Salamanca, afortunadamente, no suele pasar nada. Como que por no pasar nada, queda todo. Y para que no se me diga que esta crónica ó lo que saliere se va á parecer al soneto aquel que mandó hacer Violante á Lope de Vega, hablaré... pues del folletito de Juan Barco.


    
Al cual Juan Barco, nuestro buen amigo, le han publicado su trabajo "El problema obrero.— Medios de mejorar el estado actual de esta clase" trabajo premiado con el primer accésit del lema 13 en los Juegos Florales de esta ciudad. Aquí podría darme yo pisto indicando todos aquellos puntos en que difiero del parecer de mi amigo Barco, pero ¿eso qué importa? Es conveniente para nosotros mismos, para nuestra amistad, y no sé si para la marcha de la civilización, que Juan Barco y yo difiramos en algo. ¿Qué importa que yo crea en la "universalización" del problema obrero y él no crea en ella? Hay una cosa en que sí concordamos y es en creer perniciosa la tan decantada sobriedad española y en lo necesario de crear necesidades si no hemos de quedarnos á la cola de otros pueblos. 
El curiosísimo cuadro de la página 21 es exacto pero hay que tener en cuenta que en España se come poca carne y se toma poca leche. Con pan y catecismo nos basta y sobra. Cierto es, como dice en la página 23, que la mano de obra resulta en Inglaterra más barata que en España, siendo el jornal mayor, mas esto no se debe tanto á la mayor habilidad del obrero — que existe— cuanto al mayor empleo de maquinaria. Y se emplea más maquinaria, porque los brazos son más caros, y los brazos son más caros, porque el hombre tiene más necesidades. Y créame el amigo Barco, uno de los medios de excitar esas mayores necesidades, es que se dediquen á "lecturas insanas y quizás subversivas" y que se asocien, aunque sea en exóticas federaciones, que eso de los gremios "encajados en moldes castizos,, me huele un poco á... ¡Vamos, amigo Barco, no tan castizo! Y, por Dios, deje usted en paz á Moratín á ver si le olvidan todos, que es lo que se merece. 

Total, que es un folletito que me sugiere algo, aunque sea en discrepancia de su contenido, y esto vale más que leer algo y decirse: "sí, sí, es verdad; ¡pero cuánto sabe y qué razón tiene este señor. ..!, y olvidarlo luego. Está, además, muy bien escrito. 

Lo mejor del folletito está al final, en la cubierta, donde dice: 

En preparación:

CAMPOS DE CASTILLA

Colección de artículos

¡Estos campos sí que son hermosos y sentidos y hondos! Pero ¿cómo á Juan Barco, escribiendo esos Campos, podrá gustarle Moratín? Porque este dignísimo limador de vulgaridades, monstruo de discreción sin aditamentos, era, á mayor abundamiento, irremediablemente urbano. Que no me hablen, por Dios, de este Jenofonte español del siglo XVIII. Del otro, del Moratín griego del siglo V antes de nuestra era, dicen que le llamaban la abeja ática. Sí por el zumbido. Llamémosle, pues, á nuestro Jenofonte el abejorro afrancesado. 


Miguel de Unamuno. 

En París, Barco ejerció también como corresponsal del periódico liberal Diario Universal , fundado en Madrid por el conde de Romanones en 1903. Colaboró con algunas publicaciones francesas y realizó críticas de obras españolas publicadas en Francia además de traducciones. A esta tarea se dedicó fundamentalmente su sobrina Ángela Barco Hernández, hija de Ramón Barco, que convivió con él y su esposa en París. Ángela era una literata en ciernes que ya había publicado, entre 1901 y 1902, un buen número de artículos literarios en la Plana Literaria de El Adelanto que dirigía su padre, con el seudónimo de Pedro del Valle.

En 1904, Juan Barco decide terminar su aventura parisina. Se instala en Madrid donde dirigirá la sección financiera del Diario Universal. Pero apenas tres meses después regresa a París. Vuelve a ocupar su antiguo puesto como director de L'Espagne Economique et Financiére y corresponsal de la edición española de Madrid: España Económica y Financiera (La Estafeta).

Desconocemos la razón de este repentino cambio, cabe la posibilidad de que la naturaleza liberal del periódico para el que trabajaba perjudicara su relación con el mismo, aunque una vez en París continuó su corresponsalía con el Diario Universal. 

Permaneció en París hasta, al menos, mediados de 1907. 



El regreso

A pesar de la distancia, Juan Barco nunca perdió su amor y vinculación con Salamanca a la que volvió siempre que pudo. Pero anhelaba su modernización y recuperación. La deplorable situación social y económica española tras el 98 y el contacto de otras realidades le llevó a plantear un regeneracionismo económico basado en la imitación de los países más desarrollado. 

Cataluña lo hacía, el resto de España no. Para Barco esto era un lastre y la causa del Problema Catalán. Barco admiraba esa actitud catalana y creía, ingenuamente, que el problema se solucionaría mediante la concordia, cediendo Cataluña esas ganas de crecer, de enriquecerse, de trabajar,.. tomando los catalanes de los castellanos cierta flexibilidad y cortesanía.

En Madrid, Barco inició, como redactor jefe, un nuevo proyecto. Se trataba del diario Las Novedades de carácter independiente y dirigido por el también salmantino D. Domingo Blanco que ya dirigía en la capital el semanario Los Sucesos. Su primer número fue publicado el 1 de abril de 1908, marcando el formato del diario: seis páginas, multitud de grabados, dos folletines diarios y una variada y completa información.

Sin embargo, tras tres meses de publicación, de forma inesperada, y ante el regocijo de unos y de otros, el diario desapareció, dejando alguna querella pendiente a sus regidores.


Portada de la revista España Futura
quincena 15-31 de marzo de 1909

    
Ernesto López por Manuel Tovar
El Cuento Semanal, 13/09/1907 nº 37.
Cómo murió Arriaga, novela

No tardó mucho en comenzar un nuevo trabajo editorial junto a D. Ernesto López Fernández, escritor y periodista que utilizaba el seudónimo de Claudio Frollo[6]Claude Frollo es un personaje de ficción en la novela Nuestra Señora de París de Victor Hugo. Frollo es el archidiácono de la catedral de Notre Dame de París, el "malo" de la novela, se trató de la revista quincenal de carácter independiente España Futura. El primer número de la revista correspondió con los días 15 a 31 de marzo de 1909.

En esta revista, en su 5º número, Juan Barco escribió un artículo en el que sugirió y justificó, a su forma, la necesidad de crear mancomunidades de provincias para revivir las regiones muertas como la vieja Castilla. Propuso la creación de la mancomunidad del Oeste (Cáceres, Salamanca y Zamora) para sacar el mayor partido económico de las facilidades que concedía el proyecto de Administración Local entonces puesto en marcha. La propuesta fue ampliamente debatida en la prensa salmantina y en general rechazada la idea por puramente economicista.

Durante este tiempo sus artículos aparecen esporádicamente en El Adelanto y en algún otro periódico local, pero hace tiempo que la prensa salmantina no hace reconocimiento generalizado del mérito del trabajo del periodista, antes al contrario se critica su pragmatismo económico y se le acusa de estar influido por las corrientes exteriores en su pensamiento. En estos años ha forjado contrarios de todos los pensamientos y credos, y ¡Hace ya tiempo de aquellos bellos y vigorosos artículos de temas castellanos! 

Sin embargo, el periodista D. Modesto Pérez en su trabajo Una Vuelta por Salamanca publicado en Madrid en 1909, ofrece un cariñoso elogio al que fuera su maestro en el Noticiero Salmantino. Al elogio se adhiere Ramón Barco en un tono más que despectivo hacia quien no lo comparte. Ramón y Juan mantuvieron, a pesar de las distancias, su relación fraterna siempre viva, manteniendo comunicación y viéndose todo lo a menudo que les permitió sus trabajos.

Barco encontrará, por fin, la estabilidad en Barcelona, donde es nombrado en octubre de 1909 director del diario Las Noticias. Había sido fundado por Rafael Roldós Viñolas en 1896 y llegó a ser referencia en Barcelona durante las dos primeras décadas del siglo XX, sólo superado por La Vanguardia, periódico ideológicamente liberal. Aunque siguió colaborando con la revista España Futura, su producción escrita se resiente dedicado fundamentalmente a labores de dirección.
    


La política

La admiración que por él sentía D. Eduardo Dato, en aquel momento presidente del Consejo de Ministros, y la afiliación silvelista de ambos, llevó a Juan Barco a la política. 

Puente de Amposta en la década de 1920 (loboquirce.blogspot.com)
    
Las ideas conservadoras de Barco cercanas al silvelismo, que preconizaba acabar con el sistema de turno político sostenido por el caciquismo y el fraude electoral, hicieron presumiblemente apetecible el sueño de la política. Al finalizar el año 1913, Barco se presentó como candidato independiente a Diputado en el distrito de Roquetas de Tarragona. Le animó el apoyo del gobierno representado por el Sr. Sánchez Guerra, ministro de la Gobernación, y del Sr. Dato, presidente del Consejo de Ministros, y el reto de enfrentarse a un cacique liberal como D. Manuel Kindelán y de la Torre en su propio territorio.

La estrategia, que pretendía hacerle ganar el favor popular al convertirle en la figura responsable de poner fin al expediente y adjudicación de las obras de construcción del puente sobre el Ebro en Amposta, un proyecto bloqueado durante siete años y muy deseado por las gentes de la zona, resultó nefasta, pues aunque Barco resultó elegido en primera instancia, la maquinaria política de Kindelan logró que el Tribunal Supremo anulase el acta por considerar como coacción al electorado el asunto del puente, detrás de ello también pululó la sospecha de pucherazo

El Quisicosero[7]En aquel momento ejercía de Quisicosero D. Mariano Nuñez Alegría aborda el tema en El Adelanto:

La prensa de Madrid se muestra unánime en declarar que la nulidad del acta de diputado á Cortes por Roquetas, en el que el candidato don Juan Barco aparece triunfante por más de mil votos sobre su contrario, es un verdadero caso de sacrificio para el brillante periodista. 

Y aunque la prensa lo calla,

bueno es que hagamos constar

que el que perdió la batalla

aunque la debió ganar,

es (si será negro el sino

que nos persigue funesto),

un ilustre salmantino.

¿Salmantino? Pues al cesto.


Los miembros del Gobierno no defendieron con firmeza el caso y en la comisión del Congreso sobre el asunto, 132 diputados confirmaron la sentencia del Tribunal Supremo frente a 11 en contra.

Las nuevas elecciones convocadas unas semanas después, dieron el triunfo a Manuel Kindelán. 


La vida continúa

A pesar de este suceso, Juan Barco y su esposa hicieron muy buenas relaciones en la zona de Amposta donde tuvieron muchas simpatías. Barco continuó con su apoyo hasta la finalización de las obras del puente. En la fiesta de colocación de la primera piedra del puente, el 21 de agosto de 1915, pronunció unas palabras que fueron vitoreadas por el pueblo como muestra de cariño.

El 12 de marzo de 1917 se produjo el fallecimiento en Barcelona de su esposa Bárbara Garcia Pascual. El entierro tiene lugar en Barcelona, deja a Barco solo y sin hijos. 

Su vida continúa dedicada a la dirección del diario Las Noticias y en la gestión del viejo sueño del asociacionismo de la prensa, participando en la Asociación de Prensa de Barcelona de la que fue presidente y más tarde en la Federación de Asociaciones de Prensa de España creada en 1922, en la que participó en su comité directivo. Para entonces Juan Barco había contraído de nuevo matrimonio con Margarita Marró. La Sr. Marró era una aristócrata que quedó muy joven viuda del coronel Contreras, con casa solariega en la Villa de Tricio cercana a Nájera y con, al menos, dos hijas Hipólita y Margarita Contreras. La hija Margarita, que debió establecerse con Barco y su madre, aparece apellidada en la prensa con el apellido Barco, no sabemos si por cortesía o porque legalmente la adoptó.

Los intentos por solventar la situación económico-social española desde el Desastre del 98, se contaron por fracasos. Fracasó el intento regeneracionista de Silvela, la reforma conservadora de Maura y también fracasó el intento del liberal Canalejas. Los viejos partidos se resquebrajaban, mientras que tomaban pujanza los partidos republicanos y las organizaciones obreras. 

D. Juan Barco. La Esfera
1 de mayo de 1917
    
El 13 de septiembre de 1923 se produjo el golpe militar de D. Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, fue el principio de una dictadura militar cuya finalidad era, entre otras cosas, el restablecimiento de la “paz social” y regenerar la vida pública poniendo fin al caciquismo y las oligarquías de los políticos de turno.

¡Al fin la vieja aspiración de Barco! 

Y no dudó en adherirse al nuevo régimen.

Escribió un artículo en Las Noticias elogiando al Rey y al Directorio, cosa que no debió gustar mucho al propietario del periódico Sr. Godó. Estas diferencias de criterio le hicieron abandonar la dirección del periódico.

Y el régimen convirtió a D. Juan Barco Cosme en gobernador de Teruel sustituyendo al coronel Martínez Guardiola. Publicándose el nombramiento el 23 de junio de 1924.

Las Noticias sufrió durante la Dictadura de Primo de Rivera alguna suspensión editorial, y llegar la II República giró su afinidad hacia los partidos republicanos de izquierdas. 

Como gobernador de Teruel actuó apenas una año, continuó la campaña depuradora y moralizadora del régimen de su predecesor, informando sobre nuevas realidades políticas como el nuevo Estatuto Municipal o realizando la puesta en marcha del partido Unión Patriótica, el partido creado por D. Miguel Primo de Rivera con la misión de sustituir a todos los demás partidos políticos considerados corruptos. Se dejó notar sobre todo en materia cultural apoyando el homenaje al pueblo de Jarque del Val, como el pueblo donde no había analfabetismo o creando la Biblioteca Popular Alfonso XIII en Teruel.

El 15 de julio de 1925, Barco es nombrado gobernador de Castellón, sustituyendo a don Pedro de Castro. Toma posesión el día 20 de julio e inicia, como ya lo había hecho en Teruel, una actividad abrumadora en pro del gobierno central y el joven régimen. Soporta una gran cantidad de tareas, juntas, recepciones, banquetes,... Recibe diariamente a los periodistas a los que trata exquisitamente y escribe el mismo circulares para la prensa con temas relacionados con su gobierno. Buscó los mayores beneficios para su provincia, lo que motivó que, como agradecimiento a sus gestiones, tuviera un buen número de calles dedicadas con su nombre en distintas poblaciones castellonenses. La primera población que nos consta dedicó una calle a Juan Barco fue Navajas en agradecimiento a su gestión en la resolución de un contencioso por los límites con el pueblo de Segorbe. Las negociaciones se llevaron a cabo en la población vecina de Altura, en una finca propiedad de don Fernando Fernández de Córdoba, marqués del vado del Maestre, amigo de la infancia de Barco.

Otras poblaciones que pusieron el nombre de Juan Barco a alguna de sus calles fueron Valbona, Vall de Uxó y Vall d'Alba.

El 8 de agosto de 1926, el rey firmó la aceptación de la dimisión del cargo de gobernador de Castellón presentada por Juan Barco.

No trascendieron los motivos de su dimisión. Tal vez solo fue por motivos de salud, pero la dimisión simultánea de once gobernadores civiles nos hace sospechar que quizás tuvo que ver con la "Sanjuanada", el primer golpe de estado que sufrió la dictadura de Primo de Rivera, acaecido el 24 de junio de 1926. En nada nos extrañaría el apoyo de Juan Barco a esta sublevación al comprobar cómo, tras tres años de dictadura y tras la implantación del Directorio Civil, se traslucía la presencia de los partidos políticos anteriores y que en La Unión Patriótica se había dado cabida a muchos de los antiguos caciques e incluso se habían creado nuevos cacicazgos.

Juan Barco abandonó la vida pública, estableciéndose en Barcelona.


Su fallecimiento

El café Colonial de Madrid, 1933
(antiguoscafesdemadrid.blogspot.com)

    
El día 1 de marzo de 1927, durante un viaje a Madrid, cuando se encontraba en el café Colonial (En el café Universal según versiones), Juan Barco sufrió un desvanecimiento por el que cayó al suelo. Fue trasladado en automóvil a la Casa de Socorro donde se le determinó una hemorragia cerebral por lo que fue conducido al hospital de la Princesa. En ese hospital falleció el 6 de marzo a las 6 de la mañana.

La tarde del día 7 a las 3 de la tarde se celebró su funeral y su cuerpo enterrado en el cementerio de la Almudena.

No hay grandes artículos dedicados a su figura en la prensa nacional, solo sueltos breves informando de su fallecimiento. Tampoco hay grandes homenajes en la prensa salmantina, tan solo el panegírico que el redactor YO[8]Seudónimo de D. José Sánchez Gómez, "El Timbalero", "Un repórter", "El diablillo del Tormes", "Un guindilla" y "P.P." publica el 9 de marzo en El Adelanto.

Su charla tenía un leve acento francés, que la hacía más sugestiva. Era correcta, punzante, culta y ágil. Nos parece estar viendo todavía, también, la figura de don Juan, enjuto, poquita cosa, con un bigotito y una mosca graciosa, un sombrero negro y grande, pulcramente vestido, con unos cuellos enormes y unas corbatas disparatadas.

Después, pocas, muy pocas veces volvió a su ciudad Dos o tres: veía a Unamuno, saludada a don Paco Núñez, estrechaba las manos de Cándido Pinilla y de Mariano Núñez; paseaba un poco por la Plaza, hacía un recorrido por las callejas más estrechas y más viejas, se asomaba a la casa en que nació de la calle de Bermejeros, y de nuevo levantaba el vuelo aquel hombre de alas de águila; que volaba siempre alto y sereno y apenas posaba en parte alguna.

YO

Parece ser que dejó a su familia en una mala situación económica por lo que la Asociación de Prensa de Barcelona planteó la realización de un festival benéfico a su favor. No nos consta que tuviera lugar….



Juan Barco alcanzó el éxito, pero al final de su vida solo dejó su prestigio. Un prestigio efímero. Su memoria permaneció en el recuerdo de los que le conocieron y desapareció con ellos. Sus enemigos le olvidaron, sus amigos también. La muerte le devolvió al mundo de los seres comunes, olvidando sus dones.

Solo un error quedó en la memoria colectiva de una ciudad. Un error que le da la vida eterna y se la quita, como el castigo en un purgatorio perpetuo.











Fuentes:

La Plaza Mayor de Salamanca, 3 vols. Estella Goytre, Alberto (Director). Vol. III 250 años de la Plaza, KENT, Conrad (Coordinador)

Mariano de Santiago Cividanes. Salmantinos ilustres. Diputación Provincial de Salamanca 1934

Fernández Santander, Carlos (1994). ”La Voz de Galicia”, crónica de un periódico (1882-1992), tomos I y II. Edición do Castro.

Una vuelta por Salamanca.- Modesto Pérez.

La prensa financiera española y el debate sobre el nacionalismo económico en el periodo de entreguerras: los casos de El Financiero y España Económica y Financiera. Luis Perdices de Blas y José Luis Ramos Gorostiza. 2015.

Gloria García González. El Combate. Un semanario de agitación republicana en la Salamanca del cambio de siglo, 1899-1936. Revista de estudios, Nº. 62, 2018, págs. 85-106

Ignacio Francia. Periodismo salmantino en el siglo XX. Revista de estudios, Nº. 45, 2000, págs. 377-400

Denise Fischer Hubert. El libro español en parís a comienzos del siglo xx. Escritores y traductores. Tarragona, 1994.

González Calleja, Eduardo (2005). La España de Primo de Rivera. La modernización autoritaria 1923-1930. Madrid: Alianza Editorial.

Prensa histórica salmantina y nacional.


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El Marquesado de Llen

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Por José María Hernández Pérez
                26/10/20 Rev. 00





Ancestros de los Patriarcas


Los abuelos de los verdaderos protagonistas del marquesado de Llén, DON FULGENCIO Y DON MANUEL TABERNERO SANCHEZ fueron, por parte de padre: Andrés Tabernero y María Teresa Baras y por parte de madre: Manuel Sánchez y Ana Manuela Fernández.


Andrés nació en Carrascal del Asno y vecino de Terrones, adquirió la finca mediante dos compras por importe de 700.000 reales. Fundó con moruchos una ganadería consiguiendo con muchos esfuerzos que adquiriera un buen nombre y fueran muy solicitadas sus reses, que pastaban en terrenos del Deán y Cabildo de Salamanca en Terrones. A su muerte pasó la ganadería a su nieto político Andrés Sánchez Gallego, dueño de Llén y éste a su vez la transmitió, entre 1858 y 1860, a su hijo Ildefonso, nacido en 1837 y casado con Carlota Sánchez, luego a tres de sus hijos, Juan (que vende su vacada, de la que se ha reservado el ganado de Terrones, en 1951, casado el 5 de setiembre de 1907, por el párroco don José Santos Redondo, en la capilla de Llén con Catalina Sánchez de Carrascal de Sanchiricones, apadrinados por los marqueses de Llén), Santiago, esposo de Julia Muriel Martín, que muere al dar a luz a su hija Carlota, y al fallecer Santiago el 20/8/1931 pasa la ganadería a María Mercedes y Carlota Sánchez Muriel, nacidas con 4 años de diferencia (conocidas por las Chagas, o las señoritas de Terrones), que permanecieron solteras y murieron con cerca de 90 años, vendiendo la ganadería María Mercedes en 1975 a los hermanos Martínez Uranga “Los Choperitas” y Carlota ya se había deshecho de su parte en 1933, vendida a Manuel García Boyero, aunque la rehace en 1936 y por fin la vende en 1941 a Bernardo García Fonseca, y Carlos (Carlines), casado con Basilisa Gertrudis Rico Sánchez, padres de los Sánchez Rico, que mantiene su parte hasta 1949 que la transmite a Ricardo Arellano Gamero Cívico.

Los padres de los Patriarcas del marquesado de Llen fueron: Domingo Tabernero Baras y Teresa Sánchez del Campo Fernández. Domingo tuvo ganadería formada en 1842 lidiando en Salamanca y en Madrid en 1852. Desechó lo original y lo sustituyó por Murube. Hereda la ganadería Fernando Tabernero (Cojo de Continos), que posteriormente la vende a Joaquín Coll, también de Continos, reservándose algún lote que es el que llega a su nieto Manuel Josué Sánchez Tabernero, primer Marqués de Llén. Adquiere, mediante tres compras, parte de Terrones por 725.000 reales.



Lugares del marquesado

Tienen alguna relación con los PATRIARCAS las siguientes villas, lugares, alquerías, poblaciones o despoblados salmantinos:




TERRONES (1)

En 1265, Fernando Alfonso, hijo de Alfonso IX y sobrino de Alfonso X, siendo deán de Santiago y arcediano de Salamanca, tenía 40 préstamos en todo el obispado entre los que se encontraba la finca de Terrones.

En 1509 las rentas de la mesa capitular ascienden a 31.500 maravedís y 315 gallinas lo que totalizan 37.012,50 maravedís. A principios del siglo XVI se construye un palomar.

El Cabildo posee en el siglo XVIII 1.016,75 huebras.

La finca de Terrones y su término redondo, según el Catastro del marqués de la Ensenada de 1749, es privativo del Deán y Cabildo de la ciudad de Salamanca, ocupa desde levante a poniente media legua y del norte al sur dos cuartos y medio de legua y en circunferencia legua y media; linda por levante con el término de del lugar de Coquilla: poniente con el de Sanchogómez: norte con el de Castroverde y sur con el lugar de Carranque.

Sobre las tierras de este término hay dos daños de diezmo que importan un año con otro cuarenta fanegas de trigo y veinte de centeno además en las que labra Lorenzo Sánchez pues todas las demás son propias de otro y este corresponde al Deán y Cabildo de la Catedral de Salamanca por concordia entre los demás interesados; las otras tierras son las que labra Pedro García montaraz de este lugar y devenga el diezmo, de diez una, de cinco nada observando este modo con los ganados solo cuando estos no llegan al citado número; se paga cada burro, potro, mulo y pollino ocho maravedíes de cada cordero, cabrito y cerdo tres maravedíes: de los pollos y pavipollos de cada diez uno y no completándose este número no se adeuda. 

También se pagan primicias y es que cuando se cogen seis fanegas una; y en su caso se adeuda también el voto del señor Santiago; que entran otros años en la cilla común de este lugar y se reparten haciendo nueve partes el todo y de ellos tocan el beneficio de este lugar de la Sierpe tres, tres al préstamo, dos las tercias; y la restante, la fábrica de esta iglesia. Que las primicias se dividen en tres partes y lleva dos dicho beneficio y una el citado préstamo.

Se compone de once vecinos, doce casas útiles y habitables, una panera y una fragua, cinco pajares y un corral que no rinde utilidad alguna todo propio de los referidos Deán y Cabildo de la santa iglesia Catedral de Salamanca y que posee realengo. Este lugar no paga cosa alguna por el establecimiento de su suelo. 

Según el Diccionario Geográfico y Estadístico de España y Portugal de Sebastián Miñano, editado entre 1826/1828, es un despoblado, partido, provincia y obispado de Salamanca, perteneciente al Cuarto de Peña del Rey con 8 vecinos y 30 habitantes y una parroquia, que dista 6 leguas de la capital. 

Para el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Salamanca por Pascual Madoz de 1848/1850 es una alquería en la provincia de Salamanca, partido judicial de Sequeros, término municipal de Iñigo, con una población de 4 vecinos y 15 almas. La iglesia de san Benito en Terrones, de principios del siglo XVI, pertenece al arciprestazgo de Robliza y los diezmos los percibe el Cabildo.

Pertenece al municipio de Narros de Matalayegua que está compuesto por 11 núcleos de población, que son: 6 pueblos, Narros de Matalayegua, Iñigo, Sanchogómez, Peralejos de Solís, Peña de Cabra y Cortos de la Sierra y 5 fincas, Herreros, Terrones, Garcigalindo, Castroverde y Malpartida. 

En el siglo XVIII Lorenzo Sánchez, mayor hacendado de Castro Verde, tuvo 880 cabezas bovinas, 2.070 lanares, 71 caprinas, 59 equinas y 500 porcinas. Su ganado pastaba en Terrones, dehesa propiedad del Deán y Cabildo de Salamanca y vendió toros bravos a Madrid en 1765.

En 1747, Manuel Sánchez de Terrones había vendido 10 toros para las Ferias de Salamanca. En ese mismo año José Tejerizo lidió 9 reses que pastaban en Llén, al igual que el año anterior lo había hecho Francisco Gallego.

Juan Sánchez de Terrubias, donde era rentero de la nobiliaria casa de Peñalba, poseedor de una gran cabaña de ganado compró las tierras procedentes de la desamortización en Terrones.


LLEN Y ARGANZA (2)

La pedanía de Llén, en la época de la repoblación de los reyes de León de la edad media se identificaba como Llor, en el cuarto de Peña del Rey siendo mencionada como Layn Malo, (citada con Argança, repoblada por los bercianos) y como Layen. La más antigua referencia es de 1468 relativa a la división de bienes de doña Aldonza Enriquez, hija de don Enrique Enriquez y doña María de Monroy (doña María La Brava) y en el que se adjudica a doña Aldonza el Señorío de Layen y de Argança. Estaban dentro de Las Veguillas en el siglo XIV. En la subdivisión en partidos judiciales de la nueva división territorial de 1834 y en la Novísima Geografía de España y Portugal de 1848 aparecen: Llén, la aldea de Corbacera, la alquería de Cabrera y los despoblados de Lázaros, Mora, Negrillos, Ochando y Pajuelas. La iglesia, dedicada a san Juan Bautista, tiene artesonado de madera y enterramientos desde 1697. 

Según el Catastro de Ensenada (1750-1755), ARGANZA, figura junto a LLEN: 

Se llama el lugar de Llén y Arganza, alquería del cuarto de Peña del Rey de la Sierra y jurisdicción de Salamanca. Es término redondo de pasto y labor. La propiedad está dividida en ocho partes de las cuales pertenecen cinco al mayorazgo de Almarza que al presente goza doña María Manuela y Guzmán. Una octava parte es del duque de Montellano y las dos octavas partes restantes al Cabildo de Salamanca. Es realengo, sujeta a la jurisdicción real ordinaria de Salamanca.

Ocupa desde levante a poniente media legua larga castellana y desde el norte al sur o mediodía tres cuartos de legua y legua y media de circunferencia, todo poco más o menos. Una figura paralela con algunos rincones según se demuestra al margen. Linda levante con el término de Pedro Llén, por el poniente y norte con el de la villa de Olmedilla y mediodía con el de Corvacera, confrontando con de parte norte con los del lugar de Cortos y el de Mora.

En este lugar de Llén y Arganza y su témino está impuesto y se pagan por sus renteros a Dios Nuestro Señor los Diezmos y Primicias de todos los frutos, ganados y esquilmos, que se siembran, cogen y usan y es por lo correspondiente a Diezmos de cada diez medidas o fanegas una de todos los granos, semillas y de los ganados de todas especies una de diez y de cinco media y no llegando al número de nueve también se diezma y no llegando a este número en el ganado mayor se pagan por cada cabeza ocho maravedís y en el ganado menor y aves mansas, igualmente se diezma, de diez uno y de cada cinco medio y no llegando a este número no se paga nada y la primicia es media fanega de todos granos, llegando su cosecha a cinco fanegas y no llegando no se paga cosa alguna cuyo importe entra en la cilla y acerbo común de este beneficio para repartir entre los interesados haciéndose una parte de lo respectivamente a Diezmos, que es otro de Primicia de los que los tres novenos en Diezmos y un tercio en tazmías corresponde y pertenece la parte del convento de san Pablo Orden de Predicadores de la ciudad de Valladolid, como dueño del préstamo, otros tres novenos en Diezmos y dos tercios en Primicia al beneficio curado de este otro lugar que al presente goza Antonio Sánchez de Corral. Dos novenos en diezmos la real Universidad de la ciudad de Salamanca por las reales tercias, y un noveno la fábrica de la Iglesia Parroquial de San Juan de la Provincia de dicho lugar, que también se paga el voto al apostol Santiago que es media fanega del mejor grano que se coge por los labradores o senareros llegando su cosecha al número de cinco fanegas cuyo producto percibe la parte de las añatas la Iglesia Metropolitana de la ciudad de Compostela.

Se compone de cinco vecinos incluso el beneficiado. Hay cinco casas habitables incluso la del beneficio que habita su beneficiario, tres paneras y cuatro pajares de los que se sirven los vecinos. Por los vecinos y yunteros se pagan anualmente al Rey Nuestro Señor por razón de servicios ordinarios y extraordinarios y son quince millones seiscientos setenta y tres mararavedís, además de los derechos reales correspondientes a rentas provinciales y servicios de millones. 

Página del Catastro de la Ensenada sobre
Llen y Arganda.
Datos sobre Llen en el Censo del Conde de Aranda, 1768
&nbsp

En el Censo del Conde de Aranda de 1768, en el obispado de Salamanca el lugar de Llén y sus anejos pertenece al corregimiento provincial de Ciudad Rodrigo. Parroquia de san Juan Bautista, 88 varones y 77 hembras, 1 beneficiado y 2 hermanos de religiones. Los anejos son: el lugar de Cabrera, Casillas, Mora, Las Veguillas, Corbacera, Negrillos y Pajuelas con otros 3 despoblados de los que no ponen nombres.

En Sebastián de Miñano figura Llén junto a Arganza como despoblado, partido, provincia y obispado de Salamanca, Cuarto de Baños, 3 vecinos, 10 habitantes y una parroquia, que dista 5 leguas de la capital.

Para Pascual Madoz, conjuntamente con Arganza, despoblado dependiente del ayuntamiento de Las Veguillas en la provincia, diócesis y partido judicial de Salamanca. Las tierras de labor están distribuidas en 3 hojas: Arganza, La Fuente y La Higuera. 2 vecinos y 6 almas.



PEDRO LLEN (3)

Antiguamente es citada como Pedro Layen o Val de Layen.

Según el Catastro de Ensenada, esta población se llama el lugar de Pedrollén, alquería del Cuarto de Peña del Rey, de la tierra y jurisdicción de la Muy Noble y Leal ciudad de Salamanca. Dicho lugar es y pertenece su terreno de pasto y labor, término redondo, a diferentes interesados, que es de realengo afecto a la jurisdicción real de dicha ciudad.

Se extiende y ocupa de levante a poniente un cuarto de legua castellana y de norte a mediodía tres cuartos de legua y dos leguas de circunferencia, todo de poco más o menos, cuya figura es paralela con distintos esconces y recodos. Linda por levante con término del lugar de Sanchillame, poniente con el de Llén, norte con el de Arguijo y mediodía con el de Garriel.

En dicho lugar y su término está impuesto y se paga por sus labradores diezmos a Dios Nuestro Señor los diezmos y primicias de todos los frutos ganados y esquilmos que se siembran, cogen, crían y usan y es por lo correspondiente a diezmos de cada diez medidas, una de todos los granos y semillas y de los ganados y aves mansas de cada especie uno de diez y de cinco medio y no llegando a este número de vacuno, caballar, mular y asnal se pagan por cada cabeza ocho maravedís y nada por los ganados menores y aves mansas y la primicia media fanega de todos los granos llegando su cosecha a cinco fanegas y no llegando no se paga cosa alguna, el importe entra en la cilla y acerbo común del lugar de Canillas de Torneros de cuyo beneficio es este lugar anejo para repartirlo entre los interesados haciendo nueve partes de lo recolectado y tres de las primicias de las cuales tres novenos y un tercio de primicias corresponde y pertenece la parte del convento de Predicadores de la ciudad de Segovia como dueño del préstamo, tres novenos en diezmos y dos tercias de primicias el beneficio curado de dicho lugar que al presente goza don Fernando Hernández Cortés, dos novenos en diezmos a la Real Universidad por las dichas tercias y un noveno la fábrica de la iglesia de dicho lugar de Canillas. Que también se paga el voto del señor Santiago Apóstol, que es media fanega del mejor grano que se coge por los labradores o senareros llegando su cosecha al número de cinco fanegas cuyo producto percibe la parte de la Santa Iglesia Metropolitana de Compostela.  

Dicha población se compone de dos vecinos, hay cuatro casas habitables, dos paneras y dos pajares de que se sirve el rentero.

Para Miñano, despoblado, provincia y partido de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey, 3 vecinos, 12 habitantes, situada a 5 leguas de la capital y lindando con Esteban Isidro, Llén y Arganza.

Según Pascual Madoz, alquería en la provincia y partido judicial de Salamanca. Término municipal de Las Veguillas. 1 vecino, 9 almas. 


NEGRILLOS (4)

En 1265 entre los préstamos del Cabildo de la Catedral de Salamanca y pertenecientes al Obispo se encontraban Negrillos, Castroverde y Coquilla.

Según el Catastro de Ensenada, lugar y término redondo del excelentísimo señor conde de Ablitas, marqués de Villalba, comprendido en el Cuarto de Baños, uno de los cuatro que componen el partido de Salamanca.

Casa familiar de Negrillos en el libro La arquitectura en las Dehesas
de Castilla y León
de María Teresa Paliza Monduate y José Ramón Nieto González

Es término propio del expresado señor conde como el señorío y gozándolo por compra a Su Majestad, que Dios guarde o por merecimientos de sus predecesores que no percibe beneficio alguno.

Ocupa de levante a poniente media legua y del norte al mediodía otra media legua y en circunferencia una legua. Linda por levante con el camino de Galleguillos, poniente por el término de Huelmas, norte con el de la villa de Membribe y mediodía con el del lugar de san Pedro de Acerón, que su figura es la del margen (un rectángulo).

Sobre las tierras del término solo hallan impuestos y pagan los otros siguientes: el diezmo a Dios y su Iglesia, que las especies de granos se entran de diez medidas una, bien sean fanegas, celemines o cuartillos y de cinco media y de cada diez becerros, uno, de cada cinco, medio y en no llegando a cinco cuatro maravedís y por cada cerdo dos maravedís y que en cuanto a lo que ascienden los otros diezmos y sus interesados no lo saben por lo que se remiten a los libros de tazmías y terrificación del párroco de Llén de donde es anejo dicho término.

Hay dos vecinos en este lugar, una casa solar para el guarda, no hay propios comunes, ni arbitrio, no tienen que satisfacer más gastos que los tributos que paga el arrendatario, no hay mesones, ni tabernas, ni hospitales.

Para Miñano, despoblado, provincia y partido de Salamanca, Cuarto de Baños, 1 vecino, 4 habitantes, lindando con san Pedro de Acerón, Galleguillos y la Vega. Dista 5 leguas de la capital.

Según Pascual Madoz, alquería en la provincia y partido judicial de Salamanca, término municipal de Villalba de los Llanos. 2 vecinos, 9 almas.


LAS VEGUILLAS (5)

En la actualidad es un término municipal formado por las localidades de Arguijo, Cabrera, Casanueva, Las Huertas, Las Veguillas, Llén, Mora de la Sierra y Pedro Llén, que tiene 43,70 km cuadrados y 295 habitantes.

El corregidor Juan Manrique de Luna a mediados de 1500 mandó apear y deslindar Pero Layn, Arganza y Castroverde. Un manuscrito de 165 folios de la época de Carlos III, con el fin de dar a Las Veguillas, recién repoblada por tercera vez, terrenos comunales procedentes de los baldíos a fin de que los vecinos puedan alimentar sus ganados y que los sexmeros entiendan el caso y fijen el límite de los terrenos, concede en la Sierra Menor varios baldíos entre los que se encuentran Arganza, caserío de Mora y las casillas y casa que daban al Llén y a Terrones. En tiempos de Carlos IV, el 22 de mayo de 1799, se entregan más baldíos a los que ya disfrutaban del reparto: Las Veguillas, Mora de la Sierra y una parte de Cabrera. 

Según el Catastro de Ensenada, este poblado se llama el lugar de las Begillas del Cuarto de Peña del Rey, de la tierra y jurisdicción de la Muy Ilustre y Leal ciudad de Salamanca. Es concejo de realengo y su justicia pedánea sometida a la real ordinaria de la referida ciudad. El término de este lugar se extiende y ocupa un cuarto de legua castellana de levante a poniente y lo mismo del norte al sur o mediodía, una legua larga de circunferencia, todo poco más o menos cuya figura es un cuadrángulo con dos picones según se demuestra en el margen.

 Linda por levante con el término del lugar de Navagallega, poniente con el de las Casillas, norte con el de Garriel y mediodía con pastos comunes de la ciudad y Terrones, inclusos en otros términos de las Casillas. Están impuestos y se paga anualmente a Dios Nuestro Señor por los labradores y vecinos los diezmos y primicias de todos los frutos, ganados y esquilmos que se siembran, cogen, crían y usan y es por lo correspondiente a diezmos de cada diez fanegas de grano una y de cinco media y no llegando a este número no se paga cosa alguna y llegando se pagan primicias que es media fanega de todas especies de granos diezmándose el lino de cada diez mañas una y de cinco media y en la misma conformidad todas las especies de ganados así mayores como menores de los cuales no llegando al referido número de cada uno el vacuno, caballar, mular y asnal se pagan ocho maravedís por cada cabeza y nada por los ganados menores y de haber mañas que estas se diezmen del mismo modo, cuyo importe de diezmos como de primicias entran en la cilla y acerbo común de la iglesia de dicho lugar para dividirse entre los interesados en el, haciéndose nueve partes o novenos lo tocante a diezmos y tres partes lo perteneciente a primicias de las cuales percibe la parte del convento de san Pablo del Orden de predicadores de la ciudad de Valladolid tres novenos en diezmos y un tercio en primicias por el préstamo que goza: otros tres novenos en diezmos y dos tercias en primicias el beneficio curado de la iglesia del lugar de Llén del que es anejo este otros lugar que al presente goza Juan Antonio Sánchez del /Corral: dos novenos en otros diezmos la Real Universidad de Salamanca por las reales tercias que esta goza: un noveno la fábrica de la iglesia del señor del referido lugar: que también se paga el voto al señor Santiago Apóstol que es media fanega del mejor grano que se coge por los labradores o senareros, llegando su cosecha a número de primiciarse de ella el que corresponde a la Santa Iglesia Metropolitana de Compostela.

La población se compone de catorce vecinos, incluso una viuda. Hay doce casas habitables que viven y moran en ellas los expresados vecinos. Hay un mesón el que pertenece al hospital de Santa María la Blanca de dicha ciudad y trae en renta Andrés García por lo que paga anualmente cincuenta reales de vellón. Hay seis labradores, inclusa una viuda y siete jornaleros a quienes regulan el jornal diario de dos reales y medio.

Según Miñano es partido, provincia y obispado de Salamanca en el Cuarto de Peña del Rey, con 57 vecinos y 238 habitantes, una parroquia, lindando con Navagallega, Castroverde y Casillas de Mora y distante 6 leguas de la capital.

Según Pascual Madoz, a finales del siglo XIX, Las Veguillas era un ayuntamiento del que dependían los despoblados de Arguijo, Cabrera, Los Lázaros, Llén, Arganza, Mora, Pedro Llén y San Chilame. 

Las Veguillas, tiene una iglesia aneja a la de Llén dedicada a San Sebastián y un cementerio, 43 vecinos y 209 almas. El 20 de setiembre de 1300 en el testamento de Martín Pérez de Ledesma, canónigo de Salamanca, cede todas las compras que hizo: posesiones, viñas, tierras, heredades, prados, casas, pastos en el monte con sus entradas y salidas en Viguiella. 


ARGUIJO (6)

En 18 de noviembre de 1294 Fernando Alfonso, canónigo de León y de Salamanca deja al Cabildo, aparte de otras posesiones todos sus heredamientos en Arguijo. Esta alquería fue de los pocos lugares en que se pagaba Portazgo en la provincia de Salamanca ya en 1460. 

En la transición del siglo XIV al XV en Arguijo las 742 fanegas de trigo, cebada, centeno y cereal que se cosechan pertenecen al Cabildo, así como 2 huertos, 15 árboles frutales, 3 casas, 1 establo y 1 aceña. A principios de este siglo el establo se encuentra sin tejas, 2 casas están mal reparadas, la aceña copera mal reparada sin muelas, sin madera y sin casa y 1 huerto sin valladar y sin noria. A principios del siglo VXI se reconstruye el establo. En 1509 las rentas de la mesa capitular ascienden a 22.700 maravedís y 227 gallinas que totalizan 26.672 maravedís. 

Según el Catastro de Ensenada, es del Sexmo y Cuarto de Peña del Rey, de la tierra y jurisdicción de la Muy Noble y Leal ciudad de Salamanca. Es término redondo cuya propiedad pertenece al Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Salamanca, es realengo sujeto a la jurisdicción real ordinaria de Salamanca.

El término se extiende y ocupa media legua de levante a poniente y de norte a mediodía un cuarto de legua larga y de circunferencia legua y media larga, todo poco más o menos, cuya figura es como se demuestra al margen. (Un trapezoide).

Linda por levante con el lugar de Cemprón, poniente con el de Olmedilla, norte con el de Esteban Isidro y mediodía con el de Pedro Llén.

En dicho lugar y término está impuesto y se paga por el rentero y sus vecinos a Dios Nuestro Señor los diezmos y primicias de todos los frutos, ganados y esquilmos que se siembran, crian, cogen y usan y por los correspondientes ganado y aves mansas de cada especie uno, de diez y de cinco, media y no llegando a este número de vacuno, caballar, mular y asnal se pagan ocho maravedís por cabeza y nada por los ganados menores y aves mansas y las primicias media fanega de todos granos, llegando su cosecha de cinco fanegas y no llegando no se paga cosa alguna, cuyo importe entra en la cilla y acerbo común del lugar de Canillas de Torneros de cuyo beneficio es este lugar anejo para repartirse entre los interesados, haciéndose nueve partes de lo respectivo al diezmo y tres solo de primicias de los cuales tres novenos y diezmo de primicias corresponde percibir la parte de la dignidad de Maestre de Escuela de la Santa Iglesia Catedral de Salamanca, como dueño del préstamo, otros tres novenos y dos diezmos de las primicias el beneficio curado de dicho lugar, que al presente goza don Fernando Hernández Cortés, dos novenos en diezmos la Real Universidad por las tercias y un noveno la fábrica de la iglesia de dicho lugar de Canillas.

Se compone de dos vecinos. Hay dos casas habitables que sirven para el rentero. 

De acuerdo con Miñano es alquería, provincia y obispado de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey; 1 vecino, 5 habitantes y confina con los pueblos de Esteban Isidro, PedroLlén, Beconuño y Aldea del Gordo. Dista 5 leguas de la capital.

Para Pascual Madoz, es alquería sujeta al ayuntamiento de Las Veguillas y al beneficio curado de Canillas de Torneros, en la provincia, partido judicial y diócesis de Salamanca. Linda por el norte con Esteban Isidro, este con Zemprón, sur con Pedro Llén y oeste con Olmedilla. Su término fue propio del Cabildo catedral de Salamanca, se extiende un cuarto de legua de norte a sur, media de este a oeste y tiene una legua y media de circunferencia. 1 vecino y 4 habitantes. 


CABRERA (7)

Según el Catastro del marqués de la Ensenada era alquería del sexmo y Cuarto de Peña del Rey de la Sierra y jurisdicción de la ciudad de Salamanca. Es término redondo de pasto y labor cuya proporción está dividida en tres partes iguales que pertenecen, una al marquesado de Almarza, que goza la señora doña María Manuela de Montezuma [sic] y Guzmán, otra el mayorazgo que fundó don Cristóbal Alfonso y goza don Félix Carnero y la otra el Hospital General de Salamanca. Lugar realengo y sujeto a la jurisdicción real ordinaria de Salamanca.

Ocupa y se extiende desde levante a poniente un cuarto de legua y del norte al mediodía, otro cuarto de legua y una legua de circunferencia medida por la base del término de Pedro Llén, poniente y norte con el de Llén y Arganza y mediodía con los baldíos de Las Veguillas y Mora de la Sierra, cuya figura es cuadrada.

Este lugar y su término está impuesto y se paga por sus renteros a Dios Nuestro Señor los Diezmos y Primicias de todos los frutos, ganados y esquilmo que de siembran, cogen, usan y crían y es por lo correspondiente a Diezmos de cada diez fanegas o medidas una de todos los granos y semillas y de todos los ganados de todas especies uno de diez y cinco de medio y llegando a este número de nueve también se diezma y no llegando en el ganado mayor se paga por cada cabeza ocho maravedís y en el ganado menor y aves mansas igualmente se diezma de diez uno y de cinco medio y no llegando a este número no se paga nada y la Primicia es media fanega de todos los granos llegando su cosecha a cinco fanegas y no llegando no se paga cosa alguna cuyo importe entra en la cilla y acerbo común del lugar de Llén de donde es anexo para repartir entre los interesados, haciéndose nueve partes por lo que respectivamente diezma y tres en lo de Primicia de los cuales tres novenos en diezmos y uno en Primicias corresponden y percibe la parte del convento de san Pablo Orden de Predicadores de la ciudad de Valladolid como dueño del préstamo, otros tres novenos en Diezmos y dos tercios en Primicias el beneficio del referido lugar de Llén que al presente goza don Juan Antonio del Corral, dos novenos en Diezmos de la Universidad de la ciudad de Salamanca por las tercias y una novena la fábrica de la Iglesia de este lugar de Cabrera.

La población se compone de cinco vecinos incluso el Hermitaño del Santísímo Cristo de Cabrera. Hay cinco casas habitables incluso la que habita el referido hermitaño, que es propia del referido santuario y un pajar del que se sirven los vecinos.

Por los vecinos y renteros se pagan anualmente a Su Majestad que Dios guarde por razón de servicios ordinarios y extraordinarios y son quince al millón doscientos ochenta y seis maravedís que valen ocho reales y catorce maravedís además de los otros servicios que corresponden a rentas provinciales y al servicio de millones. 

Para Miñano es despoblado provincia y obispado de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey; 2 vecinos, 9 habitantes y una parroquia. Situada a 6 leguas de la capital, entre los pueblos de Olmedillos y Las Veguillas.

Según Pascual Madoz, alquería agregada al ayuntamiento de Las Veguillas, en la provincia, partido judicial y diócesis de Salamanca. Existen 2 casas y una iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Cabeza, aunque generalmente es conocida con el nombre del Santo Cristo de Cabrera, que se venera en ella. Es aneja a la parroquia de Llén, confina al norte con este pueblo, este Mora y las Veguillas, sur Argañán y oeste Pedro Guillén, distando todos estos puntos del que se describe un cuarto de legua. 1 vecino y 2 almas. Las primeras noticias datan de 1551 y hacen referencia al término, a la extensión ocupada que eran quinientas fanegas de terrazgo y que estaba dividida en tres porciones correspondientes a la marquesa de Almarza, al mayorazgo de Cristóbal Alonso y al Hospital General de Salamanca. Contaba con 4 vecinos.

En 1722 se quiso seguir la tradición de que el mayordomo de la fiesta del Cristo ofreciera un toro para que lo corrieran los mozos pero habiendo enfermado uno de los mayordomos el otro se excusó de pagar él solo la fiesta. Lorenzo Sánchez, de Castroverde, con ganadería de bravo del que ya se ha hablado ofreció el toro de su ganadería para que no se interrumpiera la tradición. Los franceses en su retirada, cuando la guerra de la independencia, en 1812 destrozaron la ermita y 2 años después se reconstruyó, costando la obra 3.500 reales. Tuvo plaza de toros desde 1730 y derruida en 1913 sus piedras se utilizaron en el cementerio de Llén.

Imagen del Cristo de Cabrera.
El Adelanto. 1 de julio de 1928

  
En 1923 al realizar otras obras para reparar el santuario se desprendió un tabique ocasionando la destrucción completa de la Cruz del Cristo, aunque la figura del Redentor quedó intacta. De construir una nueva cruz se encargaron los talleres en Madrid de Félix Granda y los gastos corrieron a cargo de don Justo Sánchez Tabernero y Vicente, hermano del Primer marqués de Llén, don Manuel Josué Sánchez Tabernero y Vicente. Era propietario en 1937 don Buenaventura Sánchez Tabernero y Sánchez Rico, hijo primogénito del primer marqués de Llén.

Los padres carmelitas descalzos, tras la desamortización, habían vuelto al valle de Batuecas el 15 de febrero de 1915 y en marzo, el nuevo superior y varios frailes, procedieron a reconstruir los edificios derruidos, entre ellos el monasterio y la hospedería. En 1925 fue vendido a unos particulares y el 11 de febrero de 1936 lo compró el marqués de Urquijo quien lo donó a la madre Maravillas de Jesús, para sus monjas carmelitas.

En tiempos del obispo fray Francisco Barbado Viejo, después de la guerra civil, ofreció a las monjas carmelitas que habitaban el convento de las Batuecas que permitieran ocuparlo a los padres carmelitas descalzos de nuevo a cambio de que ellas sirviesen a la 

ermita de Cabrera, que don Vicente Charro Murga y su señora, doña Pilar Sánchez Tabernero de Prada, hermana del tercer marqués de Llén, habían donado la propiedad absoluta del solar del convento, de su huerta y el todo adyacente al templo. 


Monasterio y ermita del Cristo de Cabrera. Fotografñía del Norte de Castilla. Wikipedia

La edificación conventual fue obra del Arquitecto Jefe de Regiones Devastadas don Gonzalo de Cárdena, tío de 3 de las religiosas de la Congregación, fundada por la madre Maravillas de Jesús y las obras corrieron a cargo del contratista de Peñaranda Manuel Martin Mulas, que también había construido el convento de Mancera de Abajo en 1944. Llegan el 4 de octubre de 1950, 14 hermanas y el 1 de abril de 1951 el obispo de la diócesis bendice e inaugura el convento. 

La madre Maravillas de Jesús había llegado al desierto de san José en las Batuecas desde el monasterio del Cerro de los Ángeles, (que había fundado en 1923) del que habían sido expulsadas las religiosas al estallar la guerra, pasando detenidas al convento de las Ursulinas. Refugiadas en un piso de la calle de Claudio Coello, 33, durante 14 meses, el 13 de setiembre de 1937 salen de Madrid 21 monjas y tras un periplo en que recorren Valencia, Barcelona, Portbou, Perpignan y Lourdes llegan a Salamanca en marzo de 1939, para ocupar el monasterio de las Batuecas abandonado por los padres carmelitas desde la desamortización de 1835. 

La madre Maravillas fundó el primer monasterio de su congregación en la Aldehuela de Getafe, donde se encuentra enterrada, cerca del convento abandonado de Val de san José, que había regalado don Fulgencio Tabernero a los trapenses. La madre Maravillas fue beatificada el 10 de mayo de 1998 por el papa Juan Pablo II y el mismo Sumo Pontífice la elevó a los altares el 4 de mayo de 2003.

 

MORA (8)

Según el Catastro de Ensenada, se llama Mora de la Sierra, alquería, sexmo y Cuarto de Peña del Rey, jurisdicción de la Muy Noble y Leal ciudad de Salamanca. Es realengo sujeta a la jurisdicción ordinaria de la citada ciudad de Salamanca.

El término se extiende de levante a poniente medio cuarto de legua y de norte a mediodía cuarto y medio de legua largo y una legua castellana consta en circunferencia, todo poco más o menos, cuya figura es como se demuestra al margen (Redonda, con alargamiento en vertical).

Linda al levante con terrenos del lugar de las Casillas, poniente con el de Cortos de la Sierra, norte con el de Llén y Arganza y mediodía con el de Castroverde y Garcigalmuño.

Está impuesto y paga por su rentero a Dios Nuestro Señor los diezmos y las primicias de todos frutos, ganados y esquilmos que se siembran, cogen y crían y por lo que corresponde a los diezmos y es de cebada diez fanegas o medidas, una de todos los granos y semillas y de los ganados de todas especies uno de diez y de cinco medio y no llegando al número expresado en el ganado mayor se pagan por cada cabeza ocho maravedís de apeajes y por el menor y aves mansas no se paga nada y las primicias es media fanega de todos granos llegando su cosecha a cinco fanegas y no llegando a este número no se paga cosa alguna, cuyo importe entra en la cilla y acerbo común del lugar de Las Veguillas, anejo del beneficio del Llén para separándose entre los interesados haciéndose nueve partes por lo correspondiente a diezmos y tres de las primicias de las cuales tres novenos en diezmos y un tercio en primicias corresponde y le sirve la parte del convento de san Pablo orden de Predicadores de la ciudad de Valladolid como dueño del préstamo, otros tres novenos en diezmos y dos tercios en primicias del beneficio del lugar de Llén, que al presente goza don Juan Antonio Sánchez del Corral, dos novenos en diezmos la Universidad de dicha ciudad de Salamanca por las rentas y un noveno la real fábrica de la iglesia parroquial de este dicho lugar de Las Veguillas, que también se paga el voto del apóstol Santiago que es media fanega del mejor grano que se coge por los labradores o senareros llegando su cosecha del número de cinco fanegas cuyo producto percibe la parte de la Santa Iglesia Metropolitana de Santiago de Compostela. 

Se compone de dos vecinos, no hay más que una casa en la que habitan los expresados dos vecinos.

Según Miñano, es despoblado, provincia y partido de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey, 2 vecinos, 5 habitantes, lindando con los términos de Cortos de la Sierra, Malpartida y Casillas de Mora y dista 6 leguas de la capital.

Para Pascual Madoz, alquería en la provincia y partido judicial de Salamanca, término municipal de Las Veguillas. 2 vecinos y 8 almas.


CORBACERA (9)

En 1265 el chantre de la Catedral de Salamanca tenía 14 préstamos en la diócesis, entre los que se encontraba el de la finca Corbacera.

Según el Catastro de Ensenada es realengo propio de S. M. de la jurisdicción de Salamanca, su término es redondo privativo del marqués de Liseda, vecino de dicha ciudad de Salamanca. Porciones varias y que son dueños de él y lo gozan proindiviso a proporción de las partes que cada uno tienen. Ocupa de levante a poniente medio cuarto de legua y del norte al mediodía lo mismo en circunferencia media legua y linda levante y medio día término del lugar de Galleguillos, poniente con el de Belache, norte con el de Pajuelas y su figura es como la del margen (rectángulo). 

Sobre las tierras y heredades se hallan impuestos y pagan por lo que producen, a saber el diezmo a Dios Señor quien a especie de granos de diez fanegas una, de cinco media y no llegando a cinco por celemines y cuartillos; en los corderos, pavos y pollos de cada diez uno, de cada cinco medio y no llegando a cinco nada, que la mitad de los diezmos son de Andrés García su arrendatario, entran en la cilla del lugar de Llén donde es anexo este lugar y en el lugar de Tornadizos que es donde viven dichos arrendatarios y en los que adeudan los dos vecinos tienen en este lugar van a la cilla de dicho lugar de Llén y los reparten en esta forma, primeramente del montón de granos y antes se sacan ocho fanegas de grano que llaman de conveniencia para el beneficio de este lugar y de lo restante se hacen nueve partes iguales, tres lleva el préstamo que goza don José Milano canónigo de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Salamanca del dicho beneficio dos de los que goza la Universidad de dicha ciudad y en los restantes la fábrica de las parroquias de este lugar que en los diezmos que producen las tierras que son de este término gozan del referido beneficio los llevan aproximadamente. 

Se extiende desde levante de por lo menos una legua larga castellana y hacia el norte tres cuartos de legua y legua y media de circunferencia todo poco más o menos. Es paralela con algún entrante. Linda por levante con el término de Llén, medio Llén por el poniente y norte con la villa de Olmedilla y en mediodía con el de Cabrera confrontando por el norte con los del lugar de Cortos y el de Mora.

Este lugar tiene dos vecinos, dos casas habitables, una arruinada, un boíl y un pajar propios de los dueños de estos términos. Sobre las propiedades del común la gozan pr¡vadamente sus dueños. No tienen propios algunos. No disfrutan arbitrio alguno. No hay puentes, barcas, hospitales cabrillas, carneros, albeitar y no tiene S.M. renta alguna que no corresponda a las generales o provincias.

Según Miñano, provincia, partido y obispado de Salamanca, Cuarto de Baños, 4 vecinos, 19 habitantes, una parroquia y dista de la capital 5 leguas.

Para Pascual Madoz, alquería agregada al ayuntamiento de Matilla de los Caños en la provincia, partido judicial y diócesis de Salamanca. Confina al norte con Pajuelas, este con Negrillos, sur con Matilla y oeste con Galleguillos. En él se encuentra una iglesia, Nuestra Señora de la Asúnción, anejo de la parroquia de Llén. 3 vecinos, 16 almas.


SAN CHILLAME (10)

En junio de 1218 Dominga Alia, da al Cabildo parte de su heredad en Sanch Aliam con carga de un aniversario y en abril de 1226 D. Domingo, chantre de Salamanca, vende al Cabildo en 47 maravedís su heredad en Sancho Aliame. También se denominó Sant Miliam. Junto con Terrones, constituyó un término redondo propiedad del Cabildo y a finales de la edad media tenía unas 30 dehesas. 

En la transición de los siglos XIV al XV de las 390 fanegas que se cosechan 358 son del Cabildo y el resto, 32 fanegas de sembradura de centeno pertenecen a la iglesia de Carrascal del Asno y a la de san Pablo de Salamanca. En 1509 la mesa capitularse componía de 8.000 maravedís y 80 gallinas que totalizan 9.400 maravedís.

En el Catastro de Ensenada, dicho despoblado se denomina y llama lugar de Sanchillame, del Cuarto de Peña del Rey, de la tierra y jurisdicción de la Muy Noble y Leal ciudad de Salamanca.

El lugar despoblado es término redondo del Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de la referida ciudad y es realengo sujeto a la justicia real ordinaria de la misma ciudad. 

El expresado término se extiende y ocupa medio cuarto de legua castellana desde levante a poniente y un cuarto de legua desde el norte al mediodía y tres cuartos de legua en circunferencia, todo poco más o menos, cuya figura es paralela, con un entrante como se demuestra al margen. Linda por levante con el término del lugar de Carrascal del Asno, poniente con el de Pedro Llén, norte con el mismo de Carrascal y mediodía con el de Garriel.

Es exento de todo diezmo cuya utilidad se refunde en el Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Salamanca, en cuya inteligencia lo arrienda y percibe en el total de su renta. Está despoblado y no tiene vecino alguno. No hay ninguna casa, ni otro edificio.

Para Miñano, despoblado, provincia y partido de Salamanca, Cuarto de Peña de1l Rey, 1 vecino, 4 habitantes, lindando con términos de Bernuy, Carrascal del Asno, Cabrera y Calzadilla de Mendigos, dista 5 leguas de la capital.

Según Pascual Madoz, despoblado en la provincia y partido judicial de Salamanca, término municipal de las Veguillas. 1 vecino y 4 almas. 


OCHANDO (11)

Constituye un término redondo del Cabildo de Salamanca y todos los diezmos los percibe el Cabildo. En la transición de los siglos XIV al XV las 380 fanegas cosechadas pertenecen a la iglesia. A principios de este siglo existen 4 casas pajizas mal reparadas. A principios del siglo XVI se cerca un corral, se construye un palomar y dos molinos con aparejos. En 1509 las rentas de la mesa capitular son 8.200 maravedís y 82 gallinas que totalizan: 9.635 maravedís.

Según el Catastro de Ensenada, este lugar es de realengo, propio de Su Majestad que Dios guarde y de la jurisdicción de la ciudad de Salamanca, incluso en el Cuarto de Baños y su término es redondo y privativo en todos sus aprovechamientos del Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Salamanca. 

Ocupa de levante a poniente medio cuarto de legua y lo mismo del norte al mediodía y en circunferencia media legua. Linda por levante y mediodía con el término del lugar de Galleguillos, poniente con el de Velache, norte con el de Pajuelas y su figura es como la del margen. (Un cuadrado).

Los diezmos que producen las tierras los lleva privativamente el Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Salamanca como dueño de él. No tiene vecino alguno. Tiene una casa habitable y un pajar propios del Cabildo, dueño del lugar. Por gozarlo privativamente sus dueños no tienen propios algunos. El común de este lugar no disfruta arbitrio alguno. No tienen gasto alguno.

Para Miñano, despoblado, provincia y partido de Salamanca, Cuarto de Baños, 1 vecino, 5 habitantes, distante 5 leguas de la capital.

Según Pascual Madoz, alquería en la provincia y partido judicial de Salamanca, término municipal de Matilla de los Caños. 1 vecino, 2 almas.


PAJUELAS (12)

Según el Catastro de Ensenada, despoblado del Cuarto de Baños, es realengo propio de Su Majestad, que Dios guarde y de la jurisdicción de la ciudad de Salamanca y su término es redondo y privado del Monasterio de Religiosos Jerónimos de dicha ciudad, que es el dueño de él.

Ocupa el término de levante a poniente cuarto y medio de legua y medio del norte al mediodía. En circunferencia ocupa tres cuartos de legua. Linda por levante con término del lugar despoblado de Ochando, poniente con el de Corbacera, norte con el del lugar de Canillas y por el mediodía con el del dicho Ochando y su figura es como la del margen. (Una D).

Sobre las tierras y heredades se hallan impuestos y pagan por los frutos que producen los derechos a saber: el diezmo a Dios Nuestro Señor que en la especie de granos es de cada diez fanegas, una, de cinco, media y no llegando a cinco por celemines y cuartillones. En las cabezas de cerda y pollos de cada diez, uno, de cinco, medio y no llegando a cinco, nada, cuyos diezmos entran en la cilla del lugar de Hellén de donde es anejo este lugar y diezma el arrendatario de este término como del mismo los que adeuda el guarda de él y los reparten entre sus interesados en esta forma: se hacen de todo el montón nueve partes iguales y de ellas se lleva tres el préstamo que goza la dignidad el propio de la ciudad de Salamanca, tres el beneficio curado de dicho lugar de Hellén, una la fábrica de la iglesia parroquial del mismo y dos las tercias reales que goza la Universidad de Salamanca. Solo tiene un diezmo que sirve de guarda de él.

Tiene una casa habitable y dos pajares propios del dueño del mismo.

Para Miñano, despoblado, provincia, partido y obispado de Salamanca, Cuarto de Baños. 1 vecino, 4 habitantes, dista 5 leguas de la capital. 

Según Pascual Madoz, despoblado en la provincia de Salamanca, término municipal de Matilla de los Caños.


CASASOLA (13)

En 1265 existían préstamos distintos de los del Cabildo y el Obispo en los siguientes lugares: Casasola, Iñigo, Garcigalindo, Cortos, Sancho Gómez, Llén, Pedro Llén, Esteban Isidro, Sanchiricones, Carrascal del Asno, Gueribañez, Vecinos, Corbacera y Pajuelas.

En 1509 la mesa capitular consiste en 12 fanegas de trigo que totalizan 750 maravedís.

Según el Catastro de Ensenada es de realengo y de la jurisdicción de la ciudad de Ciudad Rodrigo aunque su suelo y terrenos es propio de dominio privado en todos sus aprovechamientos del conde de Alba, marqués de Cerralbo y Almarza mayor interesado: de la obra pía que en esta ciudad fundó don Juan Gómez de Villar de los mayorazgos fundados por don Manuel Rodríguez y doña Isabel vecina goza el primero don Antonio de Corbalán y Castro y el segundo don Manuel de Paz y Vera, regidor de esta ciudad y vecino de la villa de Simancas de don Francisco Nieto Boatello, vecino de la ciudad de Salamanca menores interesados que la gozan proindiviso a proporción de la parte y porción que a cada uno tiene y le pertenece y para ello cobra y percibe la renta del repartimiento por partes del conde de Alba mayor interesado que como tal arrienda a nombre de todos y en una de sus tres hojas solo tiene una tercera parte entradiza el señor marqués de Guill….

El término ocupa de levante a poniente media legua escasa, norte al mediodía otra media legua escasa y de circunferencia como dos leguas, de figura como la del margen linda del levante con los lugares de Iteruelo y Gazapos, poniente con el pago de Vinar de Valondo, norte con lugar de Pedro de Toro y mediodía con la dehesa de la Caridad. 

Sobre las tierras del término se hallan impuestos los daños siguientes: el de junterías que pertenece a la ciudad de Ciudad Rodrigo y de Tierra que es y consiste en ocho celemines de trigo y una fanega de cebada o centeno y además por todo aquel que siembre en la jurisdicción y llega a coger ocho fanegas de cualquier semilla: el voto del señor Santiago que pertenece a su santa iglesia y consiste en media fanega de la mejor semilla que se colecta y además por todo aquel que en primicia los de los mismos primicia que se entiende media fanega de cada una de las semillas de que el labrador coge ocho fanegas y el de diezmo que según la costumbre de la iglesia parroquia del señor Miguel de la que es anejo el referido término en cuanto a granos procede de diez fanegas una, de cinco media y no llegando a cinco nada, lo mismo en el lino y mañas de la linaza porque de ella no se satisface y en los ganados, de diez, uno, de cinco, medio y no llegando a medio. Diezma en los mayores diez maravedís por cabeza y razón de Bionceles. Las primicias y los diezmos menores y de ganados, de no arrastrarlos a su feligresía como los arrastraban conforme a la costumbre en ese obispo Francisco García vecino de esta ciudad de Ciudad Rodrigo su actual arrendatario, entran en la cilla común de esta iglesia de san Miguel y sus anejos y recibían como se efectúa con los demás que la componen las primicias en tres partes de que llevaba una el beneficio préstamo que por unión perpetua pertenece al Colegio de la Compañía de Jesús de la ciudad de Segovia, dos el beneficio curado su poseedor don Juan Conejera que se halla presente y los diezmos en nueve de que sacan dos antes el cogedor de la décima por razón de su trabajo y los préstamos de cada montón de grano que llega a ocho fanegas, fanega y media por razón de medideras llevando tres de los préstamos con la carga de pagar el diezmo del Arcediano de Camarey, otras tres del beneficio curado las dos tercias reales y una de la iglesia parroquial con la obligación de pagar las tercias y la iglesia al Arcediano titular de Ciudad Rodrigo por razón de pilas dos fanegas de trigo y una de centeno de que se satisfacen las tercias, una fanega y cuatro celemines de trigo y ocho celemines de centeno y el resto de la iglesia y además las tercias de su aber al convento de santa Clara de esta ciudad por razón de ochavas ocho celemines de trigo.

En este lugar no hay vecino alguno, solo hay una casa con vivienda propia de estos. Diezmos a diez al suelo, incluso en el arrendamiento, en que se recogen los criados de labor de los arrendatarios.

Según Miñano, despoblado, provincia, partido y obispado de Salamanca, Cuarto de Baños, 1 vecino, 5 habitantes y una parroquia. A 6 leguas de la capital, confina con Matilla, Carrascal de Sanchiricones y el santuario de Nuestra Señora del Cueto.

Para Pascual Madoz, alquería agregada al ayuntamiento de Vecinos en la provincia, partido judicial y diócesis de Salamanca. Tiene una sola casa. Se extiende un cuarto de legua de norte a sur, media legua de este a oeste y c¡nco cuartos de circunferencia. Confina norte con su matriz, este, Cortos de la Sierra, sur, Malpartida y oeste, san Pedro de Acerón. 1 vecino, 7 almas. 


ESTEBAN ISIDRO (14)

Según el Catastro de Ensenada, esta población se llama Esteban Isidro, alquería del Cuarto de Peña del Rey, de la tierra y jurisdicción de la Muy Noble y Leal ciudad de Salamanca. Es término redondo de los mayorazgos de Almarza que los goza doña María Manuela de Montezuma, Guzmán Anaya y Toledo, sujeto de la jurisdicción real ordinaria de la ciudad de Salamanca.

Para Miñano, despoblado, provincia y partido de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey, 4 vecinos, 15 habitantes, dista 4 leguas de la capital.

Según Pascual Madoz, Esteban Isidro y Gueribañez, alquería agregada al ayuntamiento de san Pedro de Rozados, en la provincia, diócesis y partido judicial de Salamanca, audiencia territorial de Valladolid. Tiene 4 casas y una iglesia bajo la advocación de san Pablo, aneja de la de Carrascal del Asno. Confina al norte con Beconuño, este, Arquijo, sur con el anterior y Bernoy y oeste, Sanchiricones. 3 vecinos, 14 almas.


LOS LÁZAROS (15)

Ya era despoblado en 1629.

Según el Catastro de Ensenada, es término redondo en el Cuarto de Peña del Rey, jurisdicción de Salamanca y pertenece a don Antonio Arias, vecino de lugar de Narros y es realengo. Ocupa de levante a poniente medio cuarto de legua y de norte a mediodía lo mismo y de circunferencia media legua. Linda al levante con termino de Membribe, poniente con término de Las Veguillas, norte con el término del lugar de Garriel y mediodía con el de Castroverde; cuya figura es la del margen (una circunferencia).

Está impuesto de diezmos para Dios Nuestro Señor y sus ministros y también el de primicias y este no le ha habido en el quinquenio por no haber estado en dicho lugar el rentero más de una temporada. Y por lo que se refiere respectivamente a Diezmo se hacen en comunidad en primer lugar se saca una fanega de corriente la que lleva el beneficio y préstamo por suerte y después el préstamo que goza el señor Obispo de Salamanca; lleva la tercera parte el beneficio de este lugar que goza el Colegio de Huérfanos de dicha ciudad, por otra tercera parte y la otra restante se hacen tres partes y de él de la iglesia de este lugar lleva la una y las otras dos la Universidad de la referida ciudad y lo mismo se entiende en los diezmos menudos cuanto lo han venido haciendo en todo el tiempo del conocimiento y lo mismo oyeron a los mayores y ancianos. Por lo tocante a primicias que en llegando a coger cinco fanegas de cualquier especie de ellos pagan media y de ella lleva el beneficio cuatro celemines y las dos restantes el préstamo.

Para Miñano, despoblado, provincia y partido de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey, dista 6 leguas de la capital.

Según Pascual Madoz, figura como despoblado, en la provincia y partido judicial de Salamanca, término jurisdiccional de Las Veguillas.


SANCHOGOMEZ (16)

De los diezmos que entran en la cilla 3/9 son del beneficio del lugar, 2/9 de la Universidad y 1/9 de la fábrica de la iglesia del lugar. En el siglo XVIII el Cabildo posee 70,19 huebras.

No figura en el Catastro de Ensenada.

Para Miñano, lugar, provincia, partido y obispado de Salamanca, Cuarto de Peña del Rey, 21 vecinos, 100 habitantes, una parroquia, lindando con los términos de Iñigo, Garciñigo y pueblos de la tierra de la Valdobla.

Según Pascual Madoz, lugar con ayuntamiento en la provincia y diócesis de Salamanca, partido judicial de Sequeros, audiencia territorial de Valladolid, capitanía general de Castilla la Vieja. 22 casas, una iglesia aneja del curato de Iñigo, servida por el vicario de dicho pueblo y un cementerio que en nada perjudica a la salud pública. Confina por el norte con Castroverde, este, Terrones (jurisdicción de Iñigo), sur, Iñigo y oeste, Barbalos y Narros de Matalayegua.16 vecinos, 64 almas. 


LAS HUERTAS (17)

No se localiza en el Catastro de Ensenada, no figura en Miñano, ni en Pascual Madoz.

Fue propiedad de don Joaquín de Vargas Aguirre a principios del siglo XIX.


CASANUEVA (18)

No aparece en el Catastro del marqués de la Ensenada, en Sebastián de Miñano, ni en Pascual Madoz.


VARIOS

Según el Censo del vecindario de las ciudades, villas y lugares de la provincia de Salamanca en el año 1534, recopilado por Tomás González Hernández, canónigo archivero de Simancas en 1829, relativo a los pecheros figuran en el Cuarto de Peña Rey los lugares conocidos de: Pero Layen y Carrascal del Asno, 16; Mora y Los Lázaros, Castroverde y Garcigalindo, 49; Coquilla de Juan Vázquez, 9; Iñigo y La Moraleja, 55; Garciñigo y Arévalo, despoblados, La Sierpe y Herguijuela, 71; Terrones y Sancho Gómez, 38; Las Veguillas, Navarredondilla y Las Casillas, 20; Layen (Llén), 23; Esteban Isidro, 18 y Cabrera, 8. Total Curto de Peña Rey: 3.267 y en el Cuarto de Baños: Sanchiñigo y Peranaya, Las Aceñas de la Peña y Treinteras, 18; Coquilla de Gómez García, 11; Narros de Matalayegua, 34; Pajuelas, 2;Corbacera, 19; Casasola del Campo, 16; Canillas de Torneros, 33; Ochando, 2 y Negrillos, 1. Total Cuarto de Baños: 1.743. 

En la Memoria de la diócesis de Salamanca de las pilas que hay y de los vecinos y feligreses: Cortos, 10; Castroverde, 20; Casasola, 2; Garriel, 6; Coquilla, 10; Iñigo, 14; Llén, 8; Terrones, 8; Cabrera, 2; Las Veguillas, 16; Sancho García, 8; Olmedilla, 8; Esteban Isidro, 6; La Sierpe, 18; Malpartida, 8; Domingo Señor, 6; Vecinos, 10 y Galleguillos, 4.

En la relación de despoblados de Floridablanca, en 1785, figuran en el Cuarto de Peña del Rey: Los Lázaros y San Chilame; como localidades: Llén y Arganza, juntos, Terrones y Las Veguillas y como alquerías: Arguijo, Cabre2-ra, Esteban Isidro, Mora de la Sierra y Pedro Llén.


En el Archivo Diocesano se encuentra la documentación relativa a los lugares reseñados. Así:


ROMANCE

La copla de los pueblos de Salamanca fue recopilada por D. Dámaso Ledesma, autor del "Cancionero Salmantino", le fue dictada por el famoso vagabundo: "Molina" el año 1.907. Los siguientes fragmentos han sido extraídos de la versión de estas retahílas de Tomás Blanco García que publicó en "Decires que decían", Centro de Cultura Tradicional, Diputación Provincial de Salamanca. Salamanca, 1998, recogiendo versos y fragmentos de varias canciones y "letanías" populares. Se incluyen los versos que hacen referencia a las localidades, alquerías y despoblados citados anteriormente.


Quiero amigo describirte
en un romance de ciego,
lo que más caracteriza
a cada uno de estos pueblos:

Sanchiricones, La Torre,
Corbacera, Galleguillos,
La Torrita y Carneruelo 
pertenecen a Vecinos.

Para ricos, el de Llén
que muchas merinas tiene,
también tiene muchas dehesas,
donde mantenerlas puede.

La primera es Arguijo,
la segunda Pedro Llén,
la tercera es Sanchillame
y la cuarta es Garriel.

Santo Cristo de Cabrera,
regajal de Castroverde,
las altas cuesta de Mora,
palacios el de Terrones.

Torre mocha de Coquilla,
campanario de la Sierpe,
robledal el de Herguijuela,
montes de Villar de Leche.

Albercón de las Veguillas,
buenas campos de Aldeanueva,
Sierra Negra de Membribe,
riscos de Navagallega.

En Iñigo los roñosos,
en comer “na” poco tardan;
en Sanchigómez recuencos
se aprietan bien las albarcas.

De Olmedilla las novillas,
las vacas de Casasola
y la iglesia Castroverde
divide la lluvia sola.

Cortos y Pedro Martín,
San Pedro de Acerón,
Negrillos y Corbacera,
también Domingo Señor.





LOS PATRIARCAS


DON FULGENCIO TABERNERO SÁNCHEZ VARAS DEL CAMPO, nace el 13 de junio de 1819 en la finca de Terrones, alquería del término municipal de Iñigo, partido judicial de Sequeros, lugar y término redondo que había pertenecido al Deán y Cabildo de la Catedral de Salamanca, que a finales de la edad media poseía más de 30 dehesas, entre las que se encontraban algunas alquerías y despoblados: Las Veguillas, Arguijo, Cabrera, Casanueva, Las Huertas, Los Lázaros, Llén, Argança, Mora de la Sierra, Pedro Llén y san Chillame. Llén y Argança están distribuidas en tres hojas: Arganza, La Fuente y La Higuera. Consta ya el 7 de marzo de 1460 que en Arguijo se pagaban los derechos de portazgo.

Aparece en su partida de bautismo, extendida por el cura párroco de Iñigo y sus anejos Terrones y Sanchogómez, don Miguel Mauricio Libianos, que fue bautizado el día 19 de junio de 1819 en la iglesia parroquial de san Benito de Terrones y se le impone por nombre Fulgencio, hijo de Domingo Tabernero, natural de Carrascal del Asno y de Teresa Sánchez, natural de Terrones. Abuelos paternos, Andrés Tabernero, natural de Carrascal del Asno y María Teresa Baras, natural de san Miguelito de Asperones. Maternos, Manuel Sánchez, natural de Castroverde y Ana Manuela Fernández, natural de Ituero. Fue su padrino don Fulgencio Asensio, Beneficiado de Castroverde.

Copia certificada de la partida de nacimiento de Fulgencio Tabernero Sánchez. Web del Senado

Con algunos estudios de gramática y filosofía, pronto se sitúa entre los grandes terratenientes de la provincia en la que es conocido y estimado, lo que influye para ser elegido Senador del Reino por la provincia de Salamanca el 16 de abril de 1872 con 177 votos. En sus rentas declaradas para tomar posesión del cargo publicadas en el Boletín Oficial de la Provincia figuran: Beleña, 201; Cantalpino, 3.499; Iñigo, 977; Juzbado, 136; Monterrubio de la Sierra, 959; Moriscos, 23 y Narros de Matalayegua, 272. Total 6.067 pesetas.

En 1859 adquiere la finca Valmucina de 275 fanegas por 122.500 reales y en 1876, Tavera de Arriba de 1.800 ha a M. Aguilera por 970.000 reales.

En 1878 compra, siendo vecino de Terrones y con domicilio en Narros de Matalayegua, dos porciones de la dehesa de Derrengada, (según Madoz antes Villanueva de la Cañada, alquería del partido judicial de Alba de Tormes, término de Pelayos, 3 vecinos y 10 almas). Adquiere los 4 cuartos: Las Bardas, Montegordo, Capilla y la Cabeza al duque de Alba, mediante protocolo 8.720, instrumento 127, constando 1.222,18 hectáreas. La finca, en dilatada extensión, confina con el Tormes y había que reparar el malecón que se hallaba aportillado y que había sido reparado por el duque en 1860, teniendo más de un metro de altura y estando dentro del cauce o albeo en el sitio denominado Las Barrancas.  

Bienhechor de las Congregaciones y Ordenes religiosas interviene en numerosas obras benéficas, apareciendo como uno de los miembros más activos de las iniciativas diocesanas. Contrae matrimonio con la joven Claudia Vizcay Irigoyen y tienen varios hijos de los que solo tres mujeres llegan a la juventud. Dos de ellas ingresan en la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón y la tercera se casa con don Manuel Josué Sánchez del Campo y Vicente, también gran hacendado y activo político, falleciendo al año y medio de su matrimonio. 

A la muerte de sus hijas don Fulgencio ingresa como hermano lego en la Compañía de Jesús en el noviciado de Carrión de los Condes, el 30 de junio de 1893, festividad de san Ignacio de Loyola, pasando a La Coruña, una vez efectuados los votos del bienio y termina en la Casa de Loyola como coadjutor. Admirado por sus virtudes fallece en ésta el 3 de abril de 1912. Entre sus pertenencias se encontró un papel manuscrito, se supone que un propósito hecho en los Ejercicios Espirituales en que dice: “Elegir lo peor en comer, vestir y todas las cosas. Elogiar a todos, amar a todos, bajarse a todos.”

Fue un gran protector y bienhechor de la recién fundada Congregación de las Siervas de san José y amigo de su fundador, el padre jesuita Butiñá. 
 
El hermano Fulgencio Tabernero.
La Lectura dominical, 4-5-1912

El y su familia apadrinan las primeras ceremonias religiosas de la Congregación, (actúa el matrimonio con su hija Rosalía de 11 años como padrinos en la ceremonia de toma de hábito de las siete primeras novicias en la calle de Placentinos, número 18, y en la profesión religiosa de ocho monjas, tras superar dos años de noviciado, celebrada en el Colegio de los Ángeles, el 2 de febrero de 1876, son madrinas doña Claudia Vizcay y sus hijas), costea una máquina de hacer cordones y otra redonda de hacer medias para el “Taller de Nazaret”, junto con su hermano Manuel y saca de apuros a la madre Bonifacia, fundadora, en el pago de las rentas del Colegio de los Ángeles en Salamanca, cuya deuda ascendía a 550 reales el 24 de setiembre de 1876, comprometiéndose al abono de la renta mensual en lo sucesivo y lo mismo en la casa de la calle de Orejones en Zamora. 

La luz del menestral de Francisco Butiña 1875
    
Junto con su hermano Manuel sufraga los gastos de la edición de varios miles de ejemplares de “La luz del menestral”, obra escrita por el padre Butiñá, quien agradecido les dedica el libro y de cuya venta se benefician las Siervas de san José en el período 1876/1878 en 540 reales. 

Para las obras de reparación de la Casa de santa Teresa la limosna más grande que reciben las religiosas es la del obispo don Narciso Martínez Izquierdo: 8.000 reales y la siguiente es la de don Fulgencio, quien aporta 1.000 reales, al igual que la condesa de los Villares, dueña del inmueble. Don Manuel Tabernero entrega 320 reales.


Favorece también a la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón donde han ingresado dos de sus hijas. Al hacer los primeros votos su hija Rosalía les regala 12.000 duros. Dona al Instituto el precio de la casa de san José de Madrid, en el número 19 de la calle Ancha de san Bernardo, que finalmente se destina a la de Roma. Junto con Juan Antonio Sánchez ayuda en la compra de una casa en Salamanca para la Congregación. La fundadora de las Esclavas le regala una reliquia y hace el propósito de regalarle otra de san Claudio a su esposa.

Imagen actual obtenida del trabajo La Trapa en Getafe. Convento del val de San José.
La Aldehuela
 de Manuel Díez Molina. Getafe 2019


Extendió su labor filantrópica y bienhechora a todos los ámbitos eclesiales hasta el punto de regalar el 24 de mayo de 1899 la finca “la Aldehuela” de Getafe, (que había comprado por 250.000 pesetas), a la Comunidad trapense de Bellpuig, bautizada como “Val San José”. Este monasterio fue continuador del de santa Susana en Zaragoza, primera abadía trapense en España y anterior a la de san Isidro de Dueñas, en Palencia. Llegaron 90 religiosos entre coristas, conversos, novicios, oblatos y postulantes. Bajo la titularidad de la sociedad “Progreso Agrícola de Salamanca” se firman las escrituras de compra venta nombrándose primer presidente del Consejo de Administración al propio don Fulgencio Tabernero y Director Gerente al Padre Esteban (Arturo García de Cáceres y Maguregui en la vida civil). Existieron dos grandes retratos de don Fulgencio y de su esposa en el monasterio. En Junta de 1921/1923 se autoriza a Francisco González Rojas (Presidente del Consejo de Administración) a vender los inmuebles de la propiedad y en 1927 abandonan los religiosos Val de san José desperdigándose por la Trapa de Dueñas y por el monasterio de santa María de Oliva en Carcastillo de Navarra.

En 1900 funda un capital de 25.000 pesetas que depositó en la Procura jesuita de la provincia de Castilla, para que su renta se empleara íntegramente en dar misiones en Salamanca, en la provincia y en las diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo y ayudó al Seminario Pontificio de Comillas con una generosa donación de 25.000 duros. 


Nace el título de Marqués de Llén en 1893 cuando León XIII concede una audiencia privada a la madre Rafaela María del Sagrado Corazón de Jesús, fundadora de las Esclavas. La madre General ofrece al Papa una generosa ofrenda del acaudalado terrateniente salmantino don Fulgencio Tabernero Sánchez y de su esposa doña Claudia Vizcay Irigoyen, que a ella la habían ayudado con un importantísimo donativo para afianzar las bases de la Congregación en Roma y Su Santidad maravillado de tan generosos bienhechores de la Iglesia y el Pontificado afirma “que tanto heroísmo es propio de españoles” y manifiesta su deseo de premiarles con la concesión de un título honorífico. Le indican que es imposible pues don Fulgencio termina de ingresar como novicio para coadjutor en la Compañía de Jesús en Loyola el 30 de julio de ese mismo año y su esposa en el monasterio de las Salesas Reales de Vitoria. Ante la perplejidad del Papa la madre Rafaela María le indica que tal vez le hiciera ilusión algún objeto personal, insinuándole con un gesto el solideo blanco. El Papa se despojó de él y se lo entregó a la religiosa, quien lo hizo llegar a su destinatario y éste lo llevó puesto hasta el momento de su muerte en 1912, según nos dice don José Artero el 7 de diciembre de 1957 en LA GACETA. (La madre Rafaela María Porras y Ayllón fue beatificada por Pio XII el 18 de mayo de 1952 y elevada a los altares por Pablo VI el 23 de enero de 1977). 

Tan deliciosa noticia se asienta en una realidad no coincidente y es que la altísima distinción de marqués de Llén otorgada a don Manuel Josué Sánchez-Tabernero Vicente, como descendiente de don Manuel Tabernero Sánchez y de don Juan Antonio Sánchez del Campo Vicente, llevó consigo que: “Al impetrar de la benignidad de la Santa Sede la dispensa de edad para ingresar en religión, [Fulgencio Tabernero] el Vicario de Cristo en la tierra contestó que accedía gustoso a lo solicitado y en prueba de singular aprecio a la persona del postulante, por el acto heroico que llevaba a cabo, se quitó de su venerable cabeza el blanco solideo que tenía puesto, y ordenó que se lo entregaran al Sr. Tabernero”. 

A la expulsión de los jesuitas el padre Bombardó, superior de la Clerecía, encomienda el cuidado de las siervas josefinas a don Fulgencio, junto con el presbítero don Calixto Lajas.



DOÑA CLAUDIA VIZCAY IRIGOYEN, nace en Aoiz, Navarra, en 1832. Contrae matrimonio en Madrid donde era conocida entre las señoras de la corte. Llega a Salamanca y se constituye en modelo de esposa y madre cristiana. Al fallecer sus tres hijas muy jóvenes, Rosalía y María, religiosas y Petra, casada, al tiempo que su marido ingresa en la Compañía de Jesús, ella lo hace en el convento de la Visitación de las Salesas Reales de Vitoria el año 1893, profesando con el nombre de sor María Rosalía, falleciendo el 5 de agosto de 1910.

Su hija Rosalía, nacida en Madrid el 21 de enero de 1862, ingresa en la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón el 2 de febrero de 1886, a instigación de su confesor, el jesuita padre Cándido Sanz, tomando el hábito el 19 de marzo y haciendo su profesión perpetua “in articulo mortis” el 21 de febrero de 1890, falleciendo 3 días después en Jerez de la Frontera, (Cádiz) a donde la había llevado desde Madrid la Fundadora madre Rafaela María, para ver si mejoraba de la tuberculosis que padecía. Había tomado el nombre de María Teresa de san José. Siendo novicia costea el cascarón del altar mayor pintado al oleo y las imágenes de la Inmaculada de tamaño natural, túnica blanca con floreado imitando telas antiguas y manto azul con estrellas y franja de oro, obra del escultor de la Corte don Mariano Balver, quien también realiza la imagen de san José, valiendo cada imagen 12.000 reales.

Su otra hermana Pilar, también religiosa de las Esclavas, había nacido en Salamanca el 9 de octubre de 1869 e ingresado en la congregación el 12 de mayo de 1889, falleciendo el 2 de diciembre de ese mismo año en Madrid. Adoptó el nombre de María del Sagrado Corazón.

Petra, casada con su sobrino Manuel Josué Sánchez Tabernero y Vicente, muere el 11 de enero de 1893, al año y medio de su matrimonio, y un mes después de dar a luz a su primogénito que también fallece. De su matrimonio había nacido Eleuteria Sánchez Tabernero fallecida el 11 de enero de 1922.




DON MANUEL TABERNERO SÁNCHEZ VARAS DEL CAMPO, nace como su hermano en Terrones, en 1835 y ya en 1850 se ha independizado viviendo en el Llén, dedicado, como su padre y hermano a negocios de ganado y de la tierra. Casado con Teresa Sánchez Gallego, el 16 de julio de 1834, dueña desde antiguo de parte de la dehesa de Llén, al morir dejó a su única hija Eleuteria una cabaña real de más de 12.000 ovejas merinas, siendo con Emilio García Serrano de Rodasviejas los únicos ganaderos charros que tenían cabaña real. Le deja también una considerable cantidad de ganado de los más diversos tipos, que comparte con su marido, también terrateniente, poseedor de una gran hacienda e introducido en la actividad política, Juan Antonio Sánchez del Campo, quien en los momentos iniciales de la Congregación de las Siervas de san José les entregó una limosna de 26.000 reales y sufragó, como ya se ha dicho, una máquina para el taller de las Siervas de san José y el padre Butiñá le agradece haber costeado la edición del libro “La luz del menestral”. Adquiere la totalidad de Llén por 429.100 reales.

En el Boletín Oficial de la provincia del 26 de febrero de 1872 Manuel Tabernero figura como uno de los 50 mayores contribuyentes con: Almenara, 15; Casafranca, 2.278; Matilla de los Caños, 630; Membribe, 369; Naharros de Matalayegua, 1.110; Pedrosillo el Ralo, 152; San Pedro de Rozados, 154; Salamanca, 73 y Las Veguillas, 6.365. Total, 11.146 pesetas.

En 1843 adquiere la finca de Cabrera que compra a J. Aguilera por 60.000 reales y en 1885 compra Tordelalosa de 1.073 ha a E. Aguilera por 1.600.000 reales. Junto con su yerno Juan Antonio Sánchez del Campo compran la dehesa de Aldeanueva de Campomojado y la de Hernandinos por 300.000 reales, 3/5 de la hipoteca.


En 1890 Manuel Tabernero emulando a su hermano Fulgencio, prócer salmantino que había regalado en 1889 la finca “la Aldehuela” de Getafe a la Comunidad trapense de Bellpuig, comprada por 250.000 pesetas y bautizada como Val San José, adquiere al vecino de Burgos don Francisco Antonio de Echánove y Echánove, en Palencia, por 55.000 pesetas, el monasterio de san Isidro de Dueñas y 19 fincas adyacentes en la confluencia de los ríos Pisuerga y Carrión, para regalárselo también a la Orden cisterciense de la Trapa. La oferta de compra más ventajosa que hace la Compañía de los Ferrocarriles es rechazada al conocer el dueño el propósito de regalarlo a la Comunidad religiosa. 

La donación la hace junto a su hijo político Juan Antonio Sánchez del Campo, quien el 17 de octubre da a su hijo don Manuel Josué Sánchez Tabernero, escritura de poderes otorgada ante el notario salmantino don Sebastián Gorjón para que pueda representar a su suegro y a él mismo en la escritura de compraventa del Monasterio de Dueñas que se firma en Valladolid el 25 del mismo mes y año ante el notario don Ignacio Bermúdez Sela y les regalan incluso las dos nuevas campanas mayores en las que irán grabados los nombres familiares de María Eleuteria, hija de don Manuel; Asunción, hija del segundo matrimonio de don Juan Antonio, y Justo y Manuel, luego primer marqués de Llén, hijos del primer matrimonio. Sufragan además los primeros arreglos, costean los viajes de los fundadores y asignan a cada religioso una pensión hasta la siguiente cosecha. Se arrienda el monasterio con los edificios, tierras, viñas y demás que se considere adyacente o anejo al mismo y se hace por 100 años, fijando la renta anual en 5 ptas.


Monasterio de san Isidro de Dueñas en Venta de Baños. Tarjeta postal de Hauser y Menet

En 1892 y para sufragar los gastos de su costosa fundación, montan los monjes una rudimentaria fábrica de chocolate consistente en un molino de piedra movido a mano, luego adquieren un malacote y una refinadora de piedra hasta que consiguen una máquina de vapor. Al principio fabrican diariamente 12 libras de 460 gramos y para su venta recorren los pueblos a lomos de un borriquillo, vendiendo a 6, 7, 8, 10, 12 y 16 reales la libra. Con el tiempo van teniendo un enorme éxito, que ha llegado a nuestros días ocupando una parcela de 70.000 m2 hasta que en 1960 venden la fábrica incluyendo las antiguas fórmulas de elaboración de sus chocolates, marca “La Trapa”.

Juan Antonio Sánchez del Campo en Wikipedia

    
En la misma audiencia papal a la madre María Rafaela del Sagrado Corazón de Jesús, ya reseñada, como quiera que el hermano de don Fulgencio, Manuel Tabernero Sánchez, había rivalizado con él en su amor a la Iglesia y a las Órdenes religiosas entregando cuantiosos donativos junto con el marido de su hija Eleuteria, don Juan Antonio Sánchez del Campo, la fama de ambos llegó también a Roma y el Papa Pío X, no pudiendo premiar a don Manuel Tabernero y a don Juan Antonio Sánchez del Campo, ya fallecidos, el 5 de mayo de 1906, por Breve pontificio concedió a los dos, en la persona del nieto e hijo, don Manuel Josué Sánchez Tabernero y Vicente, casado en segundas nupcias con María Pilar Sánchez y Sánchez en 1894, el título de marqués de Llén. 

Apasionado de Negrillos en esta finca pasa los veranos con su primera esposa, su tía carnal Petra Tabernero y fallecida ésta, con la segunda María Pilar Sánchez de Terrones, en cuya memoria se denomina la casona “Villa Pilar”. Vestido siempre con el atuendo de charro, su mayor ilusión fue unir toda la propiedad de Llén sueño que realizó comprando su parte al marqués de Benalúa, adquiriendo Arganza a su anterior propietario el duque de Fernán Núñez, logrando juntar 1.200 hectáreas.




DOÑA JUANA TABERNERO SÁNCHEZ VARAS DEL CAMPO, se casó con don Andrés Sánchez Gallego, natural de Castroverde, hijo del ganadero Ildefonso Sánchez. Hermana de Fulgencio y de Manuel Tabernero Sánchez, como esté había contraído matrimonio con Teresa Sánchez Gallego, fueron cuñados, además de hermanos.

Tuvieron 9 hijos: Daniel, Ildefonso, Saturnina, Aniano, Fernando, Manuel, Eladio, Amalia y David.

En 1862 la vacada de Andrés Sánchez de Terrones pasa a su hijo Ildefonso Sánchez Tabernero, casado con Carlota Sánchez Rodríguez Laso que siguió lidiando a su nombre al quedar viuda y antes de morir en 1917, dividió la ganadería entre sus hijos Santiago, Juan y Carlos Sánchez Sánchez. Tuvo otras dos hijas, María Pilar, casada con el marqués de Llén y Juana, casada con el arquitecto don Joaquín de Vargas Aguirre el 15 de julio de 1893. 

Santiago, el mayor, quedó viudo muy joven, heredando sus hijas Carlota y María Sánchez Muriel, Carlos tuvo 12 hijos, los Sánchez Rico y Juan siguió con el ganado que se reservó de la vacada de Terrones.

Don Juan Antonio Sánchez del Campo y Vicente, nació en Terrones el 9 de junio de 1834, hijo de Juan Manuel Sánchez del Campo y Catalina Vicente Herrero. Estudió gramática y filosofía en la Universidad de Salamanca pero tuvo que abandonar los estudios por problemas de salud y para atender a los intereses de su casa ya que era poseedor de una gran hacienda. Integrista a machamartillo de tendencias conservadoras en 1866 fue elegido diputado provincial por Sequeros y se alistó al carlismo en 1868. Fue Diputado en Cortes Generales por Sequeros el 08/03/1871 y el 20/04/1872 y por Salamanca el 19/05/1901 y el 03/04/1903. Se separó del carlismo en 1888, para alistarse en el Partido Integrista de Ramón Nocedal.

Casó en primeras nupcias con Eleuteria Tabernero, nacida en 1870, hija de Manuel Tabernero, fallecida el 9 de junio de 1913, con la que tuvo dos hijos: Manuel Josué y Justo Sánchez Tabernero, casado con Nieves Fabrés.

Manuel Josué en su primer matrimonio con Petra Tabernero Vizcay tuvo una hija: Eleuteria Sánchez Tabernero que se casó el día 18 de diciembre de 1914 con el joven diputado a Cortes por Albacete y Zamora y catedrático del Instituto Cardenal Cisneros madrileño, hijo del que fuera Ministro de Estado señor López Muñoz, Fernando López Monís, en la capilla del palacio episcopal de Madrid, bendecida por el obispo de Madrid-Alcalá. Fueron sus padrinos el padre del novio y la esposa del arquitecto don Joaquín Vargas, tía de la novia. Al año siguiente se domicilian en Madrid en el Paseo de Recoletos, 35. Fernando fue Gobernador Civil de Santander y de Guipúzcoa. El 14 de noviembre de 1915 nace su hija Luisa Fernanda, bautizada el 4 de diciembre de manos del nuncio de Su Santidad, monseñor Ragonessi, y muere con 15 años el 19 de enero de 1931. Su otra hija María Nieves nace en 1920 y muere el 21/4/2010, dedicada a la ganadería y a la cría de la famosa yeguada López Monís, habiéndose casado con el ganadero Ricardo Arellano Gamero Cívico, conde de las Atalayas, el 23 de julio de 1942, falleciendo éste el 26 de agosto de 1973 sin dejar hijos. Se casa de nuevo con Juan José Simón Bonilla, que fallece el 1 de diciembre de 1985 y que anteriormente estuvo casado con Mercedes Calvo Calvo, con domicilio en la calle Bristol, 4, 5º derecha del Parque de las Avenidas en Madrid, con la que tuvo dos hijos, Pilar y Juan José
    
Manuel Josué Sánchez Tabernero

El 15 de abril de 1891 fue asaltada su vivienda en Llén por 6 hombres, con las caras embadurnadas portando armas de fuego, creyéndose que eran de san Miguel de Valero. Lucharon a brazo partido con Juan Antonio y sus criados y finalmente cayeron en manos de la Guardia Civil quien los puso a disposición del Juzgado de Sequeros.

Fueron famosas sus partidas de tresillo por el prestigio social de los jugadores y su maestría en el difícil arte de las puestas y los codillos. Participó en algunas el amo Narciso, “el Montaracín”, padre de José María Gabriel y Galán, quien también fue recibido en la casa, junto a su hermano Baldomero y esposa, agasajándoles durante 15 días, en los que participaron de una buena y surtida mesa con veinte comensales, saliendo al campo en cacería de liebres, perdices y conejos.  

Al fallecer su esposa el 9 de junio de 1913 casa en segundas nupcias con María Antonia García Fernández Quintana, hermana del obispo de Segovia don Antonio y tiene otros tres hijos: José María, María Asunción y Eleuterio Sánchez del Campo y García. Su hijo José María estuvo casado con Angela Echenique y María Asunción con el ganadero Vicente Muriel Martín, con el que tuvo 2 hijos, Juan y Lucio. 

Fueron sus hermanos: Buenaventura Manuel, Antonio Domingo, María Magdalena y Ventura. Falleció en Llén en junio de 1913.



MARQUESES

 

MANUEL JOSUÉ SÁNCHEZ-TABERNERO Y VICENTE, (Primer Marqués de Llén), nace el 31 de agosto de 1867 en Llén, hijo de Juan Antonio Sánchez, de Terrones y de Eleuteria Tabernero, de Llén. Fueron sus abuelos paternos Manuel Sánchez del Campo, de Terrones y doña Catalina Vicente, de Sanchogómez y los maternos Manuel Tabernero, de Terrones y María Teresa Sánchez, de Llén.   

D. Manuel Sánchez Tabernero, primer
marqués de Llen, cuadro de Vidal
González Arenas 

    
Se casó dos veces: la primera con su tía Petra Tabernero Vizcay, teniendo una hija, Eleuteria, y falleciendo el 11 de enero de 1893, un mes después de dar a luz a un varón, que también muere y con: María Pilar Sánchez y Sánchez, fallecida a los 90 años, con la que tuvo a: Buenaventura, Justo, Huberto, María Soledad Esther (religiosa), Alfonso y Juan. 

 El Papa León XIII concedió a los descendientes de don Manuel Tabernero Sánchez y don Juan Antonio Sánchez del Campo Vicente, en la persona de su hijo y nieto don Manuel Josué Sánchez Tabernero el título de Marqués de Llén, por las obras de caridad y por los servicios a la iglesia que prestaron sus antepasados, objeto del Breve pontificio cuyo título extiende y firma Pío X el 5 de mayo de 1906. 

El nuevo marqués envió a Roma, para el dinero de san Pedro, la cantidad de 20.000 liras y repartió importantes donativos entre los empleados y criados de la Casa.

En el mes de agosto el pendolista salmantino Juan Soler confecciona un hermoso trabajo de caligrafía en pergamino del escudo del marquesado de Llén para enviar al Ministro de Estado solicitando autorización para su uso en España, pagando los derechos el 14 de agosto y por Minuta de la Real Autorización se concede el 19 de setiembre. El 16 de octubre llega un Rey de armas portador del título de marqués de Llén extendido en artística vitela y encerrado en un precioso estuche de piel. La Minuta de la Real Autorización firmada por Alfonso XIII lleva fecha 19 de setiembre.

Por Real Orden de 27 de noviembre de 1907 se concede a don Manuel el derecho a usar unidos como uno solo y primero sus apellidos Sánchez Tabernero.

Jefe Superior de Administración Civil, en 1902 es Diputado provincial y elegido Senador el 22 de marzo de 1916.

Según la declaración de bienes presentada en el Congreso de los Diputados posee bienes en: Dehesa término redondo de Negrillos de Villalba de los Llanos con una extensión de 1.772 huebras por un importe de 7.487 pesetas; Dehesa de Casasola del Campo de Vecinos por 2.169 huebras, importe 13.408 pesetas; término redondo de Valdelalosa en san Pedro de Rozados, 2.400 huebras por importe de 7.317 pesetas y la alquería término redondo de Llén y Argança en las Veguillas cuya extensión se desconoce por 13.049 pesetas.

Durante los años 1911 a 1914 en los repartimientos de la contribución rústica y pecuaria en los pueblos de Vecinos, San Pedro de Rozados, Las Veguillas y Villalba de los Llanos le resulta un líquido imponible de 41.261 pesetas.

Tenía también posesiones en Villalón y Mayorga, siendo su administrador el abogado salmantino don José García Revillo.

Tuvo por residencia en Salamanca el palacete construido a finales del siglo XV por don Juan Tejeda, Señor de Alcornocal y Regidor de Salamanca, en el número 7 de la calle del Prior, dotada con una puerta de arco de medio punto con grandes dovelas y sobre la puerta ajimez con mainel, luciendo en los laterales las piedras armeras de sus propietarios, dos escudos del gótico flamenco: Tejeda a la izquierda y Zúñiga a la derecha, desapareciendo el mainel para dar paso a un balcón de barandilla metálica. El solar tenía 30 x 68 varas y disponía de piso bajo, 2 alturas, jardín, patio con palmeras y corral. Subiendo una bonita escalera, puerta acristalada de varios colores que facilitaba la entrada a una galería adornada de alegres pinturas. Destacaba la conservada capilla.
    
Casa de los Tejeda en la calle del Prior. Residencia del marqués de Llen
y sede del Gobierno Civil entre 1916 y 1948

Tras la desamortización terminó en manos del conde de Villagonzalo, quien dedicó el palacete al alquiler. Se incendió a las seis de la mañana del 25 de abril de 1910, comenzando por el armazón del tejado que en poco tiempo se derrumbó con gran estrepito. Era ya propiedad del marqués de Llén, que lo había adquirido al VI duque de Benalúa, don Julio Quesada Cañaveral y Piédrolas y tras el incendio, una vez efectuada su rehabilitación, lo arrendó al Estado por 7.500 pesetas anuales como máximo y por un período de 5 años. El 2 de marzo de 1916 se instaló el Gobierno Civil, siendo Gobernador don Manuel Ruiz Díaz, aunque no se trasladaron desde el Palacio de Anaya, en el primer momento, las oficinas de Cuentas, de Higiene y de Policía. Es ocupado hasta 1946 en que se trasladó a la Gran Vía, siendo Gobernador don Diego Salas Pombo y el edificio fue derribado el 18 de junio de 1956 para construir viviendas. El 17 de junio de 1913 se produjo un nuevo incendio en las chimeneas sin más consecuencias.  

 

    
Dos vistas del palacio de Llen construido con planos de Joaquín de Vargas en la carretera de las Veguillas.

En enero de 1910 se encontraba casi terminado el palacio que le construyó, en la carretera de las Veguillas, el arquitecto don Joaquín de Vargas Aguirre, su cuñado, realizado por el maestro de obras Enrique González Hernández, conocido por “El Chiclán”, con marcos de ventanas, zócalos y almenado en tono rojo, fachadas de fondo blanco, torreones almenados de tres plantas en las cuatro esquinas, cerca construida con verja de hierro forjado, que lucía el escudo de la casa, (una LL encerrada en un corazón inflamado de amor en llamas, rodeado con corona de espinas, la herida sangrante del costado y una cruz blanca en la parte superior) y garitones en los extremos, patio interior de zócalo de azulejos y cubierta con impresionante claraboya cenital. Tenía también un anexo con cristaleras de tipo art-decó. Decorado por una casa de Madrid, tenía grandes puertas de cristales y madera tallada con las armas del marquesado, un elegante hall, pavimento de baldosas de mármol, elevadas paredes y columnas decoradas al temple, moderna calefacción, cómodo alumbrado y amplitud en las numerosas habitaciones y dependencias. En el jardín una fuente conocida como “de las ranas” por los batracios de los que manaba el agua, lucía una escultura de Justo Sánchez Tabernero, obra del escultor Juan Cristóbal, que fue trasladada, cuando la demolición del edificio a la casa solariega de Negrillos. La inauguración se llevó a cabo con una cacería en la que participó lo más granado de la buena sociedad. 

Casona de los Sánchez-Fabrés
en la plaza de los Bandos
    
El citado escudo lucía en la esquina izquierda, bajo el alero, acolado el pavés de caprichosa forma atelonada, en una casona derruida en 1978, situada en la Plazuela de los Bandos, propiedad de don Justo Sánchez Tabernero y Vicente, hermano del primer marqués, casado con doña Nieves Fabrés de Solís.

El arquitecto y su casa en la calle del Arco 4, estaba adornada con patio interior, también de azulejos y claraboya, constituyendo un auténtico patio andaluz en recuerdo de su origen en Jerez de la Frontera. Se casó con Juana, hija de Ildefonso Sánchez Tabernero y Carlota Sánchez. Ildefonso, como ya se ha dicho, era hijo de Juana Tabernero Sánchez del Campo, hermana de los patriarcas Fulgencio y Manuel.

Existía un patio similar, también en la calle el Arco en el número 14, propiedad del dueño de los laboratorios Victoria, don Iñigo Maldonado Iñigo, obra del arquitecto mencionado, que en 1910 lo construyó para el farmacéutico Segundo Primo Sánchez. 

Un palacete en la carretera de la Estación, número 23, había sido construido en 1894 y destinado a vivienda y despacho, además de fábrica de cervezas y de hielo por el alemán don José Vonarburg Tries, quien colocó en el jardín veladores y ofreció música a sus clientes. Imperó el estilo modernista con el hall al estilo de la Alhambra, escaleras de mármol y columnas metálicas. Atribuido al arquitecto don Joaquín Vargas Aguirre pasó a propiedad del marqués de Llén entre 1914 y 1915, quien efectúa una gran reforma y los planos son firmados por el arquitecto Santiago Madrigal. Lucía a ambos lados de la fachada dos escudos, habiendo desaparecido con motivo de la adaptación efectuada en 2005 para restaurante del Grupo Prado, tras ser la sede de Confaes en los años ochenta, el del lado derecho, que correspondía a las armas del marquesado de Llén. Hoy el palacio alberga la clínica Centro de Resonancia Magnética.

    
El palacete de la avenida de la Estación luce los dos escudos de los apellidos Sánchez y Taberner(o), uno de ellos desaparecido en 2005. A la izquierda detalle de uno de los escudos.

El escudo hoy existente, que corresponde a los apellidos del marqués, es partido: primero de oro y 4 palos de gules y en jefe lambel de plata de 3 pies que corresponde al apellido Sánchez y segundo cuartelado: 1-4 de gules y cabrio de oro, acompañado de 3 flores de lis de lo mismo, 2 en lo alto y 1 en lo bajo. 2-3 de plata, 1 árbol arrancado de sinople, corresponde al apellido Tabernero. Al timbre, corona de marqués sumada de yelmo. El pavés de caprichosa forma, típico de la época. 

En junio de 1912 el marqués, con otros salmantinos, se propuso construir una plaza de toros en Tejares por el sistema de acciones y se inauguró el 11 de mayo de 1912 con toros de Antonio Pérez de san Fernando, lidiados por los diestros hermanos Torres: Ricardo “Bombita” y Manuel “Bombita III”.


Plaza de Toros de Tejares, fotografía de Ruth M. Anderson
    
 La segunda inauguración se realizó el día 18, lidiando seis toros de la ganadería del marqués, Serafín Vigiola “Torquito” y Paco Madrid, quien brindó el cuarto toro al marqués que correspondió entregándole 100 pesetas por su atención. El marqués recibió la ovación del público en este toro denominado “Charanga”, que llevaba en número 73 sobre los costillares. El despeje plaza lo efectuó, montando un soberbio caballo de Pepe Herrera, el popular caballista Pepe Chicarro, que debutaría como picador el 5 de julio de 1914 en “La Glorieta” con toros de Coquilla. 

La plaza había sido construida por el arquitecto Santiago Madrigal y en la subasta efectuada para la adjudicación de la obra el 11 de agosto de 1912, ganó la puja don Melchor Marcos Arias por 33.000 pesetas. La ganadería del marqués provenía de su bisabuelo Domingo Tabernero que lidió en 1842 en Salamanca, aunque solo preservó los encastes Murube y Veragua, estrenándose con una novillada en Madrid el 24 de marzo de 1912.

En junio de 1912 adquiere en Madrid un automóvil marca Berliet, que hace el número 43 de las matrículas salmantinas.

Doña María del Pilar Sánchez y Rico, segunda esposa del marqués, fue felicitada por la Mayordomía Mayor de Palacio por haber sido la artífice principal de la suscripción de damas salmantinas, para regalar una valiosísima bandera de combate al acorazado “España”, primero de la trilogía: “Alfonso XIII y “Jaime I”. Se efectuó su botadura en los astilleros de El Ferrol el 5 de febrero de 1912 en presencia de Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia de Battenberg, quien cortó la cinta, entregando la bandera doña Ursula Benjumea Miranda.  

Ya en 1913 se ha afianzado el futbol en Salamanca y compiten diversos equipos, entre ellos el “Club Deportivo”, que se enfrenta el 25 de mayo al conjunto irlandés que en 1907 había disputado la 6ª Copa del Rey, Alfonso XIII. Forman el conjunto salmantino: Hernansaez; Mateo y Cuadros; Alzaga, Ulibarri y Gomendio; Recondo, Segarra, Sánchez Tabernero, Unamuno y Vargas. (El delantero centro es Manuel Josué Sánchez Tabernero, marqués de Llén, el interior derecho es Pablo, el 2º hijo del Rector Unamuno y el extremo derecho el afamado arquitecto, Joaquín de Vargas Aguirre, cuñado del marqués, pues estaban casados con las hermanas María Pilar y Juana Sánchez Rico, respectivamente). 

En enero de 1914 recibió un anónimo en el que se le exigían 10.000 pesetas por parte de una organización compuesta de 10 hombres que tenían hambre y estaban dispuestos a jugarse la vida, amenazándole si daba cuenta a la policía. Hace caso omiso y lo comunica a la superioridad, que monta un servicio a cargo del inspector de vigilancia don Fulgencio Escribano y el teniente de la Guardia Civil don Demetrio Blanco, con el guardia de 2ª don Agustín Hernández a sus órdenes, quienes en el coche Berliet, antes mencionado, parten de la dehesa de Llén, acompañados del capellán don José Santos Redondo, que ocupa el puesto habitual del marqués caracterizado con su normal atuendo, gabán de pieles, gafas y gorro, junto al “chaufeaur”, mientras en la parte de atrás van acurrucados y tapados con capotes y mantas los representantes de la ley. El marqués se encontraba en Madrid.

El día 18 de febrero es la fecha señalada en el anónimo para que arroje las 10.000 pesetas desde el vehículo a una persona que se encontrará leyendo el periódico en el kilómetro 14, cerca de Aldealgordo. Cuando esta persona recoge el sobre, arrojado por el capellán y lo guarda en su bolsillo, salen pistola en mano Blanco y Hernández de uniforme, con el tricornio puesto y Escribano con traje de calle, dando el alto. Lejos de amilanarse, el forajido saca una pistola marca Browing efectuando tres disparos, de los que solo uno acierta con la carrocería del vehículo. Esposado es conducido a Salamanca, Ricardo Sánchez, de 24 años, natural de Monterrubio de la Sierra y de oficio carbonero, que ingresa en la cárcel a disposición del Juzgado. Es juzgado además en Consejo de Guerra por agresión a la Guardia Civil, de acuerdo con el Código de Justicia Militar, pidiendo el Fiscal un año de prisión correccional y accesorias de inhabilitación para cargo público.

Anteriormente “El Mosco” de Ciudad Rodrigo, Antonio Fernando Tabernero García, “El Cojo de Continos” y su compadre Antonio Pérez Sánchez, “El Charro de Otero”, componían un trío de personajes de leyenda que, junto a una mujer que se supone pudo ser Gertrudis, hija de “El Charro”, se les atribuye el atraco al palacio del marqués de Llén, del que desapareció una considerable cantidad de dinero, fruto de la venta de varios rebaños. Antonio Fernando Tabernero García, “El Cojo de Continos”, estuvo casado con Isabel María Pérez Sánchez y Antonio Pérez Sánchez, “El Charro de Otero”, con Jacoba Tabernero García, siendo por tanto hermanos políticos, respectivamente, los cuatro. Al fallecer Antonio Pérez Sánchez, su viuda contrae matrimonio con el hermano de Antonio, Fernando Pérez Sánchez, prosiguiendo la endogamia. 

El 10 de junio de 1914 traslada su empadronamiento municipal de Salamanca a Las Veguillas.

El 25 de julio de 1916 tiene lugar la consagración del nuevo Abad de los Trapenses del monasterio de San Isidro, de Venta de Baños en Palencia, con asistencia del Nuncio Apostólico y los obispos de Palencia, León y el Auxiliar de Valladolid, actuando de padrino el marqués.  

El 13 de noviembre de 1917, en el templo de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, celebran su matrimonio el torero mejicano Rodolfo Gaona “El califa de León” y Carmen Ruiz de Moragas, famosa actriz y amante del rey Alfonso XIII. Actúa como madrina la madre del novio y como padrino su íntimo amigo el marqués de Llén, que luce para la ocasión la Cruz de Plata de la Orden Militar del Santo Sepulcro, de la que había sido investido caballero el 14 de febrero de 1907, en ceremonia aplazada el día 8, junto con don Alfonso Fernández y Alcalde, apadrinado por don Manuel Cendra Comas, hijo político de doña Andrea Andrés Sánchez, que recibió en 1896 el título de marquesa de Casa López de manos del pontífice León XIII por la obra caritativa de su marido, Matías López López, el de la célebre marca de chocolates, que había fallecido en 1891. El acta matrimonial fue firmada con una pluma de oro, antiguo regalo al torero del marqués de Llén.

Se consagró como sus antepasados a la agricultura y ganadería, cultivando con afán y esmero sus tierras. Se dedicó también a la cría de reses bravas para la lidia.

Fallece el 14 de noviembre de 1921 tras larga enfermedad, en el palacete de la carretera de la Estación y es trasladado al panteón familiar de Llén. Corrió el rumor del suicidio con arma de fuego. 

Aunque se habló de varias aventuras extramatrimoniales por parte del marqués de Llén, solamente ha pervivido en el tiempo la que dio lugar a que circularan coplas por toda la provincia y que tuvo como personaje a “La Merenciana”, que se supone guapa moza que vendió sus favores al marqués.

Dice así el romance:



  
“Ya suenan las esquilitas / ya viene el coche de Llén / a buscar a Merenciana / pa que la vea el Marqués. Merenciana se creía / que el Marqués era soltero / para casarse con ella / y disfrutar del dinero. Merenciana es una rosa, / Merenciana es un clavel, /Merenciana es un espejo / donde se mira el Marqués. Merenciana se creía / que el Marqués le iba a dar / el coche y los caballos / para ir a pasear. Merenciana se creía / que el Marqués le iba a dar / las joyas y la alhajas / para ir a pasear. Las ligas de Merenciana / que luce durante el día / se las regaló el Marqués / cuando con ella dormía. Merenciana es una santa / y su madre es el mal / a los mocitos del pueblo / no los dejan ni parar. Merenciana es una tuna / y su madre una alcahueta / y al pobre marqués de Llén / bien le soplan las pesetas. El médico de Matilla / le dice al de Carrascal / los males de Merenciana / nadie los puede curar. Merenciana, Merenciana / ya te lo decía yo / que el andar con el Marqués / sería tu perdición.” 







BUENAVENTURA SÁNCHEZ-TABERNERO Y SÁNCHEZ RICO (Segundo Marqués de Llén) n. 17/7/1895, hijo de Manuel Josué Sánchez Tabernero y Vicente, muere en Llén el 27/10/1940. Nunca se dedicó a la ganadería y de su matrimonio con María del Pilar Prada y Gutiérrez de Cossio, hija del notario de Salamanca don José María de Prada y Lagarejos, nacieron Manuel, Pilar, María Victoria y María del Carmen.

La boda se celebró el día 12 de octubre de 1915, en la capilla del palacio episcopal, oficiada por el obispo de la diócesis doctor Alcolea y el banquete en el hotel del Comercio para 122 invitados, amenizado por el musical sexteto del maestro Goicoechea. 

Por Breve pontificio de Pío XI de 20 de junio de 1923 se concede la sucesión en el título a su hijo Buenaventura. El Certificado del pago de Derechos Reales lleva fecha 20 de febrero de 1926 y la Minuta Real del Despacho es autorizada por el rey Alfonso XIII el 21 de junio para a utilizar en España el Título pontificio al II marqués de Llén. 

El 1 de agosto de 1916 nace el primogénito Manuel Sánchez Tabernero de Prada y el 18 de enero de 1921 María Pilar, a los que seguirán María Victoria y María del Carmen que muere en 1982.

   




MANUEL SANCHEZ-TABERNERO DE PRADA, (Tercer Marqués de Llén), nace en Llén el día 1 de agosto de 1916 y a los 18 años ingresa en el Ejército del Aire. Cuando hereda el marquesado de Llén manda derribar el palacio de la carretera de Vecinos pues dada la profesión que ha elegido va a estar constantemente cambiando de destino y el mantenimiento del palacio le resultará muy oneroso. Se contenta con habitar la casa solariega que fue de sus mayores en Negrillos, mansión clásica en el campo charro de 2 plantas, porche a tres aguas, verja de hierro, elevada sobre el terreno con acceso por varias escalinatas. Traslada al jardín la estatua de su tío Justo Tabernero, ejecutada por Juan Cristóbal, añadiendo otra estatua representando “La Caridad” en recuerdo del primer marqués.

Hoy su nieta Isabel, casada con Jorge Muñiz González Blanc, ha rehabilitado la vivienda que se encontraba bastante abandonada. Junto a esta casa se encuentra otra similar que fue de una de las tres hermanas del marqués, María Pilar, casada con Vicente Charro Murga, padres de 15 hijos. 

El 7 de octubre de 1940 pasa a ocupar su destino en la Escuadra en la Escuela de Cazas, adscrito como teniente piloto y tripulante al 26 grupo del 22 Regimiento. 

Siendo teniente se ofrece voluntario para servir dentro de la División Azul a la Luftwaffe alemana en el frente oriental, siendo asignado al Cuarto Escuadrón Azul llegando al frente a principios de julio de 1943 formando parte de la Segunda Patrulla, tras un entrenamiento en el campo de Coloniers, cerca de Toulous, para seguir el adiestramiento, que dura 8 meses, bajo el mando del comandante Mariano Cuadra Medina, junto a 1 capitán, 3 tenientes y 1 aspirante y una breve parada en Berlín. Cayó derribado sobre las líneas rusas el 14 de julio de 1943 pero, ileso, pudo escapar, lo que logró en otros dos derribos. Efectuó 130 servicios de guerra, 14 alarmas, 19 combates y derribó 6 aviones enemigos: 2 Lagg-3; 1 La-5 y 3 Il-2. Pertenece a la lista de los 20 ases de la II Guerra Mundial. Se le concedió la Medalla Militar Individual el 22/2/1948, siendo Capitán.

Asciende a Coronel el 17 de diciembre de 1960 y en marzo de 1965 es Jefe del Estado Mayor de la Jefatura Táctica de Aviación. Por Orden Ministerial 2487/76 cesa como Vicepresidente de la Comisión Ejecutiva de la Asociación Mutua Benéfica del Aire.

Por Real Decreto 1488/1978 de 23 de junio, se le concede la Gran Cruz del Mérito Aeronáutico, siendo General de Brigada.

Con fecha 1 de agosto de 1978 es nombrado Teniente Fiscal Militar del Consejo Superior de Justicia Militar y al día siguiente se dispone su pase al grupo “B”, una vez cumplida la edad reglamentaria. El 21 de julio de ese mismo año, el rey Juan Carlos le había concedido la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de san Hermenegildo, cuando ya era General de Brigada. 

En la década de 1970/1979 los aviones anfibios Canadair CL-215 se incorporan al Ejército del Aire y dependen operativamente del Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR) dotado de helicópteros y estacionado en la Base Aérea de Getafe, siendo el Jefe del SAR el coronel don Manuel Sánchez-Tabernero Prada. 

Con 85 años escribe el prólogo a la obra de Jorge Fernandez-Capell, “La escuadrílla azul”. Los pilotos españoles en la Luftwaffe, firmando como General del División del Ejército del Aire.

Excelente tirador de escopeta en ojeo o al salto con perro, poseía una buena colección de aves acuáticas abatidas y disecadas en el laboratorio de la calle Juan Perez de Zúñiga, 38 de Madrid, propiedad del taxidermista José Luis Benedito López, junto con Julio Patón, colaborador de su padre Luis Benedito Vives, hijo del fundador de la saga de taxidermistas José María Benedito Mendoza.

En caza mayor era especialista y en las fincas que tenía su esposa en los Montes de Toledo cobró más de 700 venados, 500 cochinos, 4 lobos y 15 linces. Cazador de montaña se especializó en machos monteses, rebecos y corzos. De sus safaris africanos hay que destacar que celebró su 80 cumpleaños cobrando un buen elefante y un magnífico leopardo.

Respecto a la ganadería de Llén la hereda Pilar Sánchez Tabernero Prada, hija del segundo marqués de Llén, Buenaventura Sanchez-Tabernero y Sánchez Rico y hermana de Manuel, (casada con Vicente Charro Murga), junto a la emblemática finca “Llén” donde se asienta la ganadería y el hierro de la ganadería fundada por su padre. Vicente Charro adquiere la ganadería en 1984 y al morir en 1993 pasa a su viuda, haciéndose cargo el hijo José Ignacio que lidia a nombre de “Charro de Llén”.

El papa Pío XII le concede la Carta de Sucesión en el título pontificio con fecha 19 de febrero de 1955. Por razones familiares y de destinos fuera de la capital de la nación durante bastantes años, no solicitó autorización oficial para el uso en España del referido Título hasta el 29 de febrero de 1989.

Pío XII lo autorizó el 21 de febrero de 1995 y por Real Orden del Ministerio de Justicia de 6 de febrero de 1995 fue autorizado para su uso en España. 

Fallece en Madrid el día 15 de abril de 2004 no habiendo conseguido superar la muerte de su hija Isabel y es enterrado en el panteón familiar de Llén.

Casado con María Isabel de Landecho Velasco, nacida el 1/8/1923 en una de las familias de rancio abolengo de las provincias vascas y que muere el 6 de mayo de 2010, tuvieron una hija: María Isabel, nacida el 25 de abril de 1949 y fallecida el 20 de julio de 2000, casada con Eduardo Marqués Romeral, padres de Ysabel, que casó con Jorge Muñiz González Blanch, de los que nacieron Isabelita y Eduardo, que serían los herederos del marquesado, por fallecimiento de su madre en 2000, antes que su abuelo en 2004, pero que no han solicitado su rehabilitación, pues Isabel dedica su vida a empresas de producción agrícola y ganadera y Eduardo, con titulación superior en marketing y gestión comercial, se dedica al comercio al por mayor de prendas de vestir y calzado y a confecciones de caballero y niño.   




BIBLIOGRAFÍA


Encina y piedra.- Adela de Cáceres Sevilla. 1981.

Breve reseña o biografía de la madre Bonifacia Rodríguez Castro.- Adela de Cáceres Sevilla. 1990.

Las Siervas de San José en la Iglesia de la Restauración.- Adela de Cáceres Sevilla. 1998.

Salmantinidad de una Fundadora.- José María Hernández Pérez. 1996.

 La luz del menestral.- Francisco Javier Butiñá y Hospital. 1875.

Francisco Butiñá y los talleres de Nazaret.- Jesús Martín Tejedor. 1977.

Cuando grana la espiga.- Evangelina Polo. 1974.

Trabajo, fe y amor.- Evangelina Polo.- 1963 (obra inédita).

La Compañía de Jesús en la España contemporánea.- Manuel Revuelta González. 1980.

La Madre Bonifacia.- Juan Sánchez Martín. 1945.

Los trapenses: Apuntes históricos de la Trapa.- Elpidio de Mier. 1912.

Lazarillo especial. Guía de vagos en tierras de España.- Ciro Bayo y Segurola. 1911.

La Trapa en Getafe.- Manuel Díez Molina. 2019.

La comunidad errante.- Felipe Ximénez de Sandoval. 1959.

La arquitectura en las Dehesas de Castilla y León de María Teresa Paliza Monduate y José Ramón Nieto González. 1998

Prensa salmantina de la época.










El Colegio de los Irlandeses

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Por José María Hernández Pérez
                10/11/20 Rev. 00



Fotografía de grupo en el patio del colegio irlandés de Salamanca en 1927-28,
con el rector Denis O'Doherty y el vicerrector P. Stenson (centro, primera fila)
y estudiantes ataviados con su vestimenta tradicional (Archivo de Salamanca. Maynooth)



La persecución de católicos en Inglaterra comienza en 1534 con el Acta de Supremacía, en la que Enrique VIII se proclama Jefe Absoluto de la Iglesia Anglicana y declara traidores a quienes simpaticen con la Iglesia romana. En el año anterior ha declarado no válido el matrimonio con su primera esposa Catalina de Aragón, hija de Felipe II, para casarse con Ana Bolena.

En Irlanda se suprimen los monasterios y la enseñanza católica que comenzó con la persecución de Enrique VIII y que remató la reina Isabel, exigiendo que para poder ingresar en las escuelas era necesario adjurar de la fe católica, publicando en 1571 la Bula de excomunión, que origina el exilio de gran parte de los irlandeses. En 1585 se dio un plazo de 40 días a los sacerdotes católicos para que abandonaran el país, bajo de pena de muerte, en caso de desobediencia. En 1592 Isabel I incrementó la persecución sobre los católicos y creó el Trinity College en Dublín. 

El conflicto entre ingleses e irlandeses estalla con virulencia en 1594 y el jefe de los rebeldes, conde Tyrone, se asegura el apoyo de Felipe II, aunque son derrotados en 1602 en la batalla de Kinsale. Uno de los jefes lord Donal Cam O´Sullivan, nacido en 1561, XV Señor de Beare y de Bantry continua la lucha en forma de guerrillas y pese a recibir ayudas de Felipe III no puede con los ingleses y finalmente tiene que huir a España, llegando a La Coruña en 1604 y dirigiéndose a Valladolid presenta sus respetos al Rey. El, sus servidores y fieles son acogidos y se le señala una pensión de 300 ducados al mes, el mismo tratamiento que tenía en Irlanda y se le concede la Cruz de Santiago, otorgándosele en 1617 el título de conde de Berehaven, muriendo asesinado en Madrid, en la Cuesta de santo Domingo, por un espía inglés en 1618. 

Fue el primer irlandés que vistió el preciado hábito de Santiago que luce en el impresionante retrato con armadura, que durante más de 200 años adornó el refectorio del colegio de los Irlandeses salmantinos, al que llegó a través de la herencia de su nieta doña Antonia María Francisca O´Sullivan Bear, IV condesa de Berehaven y marquesa de Valfuerte, (por su casamiento en 1644 con Fernando Manuel de Cardona y Córdoba, al que había concedido el título Felipe IV el 20 de febrero de 1641) y que al fallecer el 4 de abril de 1718 sin herederos, donó el título y pertenencias.

    
Retrato de Donal O'Sullivan Beare colgado en el refectorio del colegio de Nobles Irlandés de Salamanca durante más de 200 años y ahora en la sala de juntas del Stoyte House en Maynooth College
Carta del Felipe II a la Universidad de Salamanca el 3 de agosto de 1592 (Archivo de Salamanca. Maynooth)
 
Era hija de Dermot O´Sullivan, cortesano de Felipe IV y de Antonia O´Sullivan y Cardona, y heredera del duque de Sessa. Casada dos veces, tuvo mala suerte en sus matrimonios, pues los dos maridos dilapidaron su fortuna.

Según Gil González Dávila en su “Teatro eclesiástico” el Colegio de Irlandeses se fundó en 1592 dedicado a san Patricio, obispo y padre de la cristiandad de Irlanda, sobrino de san Martín Turonense. Regía la diócesis el obispo don Jerónimo Manrique de Lara (de Figueroa), que fallece el 19 de setiembre del año siguiente. Algunos irlandeses pidieron permiso a Felipe II para trasladar a Salamanca un colegio particular que había en Valladolid, deseando crear en la capital salmantina un Seminario nacional irlandés. El Rey accedió a sus deseos en sendas cartas de 3 de agosto de 1592, dirigidas al Ayuntamiento y a la Universidad, para que les prestaran toda la ayuda posible y remarcando la caridad que el católico castellano debía proporcionar al extranjero exiliado que era pobre y, además, dejado sus tierras como prueba de fidelidad a su fe y a su Dios para formarse como sacerdote y convertirse en defensor y mártir católico.

Se había llegado al Rey por medio de Thomas White que había presentado el típico memorial ante el Consejo de Cámara de Castilla, perdido en los meandros de la burocracia.
Ni corto, ni perezoso se presentó ante el Rey, con 24 estudiantes en el Pardo, suplicando la limosna para la formación de éstos. Felipe II aceptó la propuesta de que los jesuitas se hicieran cargo de los estudiantes con la condición de su traslado a Salamanca y les otorgó como pensión 500 ducados anuales.

Cuando llegan los primeros irlandeses a Salamanca, impulsados como se ve por el irlandés Thomas White, viene como Rector James Archer, con experiencia pastoral en el ejército de los Países Bajos y su mandato abarca desde 1592 a 1596, quedando los estudiantes y sacerdotes bajo la tutela de los jesuitas. Archer en 1605 había llevado a 13 estudiantes del Colegio de  Valladolid al de Salamanca. A Archer le sustituye Thomas White (que había ingresado en el noviciado de la Compañía de Jesús en junio de 1593, en Villagarcía de Campos, habiendo pronunciado los últimos votos en Valladolid en 1601) abarcando su mandato entre 1598 y 1605 y vuelve a Salamanca en 1613 con la misión de obtener recursos económicos para el mantenimiento del Colegio. Fallece en 1622 de fiebres. Sustituye a White, Richard Conway, estudiante de teología en Salamanca, que ejerce como vicerrector desde 1598 a 1602 y elegido Rector en 1608 para regir el Colegio hasta 1613, pasa a Santiago de Compostela.
    
Thomas White, S.J. (1556-1622), Fotografía de una pintura anteriormente en el Colegio irlandés y hoy en situación desconocida (Archivo de Salamanca. Maynooth)


Tras ocupar diversos edificios tienen acomodo los colegiales en la casa de Abades, junto a la plazuela de san Ciprián, donde habían estado los de la Orden Militar de Alcántara y luego el Seminario de Carvajal o Colegio de san Antonio en 1659. Pasan por el Colegio entre 1594 y 1644 más de 370 estudiantes. Desde el Seminario de Carvajal se trasladan a un edificio de nueva construcción en las Peñuelas de san Blas, entre el Hospicio y la calle de Hornillos, frente a las casas principales del llamado Puerto del Queso, junto a los puentecillos que cubrían las aguas fecales de la Alberca de los Milagros, hoy Vaguada de la Palma, en la misma manzana que el Colegio de los Ángeles, donde continúan hasta 1767, habiéndose incorporado a la Universidad en 1608. Las paredes exteriores eran de sillería y mampostería de piedra franca y tenía una fachada de 171 pies. Desaparece el edificio, (ocupado posteriormente por el Colegio de la Orden militar de los Comendadores de san Juan de Rodas, que viene de la calle de Cabrera, hoy Espoz y Mina) y el del colegio de los Ángeles, con motivo de la explosión del depósito de pólvora en la calle de la Esgrima el 6 de julio de 1812.

La reina doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III, en un codicilo otorgado en el Escorial en 17 de setiembre de 1611, lega a este colegio y al de Valladolid para que los pusiesen en renta, 3.000 ducados a cada uno. El Reino reunido en Cortes le concedió para comprar casa, 3.000 ducados y lo comunicó al Ayuntamiento en 1612, a condición de decir una misa solemne el día del Espíritu Santo, que se trasladó para el día del patrón del colegio y que se pusiese la siguiente inscripción en dos piedras al lado de la capilla mayor y otra en la puerta principal de la entrada, con las armas de España: Este colegio se edificó por los reinos de Castilla, para sustento de la religión cristiana de Irlanda, el año que Felipe III, rey católico, echó de ellos a los moriscos enemigos de la fe. En mil seiscientos diez. Murió la reina en el intervalo el 2 de octubre de 1611 en el Real Palacio de El Escorial.


A student of the irish college, Salamanca. Dibujo W. Bradford. Grabado I. Clak. Londres. Año 1809


    

Por Testimonio auténtico del Auto y Sentencia dada y pronunciada a favor de este colegio por los señores licenciados don Diego Fernández de Alarcón, don Francisco Mena de Barrionuevo y Gil Ramírez de Arellano, del Consejo de su Majestad, por expresa comisión que dichos señores tuvieron de su Majestad para conocer de la causa y negocios tocantes al testamento y codicilo de la Reina Nuestra Señora, que esté en el cielo, en la causa entre este colegio y los señores testamentarios de la Reina Nuestra Señora y los demás legatarios, con el cual están insertas las cédulas reales de la dicha comisión y nombramiento de testamentarios y el testamento y codicilo de la Reina Nuestra Señora. Otro tanto como esto está en el oficio del Procurador de esta provincia en Corte. Escribano, Juan de Santillana.

Este acuerdo se elevó a escritura pública en Madrid ante el escribano público Gaspar Luis Escari el 9 de junio de 1620.

El hábito de sus colegiales era manto y beca negros con la cruz de san Patricio y antiguamente fueron pardos el manto y la beca. Luego ha sido sotana negra y beca roja por lo que parece que el nombre de “pavitos” con el que cariñosamente se les conoció en Salamanca se debía a la semejanza de la beca con las carúnculas del pavo. También se dice que el nombre era por el buen apetito de los atléticos jóvenes irlandeses capaces de desayunarse un pavo. Los estudios para el sacerdocio duraban 7 años y al finalizar, los recién ordenados sacerdotes tenían que dirigirse a una misión fuera de España, recibiendo 100 ducados como viático para los gastos de viaje.

A los doce o trece años de su fundación tenían ya un arzobispo que murió por defender la fe católica y muchos letrados que con gloria en su isla la defienden y han tomado el hábito ilustrando sus vidas con un buen ejemplo, habiendo salido entre 1594 y 1644 de la Casa: 370 estudiantes, 1 primado de Irlanda, 4 arzobispos, 5 obispos, 9 provinciales de órdenes religiosas, 30 mártires, 120 sacerdotes ordenados, 12 escritores y 40 doctores en teología. En 3 de abril de 1767 cierra el Colegio de Irlandeses de san Patricio de Sevilla, por lo que uno de los colegiales becados se trasladó a Salamanca para terminar sus estudios y los bienes, rentas y derechos del colegio fueron incorporados al Seminario de Salamanca, secularizado.


Ala del Real Colegio del Espíritu Santo ocupada por
los estudiantes irlandeses


    En 1767 los jesuitas tenían en Salamanca dos establecimientos: El Real Colegio del Espíritu Santo y el pequeño Seminario de san Patricio de Nobles Irlandeses, dependiente del Real Colegio y expulsados los jesuitas por Carlos III, en virtud de la Pragmática Sanción de 27 de febrero, el 2 de abril de ese año, siendo el Superior del Seminario el padre jesuita irlandés Juan King, que se encontraba enfermo, no se tuvo en cuenta en la orden la expulsión de los irlandeses, por cuanto gozaban de la protección real. Por orden del comisionado del Gobierno para la expulsión, don Pedro Pablo Pereda Gutiérrez, alcalde mayor en propiedad y corregidor interino de Salamanca, hizo reunir en el Claustro principal al procurador padre Juan Francisco Ubegui, al cocinero Manuel de la Peña y a los 12 estudiantes, a quienes se les comunicó que en lo sucesivo habían de obedecer al nuevo rector interino, que sería el sacerdote don Francisco Nieto, sustituto del padre King, a quien se destituía por no seguir la escuela tomista.

Ubegui fue conducido al convento de san Agustín y una vez mejorado King, también fue llevado al mismo convento. A Ubegui y al resto de procuradores se les retuvo durante dos meses para responder de haciendas y papeles y a King se le entregaron 80 guineas de oro como viático para su desplazamiento fuera de España.

Se nombró Rector al doctor Birmingham y en 1769 se incorpora a Salamanca el Colegio de Santiago. En 1785, prohibe Carlos III la admisión de nuevos alumnos en el Colegio de san Jorge de Alcalá de Henares y por ello se produce su anexión al de san Patricio de Salamanca, mediante Real Decreto de Carlos IV, en 1790.

En 1780, previa solicitud a Carlos III, los cuatro arzobispos irlandeses, que habían estudiado en Salamanca, nombran como Rector del colegio salmantino a Patrick Curtis (donde se le conoció como Patricio Cortés). Durante su mandato, que duró de 1781 a 1817, salen del Colegio tres arzobispos: Dublín, Cashel y Tuam; dos obispos: Ossory y Cloger y el propio Curtis fue promovido al arzobispado de Armagh, Primado de Irlanda, en 1817. Le sustituye como Rector Patrick Mangan cuyo mandato abarca hasta 1830.

Con motivo de la expulsión de los jesuitas Carlos III reunió al Consejo extraordinario el 21 de mayo de 1768 que dispuso segregar el edificio de la Clerecía en 4 partes: Alumnos irlandeses de cuantos colegios funcionaban en la península; Real Convictorio Carolino, en perpetua memoria del monarca, becando 60 estudiantes de lenguas orientales, teología dogmática, medicina y matemáticas como internos, sueño de Campomanes que no llegó a realizarse; Seminario Conciliar con alojamiento para 50 seminaristas y Real Clerecía de san Marcos, a la que se adjudicaba la iglesia y sacristía. Se terminaron en 1769 las obras de adaptación. 

El obispo Felipe Bertrán y Casanova persiguió, sin éxito, que la parte oriental, que era la más acomodada en lo que se refiere a corredores, aposentos, librería y demás dependencias, asignada a los irlandeses fuera para los seminaristas.

Con motivo de la guerra de la independencia sufrió todo el edificio, entre 1801 y 1812, la ocupación de las tropas del general Leclerc y del general Bonnet, siendo en 1801 hospital militar y al año siguiente hospital general con la organización de un hospital de sangre para 1.000 soldados en 1810 y la voladura en 1812 del polvorín, de la que se ha hecho mención, que ocasionó destrozos en el pabellón de los irlandeses hasta el punto de que prefirieron abandonar las instalaciones a proceder a su reparación. Su edificio fue objeto de pillaje y algunas de sus piedras fueron utilizadas para la espadaña del ayuntamiento en la Plaza Mayor. Doce de los estudiantes irlandeses sirvieron como intérpretes en la filas del ejército de Wellingthon y también prestó sus valiosos servicios el rector Patrick Curtis. El 10 de octubre de 1811 los franceses trasladan a Valladolid a bastantes enfermos, entre ellos el rector que había sido de los Irlandeses en 1797, don Patricio Cortés.


    

Dos vistas de la portada del edificio del arzobispo Fonseca, sede del colegio de Nobles Irlandeses desde 1827 hasta 1830 y posteriormente a partir de 1838. La imagen de la izquierda corresponde a una tarjeta postal de la Editorial PHG, con edición Guillén, mientras que la de la derecha es una fotografía obtenida por un aficionado belga en 1929


Desde 1812 se instalan los militares españoles. A su vuelta a Salamanca en 1818 los irlandeses encontraron su pabellón ocupado por tropas militares por lo que se instalan provisionalmente en el palacio de las Cuatro Torres y dada la elevada renta que tienen que pagar solicitan el edificio abandonado del arzobispo Fonseca, como compensación por la pérdida de sus locales. En 1827 tienen acogida por arrendamiento en el edificio del Colegio Mayor y tienen que abandonarlo en 1830 por realizarse obras de reforma. Han de esperar hasta 1838 en que se les concede en precario y de nuevo en arrendamiento perdurable, mediante acta de posesión firmada el 30 de noviembre, pero no en su totalidad, pues no se le entrega la hospedería que pasó a manos de la Junta del Colegio Científico, tras haber sido en 1822 fábrica de hilaturas, donde trabajaban los hospicianos, hospital y casa de socorro. Logran el edificio gracias a la influencia del embajador inglés sir George Villiers que intercede ante el Ayuntamiento salmantino. Logran el edificio gracias a la influencia del embajador inglés sir George Villiers que intercede ante el Ayuntamiento salmantino.

La hospedería en 1843 es arrendada a la Hacienda militar sirviendo como hospital para la tropa al mando del general Manuel de la Concha.

En 1875 arriendan la hospedería, destinada por entonces a Hospital Militar y de Coléricos y la subarriendan a la Casa de Misericordia. En 1901 la hospedería pasa a ser de la Facultad de medicina que instala allí parte de sus dependencias hasta 1988.

En 1838 por parte del Gobierno hace la entrega don Vicente García Arias y la recepción por parte del Colegio el rector don Francisco Fleix y Solano, dando cuenta de dos Reales Ordenes del Ministerio de la Gobernación sobre la reclamación de don Patricio Mangan, Rector del colegio, para que se les reintegren las posesiones del edificio que le había sido adjudicado en 1827.
    
Tarjeta Postal de la Hospedería de Fonseca convertida ya en Facultad de Medicina


Accede la Reina Gobernadora y manda que se le reintegre el local que ocuparon en 1827 y años siguientes hasta 1830, sin más demora y sin que se pongan obstáculos por las autoridades, pero en la inteligencia de que esta disposición no prejuzga la cuestión de propiedad. El Rector hace presente que existiendo algunos efectos y enseres que le serían útiles pudieran entregársele previa tasación y se accede a ello, mandando se forme el correspondiente inventario, descontando de su importe la cantidad que les adeude la Pagaduría del Ministerio, poniendo el Rector a disposición del Comisionado las llaves del edificio. 

Hasta 1868 seguían los estudios de teología en la Universidad, pero suprimida esta facultad, los siguen en el Seminario, siendo modelo de aplicación e irreprensible conducta.

El 17 de marzo de 1886 tuvo lugar una velada literario musical en honor de san Patricio. Fueron interpretados 16 números, destacando el Ecce Panis Angelorum, de Lorenzo Perosi, cantado a dúo por los señores Byrne y Sands, el Ave María de Gounod, por D. F. Moro o los Matadores de la Traviata de Giuseppe Verdi, por Byrne, Sands y Macshanc. El rector Juan Cowan y el obispo padre Cámara cambiaron afectuosos saludos en sus respectivos discursos, destacando el paralelismo entre la isla de Irlanda y la península ibérica en sus sufrimientos religiosos y comparando a san Patricio y a Santiago como apóstoles de la religión del Crucificado. 

A finales del siglo XIX es rector del Colegio de los Irlandeses el reverendo Juan Cowan, que muere en 1898 y el eminentísimo cardenal Loque, Primado de Irlanda, nombra al alemán Guillermo Mac Ginn. 

 

En esta época los estudiantes irlandeses sorprenden a los salmantinos jugando al futbol en los descampados de la ribera del Tormes, con las sotanas remangadas, cuando el juego del balompié era desconocido en España. Forman un equipo que denominan Hamilton C.F. que sigue jugando bajo la rectoría de Michael J. O´Doherty, (1874/1949) sacerdote en 1897, que estudió en Ballaghadereen y Maynooth y llegó a Salamanca el 5 de noviembre de 1904, doctorándose en Teología en 1907. Es nombrado en 1911 obispo de Zamboanga en las Filipinas y en 1916 arzobispo de Manila. Le sustituye su hermano Dionisio, que inscribe al equipo para disputar la 6ª Copa de su Majestad Alfonso XIII en 1907 y participa junto con el Madrid F.C., el Club Vizcaya, el Vigo F.C. y el Recreativo de Huelva. La Copa se juega en el hipódromo de la Castellana de Madrid por el sistema de liguilla, consiguiendo el 4º puesto por encima del Recreativo, en partidos celebrados los días 25, 27 28 y 29 de marzo de 1907.     
Equipo irlandés del Colegio de Salamanca. La Ilustración Española 08-04-1907

El equipo salmantino estaba formado por: James Walsh; Michael Donogher y Danny Tallen; Michael O´Sullivan, Laurence Fahy y Patrick Wins; Andrew Doocey, Danny M. Hugh, Patrick Reid, Henry Killeen y Michael Killeen, siguiendo el tradicional sistema de un portero, dos defensas, tres medios y cinco delanteros. Vestían camiseta blanca, cruzada por una banda estrecha con los colores de la bandera irlandesa: naranja, blanco y verde y pantalón negro, trajes pedidos a Inglaterra. Exhibían la bandera irlandesa antes de que fuera adoptada en 1919. 

Ya en 1913 se ha afianzado el futbol en Salamanca y compiten diversos equipos, entre ellos el “Club Deportivo”, que se enfrenta el 25 de mayo al conjunto irlandés formado por: Portero: Mactaw; defensas: P. Gibney y M. I. Donoghy; medios: Corco Ram, J. Walsh y P. Morgan y delanteros: Cummino, J. Cosc, Donegem, Mames y Varkin. Por los locales: Hernansaez; Mateo y Cuadros; Alzaga, Ulibarri y Gomendio; Recondo, Segarra, Sánchez Tabernero, Unamuno y Vargas. (Los tres últimos populares en Salamanca: hijo del marqués de Llén, hijo del Rector y del afamado arquitecto). 

En 1904 hay polémica sobre una carta en la que se afirma la pretensión del traslado del Colegio al extranjero, para lo que se va a nombrar un nuevo Rector con el exclusivo objeto de promover la venta de los bienes del Colegio, liquidando todos sus bienes.

En 1910 eran 30 los estudiantes y asistían al Seminario Diocesano en lugar de a la Facultad de Teología de la Universidad, apoyados por antiguas donaciones y sujetos al control del gobierno español. En 1912 existen los siguientes Colegios: Uno en París, otro en Roma y el de Salamanca. La forma de enviar becarios a Salamanca es que las 27 diócesis irlandesas tienen derecho a nombrar uno cada una y las dos de Dublín, dos cada una. Los exámenes se celebran en el mes de setiembre en esta ciudad y de ellos salen los elegidos, que cursarán 6 años de estudios en Salamanca, siendo el máximo de estudiantes 28. 


Vista parcial del patio Colegio de Arzobispo Fonseca, Salamanca,
con estudiantes irlandeses , principios del siglo XX.
(Archivo de Salamanca. Maynooth)


El 30 de junio de 1923 informa el Administrador de los Colegios Mayores sobre la situación fiscal de los edificios Colegio del Arzobispo y Hospedería, que aunque el edificio del colegio de Santiago Apóstol se incluyó en el Inventario formado en 1886, no se dio después de alta en el Registro Fiscal, ni se figuró en la relación para el pago de Derecho reales sobre personas jurídicas, ni es legalmente posible tampoco inscribir su posesión a nombre de la Junta del Colegio Científico en el Registro de la Propiedad, considerándose ya este edificio como de ajena pertenencia, y dándose en su consecuencia definitivamente de baja para todos los efectos en el aludido Inventario. Por lo que se refiere a la Hospedería nada tiene que ver con el anterior edificio y es la Junta quien continúa en la posesión civil por su inscripción en el año 1905.

En 1931 el Colegio Fonseca fue declarado Bien de Interés Cultural.

    


Ocupan el Colegio de Santiago el Zebedeo, también así llamado, hasta julio de 1936 al estallar la guerra civil, que les sorprende en una casa de verano, adquirida en 1920 en Pendueles, cerca de Llanes en Asturias, conocida como “Casona de Verines” que construyó un indiano. Salen para Bayona en Francia, gracias a las gestiones de Franco, con la ayuda del departamento de Asuntos Extranjeros de Dublín y del Almirantazgo británico.

Al volver el vicerrector Alexander Mac Cabe se encuentra el colegio requisado y ocupado por los alemanes que lo han convertido entre junio de 1937 y mayo de 1939 en la sede de su Embajada. Finalizada la guerra su intento de volver se ve frenado por el estallido de la guerra europea y es nuevamente ocupado el colegio, esta vez por los militares españoles, movilizados ante una probable invasión.  

En 1944 queda libre para ser cedido al Obispo de Salamanca fray Francisco Barbado Viejo, gran Canciller de la recientemente creada Universidad Pontificia para solucionar el alejamiento de los clérigos que venían a estudiar. Los obispos irlandeses se plantean cerrar el Colegio de Salamanca, por lo que se constituye una Comisión de obispos irlandeses compuesta por los de Galwy y Meath, que con los españoles de Valladolid y Salamanca, se reúnen en el palacio episcopal el 9 de abril de 1944, no llegando a un acuerdo sobre la propiedad del colegio, chalet y tierras adquiridas en distintas épocas y el obispo de Salamanca, para desbloquear la situación sugiere una visita el Generalísimo Franco y éste solucionó el problema accediendo a que los irlandeses se llevaran el archivo histórico del Colegio, (que contaba con más de 50.000 documentos que se enviaron al Colegio de St. Patrick en Maynooth, cerca de Dublín), que se vendieran el chalet y las tierras y que el importe se transfiriera a Irlanda, añadiendo que, si alguna vez Irlanda necesitaba de nuevo ayuda o refugio, España respondería.

Obtenidos los oportunos permisos de Roma se transfirieron dos millones de pesetas y se instituyeron dos becas, mantenidas hasta los años 80, con la denominación “Salamanca” una para un eclesiástico y la otra para un seglar, libremente elegidos por la Universidad española a través de la Universidad nacional de Irlanda. El Colegio de los Nobles Irlandeses de Salamanca fue definitivamente cerrado en 1951.

En tiempos del rector de la Universidad, don Esteban Madruga, que sustituyó a don Miguel de Unamuno y rigió la Universidad hasta 1951, se recuperó la zona de la Hospedería inscribiéndose legalmente en el Registro de la Propiedad y se efectuaron los trámites precisos para que el edificio pasara al patrimonio de la Universidad. 

El 8 de marzo de 1962, por Decreto Ley de la Jefatura del Estado, el edificio del colegio pasa definitivamente al Estado español, al mismo tiempo que todos los bienes que en España posee la Jerarquía Católica Irlandesa valorados en 3.054.544 pesetas.

El Colegio Mayor del Arzobispo, en tiempos del Rector Felipe Lucena Conde, pasó a denominarse “Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca” y hoy se conoce solo por “Fonseca”, olvidando el Fonseca de la Diputación; está destinado a Residencia de postgrados y acoge actos culturales, siendo célebres sus “Noches de Fonseca”. El rector Lucena está enterrado en Salamanca en la galería de san Antonio, en el nicho 389 y el rector Unamuno en el 340. 




Bibliografía.


El Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca en Salamanca, Manuel Sendín Calabuig. 

La misión de Irlanda.- Enrique García Hernán.

Historia de las antigüedades de Salamanca, Gil González Dávila.

Historia de Salamanca, Manuel Villar y Macías.

La Universidad de Salamanca-Arte y tradiciones, Julián Alvarez Villar.

Los Irlandeses en Salamanca: Un legado secular, Román Alvarez Rodríguez.

Compendio histórico de la ciudad de Salamanca, Bernardo Dorado.

Coloridas vestimentas de los colegiales universitarios, José María Hernández   Pérez.

Los Archivos de Salamanca. Richardson, Regina Whelan (1995) Tesoros de la biblioteca de Maynooth: de las colecciones de St. Patrick's College. Real Academia Irlandesa, Dublín















La Posada de la Cadena

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Por José María Hernández Pérez
                28/11/20 Rev. 00




Situada en el Pozo Amarillo, 13 (actual, 23), en la casa que fue de los Águila, databa del siglo XV, construida frente a la calle de Caleros, colindando con la trasera del convento de san Antonio el Real. Sobre los balcones señoriales de hierro de la segunda planta tenía unas preciosas tozas góticas, acompañadas de los escudos de los Villafuerte y en los balcones inferiores tuvo al principio bonitos ajimeces, luciendo bolas bajo los aleros. Colgaba en las puertas del establecimiento una cadena por haber sido aposento real. (Distintivo que hoy todavía luce el Palacio de Monterrey, por idéntica razón). En 1480 sufrió una gran transformación, durante la decadencia del gótico, sustituyendo la denominación de Casa del Águila por el de Casa de La Cadena. Al derruirse el edificio, las tozas y escudos pasaron al Museo Provincial. 


La posada de la Cadena. Fotografía de D. Luis González de la Huebra

Fernando Araujo en “La Reina del Tormes” afirma que la Casa del Águila o de la Cadena dio albergue a Juan I. 

Su utilización como mesón y posada viene de antiguo: El Catastro de Ensenada (1749-1759) dice: “otro mesoncillo llamado del Pozo Amarillo, donde es mesonero Manuel de la Concepción y pertenece a don Francisco Ordóñez, a quién paga de renta ciento sesenta y cinco reales”. Otro Censo posterior refiere que: es propiedad de Francisco Ordóñez Flores y Godínez, que consta de planta baja, con paneras y corral, que renta 600 reales, tamaño 30 x 33 varas y está “mal parada”. (Francisco Ordoñez, II marqués de la Roqueta, vivió entre 1664 y 1726).

La posada de la Cadena. Fotografía de D. Cándido Ansede
    
Al fallecer el 16 de enero de 1847 doña Jacoba Ramona Rascón y Cornejo, III vizcondesa de Revilla de Barajas , casada con don Rafael Bermúdez de Castro y Gómez (también conocido como Rafael Bermúdez de Castro y Mejía), la “Casa de la Cadena” la recibe su hijo Juan Bermúdez de Castro y Rascón, IV vizconde de Revilla, según consta en las capitulaciones matrimoniales de su primer matrimonio con doña Esperanza Lamamie de Clairac y Trespalacios. “Casa llamada de “La Cadena” de la calle del Pozo Amarillo, lindante por el Naciente con dicha calle, Mediodía y Poniente con huerta de otra casa de la testamentaría y casa de don José Fuentes y Norte con corral del edificio de San Antonio. Procede esta finca del haber paterno de la Señora Vizcondesa y fue adquirida en veinticuatro de setiembre de mil ochocientos seis por escritura ante Don Pedro García: renta anual setecientos setenta reales y según la tasación del arquitecto número doce vale diez mil doscientos treinta reales. Esta casa tiene sobre sí un censo de capital de cuatro mil reales y ciento veinte de sus réditos anuales y como se debe adjudicar con la misma carga se rebaja del valor dado por el arquitecto quedando reducido aquel a seis mil doscientos treinta reales.”

El domingo 12 de setiembre de 1897, en plenas Ferias, se hunde el piso de una de las habitaciones de la “Posada de la Cadena”, cayendo 20 personas entre los escombros, no habiendo que lamentar más que tres de ellas heridas con ligeras contusiones. En la planta baja había otras dos personas y 6 caballerías que tampoco resultaron dañadas. 

En 1902 don Luis Maldonado y Fernández Ocampo adquirió a don Juan Bermúdez de Castro la finca en la calle de Toro que había sido propiedad de los vizcondes de Revilla de Barajas al menos desde tiempos de D. Julián Félix Rascón y Barrientos (también llamado Julián Rascón Cornejo Rodríguez de la Banda), que vivió allí entre 1720 y 1791. Don Luis Maldonado, que a partir de entonces tendría su domicilio habitual en dicha finca, calle Toro 38 (hoy 22 ), completó su operación inmobiliaria con la compra de la casa de la Cadena y junto a D. Cándido Torres del jardín que fue de los señores Ansede y Compañía propietarios hasta 1899 del hotel de las Cuatro Estaciones en la esquina de la calle Toro con Ventura Ruiz Aguilera.

Se traspasaba o vendía la Posada en 1905, anunciando que se trata de un espacioso local con varias fachadas de piedra de cantería y que su dueño vive en Azafranal 21, y en 1910 la regentaba Amador Martín, teniendo 10 habitaciones con 20 camas.

En los salones de la Posada de La Cadena, el 29 de noviembre de 1906, se pone de manifiesto el repartimiento de cuotas que ha efectuado el gremio de Paradores y Mesones.

Con motivo del ensanchamiento a 10 metros de la calle del Pozo Amarillo, previsto en la alineación de calles del arquitecto municipal don Pedro Vidal en 1898, se hizo necesario demoler, en 1931, el recodo que hacía la Posada de la Cadena y las siguientes casas hacia la plazuela de santa Eulalia, que producían un taponamiento a partir de la desembocadura de la calle de Caleros, dando origen en su día a la estrechísima calle de la Guerra, que desapareció dejando diáfana la comunicación directa del Pozo Amarillo con la plazoleta.

En el solar que dejaba la posada de la Cadena construyó D. Francisco Diego en 1935 un edificio de viviendas, que primero había sido concebido como Hotel Comercio, con proyecto de D. Francisco Gil en estilo racionalista.



Juan I de Castilla





    

Juan I de Castilla, al que se refiere Fernando Araujo, es el 2º de la casa de Trastamara, hijo de Enrique II de Castilla, el de las Mercedes, y de Juana Manuel de Villena, nacido el 24 de agosto de 1358, que se casa en el convento de san Francisco de Soria en el mes de mayo de 1375 con doña Leonor de Aquitania o de Aragón, hija de Pedro IV, el Ceremonioso, durando los festejos más de un mes entre boda, tornaboda y fiestas de san Juan. Dispuso se cantara una Misa de la Trinidad cada día, concediendo a los fieles un juro perpetuo de 4.000 maravedís sobre la martiniega de Soria.

En la misma iglesia acababa de recibir sepultura el Rey de Mallorca, Jaime IV, desgraciado personaje fallecido en la Corte de Almazán en 1375 y el todavía Príncipe Juan le traslada con toda pompa al convento de san Francisco. Comenzó su reinado en 1379, trasladando la Corte a Burgos y concedió a su esposa el Señorío y Gobierno de Salamanca en 1381, teniendo con ella 3 hijos: Enrique III, el Doliente, rey de Castilla entre 1390 y 1406, casado con Catalina, nieta de Pedro I de Castilla e hija del duque de Láncaster; Fernando I, de Aragón o de Antequera, rey de la corona aragonesa entre 1412 y 1416, casado con Leonor de Alburquerque y Leonor, que nace al morir su madre en el parto en 1382 en Cuellar (Segovia), con tan sólo 24 años.

En la misma iglesia acababa de recibir sepultura el Rey de Mallorca, Jaime IV, desgraciado personaje fallecido en la Corte de Almazán en 1375 y el todavía Príncipe Juan le traslada con toda pompa al convento de san Francisco. 

Comenzó su reinado en 1379, trasladando la Corte a Burgos y concedió a su esposa el Señorío y Gobierno de Salamanca en 1381, teniendo con ella 3 hijos: Enrique III, el Doliente, rey de Castilla entre 1390 y 1406, casado con Catalina, nieta de Pedro I de Castilla e hija del duque de Láncaster; Fernando I, de Aragón o de Antequera, rey de la corona aragonesa entre 1412 y 1416, casado con Leonor de Alburquerque y Leonor, que nace al morir su madre en el parto en 1382 en Cuellar (Segovia), con tan sólo 24 años. 

En su reinado comenzó a contarse el tiempo en España con arreglo a la Era de Cristo, aboliéndose la conocida como Era Hispánica o de Augusto.

Juan I, en el conocido como Cisma de Occidente, reunió en Concilio en Salamanca, cuyo obispo era Alonso Barrasa, a todos los prelados y próceres con motivo de la llegada del cardenal Pedro de Luna, que venía por orden del papa Clemente VII, residente en Avignon, para dar por nula la elección de Urbano VI, como hecha sin libertad y con violencia y proclamar legal y canónica la del papa Clemente VII, cardenal Roberto de Ginebra, candidato francés, mediante decreto dado “en la nuestra cibdad de Salamanca a catorce de las Calendas de Junio que es a diez e nueve días de Mayo, año del Nascimiento de Nuestro Señor Jesu-Christo de mil e trescientos e ochenta e uno, en el tercer Año de Nuestro Regnado”.

En el citado año de 1381, el 27 de marzo, había muerto en Salamanca la madre del rey Juan I, doña Juana Manuel, haciéndose sus reales exequias con toda la magnificencia que se acostumbraba en la ciudad y sus restos fueron trasladados a la Capilla de los Reyes Nuevos de la Catedral de Toledo, junto a su esposo. 

    

Miniatura del siglo XV de un manuscrito de
las Crónicas de Jean Froissart, que
representa el Gran Cisma de la Iglesia
católica iniciado en 1378 Gallica-BNF

Se firman las Capitulaciones matrimoniales el 2 de abril de 1383 en Salvatierra de Magos y casa de nuevo Juan I, el 17 de mayo, según unos en Elvas y según otros en la capilla de san Juan Bautista de la catedral de Badajoz, con la hija del rey de Portugal don Fernando I y su esposa doña Leonor Téllez de Meneses, doña Beatriz, nacida el 13 de febrero de 1373 en Coimbra por lo que solamente contaba 10 años de edad y desde ese momento, aparte de ser Reina de Castilla por su matrimonio, hereda los títulos de su antecesora en el trono, (Señorío y Gobierno de Salamanca) nombrando Juez a Fernán Ruiz de Toro y las villas y lugares de Medina, Cuellar, Olmedo, Arévalo y Vila Real, conservándolos hasta que por imposición de Enrique III, es desposeída de ellos, pero conservando mientras viviera las alcabalas y las otras rentas. 

Sepulcro de Beatriz de Portugal. Monasterio 
del Sancti Spiritus de Toro. wikipedia

    

Murió a los 38 años, habiéndose retirado al Real Monasterio de Sancti Spíritus de Toro, de dominicas contemplativas, tras el Tratado de Ayllon de 1411. Su sarcófago-mausoleo, de estilo gótico borgoñés, en alabastro de Cogolludo, se encuentra en el coro del citado monasterio. Sobre el sepulcro se encuentra la estatua yacente con la cabeza apoyada sobre almohadones, amplia saya y manto real, cubierta la cabeza con toca de rico brocado. Sostiene un libro abierto con las manos enlazadas sobre el pecho y lleva chapines de la época. Sobre la cabeza dos ángeles apoyados en el extremo del almohadón sostienen la corona real. Se cree que el autor sea el maestro del túmulo de la capilla de san Bartolomé de la Catedral Vieja de Salamanca, cuyo nombre se desconoce. El Maestre de Avís reunió un numeroso ejército haciendo frente a las huestes de don Juan, que defendiendo los derechos de su esposa, puso cerco a Lisboa, no pudiendo tomarla como consecuencia de una terrible epidemia que diezmó sus tropas.

En 1384 llega a Salamanca para continuar la conquista de Portugal, alojándose en la posada de La Cadena, junto con su esposa, rindiéndole respeto el obispo de la diócesis salmantina don Juan Castellanos y agasajándole la nobleza de Salamanca, que aportan abundantes donativos para su empresa y acompañan a ambos, pasando a Portugal por Ciudad Rodrigo. Beatriz regresa a Salamanca el 9 de setiembre de 1384 y Juan continúa al frente de sus tropas en la guerra contra los portugueses y encontrándose muy enfermo otorga testamento en Cellorico de Vera en Cáceres, siendo vencido en la batalla de Aljubarrota, el 15 de agosto de 1385, por las tropas lusas y los arqueros británicos, muriendo gran cantidad de caballeros castellanos, entre ellos el padre del marqués de Villena, el de la Cueva de Salamanca, en la iglesia de san Cebrián y a punto estuvo de fallecer el propio Rey al perder el caballo, si no hubiera acudido, prestándole el suyo, González de Mendoza, pudiendo huir a Santarem, camino de Sevilla. 

Batalla de Aljubarrota. Miniatura: Jehan de Wavrin, Anciennes et nouvelles
chroniques d'Angleterre. British Library


Impulsó una reforma religiosa fundando el monasterio de san Bartolomé de Lupiana en Guadalajara, casa madre de la Orden jerónima en España, por bula de Gregorio XI, otorgada el día de san Lucas de 1373. Destacó por su tolerancia hacia los judíos. En 1385 creó el Consejo Real de Castilla como cuerpo burocrático compuesto por cuatro prelados, cuatro caballeros y cuatro ciudadanos. En 1388 crea el título de Príncipe de Asturias, para el heredero de la Corona de Castilla, que recae en su hijo Enrique III, de 9 años y su esposa Catalina de Láncaster.

Juan I de Castilla en la Plaza Mayor
de Salamanca. Wikipedia (Tamorlan)

    

Muere Juan I el 9 de octubre de 1390 en Alcalá de Henares, como consecuencia de la caída de un caballo al salir de misa y pasando revista a la formación de 50 caballeros Farfanes benimerines, descendientes de los reyes godos, a los que dio acogida junto a sus mujeres e hijos. Se encuentra enterrado en la capilla de los Reyes de la Catedral de Toledo. No tuvo descendencia con Beatriz, aunque algunos historiadores afirmen que nació el infante Miguel, situando el alumbramiento entre 1384/1385, sin caer en la cuenta de que en esas fechas Beatriz solamente tenía once o doce años. 

Se contempla su efigie en un medallón de la Plaza Mayor, tallado por Alejandro Carnicero entre 1730 y 1733, que ocupa el quinto lugar de las enjutas del Pabellón Real o de san Fernando, precediéndole el desaparecido medallón de Francisco Franco, el de su abuelo Alfonso XI, el Justiciero, el único Rey nacido en Salamanca y bautizado en la Catedral Vieja en una pila bautismal que se conserva a la entrada, el de Pedro I, el Cruel y el de Enrique II, su padre, también conocido por el de las Mercedes o por el Fratricida, por haber dado muerte a su hermanastro Pedro I, en los campos de Montiel, para acceder al trono. El medallón de Juan I fue restaurado en 1812 y recuperada su policromía original en junio de 1999.



Juan de Aragón y Castilla (príncipe de Asturias)

Con el príncipe D. Juan, hijo de los Reyes Católicos, vuelve a hablarse de la Casa de la Cadena, aunque no esté muy claro que falleciera en ella, como afirma Santiago Juanes en LA GACETA, el 19 de febrero de 2018, cuando dice que: el 4 de octubre de 1497 fallece en la Casa de la Cadena el Príncipe Don Juan.

Escultura del príncipe D. Juan de Agustín Casillas, erigida
para la celebración del quinto centenario de su muerte, en 1997

    

Para empezar no es cierta la fecha que se cita como el óbito, 4 de octubre de 1497, queriendo hacerlo coincidir con la festividad de san Francisco, mientras los documentos acreditan que hizo testamento el citado día, que no pudo firmar y falleció tres días después, según Bernardo Dorado.  El testamento es redactado por su Secretario, Escribano Público y Notario, Gaspar de Bricio, (hermano de Beatriz Galindo “La Latina”) actuando como testigos fray Diego de Deza, su Confesor privado fray García de Padilla, (quien cerró los ojos del Príncipe), Juan Velázquez de Cuellar su Contador Mayor, Pedro Mayor de Guzmán su Camarero y el doctor Soto, su Médico de cabecera. El testamento es redactado por su Secretario, Escribano Público y Notario, Gaspar de Bricio, (hermano de Beatriz Galindo “La Latina”) actuando como testigos fray Diego de Deza, su Confesor privado fray García de Padilla, (quien cerró los ojos del Príncipe), Juan Velázquez de Cuellar su Contador Mayor, Pedro Mayor de Guzmán su Camarero y el doctor Soto, su Médico de cabecera.

Para José Sánchez Rojas, en el Mundo Gráfico, del 21 de enero de 1931: Tiene una bella tradición esta posada. Fue palacio de los Reyes Católicos; en ella nació aquel Príncipe Don Juan, que fue guapo mozo, enamoradizo y rubio. Tal vez, de no haber muerto tan tempraneramente este guapo mozo, los destinos de nuestro pueblo hubieran sido harto diversos. Pero el sino de Don Juan fue breve y melancólico. Cuando le parió su madre hubo eclipse total de sol en la urbe. Y una fuerte inundación del Tormes… Esta Posada de las Cadenas, que se trocará dentro de unos meses en una casa más, acaba con la huella del buen Príncipe Don Juan… 

Ajimeces en la casa de la Cadena. Foto Buxaderas Gombau en la
Basílica Teresiana, 01 de abril de 1917 

También se dice que ocurrió en la Casa de la Cadena su fallecimiento, habiendo enfermado en Medina del Campo, viajando hacia Portugal a la boda de su hermana Isabel, que efectivamente se casó con Manuel I el Afortunado, tras quedar viuda del infante Alfonso de Portugal, con quien había contraído matrimonio en Estremoz el día 3 de octubre de 1490. 

Lo que sí es cierto es que la reina Isabel que junto con el rey Fernando y la princesa Isabel parten de Medina del Campo el 13 de setiembre de 1497 hacia Valencia de Alcántara donde se celebraría la boda el 30 de setiembre, decidió que el príncipe enfermo, que había llegado en esos días a Salamanca, ya que era su Señor y Gobernador desde 1496 y comenzaba a ejercer sus funciones, fuera atendido en la capital, de donde era obispo desde 1494 su amigo el dominico fray Diego de Deza, preceptor y hayo del Príncipe, en cuyo palacio episcopal, edificado en 1436 por el obispo don Sancho de Castilla, fue alojado.

Según Eleuterio Toribio Andrés, el Príncipe llegó a Salamanca en compañía de su maestro fray Diego de Deza, ya obispo de la ciudad, y se alojó en la calle de Zamora en la casa del marqués de Coquilla.

El Príncipe Juan nació en el Real Alcázar de Sevilla el 30 de junio de 1478 a las once horas, asistido por la comadrona conocida como “La Herradera”. Fueron sus padrinos en la ceremonia del bautizo, celebrada con toda solemnidad, el día 9 de julio, oficiada por el Cardenal y Arzobispo de Toledo, Pedro González de Mendoza, el Nuncio de Su Santidad, Nicolás Franco; el Conde de Haro y Condestable de Castilla, don Pedro Fernández de Velasco; don Rodrigo Alonso de Pimentel, Conde de Benavente y el Embajador de Venecia, actuando de madrina doña Leonor de Mendoza, Duquesa consorte de la Casa de Medina Sidonia. Fue amamantado por doña María de Guzmán y al abandonar el pecho de la nodriza se hizo cargo de él su ama seca, doña Juana Velázquez de la Torre, hermana de uno de los secretarios de la Reina Isabel.

Es desde su nacimiento príncipe de Gerona y duque de Montblanch, que van unidos; conde de Cervera, unido desde 1414 al de Príncipe de Gerona y señor de Balaguer, también unido al Principado de Gerona. Es jurado como Príncipe de Asturias por las Cortes reunidas en Toledo. En las Cortes de Toledo el 1 de abril de 1480 es nombrado heredero de los tronos de Castilla y León en la iglesia de santa María y en la de san Pedro de Calatayud el 20 de mayo de 1481, heredero del reino de Aragón. Le fueron donadas las villas de Alcázar, Alhama, Baeza, Cáceres, Ecija, Jaén, Logroño, Loja, Ronda, Toro, Trujillo, Ubeda, el Burgo en la serranía de Ronda y la fortaleza de Montexica en Granada.

Desde pequeño estuvo presente en los grandes acontecimientos por deseo expreso de sus padres. Se encuentra en Barcelona en 1482 con motivo de que se implante la Inquisición en la Corona de Aragón. Fue armado caballero en mayo de 1490 en la guerra de Granada, apadrinado por el duque de Medina Sidonia y el marqués de Cádiz. En la toma de Granada las llaves de la ciudad entregadas por Boabdil pasan del Rey a la Reina, de ésta al Príncipe y finalmente las recibe el conde de Tendilla. Estaba en Barcelona el 7 de diciembre de 1492 cuando el acuchillamiento del Rey Católico por el enajenado payés Juan de Cañamares, al salir del Palacio Real Mayor, ordenando la Reina que fuera trasladado desde la posada en que se encontraba con don Sancho de Castilla al Palacio. El 19 de enero de 1493 firma el Tratado de Barcelona para concertar la paz con Francia. También en Barcelona apadrina el bautizo de los 6 indios que trajo Colón en su primer viaje en la Catedral, a finales de mayo de 1493, oficiando el cardenal Pedro García de Mendoza, tomando a uno de ellos a su servicio bautizándolo como Juan de Castilla y ordenando que fuera tratado como los hijos de los nobles. Fue Lugarteniente General del 13 de setiembre al 8 de octubre de 1493, además de Gobernador General de la Corona de Aragón, con residencia en Barcelona. Está presente en las Capitulaciones del Tratado de Tordesillas de 7 de junio de 1494 en que se reparten el poder marítimo España y Portugal.

Óleo de Salvador Martínez Cubells de 1877 en el Museo Palacio del Senado de España
que representa a la reina Isabel la Católica y al cardenal Cisneros, entre otros
personajes, educando al príncipe Juan.

Recibió una educación completa preparándolo como heredero de los Reyes Católicos, dotándolo de una Casa que era en realidad una Corte a su medida. Su vena musical le llevó a tocar varios instrumentos: órgano, clave, claviórgano, clavicordio, vihuela de mano y flauta, habiendo tenido músicos a su servicio desde los 9 años. Fue aficionado a la caza dedicándose especialmente a la cetrería.

Cuando cuenta un año de edad es prometido a doña Juana, hija de Enrique IV, conocida como “La Beltraneja”, pero dadas las condiciones del contrato en que se deja al libre albedrío del novio tomarla o no al llegar a edad conveniente, opta por una indemnización de 100.000 ducados y decide profesar en el convento de santa Clara de Coimbra, del que sale con frecuencia, otorgándole protección los reyes portugueses, en el castillo de san Jorge de Lisboa. Siempre firmó como “Yo, la Reina”.

En agosto de 1479 se propone el matrimonio con Catalina, hija menor de Eduardo IV de York, nacida ese mismo año, pero no fructifica por los intereses comunes con Francia.

Para asegurarse Navarra se concierta el matrimonio con Catalina, reconocida por las Cortes navarras el 10 de febrero de 1493, pero ésta se casa con Juan de Albret, presionada por el rey de Francia Luis XI. 

El rey Fernando de Nápoles propone a los Reyes Católicos una triple boda: el Príncipe con una de sus hijas, la infanta Isabel con el príncipe de Capua y la infanta Juana con un hermano del duque de Milán, pero tampoco llega a buen puerto. 

Se intenta en 1483 que la princesa Ana de Bretaña se case con el Príncipe (boda que no es del agrado del rey Fernando) pero finalmente Ana se casa con el Delfín francés, luego Carlos VIII.

El 20 de enero de 1495 y en Amberes firmó el embajador Francisco de Rojas las Capitulaciones matrimoniales de los hijos de los Reyes Católicos, Juan y Juana con los hijos de Maximiliano I de Austria, Margarita, nacida en Bruselas el 10 de enero de 1480 y Felipe. El casamiento por poderes se efectuó en Malinas el 5 de noviembre de 1495. Una vistosa flota transporta a España desde Flandes a doña Margarita en 1497, desembarcando en Santander, no sin antes padecer un formidable temporal que hizo temer por la suerte de toda la cohorte y en tal infortunio quedó patente el desparpajo de la Princesa, quien legó a la posteridad su epitafio: “Aquí yace Margarita / damisela bella / que con dos maridos / aún es doncella”. Se refería a que en 1483 se hizo público el Compromiso de casamiento con el Delfín de Francia, luego Carlos VIII, quien finalmente se casó con Ana de Bretaña. 

Fue recibida por el príncipe Juan en Villasevil, en cuya iglesia románica de santa Cecilia se celebraron los desposorios, oficiados por el patriarca de Alejandría y arzobispo de Sevilla don Diego Hurtado de Mendoza, el día 6 de marzo de 1497, corriendo los gastos de los festejos a cargo de don Pedro Ruiz de Villegas, pero no pudieron celebrar la misa de velaciones por encontrarse en Cuaresma.

Durante la Semana Santa, que había comenzado el domingo de Ramos, 19 de marzo, estuvo el matrimonio retraído en el monasterio de la Trinidad hasta el domingo de Resurrección que fueron a oír misa a Palacio, que eran las casas del VII Condestable de Castilla don Bernaldino de Velasco y Mendoza. Pasada una semana en ceremonia oficial, se celebró el casamiento con la misa de velaciones en Burgos el 3 de abril, oficiando el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo, en la casa de don Diego de Villegas, durando las fiestas un mes, siendo el 14 de abril la tornaboda con la ceremonia del besamanos. No se habían visto en España fiestas y regocijos tan brillantes. 

El príncipe solicita de sus padres permiso para consumar el matrimonio, dado su deseo carnal, que para algunos historiadores le llevaría a la tumba pocos meses después ya que, dada su débil constitución física y su delicado estado de salud, no podría aguantar tanto ajetreo amoroso como demandaban los constantes y desatados furores de su bella y joven esposa. Parece que el Príncipe era de complexión linfática, propenso a padecer eczemas, catarros, anginas, fluxiones, infartos ganglionares y sobre todo estaba afectado de viruelas, que contrajo en Murcia, a lo que achacan algunos historiadores su fallecimiento. Desde su nacimiento y dada su débil constitución los médicos le administraron vigorizantes a base de aceite de hígado de bacalao y extracto de carne de tortuga. En febrero de 1489 se envían a Medina del Campo 33 tortugas, adquiridas por 310 sueldos. En 1490 llegan a Córdoba 48 tortugas, que cuestan 88 sueldos y 10 dineros y en 1491 se pagan 135 sueldos por 44 tortugas.

A la Reina se le hicieron llegar varios avisos, por personas principales, en el sentido de que el Príncipe se estaba quedando chupado, con tristeza en el porte y que se le podían reblandecer las médulas y debilitar el estómago por sus excesos amatorios y la Reina contestó a todos los requerimientos que: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”.

Margarita de Austria retratada por Van Orley. Wikipedia

    

Tras la boda se trasladaron, con el séquito, a su Corte de Almazán, en el palacio de los Mendoza, villa concedida en señorío al Príncipe el 22 de mayo de 1496 y el 13 de junio están ya en Medina del Campo para pasar el verano. En setiembre acompañan a la comitiva regia que se dirige a Portugal para la boda de su hermana, separándose en Madrigal dirigiéndose a Salamanca y Margarita aprovecha para comunicar a la Reina su estado de buena esperanza.

Llegaron a Salamanca el 23 de setiembre de 1497, siendo recibidos con magnificencia y obsequiados con fiestas, gastándose la ciudad 646.615 maravedís en la recepción, a los que hay que añadir otros 7.650 y los 664.664 que se abonaron a diversos mercaderes salmantinos. 

El Príncipe en 1497 promulga varias disposiciones para el mejor abasto de la ciudad, a él se debe el primer acondicionamiento y pavimentado de las principales calles de Salamanca por mandato del 15 de febrero, dado en Burgos, rubricado por Juan de la Parra, (distinto del Juan de la Parra, médico), secretario del Príncipe de Asturias y de Gerona. El 22 de abril confirma, también en Burgos, todas las prerrogativas, libertades y privilegios que disfrutaba la Universidad y el 18 de octubre los privilegios de los caballeros de los linajes de santo Tomé y san Benito. 

Concede licencia a García de Albarrategui, compañero de cacerías, para construir una casa de mancebía. Es tradición que el Príncipe regaló a la Universidad un gran estandarte de terciopelo carmesí que lleva bordado en oro el símbolo universitario con una tiara y dos llaves cruzadas, rematando el asta una cruz gótica de plata.

Atienden al Príncipe en Salamanca los doctores Nicolás de Soto y Juan de Guadalupe (médicos de su Casa) y Julián Gutiérrez, que todavía no ha sido nombrado médico de la Reina y recurren al célebre doctor Juan de la Parra para que les asesore, dado el agravamiento de la enfermedad. El doctor de la Parra perteneció a la Escuela de Guadalupe, de la que salieron gran cantidad de eminentes galenos, fue médico de la Reina desde 1483 y estuvo presente en su fallecimiento el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo. Por los días que estuvo atendiendo al Príncipe le fueron abonados 10.000 maravedís. Es curioso que para Villar y Macías el médico famoso que le atiende en sus últimos momentos es el médico salmantino Fernando de la Parra.

Fray Diego de Deza, viendo el penoso estado de salud del Príncipe, acometido de alta fiebre y al borde de la muerte desahuciado por los médicos, mandó recado a sus padres para que al menos uno de ellos le visitara y el rey Fernando salió al galope desde Valencia de Alcántara, donde había casado a su hija Isabel el día 30 de setiembre, para llegar a primeros de octubre a Salamanca, consiguiendo ver expirar al Príncipe que murió, según López de Haro, en el palacio episcopal.

Había otorgado testamento, como se ha dicho anteriormente, el 4 de octubre, en el que mandaba que en caso de morir su cuerpo sea sepultado a donde el Rey e la Reina, mis señores, se hubieren de sepultar, o donde Sus Altezas mandaren. Dejó entre otras mandas todo el dinero necesario para acabar las obras de los conventos de san Esteban y de san Francisco y ordenó que se levantase en Salamanca un Monasterio de la Orden de San Zoilo de Carrión.

El cadáver del Príncipe, amortajado con el hábito de san Francisco, provisionalmente fue depositado en la capilla mayor de la Catedral donde se celebraron solemnes exequias, (algunos dicen que en la parroquia de santo Tomé), luego pasó a la iglesia de san Francisco y también se dice que a san Juan de los Reyes en Toledo, lo que no es cierto, porque finalmente se trasladó al monasterio dominico de santo Tomás de Ávila, por petición expresa de los Reyes Católicos al Deán y Cabildo de la iglesia de Salamanca para que entregaran el cuerpo de su hijo a Juan Velázquez mediante escrito desde Ávila el 2 de noviembre de 1497, firmado por Miguel Pérez de Almazán, que era su Secretario. La viuda del Príncipe marchó con los Reyes Católicos a pasar el invierno en Alcalá.

Para el mausoleo del Príncipe se precisaron 25 carretadas de mármol de Carrara que esculpió el maestro Domenico di Alessandro Facelli entre 1511 y 1512 en Génova y luego trasladó al monasterio de Avila. Está decorado en los ángulos con grifos y con medallones de la Virgen y san Juan Bautista, las virtudes teologales, ángeles portadores de blasones, calaveras y trofeos militares enlazados con guirnaldas en los laterales. En la cabecera aparece un medallón con la imagen de santo Domingo y a los pies otro medallón contiene el epitafio del Infante. El sepulcro fue profanado el 8 de agosto de 1809, durante la Guerra de la Independencia, el cadáver extraído del mausoleo, como se pudo comprobar a su apertura en 1961 y se ignora dónde fuera a parar. En Salamanca se honró su memoria en 1998 con una estatua de bronce y pedestal de granito, esculpida por el artista salmantino Agustín Casillas, que se situó en las Peñuelas de san Blas y el 30 de julio de 2013 se colocó en un nuevo emplazamiento en la plazuela de Monterrey.

    

Sepulcro del príncipe Juan. Wikipedia

Con motivo de la muerte del Príncipe fue la última vez que como luto en Castilla se vistió la jerga blanca, según se venía haciendo desde muy antiguo. Gil González Dávila nos dice que por espacio de quarenta días se enlutaron todos los Grandes, Cavalleros, Vasallos y Embaxadores de Reyes y que en todas las Ciudades estuvieron puestas vanderas negras. Fray Diego de Deza impresionado por la muerte del Príncipe y tratando de olvidar sus últimos momentos en Salamanca, solicitó su traslado y se le concedió el obispado de Palencia.

Margarita dio a luz una niña, en Alcalá de Henares, fallecida al nacer. Sus padres la trasladan a Flandes en 1499 acompañada de obispo de Córdoba don Juan Fonseca, donde se casa con Filiberto II duque de Saboya, del que vuelve a enviudar. Nombrada Gobernadora de los Países Bajos entre 1507/1515 y 1517/1530, a su fallecimiento el 1 de diciembre de este último año, es enterrada en Bourg-en-Bresse, en el Franco Condado.

Al Príncipe le dedicó el pueblo un romance, que luego ha tenido multitud de versiones, constando hasta 360 variantes: 

“Tristes nuevas, tristes nuevas

que se corren por España,

que el príncipe de Don Juan

está malito en la cama.

Cuatro doctores le asisten

de los mejores de España,

el uno le toma el pulso,

el otro mira la cara,

el otro mira la sangre

que de él cae y se derrama.

Solo falta que venir

aquel doctor de la Parra.

Estando en estas razones,

cuando por la puerta entrara,

le ha dado los buenos días

y a la cama se arrimara.

Mucho mal tenéis Don Juan,

mucho mal os acompaña,

tres horas tenéis de vida

la una y media está pasada;

la otra hora y media tenéis

para disponer de tu alma.

Lo que siento es la mi esposa

que es joven y está ocupada …”


Toda la intelectualidad de la época se deshace en elogios hacia el Príncipe: 

LUCIO MARINEO SICULO, por encargo de los Reyes, confecciona el epitafio para el sepulcro: Muestran lágrimas piadosas los ojos tristes que contemplan… 

JUAN DEL ENZINA le dedica una composición de 76 octavas de arte mayor: Triste España sin ventura y el villancico A tal pérdida tan triste y sobre todo la Tragedia Trobada, poema de 100 coplas de arte mayor. 

El comendador ROMAN compone una extensa pieza poética en 104 coplas octosilábicas de 10 versos, Sobre el fallecimiento del Príncipe nuestro señor, que santa gloria aya… 

GARCI SANCHEZ DE BADAJOZ le dedica un poema. 

PEDRO MARTIR DE ANGLERIA compone una breve elegía: ¡Qué pronto se ha mudado la horrenda imagen de fortuna… 

BERNARDINO RICI canta la desolación en Sicilia: Fieros ayes doquier, llantos sin freno…

ALONSO DE ORTIZ, canónigo toledano: Tratado del fallecimiento del Príncipe y después varias oraciones consolatorias. 

DIEGO RAMIREZ DE VILLAESCUSA, capellán de doña Juana en Flandes: cuatro diálogos latinos

LUIS DE TORRES, poeta franciscano: Si el recuerdo de mi vida / ha de ser ver otra tal, / muy sin él está mi mal … 

LUIS HURTADO DE MENDOZA, Cazador mayor de la Casa del Príncipe: ¿quieres ver cuál es mi vida? / Ved por quién está perdida. 

El Contador Mayor de Castilla, JUAN VELAZQUEZ DE CUELLAR, que con una calavera sobre el globo terráqueo, dice: Aquí puedes ver, mortal /quién tú eres tan siendo tal

NICOLAS DE OVIEDO, Comendador de la Orden de Alcántara: Mira bien lo que juzgares / cuando lo desatapares. 

JUAN DE FRANCISCO FARAGONIO escribe dos Elegías. 

DIEGO GUILLEN DE AVILA escribe un panegírico de la reina Católica y en él hace una visión alegórica de las tres parcas: Atropos, Cloto y Láquesis, emitiendo diversos pronósticos y Láquesis profetiza la muerte y el triste destino del Príncipe en estrofas consolatorias. 

Se suma a los elogios HERNAN VAZQUEZ DE TAPIA. 

Finalmente lo hacen el BACHILLER DE LA PRADA (Fernando Sánchez), discípulo de Nebrija, con varias elegías al Príncipe y a su hermana Isabel, en latín y 

CONSTANTINO LESCARIS, sabio que a la pérdida de Constantinopla se refugia en Italia y compone al Príncipe un epitafio en griego, que hoy puede admirarse en la biblioteca madrileña de don Juan Iriarte.



Calavera con la célebre rana.
Fotografía de Wikipedia

    

En la célebre fachada de la Universidad salmantina existe una gran pilastra en el lado derecho y en la terminación del primer campo luce un capitel con la labra de tres calaveras. La de la izquierda porta la célebre “rana” tan buscada por los turistas. El profesor Benjamín García Hernández habla de la leyenda de que las tres calaveras existentes hacen referencia a los 3 hijos de los Reyes Católicos (Isabel, Juan y María) que fallecieron durante el tiempo que duraron las obras. El vulgo bautizó a la calavera que porta la rana como “Juanita” (en honor al Príncipe) y a la rana como “Parrita”, por el doctor de la Parra, que le atendió en sus últimos momentos. 

Con motivo del quinto centenario del fallecimiento del Príncipe, Salamanca quiso rendirle tributo de recuerdo y admiración, encargando al laureado escultor Agustín Casillas la confección de un monumento. 

Con motivo del quinto centenario del fallecimiento del Príncipe, Salamanca quiso rendirle tributo de recuerdo y admiración, encargando al laureado escultor Agustín Casillas la confección de un monumento. 



Bibliografía.


Batallas y quincuagenas, Gonzalo Fernández de Oviedo.

Catastro de Ensenada.

La Reina del Tormes, Fernando Araujo.

Compendio histórico de la ciudad de Salamanca, Bernardo Dorado.

Historia de Salamanca, Manuel Villar y Macías.

Historia de España, Marqués de Lozoya.

Mundo gráfico, José Sánchez Rojas.

El desafío de la rana en Salamanca, Benjamín García Hernández.

Periódicos, El Adelanto y La Gaceta.






La Pequeña Insignificancia de Fernando Rodríguez Cea

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Hay tiempos difíciles de vivir.

Uno de ellos — los hubo antes, también después y otros están por llegar— comenzó en el último tercio del siglo XIX y llegó ocasionado, como es natural, por múltiples razones: la gran crisis agraria, la irrupción de los sistemas capitalistas en una España atrasada, las guerras coloniales, las crisis políticas y sociales,...

Pocos empleos permitían vivir decentemente, lo que explica que a finales del siglo XIX hubiera abogados o periodistas que ejercían como funcionarios para sobrevivir, médicos pluriempleados dedicados al comercio para poder mantener a su familia o profesores mendigando en su vejez. Y aún era mucho peor la situación de los artesanos, obreros manuales y peones. 

Eran tiempos sin Seguridad Social y sin ayudas estatales, cuando la familia mantenía a duras penas a sus ancianos y enfermos, y si se carecía de ella se estaba abocado a morir en la miseria. Tiempos en los que la caridad no alcanzaba a equilibrar el fiel de la justicia social.

Los artistas no fueron excepción, a menos, claro está, que fueran de familia rica o que un adinerado mecenas se encargará de su mantenimiento. Fernando Rodríguez Cea, sobre todo pintor, pero también músico y poeta a “ratos”, tampoco fue la excepción. No alcanzó el éxito ni como pintor ni como músico y tras más de 50 años como profesor de dibujo y una medalla al mérito en el trabajo, murió, sin familia, prácticamente en la miseria y mantenido por la caridad de amigos e instituciones.

    

Fernando Rodríguez Cea 
 El Adelanto 20-10-1927

Para complicar más la situación de los artistas, desde mediados del siglo XIX el arte pictórico cambiaba rápidamente. Del realismo tradicional se pasaba a otras tendencias artísticas como el impresionismo, post impresionismo, neo impresionismo, art nouveau,.. Dejando, poco a poco, a la fotografía la representación fidedigna de la figura y la naturaleza. Miles de empleos relacionados con la pintura como miniaturistas o retratistas quedaron amenazados con la nueva técnica.

El Arte se adaptaba muy deprisa. Para un artista novel de Salamanca era preciso, entonces más que nunca, salir de esta ciudad provinciana para captar la esencia de esas nuevas tendencias; era preciso marchar a las grandes ciudades cosmopolitas como París o Roma; y si no era posible, bien valía Madrid.

La revista del Círculo Agrícola Salmantino del 7 de agosto de 1880 se preguntaba a través de un artículo firmado por “Amateur”, dónde hubiera podido llegar Fernando Rodríguez Cea de haber contado con recursos para sostenerse en Madrid. Ciudad de donde tuvo que regresar después de haber pasado hambre y sed en la buena compañía de Tomás Bretón.

Su estancia en Madrid la corrobora José Crespo Salazar en un artículo biográfico publicado en 1927 en el diario El Adelanto e igualmente confirma su relación con Tomás Bretón. Pero, sobre esta estancia madrileña, nada cuentan José Ramón Nieto González y María Teresa Paliza Monduate en su trabajo conjunto sobre La Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy de Salamanca promovido por Caja Duero en 2007.

Este trabajo deja claro que nació el 4 de junio de 1847. Su padre, Benito Rodríguez Temprano, era músico y sacristán organista de la parroquia de san Benito en cuya inmediata plaza vivía. Fue bautizado dos días después con el nombre de Fernando Francisco Norberto. 

Se explica también que estudió, entre 1860 y 1866 con el profesor Isidoro Celaya, en la Escuela de San Eloy, en aquel entonces situada en el Palacio Monterrey, con excelentes calificaciones desmintiendo al señor Crespo Salazar que afirmaba que fue un muchacho travieso y un mal estudiante.

Durante esos mismos años, Tomás Bretón inició su aprendizaje musical en la misma escuela, donde no tardó en despuntar. Era usual que los alumnos de últimos cursos formarán grupos de instrumentos para realizar actuaciones en teatros, iglesias o en bailes, obteniendo así algunos ingresos para ellos y la escuela. Fernando, encargado de la viola, y Tomás, del violín, participaron en esos grupos y forjaron una relación que se mantuvo a lo largo de su vida.

Bretón marchó a Madrid el 17 de septiembre de 1865 buscando hacerse una carrera como intérprete de violín y sus primeros años no fueron fáciles. Seguramente, Fernando Rodríguez Cea siguió el mismo camino y vivió el ambiente bohemio del Madrid galdosiano sin que sepamos con seguridad si pretendió forjarse una carrera como músico o como pintor. En lo que no tenemos dudas es que en Madrid tuvo menos fortuna que su compañero Tomás Bretón. 


Si marchó, regresó; y en los años setenta le encontramos afincado en Salamanca, probablemente alternando las dos ocupaciones, músico y pintor. Participó en las exposiciones provinciales de 1872 y 1873 y en 1879 realizó los cuadros que lucieron en el salón del café de las Cuatro Estaciones abierto por los señores Ansede, de los que no queda rastro como de casi toda su obra pictórica. 

Políticamente fue republicano y demócrata activo durante toda su larga vida, pero sin pertenencia, que sepamos, a ningún partido político. Vivió hasta el final de sus días hechos trascendentales: La Gloriosa, la I República, la Restauración Borbónica, el Turnismo, la dictadura de Primo de Rivera y la II República.

En 1880 solicitó la plaza vacante de profesor de dibujo y adorno en la escuela de San Eloy, siéndole concedida de manera interina hasta el 1 de agosto de 1881 cuando, dado los buenos resultados obtenidos, fue nombrado oficialmente.

Sin perder el ritmo de las clases de dibujo, continuó participando en grupos musicales como el sexteto formado por los señores Aparicio, Pascua, Rodríguez Cea, Mezquita y Rodríguez que actuó bajo la dirección del maestro Felipe Espino en el Teatro Liceo en 1886 o en el cuarteto de los señores Barrado, Rodríguez, Rodríguez Cea y Pascua que amenizaba las veladas del café de las Cuatro Estaciones.


Santa Cecilia de Fernando
 Rodríguez Cea (Caja Duero)

    

Alfonso XIII por Fernando Rodríguez Cea
(Universidad de Salamanca)

El martes 22 noviembre de 1887, como cada año, se celebró en la iglesia de San Martín una suntuosa fiesta en honor de Santa Cecilia, patrona de los músicos, en la que una orquesta dirigida por el Maestro de capilla de la Catedral interpretó la misa de Saverio Mercadante y en la que también intervino la banda del regimiento de Toledo, para la ocasión Fernando Rodríguez Cea realizó un lienzo sobre la Santa que fue colocado en el altar mayor. Sabemos por Nieto González y Paliza Monduate que dicho lienzo fue adquirido por la escuela de San Eloy y permaneció en la clase de dibujo de figura y adorno durante mucho tiempo, ya que aparece en una fotografía de Almaraz publicada en un reportaje sobre el centro en 1932, hasta que pasó a propiedad de la Caja de Ahorros de Salamanca.

Clase de dibujo de figura y adorno. El Adelanto 10-01-1932, foto Almaraz


Miles de alumnos y alumnas pasaron por sus clases de dibujo y fueron muchos los grupos musicales en los que participó, al menos hasta 1925; dúos, tríos, cuartetos…en el Liceo, en el Casino de la Perla, en el del Suizo….

Para completar sus estrechos ingresos cultivó su faceta de retratista y he aquí algunos de los retratos que la prensa anunció su existencia: en 1891 ofreció al ayuntamiento un retrato pintado al óleo de su Majestad el Rey, Alfonso XIII, y la reina regente; en 1908 un retrato de Martín Redondo, agente de negocios, que fue expuesto, como promoción, en el café Castilla; en 1913 de don Venancio Rodríguez y señora; en 1916 expuso en varios comercios de la Plaza Mayor mostrando retratos de personas conocidas pero no especialmente ricas, tratando de llamar la atención sobre la posibilidad de adquirir un retrato pintado al óleo a un precio asequible; el señor José Crespo Salazar y el señor Jarrín fueron retratados en 1925 y por último el retrato de Alfonso XIII de 1928 que posee la Universidad. 

Su amigo el malogrado abogado y catedrático de Derecho José Crespo Salazar (1888-1930) escribió en 1927 el artículo antes mencionado que reproducimos a continuación y que refleja la personalidad de Rodríguez Cea desde la perspectiva íntima de la amistad:


Don Fernando Rodríguez Cea. 


Este don Fernando— a quien tengo el gusto de presentarte, lector amigo—, es un viejo «la mar» de simpático. De muy larga data me honro con su amistad y siento por él un sincero e inquebrantable afecto. 

Don Fernando es un ochentón y, sin embargo, aunque en su aspecto exterior revela al hombre maduro, parece que no le han roído los años. Con Fernández Robles, el sastre Torijano y Manuel Rodríguez, forma el venerable cuarteto de los salmantinos veteranos.

Pero, ¡cuidado!: que estos viejos, y quizá la mayoría de los viejos actuales, son, sin duda, más jóvenes de espíritu, y tienen más arranques, y más fe, y más sentido romántico y heroico de la vida, que la mayoría de los mozos de hoy; desde luego más que todos esos niños «peras», «trincheras», «tijerillas» y aficionados al «cold cream». 

Y don Fernando, como todos los viejos, sabe más por viejo que por diablo. Sabrá «menos» que un erudito, pero lo que sabe lo sabe «mejor» que el erudito. Algo parecido acontece en la mujer, que sabe «menos», por regla general, que el hombre, pero lo «poco» que sabe lo sabe mejor que el hombre. 

A don Femando no le inquietan los problemas lógicos, sino las cuestiones vitales y las resoluciones pragmáticas. Es un buen gastrónomo: come bien y opera bien, porque no es dispéptico; epicurista a ratos, es el hombre sano, cuya excelente salud se manifiesta en la risa franca y sin criterio. 

   

José Crespo Salazar
(1888-1930) uc3m

Pocas veces ríe intelectualmente. Su risa es dionisíaca, de júbilo vendimiario. Es fuerte porque conoce el valor de la vida y da a ésta lo suyo, mascando con delectación de buen catador el minuto agradable que pasa. Todo lo valora y pondera con su relativismo senil, rico de experiencia. No en balde está de vuelta en la vida. 

Le podréis ver, aún en las noches crudas del invierno, discurrir por las callejas solitarias de la ciudad, con el cigarro de cinco céntimos entre los dientes, en busca de trasgos y fantasmas, gozando estéticamente a la luz de la helada, del espectáculo de nuestras piedras viejas, que viven asociadas a sus recuerdos de infancia y mocedad, siempre a flor de memoria. 

Este don Fernando, creo, fue un muchacho travieso y un mal estudiante. En aquel entonces dominaba en la enseñanza mucha disciplina y muy poca maestría, lo que se avenía mal con su carácter. Lo cierto es que terminó «ahorcando los libros», trasladándose después a Madrid, donde formó parte de un «cenáculo» romántico integrado por notables artistas y escritores, entre ellos el inolvidable Bretón, con quien mantuvo relación fraternal durante toda la vida. ¡Cuántas veces no fue pignorada la corona de plata que, en homenaje al joven maestro, tributaran ya unos admiradores! 

Eran los tiempos difíciles, de lucha incruenta por el pan y el nombre, coincidentes con la vida bohemia y romántica del período «wertheriano», en que las lecturas de Larra alternaban con los versos de Espronceda, los de Zorrilla con los del Duque de Rivas, y las turbulencias universitarias corrían parejas a las alternativas, políticas de moderados y progresistas. 

¡Cuántas anécdotas no he oído referir a don Fernando! ¿Y de Salamanca? Muchas horas le he oído embelesado contarme recuerdos del tiempo viejo irreversible. 

Don Fernando es un documento vivo para reconstruir en gran parte la Historia de Salamanca, de la Salamanca de la Gloriosa, del robo a la Corneja, del Cantón, la República, de Villar y Macías, Sánchez Ruano, Mario Maldonado, Gil Sánz, Pinilla, Madrazo, Benitas, Cáceres, Arés, Llevot, Conde de Francos, Ibáñez...; del viaje de Alfonso XII y la inauguración de la línea de M. S.; de las corridas de toros en nuestra Plaza Mayor, el típico encierro y el abanico de gente que se abría al entrar el ganado; del Salamanquino, el Tato, Cayetano; y el Chiclanero; hasta del crimen del Cachirulo y la Moscovia, y de Montero, a quien dieron garrote... 

Don Fernando, no sólo ha vivido su vida. Es también un excelente artista: pintor, músico y poeta. 

Cómo pintor, ha compuesto más de cien retratos al óleo; algunos, entre ellos, el del autor de estas líneas, estupendos dé fidelidad, verismo y alta factura técnica en dibujo y color. Pero don Fernando ha sufrido también la tragedia del artista incomprendido, mermado en honra y provecho por la tacañería rural, sin el estímulo de un Mecenas o protector que le hubiera permitido dejar de ser un forzado del pincel. 

El tiempo se encargará de hacerle justicia. Hace cincuenta y cuatro años que es profesor de dibujo de figura en la Escuela de San Floy, cargo que obtuvo mediante oposición, y en su largo magisterio han desfilado por su clase centenares de alumnos. 

Como músico, ejecuta en la viola y el violín, y algo en el piano. Es un músico «nato» o «per se», «loco» en su admiración por Beethoven, «habitual» por profesión, «pasional» por temperamento, y «por ocasión» ante los amigos.

Y, por fin, como poeta, el estro humorístico de don Fernando, lo mismo hace unos versos en «elogio del chorizo», que compone unas estrofas dedicadas a una guapa mujer. . . 

Se me olvidaba: Don Fernando es solterón. Por lo tanto, es también filósofo. 

Este es mi don Fernando, el viejecito de ojos glaucos o lechucinos, que, cuando se enfada, se parece a un gato que bebe vinagre; que es algo huraño, y que cuando sonríe, regodeándose con el recuerdo de alguna aventurilla amorosa de juventud, adopta la sonrisa del conejo a la puerta de la hura. 

Y como se trata de un viejecito; y la tragedia de los pobres viejos es morirse de frío, tanto de frío exterior o físico, como de frío moral o interno, he aquí por qué yo escribo estos renglones; alentado, quizá por la vana pero noble pretensión, de llevar a su alma helada un poquito de lumbre cordial y confortadora. Y ofrendarle gustoso este pequeño tributo de respeto a sus canas y a su obra de artista, y de simpatía al hombre y de fidelidad al amigo. 

Porque eso es don Fernando: Un hombre. 


JOSE CRESPO SALAZAR 

Salamanca 27-X-1927


En 1929, la Junta de gobierno de la Escuela de San Eloy no pudo ya contar con D. Fernando, rondaba los 80 años y la vejez le había provocado sobre todo problemas en la vista. En noviembre se anunció la convocatoria de un concurso para cubrir su plaza. 1929-1930 sería el último año académico de Rodríguez Cea como profesor, le sustituiría José Álvarez Lozano.

Fernando Iscar, miembro de la Junta de gobierno, propuso a la misma la solicitud de la medalla del trabajo para el profesor, que lo había sido de la institución durante 50 años. Con el apoyo del Ayuntamiento de Salamanca, la Diputación Provincial y la Caja de Ahorros y la Caja de Previsión, el departamento de trabajo aprobó en julio de 1930 la concesión de la medalla solicitada para D. Fernando Rodríguez Cea en el expediente instruido por la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy.

Llegaban tiempos de reconocimiento para un hombre que había sabido conseguir el respeto y la admiración de cuantos le conocían, poniendo siempre toda su voluntad y su saber en bien de todos y en especial de sus discípulos. Casi ciego, pasaba a la situación de jubilado aunque la escuela le mantendría su sueldo íntegro, 80 pesetas, que se reconoce indecoroso e insuficiente para vivir.

El domingo 5 de octubre de 1930, en el propio acto de inauguración del curso de la escuela de San Eloy, se celebró el acto de entrega de la medalla. Unas cuartillas con su discurso fueron leídas por Celso Sánchez Sánchez:


Perplejo, anonadado me encuentro al pensar que el objeto que motiva este acto tan honroso e inmerecido para mí, me obliga a dirigiros la palabra por tan señalado favor. 

Mi cerebro va atrofiando y las ideas parecen que se burlan de mí, pues no acuden a mi mente cuando más falta me hacen. 

Creo que no encontraría palabras adecuadas para expresar mi pensamiento, y podría resultar de un acto serio, un jocoso o burlesco sainete. 

En primer término, dar las gracias al Altísimo, por haberme dado larga vida, buena salud y buen humor; pues aunque el dinero casi siempre ha estado reñido con mi bolsillo, he tenido conformidad para sobrellevar mi pobreza, resignándome con mi suerte.

Efusivas gracias a la Junta de gobierno de San Eloy, y en particular a mi amigo y tocayo don Fernando Iscar, a quien se le ocurrió la idea al enterarse de mi larga carrera profesional, que podía merecer la Medalla del Trabajo, y tanto interés han tomado en ello, que lograron lo que se proponían. 

Loor a la Escuela de San Eloy, madre cariñosa que da instrucción a sus hijos y mucho cariño que es lo que puede dar, pues bienes de fortuna no tiene, y aunque su abolengo es nobilísimo, porque el gremio de artífices plateros que la fundaron — aquellos famosísimos artistas que con sus obras y sus filigranas admiraron a las gentes — obtuvieron una pragmática del rey Carlos III, pues, a pesar de eso, la escuela es pobre, porque los que pudieron y pueden, ni se acordaron ni se acuerdan de ella. 

Un recuerdo de gratitud y agradecimiento al que fue amigo de todos, don Jesús Sánchez y Sánchez (q. e. p. d.) y que siendo regente de la Escuela y Senador del Reino, pudo conseguir una subvención para ésta, que algo ha mejorado su situación, que aún dura y sin ella, quizás, la escuela no existiría. 

¡Salmantinos! No permitáis que tan venerada institución desaparezca. 

Otro recuerdo al que fue íntimo amigo mío el malogrado don José Crespo Salazar, que fue el primero que dio a conocer mi pequeña insignificancia, en aquel genial artículo que publicó el popular periódico EL ADELANTO y que muchos de vosotros aún recordaréis. 

Aquel querido amigo con quien tan buenos ratos pasamos en las noches plácidas parodiando a las aves nocturnas en nuestro recorrido por las calles de la monumental Salamanca, donde cada piedra es una belleza artística, que nos habla de tiempos pasados, hechos y costumbres, las cuales recordaba en mis conversaciones que tanto le placían. 

Otro recuerdo al más que amigo, hermano Tomás Bretón, aquél muchacho tan animoso, que empezó el solfeo con aquel tan calmoso profesor don Ciriaco Prieto del que recuerdo le decía: 

— No... enredes... Bretón. Que te... doy... un... bofetón... 

Ese hijo predilecto de la escuela que tanta honra le da a Salamanca y a España entera. 

¡Salmantinos! Ofrecerle un monumento digno de su memoria, pues aunque uno tiene, merced al gran interés tomado por nuestro buen amigo don José Sánchez Gómez "El Timbalero", que organizó una suscripción popular que resultó bastante modesta, y dos conciertos que dimos los músicos de aquella época, cuya total recaudación ascendió a seis mil pesetas, con lo que se hizo esa especie de sarcófago, más digno de figurar en un cementerio que en una plaza pública, como homenaje a una gloria nacional, que eso es Tomás Bretón.

¿No hubiera sido más duradero, más seguro y más económico haber colocado su busto en uno de esos medallones de la Plaza Mayor que siglos hace están esperando que los utilicen? 

Que iniciativa tan hermosa sería, que tantos salmantinos y españoles que lo merecen fueran llenándolos. ¿Por qué no imitar a los antiguos que en ellos colocaron a algunos reyes y esforzados caballeros de su época, cuyas hazañas y conquistas tanta gloria dieron a España? ¿Es que hoy no hay quien merezca estar en ellos? ¿Es que no hay artistas que lo puedan esculpir tan bien, o mejor que los antiguos? Ahora que la plaza tanto la han hermoseado, podría quedar completamente concluida.

Otro recuerdo a mi primer profesor don Isidoro Celaya que fue el primero que me enseñó los principios del dibujo y que ahora me halaga tanto cuando pienso que donde fui un modestísimo alumno soy hoy profesor, plaza ganada por oposición y merced a sus enseñanzas y que aún hoy desempeño. 

Hoy la tierra y los cielos me sonríen, hoy es día de dicha para mí; pero como no hay dicha completa, pues me asalta la idea, de que los últimos días de mi vida se apaguen en el retiro solitario de un benéfico Asilo. 

Y a vosotros amigos y paisanos que con vuestra presencia me honráis y dais brillantez a este simpático acto, ¿qué os daré?..

Lo que, yo para mí deseo, paz en la tierra y gloria en las alturas. 


FERNANDO RODRÍGUEZ CEA 

Salamanca 05-X-1930


D. Fernando Rodríguez Cea falleció el 11 de abril de 1936 sin conocer el triste destino que le esperaba a España. En sus últimos años pudo mantener una apacible vida social, su café, su puro y el Novelty.

Fue el periodista José Sánchez Gómez quien despidió de manera soberbia a su viejo profesor con este tierno panegírico publicado el 12 de abril de 1936:


Don Fernando era el más caracterizado personaje noctámbulo de la ciudad. Con la pesada carga de sus noventa años a cuestas, todas las noches, indefectiblemente, don Femando y su puro, aparecía en el café, que era el último en abandonar. Luego, el popular viejo, montón de recuerdos de varias épocas, se echaba a andar bajo los arcos de la Plaza hasta que apuntaba el alba, y se recogía plácidamente en su rinconcito hogareño. 

José Sánchez Gómez,
"Un Reporter""El Timbalero"

    

Don Fernando murió ayer. De su vida de café y de noctámbulo, pasó a la otra vida eterna, calladamente, arropado con su entereza y su resignación, y acaso, todavía, con ansia de vivir tan intensamente como había vivido sus mejores años. 

Pintor, músico, medio poeta y medio bohemio; compañero de Bretón en sus andanzas de concertistas por Madrid, don Fernando sabía de la gloría y del fracaso, que siempre llevó con una generosa ironía y un buen talante. 

Fue, en su madurez, un hombre hosco, un profesor de dibujo a quien los pequeños alumnos teníamos pavor, Yo fui su alumno, un alumno a los siete u ocho años, que jamás logró dibujar un ojo, sino un besugo, con toda la perfección, según juicio cabal de don Fernando. 

Se pasó la vida en la Escuela de Bellas Artes de San Eloy, y realizó su obra, una obra modesta, de cierto empaque y cierta visualidad.

El retrato al óleo fue su fuerte. Más de cincuenta años de labor, premiada con la Medalla del Trabajo, en merecido homenaje. Cincuenta años de profesor y otros tantos formando en las orquestas de los teatros. Toda la zarzuela española, desde la ópera al género chico, la conoció don Fernando, y su viola, segura y sobria, sin audacias ni garliborleos fuera de pentagrama. Y su memoria feliz, le hacía cantar centenares de partituras o recitar los más sonoros versos de nuestro teatro viejo, aquél con el que electrizaban al público Calvo y Vico. 

A compás de los tiempos marchó don Fernando: sus ídolos Bretón y Barbieri, Calvo y Vico, Gayarre y la Patti, Lagartijo y Frascuelo, Pi y Margal y Zorrilla, quedaron bien guardados en su archivo viviente, del que a veces sacaba anécdotas y páginas interesantes. Se amoldó después, a los tiempos nuevos, y encontró en ellos también sus ídolos. Republicano de siempre, conoció la República del 73; fue protagonista de su proclamación, y espectador emocionado de la de 1931. Hombre popular, solitario siempre, solterón empedernido e impertérrito, gustador de la libertad, individualista como buen liberal, jamás se sujetó a ninguna disciplina, ni se metió a llevar la carga de una familia, ni se amoldó a una vida ordinaria... Tenía su filosofía y su concepto de la vida, que por cierto debieron de ser tan admirables, que le permitieron vivir noventa años. 

¡Pobre don Fernando! Su figura española y castiza, ya enjuta y casi apagada, se dejó de ver para siempre en el rincóncito de Novelty, con su café en la mesa, su puro en la boca, y aquella noble satisfacción de vivir tranquilo y libre, afán de toda su existencia. 


UN REPORTER

José Sánchez Gómez

El Adelanto  12 de abril de 1936



Decida el paciente lector si la vida de Fernando Rodríguez Cea fue, o no, una pequeña insignificancia.



César Hernández R.
03/01/2021 Rev. 00
Salmantinos olvidados II







Fuentes:

Jose Ramon Nieto Gonzalez, Maria Teresa Paliza Monduate. La Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy de Salamanca. Caja Duero-Ediciones Tempora, 2007.

Varios autores. Loci et imagines imágenes y lugares. 800 AÑOS DE PATRIMONIO DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA. Catalogo de la exposición. Ediciones Universidad de Salamanca, 2013.

Prensa histórica

Los tercerillos de la Plaza Mayor

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Por José María Hernández Pérez
                03/01/21 Rev. 00


Al terminar la construcción de la Plaza Mayor en 1755 por Andrés García de Quiñones, obras que había iniciado Alberto Churriguera en 1729, los soportales tenían las siguientes medidas, que nos ha facilitado el ex delineante del Ayuntamiento, D. Antonio Seseña: Promedio de altura, hasta la parte baja de las bovedillas, 4,10 m. Anchura de la acera del Pabellón Real, 4,69 m junto a la escalerilla del Pinto y 4,51 m en la del Ochavo. Acera de san Martín, 3,91 m junto a la anterior escalerilla y 3,93 m en el arco de san Martín. Toda la acera de Petrineros, 3,96 m. La acera del Ayuntamiento, 4,06 m en el arco de Concejo y 4,13 m en el de la calle de Toro. Todas las aceras fueron enlosadas en 1806. 


Durante las Ferias y Fiestas de 1902 se celebró en Salamanca la Fiesta del Coso Blanco. La preciosa imagen del fotógrafo Aurelio Paz dos Reis perteneciente al Centro Portugués de Fotografía muestra un grupo de niñas bailando durante la misma frente a los arcos que albergaban entonces el comercio "Al Modelo de París", la peluquería de "Inestal" y la confitería de la "Baltasara", donde hoy se encuentran la joyería Cordón y la cafetería Berysa. La fotografía permite contemplar los desaparecidos "tercerillos"


Los “tercerillos” son una idea del comerciante Anselmo Prieto Hermosillo, quien en 1805 quiere instalarlos en sus tiendas que se extienden desde la escalerilla del Ochavo hasta el arco de San Pablo, números 16 al 19. Se encontraban en el interior de los comercios y solo sobresalían de la línea de fachada (un pie aproximadamente) los balconcillos y rejas. La altura de las tiendas era considerable si tenemos en cuenta que el forjado del piso superior se elevaría, al menos, 0,80 m sobre la altura que hemos dado a la parte baja de las bovedillas de los soportales, con lo que resultaría: 4,10 m + 0,80 m = 4,90 m. 

El resto de comerciantes se sumó a la idea y tenemos constancia escrita de que se instalaron en la totalidad de los del lienzo del arco de san Fernando, constancia escrita y gráfica de la totalidad de los del lado de san Martín y carecemos de noticias de los de la acera de Petrineros, constando solamente que el primero que desapareció fue el del comerciante de telas Tomás Alonso del Moral, del número 41, a principios del siglo XX, cuando ya es de su viuda Aurea Moreno Brusi, que embelleció el comercio con una portada de nogal.

Don Carlos Gutiérrez de Ceballos escribe en 1951: “Consistían los “tercerillos” en una planta o piso de pequeña altura situado entre la planta baja y el principal. Tenían unos balconcitos de iguales dimensiones, abiertos sobre los soportales, con un diminuto antepecho, y existían tantos como arcos, todos en perfecta simetría. Costumbre de los moradores del “tercerillo” era la de colocar una camilla al lado del balconcillo. Sentados en derredor de ella, los vecinos veían pasar a la gente por los soportales y fisgaban todo lo que en ellos acontecía. ¿Podéis imaginaros el encanto de unos interiores, a los cuales la luz del quinqué iluminaba como una estampa romántica? La fisonomía de la Plaza Mayor era, como puede comprenderse, de un delicioso intimismo, cuyo recuerdo aún perdura entre quienes lo conocieron.

Pero poco a poco, los “tercerillos” fueron suprimiéndose para dar mayor altura y capacidad a los comercios instalados en la planta baja. Hace unos cuarenta años todavía los “tercerillos” daban razón de existencia, permitiendo imaginarse lo que fue la Plaza cuando estuviera toda ella poblada de esos pequeñitos balcones tan atractivos y simpáticos, de los que, en la actualidad sólo queda uno aunque tapado por la muestra de un estanco”

Fueron celebres las tertulias de la confitería “La Madrileña” , lugar de reunión de eclesiásticos; la de la confitería de “Las Guapas”, donde hoy la farmacia de Urbina, formada por caballeros de la buena sociedad salmantina; la de la farmacia de Crespo, hoy Mesón Cervantes, que daba cobijo a representantes políticos del integrismo católico, más radicales que el propio obispo padre Cámara, capitaneados por el catedrático don Enrique Gil Robles en la acera Real. En la del lado de san Martín la de la tienda de hierro viejo y herramientas de dos ancianas señoras, “Las Migueletas”, hoy cafetería “La Tentazion”, que reunían diariamente a un grupo de damas de la alta sociedad y que tenían por norma no abrir los cuarterones de la tienda a nadie que no hubiera sido previamente identificado a través de un ventanillo. 

Esta fotografía publicada en Mundo Gráfico el 25 septiembre de 1912 muestra la recién remozada fachada de los comercios de Prudencio Santos Benito, de donde ya han desaparecido los tercerillos.

    

Pasado el arco de san Pablo, la del comercio de Francisco Téllez Rus, hoy restaurante “Las Tapas de Gonzalo”, en la que se reunían matrimonios.

De los “tercerillos” se colgaban los artículos que se vendían en los comercios siendo célebre el de Elvira “La Cordonera”, con tienda abierta en 1820 como mercería, que a finales del siglo XIX se anunciaba como mercería y perfumería y después también como tienda fajas y corsés. 

Mujer de extraordinaria simpatía, apostada en el umbral de su establecimiento cantaba las excelencias de los géneros a cuantos merodeaban por los alrededores, que los podían contemplar a sus anchas, pues el abigarrado escaparate les salía al encuentro y además, los artículos se exhibían colgados, de los “tercerillos” siendo recogidos amorosamente a la hora del cierre del comercio.

Al objeto de conseguir mayor altura para los establecimientos comerciales, instalados en la planta baja, fueron desapareciendo poco a poco. 

Tenemos constancia de que a mediados de 1912 desaparece el más antiguo, que ocupaba los números 16 al 19, pues su dueño Prudencio Santos Benito modifica la fachada de sus comercios y traslada la lápida dedicada al poeta Iglesias de la Casa, situada en el número 19, donde había vivido hasta su fallecimiento y la coloca en la parte trasera del edificio, dando frente a la plaza que llevaba su nombre. 

El último “tercerillo” que desaparece lo hizo en 1956, cuando en lo que hoy es “La boutique del fumador”, el decorador Rafael Basulí Gost montó la fachada del estanco, expendeduría de tabacos número 1 de Salamanca, que databa de octubre de 1895, propiedad de Juan Meca. Traspasado a su pariente Moisés Romero García en julio de 1906, al fallecer éste en 1919, heredó la tienda su hijo Manuel, pasando luego a su hermana Herminia, que es cuando desaparece el “tercerillo”. Emilio Salcedo publica un artículo en LA GACETA sobre el último “tercerillo” dedicado al esposo de Herminia, su amigo Jesús Sánchez Lombardía.

La actual farmacia de Urbina tuvo dos “tercerillos” pues adquirió la parte de los Portales de san Antonio para instalar una droguería y perfumería. Lo mismo ocurrió con los números 11 y 12, cuando en 1946, “La Costa azul” de Manuel González Peláez, amplía las “Sederías Doyes” con su anexo de tejidos y confecciones “El Metro”, y entrada por los Portales de san Antonio.

    

La reforma de 1956 realizada por Rafael Basulí. Fotografía del blog el suelo de Salamanca aportadas por la familia Sánchez-Romero

Entre 1818 y 1832 el Ayuntamiento permitió abrir 10 “tercerillos” enrejados en los Portales de san Antonio, que hoy nos permiten conocer cómo eran los de la Plaza. 

Los soportales de san Antonio. Otto Wunderlich

    

Esquina de la escalerilla del Ochavo

Para hacernos una idea podemos observar, en la esquina de la escalerilla del Ochavo que da al bar “Lígrimo”, la línea de imposta que hace de separación entre ambos pisos. También se puede observar que todavía quedan reminiscencias de ellos en los mechinales de las cabezas de sus vigas en algunos comercios de la Plaza.


A finales de febrero de 1916 el catedrático de hebreo don Pascual Meneu al pasar bajo el arco de san Pablo observa la colocación de andamios en su techo e indagando qué obra se está llevando a cabo se encuentra con que el comerciante Eusebio Santos Baz, hijo de Prudencio Santos Benito, (fallecido el 16 de julio de 1915), que en 1912 ha retirado los “tercerillos” de su establecimiento en la Plaza, ahora está colocando unos “miradores” de cristal en el lateral de su tienda, en el cañón del arco. Se encara con el arquitecto autor del proyecto don Joaquín de Vargas y con el propietario señor Santos. 


Los soportales de san Antonio.Fotografía de Otto Wunderlich

    

Estado actual del arco del Toril

Comprueba que ya se ha destrozado el ángulo meridional de la repisa del arco inmediata a la Plaza Mayor, las aristas de los témpanos y la línea horizontal que sirve de basamento a los 3 lunetos de levante, en armonía con la de enfrente sirviendo de base a los 3 lunetos de poniente. Indignado, junto con el profesor de Bellas Artes de la Universidad Sr. Apraiz inician una campaña de prensa. Se encuentran con que el Ayuntamiento ha autorizado la obra y el alcalde, don Emigdio de la Riva y Garzón les da a conocer que la Comisión Provincial de Monumentos con fecha 11/12/1915 ha dado el consentimiento a su instalación, así como el Arquitecto municipal y la Comisión municipal de Obras. Pascual Meneu duda de que tal acuerdo fuera tomado sin estar reunido el suficiente número de individuos que marca el Reglamento de la Comisión Provincial de Monumentos y que sería bueno se dieran a conocer los nombres de los mismos, como demanda el día 28/2/1916 en “El Salmantino”, quien firma Gazteizko Bat. 

En sesión del 1 de marzo, a propuesta del señor Santa Cecilia, se acuerda que la Comisión de Obras se entreviste con el propietario para ver el modo de llegar a un acuerdo sobre el mejor ornato de dicha obra. El dueño del comercio no se opone a desmontar los andamios y dejar la obra como estaba, siempre que se le abonen los gastos efectuados.

En sesión municipal de 9 de marzo, la Corporación dictamina que no debe pagar 7.000 pesetas, que es la cantidad a desembolsar para dejar el arco en su estado primitivo. Impugna el dictamen el concejal señor Romano y lo defienden los señores Iscar, Mirat, Sánchez Pérez y Clairac, en una acalorada sesión que pretende culpar al arquitecto municipal por no haber paralizado la obra al comprobar que no se ajustaba al proyecto presentado. No se tienen más noticias sobre el asunto pero lo cierto es que los “miradores” quedaron instalados.


Tarjeta postal coloreada de Roisin. Se observan los miradores instalados en en el arco del Toril


Es el 3 de mayo de 1934 cuando el Ayuntamiento afirma que está a la espera de un informe de la Comisión de Monumentos sobre si los “miradores” afectan o no a las características de la Plaza. No se recibe hasta el 12/11/1935 y dictamina que sí afecta, por lo que el día 21, en Sesión presidida por don Miguel Iscar se acuerda su desmontaje, anulándose los recibos que tiene pendientes la propiedad. Al día siguiente en las páginas de El Adelanto, “Un repórter” se felicita de que al fin desaparezcan los antiestéticos “miradores”.






Bibliografía


La Plaza Mayor de Salamanca, Alfonso Rodríguez de Ceballos.

La Plaza Mayor de Salamanca, Conrad Kent.

Salamanca a finales del siglo XIX, Carlos Gutiérrez de Ceballos.

Urbanismo de Salamanca en el siglo XVIII, María Nieves Rupérez Almajano.

El comercio en la Plaza Mayor, José María Hernández Pérez.

El último “tercerillo” de la Plaza Mayor, Emilio Salcedo.

Prensa: El Adelanto y El Salmantino.



La genealogía de la familia de plateros Franquera-Elena

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Por José María Hernández Pérez
14/01/21 Rev. 00





    

La Cofradía salmantina de plateros data de 1450 y se puso bajo la advocación de san Eloy, siendo su sede la iglesia de san Isidro y san Pelayo (hoy aulario de san Isidro de la Universidad de Salamanca) Fundó una Escuela de Dibujo, situada en la calle del Pocellino (luego Pecellín), que abrió el 18 de enero de 1784 y con fecha 22 de febrero de 1798 quedó bajo la protección regia.

Entre los plateros salmantinos que destacan en el siglo XIX se encuentran Jaime Franquera (c. 1755-¿?) y los hermanos Miguel C. Elena Ribadeneira (5/7/1810-1867) y Manuel María Elena Ribadeneira (21/11/1816-1873).

Jaime Franquera fue premiado por Carlos IV con el nombramiento de Platero de Cámara por sus exquisitos trabajos de filigrana, aunque ostentasen la plaza de Jefe Honorario de la Real Guardajoyas del Rey y Artífice de Joyas de su Real Cámara y Casa varias personas a lo largo del tiempo: José Briones, Manuel López Sáez y desde el 12/11/1790, el francés Leonardo Chopinot.

En la Exposición Pública de Productos de la Industria Española de 1828, presenta: Una taza con su plato de filigrana tejida; dos peines grandes; tres más pequeños; un azafate; ocho abanicos; otro más pequeño; una petaca para pajillas y una carraca. Obtiene medalla de plata. También se presentó en la misma exposición de 1831 con otros objetos especialmente del ramo de la filigrana donde se le confirmó la medalla de plata.

Llega a Madrid Jaime Franquera de Salamanca, artífice Platero y filigranista Honorario de Su Majestad y se anuncia en el Diario de Avisos de Madrid, el 20/10/1830, como alojado en la Posada de san Isidro, en la Cava Baja, cuarto principal, durante 20 días, recibiendo los encargos desde las 12 de la mañana hasta las 2 de la tarde.

En 1841 se presenta a la Exposición y con 86 años, ofrece: un  cofrecito de filigrana de plata y la Junta de Calificación de los Productos opina que las obras de platería y filigrana de don Jaime Franquera de Salamanca, reúnen a la buena ejecución el gusto en el dibujo. Algunas de las piezas presentadas son  caprichos ingeniosos, que aunque no de uso común, manifiestan lo que es capaz de hacer, y lo que el consumidor puede pedirle. Alguna vez han sido estos objetos codiciados en el mismo París. La Junta le juzga merecedor de la medalla de plata.

En el Museo Carmelitano de Alba de Tormes se exhibe un remate de vara.

Jaime Franquera se pasó parte de los últimos años de su vida trabajando en la confección de una silla de montar de tamaño natural, toda de plata primorosamente labrada y adornada, para regalársela a la que iba a ser Reina de España, Isabel II. Concluida la obra, no quedando satisfecho con el resultado, la destruyó.

Respecto a los hermanos Manuel María y Miguel C. Elena, que consiguieron la titulación de Maestro Platero en la Escuela de san Eloy en 1835 y 1840, respectivamente, se produce confusión en cuanto al punzón ELENA que aparece en una Corona y en el remate de unas varas de san Cristóbal de la Cuesta, en una escribanía de la Universidad de Salamanca y en un copón de Zamayón.

Los citados artistas plateros establecieron lazos familiares y muchos de sus descendientes continuaron la dedicación en la artística labor de la platería, tradición que aún permanece con la familia Cordón.

Otro de estos descendientes fue Cándido María Cambón, (a) Vidita, como puede comprobarse por la Genealogía inserta: 






AGRADECIMIENTO

A D. Manuel Escudero Cordón por su colaboración en la realización del árbol genealógico

BIBLIOGRAFíA

La congregación de plateros de Salamanca.- Manuel Pérez Hernández. 1990

Joyería Cordón.- Cuaderno del Museo del Comercio, n.º 22.

Derecho de la mujer a la joyería tradicional salmantina.- María Eugenia Bueno Pastor. 2015

Memoria de la Junta de Calificación de los Productos de la Industria Española. Exposición de 1828.

Id.     id. 1841.

Catálogo de los Productos de la Industria Española. 1828.

Id.     id. 1841.

Una vuelta por Salamanca.- Modesto Pérez. 1909

Prensa nacional y salmantina.






El platero Cándido Cambón, alias “Vidita”

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Por José María Hernández Pérez
y César Hernández R.
14/01/2021 Rev. 00
Salmantinos olvidados III



No tenemos ningún retrato de Cándido Cambón, (a) Vidita, y bien que lo sentimos, nos hubiera encantado saber como era el semblante de este "personaje" de los que no abundan mucho. Dionisíaco, disparatado, delirante, hedonista, positivista, ocurrente, quijotesco,... no parece haber adjetivos suficientes para resumir la inefable personalidad de este hombre contrahecho y buena gente. Actor habitual de tertulias de café desde donde sus gracias y ocurrencias se extendían por toda la ciudad. Hosco y desabrido a menudo, pero al tiempo atrayente y muy querido.

Cándido Cambón Elena perteneció a una de las familias de plateros y joyeros salmantinos más representativas de los siglos XIX y XX, los Elena-Franquera; a la que también perteneció la saga de los Cordón. 


La platería de Cándido Cambón "Vidita" estaba en el n.º 1 de la calle de san Pablo, se correspondía con la puerta más
 cercana visible a la derecha en esta fotografía. Es posible que cuando D. Luis González de la Huebra dispara el obtura-
dor de la cámara para retratar a sus hijas en la calle de san Pablo (esta imagen no es más que un fragmento de aquella 
foto), Cándido Cambón se encontrara en su tienda. Nunca lo sabremos, pero en todo caso este es el animado ambiente 
que bullía en la zona de su entorno durante los primeros años del siglo XX.

El siguiente enlace contiene el árbol genealógico que acomoda a los protagonistas de la presente semblanza:





Cándido María Cambón Elena era hijo de León Cambón Holgado, abogado, militante del partido conservador, profesor de instituto, diputado provincial, institución de la que llegó a ser vicepresidente,... El 29 de agosto de 1886 participó en la junta de constitución de la Cámara de Comercio y fue miembro de la junta directiva inicial. Falleció el 2 de febrero de 1888 a las cinco de la tarde tras una larga y penosa enfermedad. Tenía un hermano llamado Andrés, en Alba de Tormes.

La madre de Cándido era Florentina Elena Pérez, hija del joyero Miguel C. Elena Ribadeneira que tuvo establecimiento en la plaza del Peso, san Justo nº2, al menos desde 1844. El matrimonio Cambón Elena tuvo cinco hijos: Julio María, León, Cándido, Purificación y Teresa.

La familia regentó, con el nombre de Cambón, la antigua platería situada en san Pablo 1, que fue conocida a partir de la muerte de don León como de “Viuda de Cambón”.

León Cambón Elena falleció el 20 de septiembre de 1889, año y medio después que su padre, con apenas 20 años, siendo alumno de cuarto curso de las facultades de Derecho y de Ciencias. Su íntimo amigo Teófilo Méndez Polo le dedicó una sentida elegía publicada en El Fomento del día 24 de octubre de 1889.

Julio María Cambón Elena, que al igual que su hermano León fue miembro de la Academia de Santo Tomás de Aquino, se licenció en Derecho por la Universidad de Valladolid en octubre de 1890 y comenzó a colaborar con el periódico salmantino El Fomento antes de marchar a Madrid, donde ejerció como abogado desde el 1 de mayo de 1900 y se decantó políticamente por el carlismo.

La madre, Florentina Elena, falleció, el 1 de marzo de 1900 con 54 años, Cándido Cambón Elena y sus hermanas continuaron manteniendo el negocio con el nombre de “Hijos de Cambón”.

Anuncio de la platería Hijos de Cambón en Gente joven, 
semanario literario ilustrado en mayo de 1905. El texto atrasa 
la existencia de la platería a 1841

De las hermanas de Cándido, Purificación fallece a la edad de 27 años, el 30 de septiembre de 1906, a causa de una pulmonía y Teresa se casó en 1915 con el comerciante Félix Muela y Moreno de Linares (Jaén) a dónde se trasladó a vivir. 

Julio María Cambón Elena, hermano mayor de Cándido, falleció en octubre de 1911 a la edad de 45 años dejando esposa, Pilar Cassón,  y cuatro hijos: Carmen, Consuelo, Carlos y Luis Cambón Cassón.

Del joven Cándido, no tenemos constancia que se dedicará al estudio como sus hermanos, pero sí nos consta su afición al biciclismo. Su salud no era buena y cayó gravemente enfermo durante varios meses en 1901. Cándido, como hemos adelantado, se encargó de la gestión de la platería familiar, aunque lo hiciera la mayoría de las veces fuera de los cánones admitidos para una buena dirección comercial.

La peculiar manera de llevar el negocio de Cándido llevaría al cierre del mismo en febrero de 1914, liquidando todos sus artículos con el 50% de descuento y traspasando el negocio a Castor González, corredor libre de comercio que termina de adquirir también el Hotel Suizo junto a Claudio Gambotti y que rápidamente pone la joyería en manos de Juan José Toribio Cordón de Blas que abre allí nueva tienda y taller en agosto de 1914.

José Cordón permaneció en el local que había sido comercio de los Cambón hasta 1933 cuando mandó derribar los inmuebles en la esquina de la calle san Pablo y plaza del Peso para construir el edificio, máximo representante de la arquitectura art decó de la ciudad, diseñado por el arquitecto Ricardo Pérez Fernández, en cuyos bajos instaló su negocio.

Entre la publicación de estas fotografías en el diario El Adelanto transcurrió poco más de un año. La de la izquierda, probablemente de Almaraz, se publicó el 20 de enero de 1933 y muestra el antiguo inmueble del n.º 1 de la calle de san Pablo donde estuvo la vieja platería de Cambón, ocupada desde 1914 por José Cordón; la de la derecha, con seguridad de Almaraz, se publicó el 1 de febrero de 1934, en ella el edificio que diseñó el arquitecto Ricardo Pérez Fernández en 1932 para el platero, y que ocupó el mismo solar en la confluencia de la calle san Pablo y Plaza del Peso, se encuentra muy avanzado.

En aquel tiempo, y  durante muchos años, estuvo en la calle de la Rúa 6 la joyería regida por Sebastián Elena Franquera, casado con Carmen Agúndez Fernández, que recibió el nombre de “Hijos de Elena”, siendo nietos del excelente platero y filigranista Jaime Franqueza e hijos de Estanislada Franquera Pastor, que ya viuda de Manuel María Elena Ribadeneira, Alfonso XII le concede el honor de Proveedora de la Real Casa y el uso del Escudo de Armas Reales en la muestra y facturas del Establecimiento de Platería que tiene Vd. en la ciudad de Salamanca.

Anuncio de Hijos de Elena aparecido en Una vuelta
por Salamanca
de  Modesto Pérez en 1909

Una hija de Sebastián Elena, Rafaela, casó con José Cordón de Blas el 24 de octubre de 1913. Sebastián Elena y Florentina Elena, la madre de Cándido "Vidita", eran primos carnales pues el padre de Sebastián fue Manuel María Elena Ribadeneira y el de Florentina, Miguel C. Elena Ribadeneira. Las dos familias se llevaron muy bien, manteniéndose la íntima relación hasta entre sus nietos, los hijos de Julio María Cambón Elena y los de Rafaela Elena.

De las aventuras y andanzas de Cándido Cambón tenemos breve cuenta gracias a unos pocos artículos aparecidos en la prensa salmantina. 

Es Rufino Aguirre Ibáñez quien en un artículo publicado en La Gaceta del 1 de setiembre de 1951 describe los avatares del peculiar personaje.



Vida disparatada y muerte triste de “Vidita”

Por R. AGUIRRE IBAÑEZ



LA SEMANA TERMINÓ AYER

Hablaba días atrás Francisco Bravo de la decadencia de las tertulias, lo que sin duda es verdad. Pero no porque seamos activos, más trabajadores que antes. Perdemos tanto o más tiempo en los cafés y los casinos que aquellos en quienes parecía que estaba pensando Bravo al escribir su artículo. Lo que sucede es que somos más aburridos menos ingeniosos cada día, habiéndonos tocado vivir una época tal de restricciones hasta en la inteligencia, que muy pocos consiguen superar. Las individualidades escasean o se diluyen en el anónimo montón. ¿Dónde están las figuras que pudieran competir en ingenio, agilidad mental y ánimo esforzado -y ello sin pararme a jerarquizar- con Manuel Rubio, Bonin, Eduaso, Pepe Onís, Fernando Felipe, Guillermo Sáez, Eduardo Aparicio, Madrigal,«El Chipi» y «Vidita»? El corte de cada uno de estos, como el de otros muchísimos salmantinos que poblaban y daban vida y movilidad a la tertulias era bien diverso. Cada uno tenía su personalidad todos animaban el cuadro de una Salamanca distinta a la presente, con la gala y el ornato de sus donaires y ocurrencias.

Cándido Cambón, por ejemplo, era un hombre extraordinario. Todavía siendo yo un mozalbete acerté a conocerle en la Sentina, cuando tímidamente nos asomábamos a Novelty por las fechas en que Sáez sacaba la cuenta a «Revive» de lo que este ganaba con un jamón vendido en bocadillos. Lo recuerdo como un hombre de cierta edad, quizás demasiado afectado preocupado por el bien vestir. Era más que medianamente cargado de espaldas, lo que pretendía disimular llevando siempre el brazo derecho, como en una «pose» teatral , metido debajo de la chaqueta, para hacer bulto que contrapesase el del lado opuesto. Su defecto físico era celosamente guardado en secreto por todos; nadie aludía a él y que se sepa, sólo una vez permitió a Berges que para probar si ello le servía con que salir de un apuro de dinero le pasase suavemente un décimo de la lotería por la espalda.

A Cambón todo el mundo le llamaba «Vidita», convirtiendo en patronímico al cariñoso apelativo que él daba a los demás; pero sólo autorizaba que lo hicieran sus amigos Si alguno que no lo fuera, se escurría, rápidamente era llamado al orden para que guardase las debidas distancias:

-«Vidita» soy sólo para mis amistades y a usted no le tengo catalogado.

Tenía una Platería donde hoy está Cordón y todos los de aquella época la recordarán con simpatía. No había en ella, incluyendo el escaparate, al que nunca se le quitó el polvo más que dos cálices y una custodia de plata. La única vez que un sacerdote despistado entró en la tienda con el ánimo resuelto a comprar los citados objetos del culto, no lo consiguió ni pagando su precio al contado. «Si los vendo, decía después «Vidita», ¿qué pongo en el escaparate? Creerán que me he arruinado o poco menos»

Arruinado no, porque para cubrir su presupuesto cotidiano de comida, vestido y de más -aunque en ningún caso con qué resarcirse de sus pérdidas en la ruleta- tenía y la plaza de profesor de Caligrafía en la Normal de Maestras para la que juntamente con Blas Santos Franco, le nombró Bullón tanto por sus habilidades pendolísticas como por su buena amistad con el diputado por Sequeros. Y para los casos de verdadera necesidad, enfermedades o malas rachas, allí estaban los amigos de siempre, que disimuladamente le metían un duro en el bolsillo sin que nunca aparentase darse por enterado. Durante mucho tiempo «Vidita» comió en el Suizo. Gambotti jamás pensó en pasarle la cuenta. Y cuando negoció el traspaso del Café - que lo tomó Castor un corredor de comercio, le saco en condición que «Vidita» había de seguir en la nómina de los clientes fijos, sin que nadie osase llamarle la atención sobre unas minutas de liquidación más que problemática.

El humor de «Vidita» era acre, sus reacciones vitales desconcertantes y en el fondo sencilla y naturalmente bueno. Recuerdo ahora, que cuando regresó de Niza Martin Veloz tenía en un dedo de las manos un brillante de categoría. Llegó a Novelty y deslumbró a la concurrencia. «Vidita» lo miró dijo sin darle importancia: «Mejor lo tengo yo». El asombro que aquello produjo ya puede suponerse

-¿Dónde? ¿Es posible? No lo creemos

- Lo tengo en la tienda. Vamos a verlo ahora mismo.

Y allá fue la tertulia en pleno. «Vidita» sacó de la estantería una caja envuelta en papel de seda con muchas cintas. La desató con cuidado casi femenino. Otra caja, como en los juegos de prestidigitación de los chinos, fue extraída parsimoniosamente. Nadie respiraba siquiera. Más papeles, más cintas y, por fin..., un catálogo. Lo abrió lo hojeó y señaló con el dedo:

- Aquí está. ¡El gran Mogol!

Podríamos contar cien y cien cosas del inefable, del gran hombre que fue «Vidita», de la supuesta radioactividad de su mirada, de las imaginarias conquistas que hacía, de cuando durmió a don Antonio Diez -otra figura interesantísima de aquellos tiempos -, y del banquete que le dieron en Novelty - con música de «La Corte del Faraón»- por no recuerdo que sabrosa aventura felizmente rematada. Pero vayamos al final. 

El final de esta vida absurda y disparatada fue triste. Porque le gustaba el mazagrán –y, claro, porque le pagó el viaje Gambotti, «Vidita» se fue a Lisboa creo que en el verano de 1921. Y tomando mazagrán en uno de aquellos incomparables cafés de la plaza del Rocío, se le perforó el estómago. No hubo manera de salvarle. Allí se quedó para siempre el bueno de «Vidita» haciendo un último gesto de desenfado a la existencia, que se le marchaba a bocanadas de sangre y de mazagrán mezclados. Pero dejó un testamento, protocolarizado formalmente, que le reveló como genial humorista y cuya lectura conmovió a los amigos hasta las lágrimas. Cuando ya nada tenia de todo aquello que había derrochado, encontró en el fondo de su corazón palabras amables para recordar a todos: a Salcedo, a Peláez, a Berges, a Villalobos, a Iscar..., que no les olvidaba en el momento de su despedida eterna. A uno le dejaba un Van Dick, a otro un reloj de oro que fue de Alfonso XII, a otro un Gobellinos, a otro dos tibores chinos, a otro una colección de abanicos pintados por Boucher y Watteau... Todo graciosamente inventado por la prodigiosa imaginación de Cambón que hizo en su testamento la última gran pirueta de su vida: aquella que le redimía con espléndida generosidad - él no tenía la culpa de que los objetos no existieran realmente- de todos los favores que había tenido que soportar de sus amigos.



Tras dejar la joyería, Cándido Cambón fue nombrado, en abril de 1914, oficial de la Comisaría regia de primera enseñanza de la provincia de Salamanca y ese mismo año, gracias a los buenos oficios de sus amigos, el abogado y concejal Blas Santos Franco y el diputado a Cortes por Sequeros Eloy Bullón, fue nombrado profesor interino de caligrafía en las Normales de Maestros y Maestras, dada su habilidad como excelente pendolista. Fue representante en Salamanca de la compañía de seguros La Equitativa de los Estados Unidos de Brasil, junto a Avelino Ortega y en junio de 1917 obtiene por oposición la plaza de tasador de alhajas y ropa en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca.

Su mala salud persistía, obligándole a estar postrado en cama varios meses durante 1920 y 1921. Su amigo Gambotti le pago un viaje a Lisboa en el verano de 1921 y el 31 de agosto de 1922, en uno de los cafés de la Plaza del Rocío, tomando mazagrán, al que era aficionado, se le perforó el estómago y llevado a su hotel donde, al parecer, se le negó la entrada, fue conducido a una sala de pago del hospital de San José, donde no superó la operación practicada y falleció.

Como demostración de que era un fiel devoto de Epicuro tenemos lo que publica EL ADELANTO de 24 de noviembre de 1931 en su sección “Dicen que dijeron…”:


AL QUE MADRUGA DIOS LE AYUDA 

Había no hace mucho tiempo una platería (hoy transformada)  en la calle de San Pablo, cuyo dueño, conocido entre sus amistades por "Vidita", disfrutaba siempre envidiable buen humor, aunque las circunstancias fuesen adversas para él, bien porque apenas entraba un alma en la tienda, pues ésta no se abría hasta las once o las doce de la mañana para mayor comodidad de su dueño. 

Como se quejara éste a su amigo de la poca venta que tenía, se atrevió el otro a darle un buen consejo, diciéndole que por qué no abría la tienda antes como todos los establecimientos lo hacían y le contestó el platero con su eterna jovialidad: 

— Pero vidita, ¿es que crees que yo tengo una buñolería?


Otra muestra, en la misma sección, el 24 de diciembre de 1931:


LA CUSTODIA DE "VIDITA" 

Leyendo en la sección de "Dicen que dijeron" de EL ADELANTO, un chiste de "Vidita", voy a referir otro a nuestros lectores.

En la joyería que en una calle céntrica de Salamanca poseía "Vidita", apenas si quedaban cosas de valor, excepto una hermosa custodia que lucía en el centro del escaparate. 

Acertó a pasar por allí un sacerdote, a quien le gustó la custodia y entró a pedir precio por si le convenía, y el joyero le pidió por ella cinco o seis veces más de lo que valía. Indignado el sacerdote ante aquello que no tenía otra apariencia que un intento de timo, se enfadó, recriminando al joyero, el cual le contestó: "Perdone usted, padre, pues tiene usted mucha razón en enfadarse; pero comprenda que si le pido lo justo y me lleva usted la custodia, ¿qué me queda entonces en la tienda?". 


En EL ECO ESCOLAR de 17 de marzo de 1918, firmado por Pedregal:


La revisión de los valores

También aquí tenemos nuestro poquitín de vista y sabemos buscar los elementos salmantinos que pudieran con su trabajo y con el esfuerzo de su esclarecido cerebro, salvar al país de la conmoción que le amenaza.

Ayer nos tropezamos con uno de esos «pies derechos» necesarios para apuntalar las columnas del edificio nacional e inmediatamente nos pusimos al habla con él: D. Cándido Cambón, nos tuvo colgados de su boca - esto es un decir -mientras exponía su opinión autorizada contestando a nuestras preguntas.

-¿...?

Yo tuve una platería— neé la buñolería— dónde se reunían mis amigos a comentar los sucesos del día.

-¿...?

Sí es verdad, me extrañaba que no pidieran mi parecer, y que Rayo o algún otro no se acordara de mi humilde, si que también flamante, persona; -¡ay vidita!- yo soy un hombre de gustos refinados y cultura sólida; mi afición predilecta fue la alquimia, la medicina y las matemáticas, hoy soy más bien feminista, conozco las prendas que adornan a la mujer, no por mi empeño sino por el de ellas y domino a la perfección el ars amandi aumentado por la fuerza hipnótica de mi potente, visual mirada transversal, recta u opaca que yo lanzo, dama herida que se rinde y pide parlamento para capitular honrosamente.

Don Cándido tiende al viento las alas de su fantasía y de su lengua (coloradita y flexible), vierte chorros de inspiración.

-¿...? 

Ya lo creo, atienda un instante el señor repórter y reparando en mi adonisíaco talante, figúrese una Nice del Leonio, envuelta en su albo manto; encadenadas a mí por las doradas telas metálicas que Cupido caprichoso teje. 

Mas ¡ah!, ingrata en un momento de alución febril, cedió al sentimiento de fementido galán que a librarla vino del dulce encantamiento en que sumida estaba! ¡Voto a Hércules!, a ese Perseo inoportuno, no he de permitir cobijo ni amparo aún en mismo fondo de la tierra, hasta que su tizona con la mía se entrelace en desigual y tremenda lid cual corresponde a denodados caballeros.

-¿...? 

- Por Dios, eso, eso; el alcantarillado y los barrenderos no me ensimisman: estoy ahíto de problemas municipales; bien que se ocupen de ellos los renegados del vivir. Yo me digo: ¿qué ganarán los concejales, diputados y senadores, que tanto se pelean por serlo? Me anonado ante la novedad y profundidad de pensamiento que acabo de expulsar.

-¿...? 

— ¿La patria? Si necesita de mi esfuerzo y de mi sacrificio, aquí estoy, dispuesto a sucumbir por ella: claro es, que esto lo dicen todos los políticos, pero yo como no lo soy y sé tasar admirablemente, he descubierto que en el estado actual de cosas, no es oro todo lo que reluce...

Don Cándido evoca melancólicas añoranzas (que diría un intelectual), y entra en éxtasis místico entornando suavemente sus párpados soñolientos: nosotros de puntillas, abandonamos el salón por no distraerle de sus transportes anímicos. 

Jaculatoria: Señor Cambón, por piedad, deje usted el monte y éntrese en la ciudad.


Obsérvese la perspicacia del periodista remarcando las palabras que hacen referencia al oficio del platero, en aquellos momentos tasador de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca.

 


 


BIBLIOGRAFíA

La congregación de plateros de Salamanca.- Manuel Pérez Hernández. 1990

Joyería Cordón.- Cuaderno del Museo del Comercio, n.º 22.

Derecho de la mujer a la joyería tradicional salmantina.- María Eugenia Bueno Pastor. 2015

Memoria de la Junta de Calificación de los Productos de la Industria Española. Exposición de 1828.

Id.     id. 1841.

Catálogo de los Productos de la Industria Española. 1828.

Id.     id. 1841.

Una vuelta por Salamanca.- Modesto Pérez. 1909

Prensa nacional y salmantina.


 


 


 


 


 





Salmantinos Olvidados

Nº 2-4 de la calle del Pozo Amarillo

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(numeración anterior 2-4) 


La casa de los Flores

La antigua casa de los Flores, señores de Calzadilla, fue un caserón con torre del gótico tardío que se encontraba en la esquina derecha de Pozo Amarillo y Plaza de la Verdura (nombre, entre otros, que recibió la actual plaza del Mercado antes de la construcción del edificio del mercado de abastos). Los salmantinos de finales del XIX se referían a ella como “la casa del Torreón”.

Pocas imágenes han quedado para el recuerdo de la vieja casa. Una de ellas es la fotografía de Venancio Gombau tomada desde el arco de las escalerillas del Pinto en donde se percibe en la casona una toza con arcos polilobulados que delata un antiguo ajimez transformado en el siglo XVIII en balcón, al igual que otros huecos del edificio13.


La casa de los Flores, fotografía  realizada por Venancio Gombau
desde las escalerillas del Pinto


Otro aspecto de la casa desaparecida se aprecia, aunque vagamente, en una fotografía de D. Luis González de la Huebra. 


Fotografía de Luis González de la Huebra y detalle de la casa de los Flores

Desde mayo de 1891, en el n.º 2 del Pozo Amarillo había tenido su despacho D. Arsenio Huebra, abogado y periodista, director de El Adelanto y su quisicosero, y en ese edificio falleció el 20 de enero de 1893 a la edad de 40 años. Ese mismo despacho lo abrió, como consulta, en el mes de marzo de 1893, su hermano el médico D. Edilberto González de la Huebra que despareció sin dejar rastro, a finales de ese mismo mes.

Desde la casona de los Flores y hasta la iglesia de san Julián, se alzaba un grupo de casas con soportales que en conjunto recibieron el nombre de "portales del pan" y que a finales del siglo XIX también se denominaron "portales de la Menoria", en alusión a un conocido comercio de ultramarinos muy popular que allí hubo14.

Fue en abril de 1899, cuando el ayuntamiento decidió construir el Mercado Central de Abastos diseñado por el arquitecto D. Joaquín de Vargas. Debido a la escasez de espacio en la plaza de la Verdura para albergar el edificio, el ayuntamiento, a principios de 1900, llegó a un acuerdo amistoso con los vecinos para la expropiación de las casas de los portales de la Menoria. Problemas posteriores provocaron que estas casas no comenzaran a derruirse hasta abril de 1905.

A pesar de que en abril de 1906 habían quedado marcadas las nuevas alineaciones de la plaza de la Verdura, se realizaron gestiones para la expropiación de las casas que D. Ildefonso Borrego poseía en la plaza de la Verdura y Pozo Amarillo que el ayuntamiento consideraba indispensables para la correcta alineación de la plaza, pero las fuertes condiciones económicas exigidas por el Sr. Borrego no pudieron ser asumidas por la precaria economía municipal. Tras el fallecimiento de D. Ildefonso Borrego, acaecido el 4 de agosto de 1906, cuando contaba con 77 años de edad, se reanudaron las negociaciones con D. Domingo Borrego, su hijo y heredero, llegándose finalmente a un acuerdo en 1908. La parte necesaria para el alineamiento de la plaza de la Verdura supuso la expropiación parcial, valorada en 70.000 pts., de las casas números 2 y 4 del Pozo Amarillo y 15 y 17 de la plaza de la Verdura propiedad todas ellas del Sr. Borrego y que incluían el caserón renacentista de los Flores, cuyo derribo levantó muchas voces de protesta en la ciudad. 


La casa de Domingo Borrego

En el resto del solar, D. Domingo Borrego, construiría un edificio con fachada de piedra franca con mirador circular de hierro y una linterna con cúpula de Zinc en el ático que hoy hace esquina entre la calle Pozo Amarillo y la plaza del Mercado. Fue diseñado en 1909 por D. Cecilio González Domingo y es uno de los edificios más significativos de la arquitectura ecléctica de la ciudad.


Edificio de Domingo Borrego en la década de 1920, fotografía de Cándido Ansede

Sin embargo la edificación no comenzó de forma inmediata y dio lugar a la protesta de los vecinos en agosto de 1911 porque en el solar se acumulaba gran cantidad de agua estancada e inmundicias. La visita de la inspección de sanidad obligó a la desinfección y limpieza del solar que se encontraba vallado. La muerte de D. Cecilio González Domingo, en aquel momento director del instituto y diputado provincial, acaecida el 15 de diciembre de 1912, cuando contaba con 66 años, provocó que la finalización del edificio corriera a cargo del arquitecto D. Joaquín de Vargas y Aguirre, entonces arquitecto provincial, quedando el edificio acabado a mediados de 1913.

En sus bajos se instaló en 1913 el comercio de ultramarinos y coloniales de Valls y Santos, comenzando así su historia comercial.



El comercio fue una  sociedad de D. Luis Valls Valencia y D. Manuel Santos Pedrad. Luis Valls había regentado junto a Germán Alonso Benito el comercio “El Monsagreño” en la Plaza, número 48, adquirido por 60.000 pesetas a Pozueta y traspasado a Joaquín Asiaín Rioja en 62.500 el 21 de julio de 1900, en 1898 se puso al frente de la sección de vajillas, cristalerías, juguetes y regalos para bodas del comercio de D. Prudencio Santos Benito en la Plaza Mayor. 

El negocio quedó en manos de Luis Valls en 1929 y lo regentó hasta su muerte en 1944.

Pasó entonces a ser Ultramarinos de Eleuterio Cabo, un conocido dependiente de comercio que trabajó en Los Cubanos y en casa Moretón entre otros y que fuera representante obrero del sector.



César Hernández R.
Bg 25/02/21 Rev.00





13 Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 Tomo I, pág. 315

14 La Menoría era una excelente tienda de ultramarinos que se encontraba en la Plaza de la Verdura, 19, al dar la vuelta del Pozo Amarillo, en la segunda casa y más abajo de donde estuvo "La Fábrica". (J.M. Hernández Pérez)



Fuentes generales para el artículo íntegro sobre la calle del Pozo Amarillo

Prensa histórica:

Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.

Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). 

Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884

Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997

Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006

Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca

David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.

Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 

José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Universidad de Salamanca, 2014.

Luis Angoso García, almacenes ARA. Cuaderno del Museo del Comercio de Salamanca nº4

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014

El arquitecto Genaro de No, Arquitectura contemporánea en España. Edarba, 1934 Madrid

Sara Núñez Izquierdo, El arquitecto Eduardo Lozano Lardet (1897-1968; titulado en 1923). Studia Zamorensia, Vol. XIII, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La vivienda en el antiguo recinto amurallado de Salamanca durante el Primer Franquismo (1939-1953), Salamanca 2014

Nº 1-3 de la calle del Pozo Amarillo

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(Sin numeración anterior)




Tradicionalmente la calle del Pozo Amarillo fue lugar apropiado para albergar establecimientos hosteleros de muy diversas facturas dedicados a proveer sus servicios a la zona más comercial de la ciudad. Los primeros locales del lado izquierdo de la calle, los antiguos nº 1, 3 y 5 (hoy 5, 7 y 9) no escaparon a esa tradición y fueron ocupados por figones y tabernas, algunos todavía continúan con esa función.

La puerta de las viviendas nº 1 de la calle del Pozo Amarillo, correspondiente al edificio hibridado con vuelta a la plaza del Mercado, 6 y que mezcla la mampostería concertada de aires dieciochescos con el ladrillo prensado del siglo XIX y XX, adquirió con seguridad sus escalones de acceso cuando se rebajó el nivel del suelo de la plaza del Mercado para acomodar este a la nueva construcción del edificio del Mercado de Abastos, abierto en abril de 1909. Entonces se construyó un muro de contención de tierras en la acera del pinto, hoy desaparecido.


Edificio de Domingo Borrego en la década de 1920, fotografía de Cándido Ansede


Durante los años 20, 30 y 40, D. Federico Silguero tuvo en el local de esta casa en la plaza del Mercado nº 6 un establecimiento de hostelería que llamó American bar y que cambió su nombre a bar Federico con los nuevos tiempos que trajo la Guerra Civil. El apellido Silguero tuvo gran tradición en la hostelería salmantina no en vano Federico Silguero fue el padre de Sandalio Silguero del bar “Los Limoneros” en la esquina de san Julián y su sobrino Jesús, de “La “Posada” murió de mala manera, otro sobrino a los pocos años repitió muerte a mano de sicarios.

Tanto el muro como el establecimiento de D. Federico son visibles en la fotografía de Cándido Ansede de la casa de D. Domingo Borrego.

A nuestro entender, el local nº3 del Pozo amarillo debió ser abierto posteriormente a la implantación de las nuevas rasantes, aprovechando este rebaje de nivel. Como en otros casos de la ciudad, un sótano o semisótano afloró a la calle. El local estuvo ocupado últimamente por la perfumería París cerrada desde hace un tiempo.



César Hernández R.
Bg 25/02/21 Rev.00





Fuentes generales para el artículo íntegro sobre la calle del Pozo Amarillo

Prensa histórica:

Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.

Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). 

Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884

Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997

Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006

Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca

David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.

Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 

José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Universidad de Salamanca, 2014.

Luis Angoso García, almacenes ARA. Cuaderno del Museo del Comercio de Salamanca nº4

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014

El arquitecto Genaro de No, Arquitectura contemporánea en España. Edarba, 1934 Madrid

Sara Núñez Izquierdo, El arquitecto Eduardo Lozano Lardet (1897-1968; titulado en 1923). Studia Zamorensia, Vol. XIII, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La vivienda en el antiguo recinto amurallado de Salamanca durante el Primer Franquismo (1939-1953), Salamanca 2014

El Nº 6 de la calle del Pozo Amarillo

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 (Numeración anterior 6-8)



También en estilo ecléctico, pero de muy diferente factura que el edificio de Borrego, es el edificio número 6-8 que hace esquina con la calle del Clavel.

El confitero D. Ricardo Rodríguez Sánchez tuvo tienda desde finales del siglo XIX en el número 4 de la calle Pozo Amarillo. La expropiación del edificio, propiedad de Ildefonso Borrego, finalmente concertada en 1908, había animado al confitero a adquirir el edificio contiguo también sometido a expropiación. En junio de 1907 ofreció al ayuntamiento la expropiación parcial del solar y tras su aceptación se le concedió licencia de construcción de un nuevo edificio diseñado por el arquitecto D. Carlos Grasset 15.

El edificio presenta una fachada bicroma por utilización de ladrillo rojo y piedra franca en bajos y en recercos de huecos y esquinas, luce además una amplia cornisa, principal novedad que introdujo en Salamanca su diseñador don Carlos Grasset en 1907.

Posteriormente, en 1932, se permitió ampliar la galería del ático.

En la aventura como promotor inmobiliario estuvo seguramente implicado, junto a D. Ricardo Rodríguez, su hijo D. Jesús Rodríguez Astudillo que continuó dirigiendo la pastelería tras el fallecimiento de su padre el 28 de abril de 1915, a los 71 años. En 1933, D. Jesús construiría, sobre unos solares de su propiedad en la calle del Pozo Amarillo, unos bloques de viviendas de los que hablaremos en otro lugar.


César Hernández R.
Bg 25/02/21 Rev.00






15José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca 1890-1939. Universidad de Salamanca 2001. pág. 145.




Fuentes generales para el artículo íntegro sobre la calle del Pozo Amarillo

Prensa histórica:

Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.

Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). 

Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884

Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997

Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006

Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca

David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.

Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 

José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Universidad de Salamanca, 2014.

Luis Angoso García, almacenes ARA. Cuaderno del Museo del Comercio de Salamanca nº4

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014

El arquitecto Genaro de No, Arquitectura contemporánea en España. Edarba, 1934 Madrid

Sara Núñez Izquierdo, El arquitecto Eduardo Lozano Lardet (1897-1968; titulado en 1923). Studia Zamorensia, Vol. XIII, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La vivienda en el antiguo recinto amurallado de Salamanca durante el Primer Franquismo (1939-1953), Salamanca 2014


Nº 5 de la calle del Pozo Amarillo

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(Numeración anterior 1)



El figón en su bajo había pertenecido desde finales del siglo XIX, a D. Félix Hueso García y tras su fallecimiento, en 1911, tomó el traspaso D. José Sierra que había sido cocinero del café Castilla.

Ya en propiedad de D. Lorenzo Bailón, le fue concedida licencia en 1927 para construir un nuevo edificio con una altura más que el precedente y que, con pequeñas modificaciones, persiste en la actualidad. 

Se trata de un edificio de cuatro plantas con notorias líneas de imposta entre ellas, de arquitectura sencilla con fachada en el bajo de piedra franca y revocos pintados, imitando sillería, en las plantas superiores. En 1931, recibió el permiso para modificar los huecos de la fachada de la casa transformando la ventana del segundo piso en balcón. 


Aspecto del edificio de Lorenzo
Bailón, fotografía publicada en 
El Adelanto de 12-09-1928

D. Lorenzo Bailón había tenido establecimiento de comidas y bebidas en la plaza del Mercado, 38 y había conseguido un gran éxito entre los parroquianos del Mercado de Abastos. Especial atención debía requerir su chanfaina a juzgar por el comentario que publica El Coco de la Alamedilla en El Adelanto del 31 de enero de 1924: 

¡Y no digamos nada de la chanfaina, apetitosa y nutritiva, a pesar de cuanto digan sus detractores, haciéndola pasar por indigesta y nociva a la salud! 

No hay más que visitar el clásico establecimiento de Bailón en la plaza del Mercado, de ocho a diez de la mañana, para convencerse de lo pueriles que son estos aventurados juicios acerca del plato salmantino por excelencia. 

Dejaros de garambainas

y de gratuitos tallos

no hay nada para los callos

como un plato de chanfaina.


Además, que su precio es económico y al alcance de todas las fortunas, hace de él, el desayuno ideal y recomendado por todas las autoridades médicas y curanderas del mercado de abastos

Porque a real la ración

y quince de vino y pan,

te resulta mejor plan

que si comes un lechón.


El coco de la alamedilla

Una vez instalado en el Pozo Amarillo, D. Lorenzo se vio obligado a traspasar el establecimiento de la plaza del Mercado por no poder atenderlo. 

D. Lorenzo falleció en 1933 a los 62 años, pero el negocio continuó en mano de su viuda Teodora Martín y sus hijos bajo la denominación de Viuda de Bailón e hijos.

En los últimos años el local comercial ha estado ocupado por diversos establecimientos hosteleros; el restaurante Dulcinea, que provenía de justo enfrente, y que debió tener abiertos ambos locales en su etapa de esplendor. Tras la crisis de 2008, se sucedieron varios negocios, en 2013 el restaurante Can Pan de corta duración y en 2015 la casa de comidas Pozo Amarillo que permanece allí.


César Hernández R.
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Prensa histórica:

Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.

Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). 

Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884

Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997

Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006

Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca

David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.

Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 

José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003

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Nº 7 de la calle del Pozo Amarillo

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(Numeración anterior 3)


El viejo número 3 se dedicó de antiguo al gremio hostelero.

Ya era comercio de bebidas a finales del siglo XIX y al iniciarse el siglo XX se conocía como figón del Zamorano que fue traspasado en 1907 al almacenista de vinos D. Siro Huerta Palacios.

D. Siro tenía bar y comercio al por mayor de vinos en la avenida Rodríguez San Pedro (Comuneros) y empleó este local del Pozo Amarillo, además de bar, para atender los pedidos de vino a domicilio.

En 1925 el señor Huerta traspasó el local y fue tomado por D. Tomás Delgado que también mantendría la venta a domicilio y llamó a su establecimiento Gran Bar “El Sanatorio”.

Poco duró el bar de D. Tomás Delgado que vemos convertido en Bar Salamanca en 1927, su propietario fue un tal Sr. Palanca, motivo por el cual se subtitulaba “casa Palanca”. El bar Salamanca fue puesto en traspaso al finalizar el año 1937.

Un grupo de trabajadores del mercado de abastos posan sobre un carro en la calle
del Pozo Amarillo ante el edificio que albergaba entonces el bar Salamanca a su
lado la casa de comidas Bailón.  Fotografía gentileza de D. Vicente Livianos González.

A partir de 1940 el arriendo del local corrió a cargo de Bernardo Mesonero Briones (nacido en 1913) que abrió allí su establecimiento Casa Bernardo de vinos y comidas, especializado en tostón asado. D. Bernardo fue hermano de otro hostelero muy popular en Salamanca, D. Antonio Mesonero, propietario de la Covachuela.

Tras el derribo del viejo edificio y la construcción del actual, que según el catastro digital fue en 1970, se abrió allí el restaurante Orly, que también era hostal. Más tarde se instaló el restaurante marisquería Bermeo que tuvo una larga presencia. 

En 2008 encontramos en el local el restaurante La Platea 2, sucursal del restaurante del Corrillo. 

Hacía 2012 abrió un efímero Caffe di María que dejó sitio al actual restaurante El Patio Cordobés, que antes estuvo en la calle Gonzala Santana en el local que fue de la hamburguesería Suzie Wong.


César Hernández R.
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Nº 9 de la calle del Pozo Amarillo

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(Numeración anterior: 5)



El viejo solar del nº 5, como otros muchos de la calle Pozo Amarillo a finales del siglo XIX, perteneció al maestro de obras D. Ildefonso Borrego Agudo, cuyas siglas IBA figuraron en un gran número de casas de Salamanca construidas por él.

En 1898 se le concedió licencia de obras tras ceder en expropiación parte del terreno para la alineación de la calle. Parece ser que el ayuntamiento no pagó la expropiación, al menos hasta 1910, y tampoco nos consta que D. Ildefonso construyera un nuevo edificio. 

Pero sí renovó la fachada su hijo D. Domingo Borrego en 1905. Es muy probable que el edificio resultante de esta intervención fuera el que estuviera en pie durante todo el siglo XX.

Por no perder la tradición de la calle, allí estuvo establecida una sucursal de las bodegas de Alfonso Torres, de Valdepeñas, desde 1911 hasta, al menos, 1915. No nos consta negocio alguno en los bajos de esta casa, aunque sin duda los hubo, hasta que se situó en ella el restaurante El Candil que abrió el 13 de abril de 1941 D. Sebastián Estévez.

 

Publicidad de El Candil. Revista Lazarillo enero de 1944

 Interior de El Candil chico.
El Adelanto 13 de septiembre de 1947


D. Sebastián Estévez, que tenía el alias cariñoso de "El Baranda", era hijo de Pepe Estévez el popular camarero del Suizo y abrió El Candil con la ayuda de sus hijos Manolo, Quique, Ito y Pepe. 

Pronto el restaurante tomará el nombre de El Candil Chico porque el éxito del mismo llevó a su propietario a abrir el Candil Grande en la misma calle, en el nº3, con un solar lo suficientemente grande para disponer de restaurante, café, hospedería y terraza-jardín de gran éxito entre la juventud de la época, sobre todo en las tardes de verano amenizadas por orquestas de postín. Dos comedores que habían sido decorados por el arquitecto Lozano podrían albergar en conjunto, como reza su publicidad un poco exageradamente, hasta 5000 comensales.





A comienzos de los años 50, El Candil Grande se convirtió en El Zaguán y El Candil Chico volvió a llamarse solamente El Candil y permaneció así durante 60 años hasta su cierre en 2011.

El viejo edificio fue derribado en 2013 y construido uno nuevo en 2016.



César Hernández R.
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Nº 8 de la calle del Pozo Amarillo

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(Numeración anterior 10 y 12)




La hilada de añosas casas vecinales situadas entre la calle del Clavel y la de Correhuela que correspondía con los antiguos números 10, 12, 14 y 16 sufrieron un tremendo incendio el 30 de diciembre de 1926 que destruyó la casas nº 10 y 12 y dejó seriamente afectada a la número 14 y los primeros números impares de la calle del Clavel.

El fuego comenzó por la casa nº 12, propiedad en aquel momento de D. Domingo Borrego que la tenía alquilada a Epifanio Benito para su comercio de compra-venta. El nº10, esquina a la calle del Clavel pertenecía a D. Pedro Pablos Cabezas, alias Pacheco, que tuvo allí desde los inicios del siglo XX un popular figón, conocido por la taberna de “La Trini” por Dª Trinidad Vicente González, su esposa. 

El incendio lo recuerda una fotografía de D. Venancio Gombau, en ella aparece un llamativo altar con la lápida y la escena escultórica del milagro del salvamento del niño caído al pozo por el santo patrono de la ciudad, cuyo origen más probable esté en el siglo XVIII.

Bomberos en el Pozo Amarillo. Fotografía de Venancio Gombau, 1926

Es probable que D. Domingo Borrego comprara el nº 10 a D. Pedro Pablos, pues recibe, ese mismo año, tras concertar la expropiación de los terrenos que quedarían como calle, autorización para construir sus casas nº 10 y 12 con un proyecto realizado por D. Santiago Madrigal. El edificio, actualmente con el nº8, de arquitectura sencilla y carente de la ornamentación de otras etapas de su diseñador, alberga la hornacina con la escena del milagro de san Juan de Sahagún y la lápida conmemorativa trasladados desde el edificio quemado. El nuevo edificio heredó el apelativo de “la casa del santo”.

Publicidad de Almacenes san Juan de Sahagún. El Adelanto 03 de Julio 1928

El edificio, una vez terminado, albergó en sus bajos el negocio de mercería, paquetería y géneros de punto “Almacenes de san Juan de Sahagún” propiedad de D. Siro Gay. Inaugurado el 4 de julio de 1928, el establecimiento no encontró continuidad siendo  trasladado a los almacenes de Siro Gay en la plaza Mayor, 38. El local fue ocupado desde el 9 de septiembre de 1930 por una sucursal de la empresa madrileña Calzados El Pelícano, también de corta duración pues en diciembre de 1933 se transformó en Calzados El Cañón. 

En los últimos años otros establecimientos que han estado allí ubicados fueron Calzados Simón, Pascual Moda, Alma Bella (tienda de ropa) y, hoy, Celi&Co (Panadería sin gluten).


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Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

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Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

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Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014

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Nº 10 de la calle del Pozo Amarillo

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 (Numeración anterior 14)




La peripecia de los antiguos números 14, 16 y 18 de la calle del Pozo Amarillo es, cuando menos, algo confusa, según se desprende de las limitadas informaciones de la prensa, y en ella tiene presencia el quehacer especulativo de ricas familias de propietarios. En 1911 dichos números fueron puestos a la venta, escuchando ofertas el director de la sucursal del Banco de España en Salamanca16. No es complejo deducir que estos inmuebles y otros incluidos en la operación provienen del embargo padecido por D. Ángel Borrego de Dios por el fracaso de sus negocios, principalmente el del mercado del Ángel en las afueras de la Puerta de Toro (hoy plaza de España). Dichos números eran por tanto propiedad de D. Ángel Borrego sin que sepamos a ciencia cierta si fueron adquiridos por él o fueron heredados de su padre D. Ildefonso Borrego Agudo.

Los inmuebles fueron adquiridos por  la Sra. viuda de Gorjón, Dª Paula Martín Maíllo, que había sido la esposa de D. Sebastián Gorjón que fue notario de Ledesma y Salamanca, con domicilio en calle de la Rúa 38 y que había falleció el 24 de octubre de 1901. Los inmuebles fueron inmediatamente puestos en venta.

Tras la muerte de la Sra. viuda de Gorjón, acaecida el 18 de agosto de 1912, los inmuebles pasaron a ser propiedad de su hija Dª Cándida Gorjón, casada con D. Luis Vázquez del Valle, capitán de caballería, y continuaron en venta.



Número 10 (anterior nº 14)


Fue adquirido por el comerciante hostelero D. Modesto Mulas, regentando el establecimiento de vinos en el bajo, al menos, desde 1917. El edificio resultó dañado en el incendio mencionado del mes de diciembre de 1926 y de inmediato se le concedió licencia desde el ayuntamiento para arreglar los desperfectos de su casa.

A finales de 1930, D. Modesto Mulas puso en venta el edificio, pero la transacción no debió llegar a efectuarse. La casa sin embargo fue derribada y permaneció sin construir cierto tiempo ya que el Sr. Mulas solicitó en febrero de 1933 licencia para sustituir la valla de madera que tapaba el solar por otra de ladrillo, esto explica porqué el parcelario de la II República recoge un solar vacío en la parcela.

En 1935, el Sr. Mulas encargó al arquitecto D. Lorenzo González17 el proyecto para una nueva construcción, aprovechando las subvenciones y ventajas fiscales de la llamada ley Salmón del 25 de junio de 1935 para la lucha contra el paro en el sector de la construcción. Esta ley recibió ese nombre por su promotor el ministro de trabajo D. Federico Salmón y generó una oleada de construcciones en España y también en Salamanca, alguna más en esta calle. 



El edificio, con detalles art decó, luce en su remate el año de su construcción, 1935, y como todos los edificios de su línea tiene planta baja, dos plantas piso y ático retranqueado. Su planta baja tuvo dos locales, en la actualidad unidos en la joyería y relojería Terrones.

D. Modesto Mulas tras haberse instalado provisionalmente en la plaza de san Julián, 23 regresó a su casa recién construida, donde permaneció hasta 1941 regentando el establecimiento de bebidas denominado bar Los Claveles. En diciembre de 1935 aparece anunciada el nº14 la peluquería Melgar muy probablemente en el local pequeño de la finca.

El Sr. Mulas cedió el negocio a su sobrino18, D Moisés Ejido Mulas que reinauguró el negocio, suntuosamente decorado, el 6 de septiembre de 1941 a las 8 de la tarde.

En agosto de 1944 la dirección de "Los Claveles" pasa a un tal señor Carrero regresando el Sr. Ejido a su primitiva situación en la plaza del Peso.

En los últimos años, el local pequeño estuvo ocupado por la joyería relojería Terrones mientras que el grande lo fue por el restaurante Félix. Tras el cierre de este, ocupó el local la zapatería Marta Tristán y posteriormente Blanco y Negro (Moda y complementos). Para desde 2012 ocupar ambos locales la joyería relojería Terrones.





César Hernández R.
Bg 27/02/21 Rev.00



17 Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

18 Según declaración de Charo Sánchez Ejido nieta de D. Moisés Ejido Mulas, este se instaló en el bar Los Claveles en un edifico propiedad de su tío, Modesto Mulas.



Fuentes generales para el artículo íntegro sobre la calle del Pozo Amarillo

Prensa histórica:

Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.

Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). 

Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884

Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997

Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006

Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca

David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.

Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 

José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Universidad de Salamanca, 2014.

Luis Angoso García, almacenes ARA. Cuaderno del Museo del Comercio de Salamanca nº4

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014

El arquitecto Genaro de No, Arquitectura contemporánea en España. Edarba, 1934 Madrid

Sara Núñez Izquierdo, El arquitecto Eduardo Lozano Lardet (1897-1968; titulado en 1923). Studia Zamorensia, Vol. XIII, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La vivienda en el antiguo recinto amurallado de Salamanca durante el Primer Franquismo (1939-1953), Salamanca 2014


Nº 12 de la calle del Pozo Amarillo

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(Numeración anterior  16)




La peripecia de los antiguos números 14, 16 y 18 de la calle del Pozo Amarillo es, cuando menos, algo confusa, según se desprende de las limitadas informaciones de la prensa, y en ella tiene presencia el quehacer especulativo de ricas familias de propietarios. En 1911 dichos números fueron puestos a la venta, escuchando ofertas el director de la sucursal del Banco de España en Salamanca16. No es complejo deducir que estos inmuebles y otros incluidos en la operación provienen del embargo padecido por D. Ángel Borrego de Dios por el fracaso de sus negocios, principalmente el del mercado del Ángel en las afueras de la Puerta de Toro (hoy plaza de España). Dichos números eran por tanto propiedad de D. Ángel Borrego sin que sepamos a ciencia cierta si fueron adquiridos por él o fueron heredados de su padre D. Ildefonso Borrego Agudo.

Los inmuebles fueron adquiridos por  la Sra. viuda de Gorjón, Dª Paula Martín Maíllo, que había sido la esposa de D. Sebastián Gorjón que fue notario de Ledesma y Salamanca, con domicilio en calle de la Rúa 38 y que había falleció el 24 de octubre de 1901. Los inmuebles fueron inmediatamente puestos en venta.

Tras la muerte de la Sra. viuda de Gorjón, acaecida el 18 de agosto de 1912, los inmuebles pasaron a ser propiedad de su hija Dª Cándida Gorjón, casada con D. Luis Vázquez del Valle, capitán de caballería, y continuaron en venta.


Número 12 (anterior nº 16)

En su solar estuvo la posada de la Gallega, nuestros primeros datos sobre ella son de 1870 pero sin duda tuvo más antigüedad. En 1910 se transformó en la posada de san Juan de Sahagún y en 1913 pasó a manos de D. Luis Martín de la localidad de Aldeanueva de Figueroa que no renunció al nombre de posada de la Gallega.


Imagen de Ramón Buxaderas Gombau  aparecida en el libro
La casa y la vida en la antigua Salamanca de Ángel de Apraiz,
2ª edición 1942. En primer término aparece la puerta del parador
de san Juan de Sahagún  y tras la bocacalle de Correhuela
un edificio en chaflán cuyo lugar ocupó el actual de Pedro Jaén
una vez alineada la calle.

El edificio había sido adquirido por la Sra. viuda de Gorjón en 1911, después de haber sido de D. Ángel Borrego, como adelantamos.

Tras el fallecimiento de su propietaria pasó a manos de su hija Dª Cándida Gorjón. Muy probablemente se produjo la adquisición del inmueble por D. Luis Martín que lo tuvo, desde 1919, en venta. También cabe la posibilidad, no podemos confirmarlo, de que el Sr. Martín solo fuera inquilino del edificio y propietario del negocio de la posada. El 16 de febrero de 1920 la posada cerró sus puertas.

Al menos desde 1925 fue propiedad de Dª Esperanza Blanco, viuda de D. Agustín Rivas, almacenista de pescado, fallecido en 1922, ya que ese año solicitó licencia para hacer reformas en el inmueble. En febrero de 1931 acordó con el ayuntamiento la expropiación parcial de la finca y tras quedar aprobada la alineación oficial de la calle le fue concedida, en julio de 1931, la licencia de construcción.

El 2 de mayo de 1932 se le concedió licencia a la Sra. Blanco para habitar o alquilar la finca, la nueva casa estaba terminada.

Desgraciadamente no hemos conseguido averiguar quién fue el arquitecto del edificio que hoy presenta un aspecto lozano, sin desmerecer el conjunto de la línea de la calle. Su arquitectura sencilla y tricolor, muestra revoco pintado y ladrillo oscuro de bonito efecto, con una chocante rejería.

En sus bajos aún permanecen los letreros del comercio de cuchillería Src Yáñez Vaciador, abierto por D. Severiano Yáñez hace 90 años y hoy trasladado al cercano local de Correhuela 10, regentado por D. José Antonio Mariño Vicente.



César Hernández R.
Bg 28/02/21 Rev.00



16 El Adelanto : Diario político de Salamanca: Año XXVII Número 8152 - 1911 enero 17

Fuentes generales para el artículo íntegro sobre la calle del Pozo Amarillo

Prensa histórica:

Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.

Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). 

Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884

Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997

Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006

Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca

David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.

Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 

José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Universidad de Salamanca, 2014.

Luis Angoso García, almacenes ARA. Cuaderno del Museo del Comercio de Salamanca nº4

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014

El arquitecto Genaro de No, Arquitectura contemporánea en España. Edarba, 1934 Madrid

Sara Núñez Izquierdo, El arquitecto Eduardo Lozano Lardet (1897-1968; titulado en 1923). Studia Zamorensia, Vol. XIII, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La vivienda en el antiguo recinto amurallado de Salamanca durante el Primer Franquismo (1939-1953), Salamanca 2014



Nº 14-16 de la calle del Pozo Amarillo

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(Número 14-16, anterior 18)



La peripecia de los antiguos números 14, 16 y 18 de la calle del Pozo Amarillo es, cuando menos, algo confusa, según se desprende de las limitadas informaciones de la prensa, y en ella tiene presencia el quehacer especulativo de ricas familias de propietarios. En 1911 dichos números fueron puestos a la venta, escuchando ofertas el director de la sucursal del Banco de España en Salamanca16. No es complejo deducir que estos inmuebles y otros incluidos en la operación provienen del embargo padecido por D. Ángel Borrego de Dios por el fracaso de sus negocios, principalmente el del mercado del Ángel en las afueras de la Puerta de Toro (hoy plaza de España). Dichos números eran por tanto propiedad de D. Ángel Borrego sin que sepamos a ciencia cierta si fueron adquiridos por él o fueron heredados de su padre D. Ildefonso Borrego Agudo.

Los inmuebles fueron adquiridos por  la Sra. viuda de Gorjón, Dª Paula Martín Maíllo, que había sido la esposa de D. Sebastián Gorjón que fue notario de Ledesma y Salamanca, con domicilio en calle de la Rúa 38 y que había falleció el 24 de octubre de 1901. Los inmuebles fueron inmediatamente puestos en venta.

Tras la muerte de la Sra. viuda de Gorjón, acaecida el 18 de agosto de 1912, los inmuebles pasaron a ser propiedad de su hija Dª Cándida Gorjón, casada con D. Luis Vázquez del Valle, capitán de caballería, y continuaron en venta.



Número 14-16 (anterior nº 18) 

Al igual que los inmuebles anteriores, el solar fue propiedad de D. Ángel Borrego y vendido en subasta en 1911 tras su quiebra. Fue adquirido por la Sra. viuda de Gorjón y tras su muerte pasó a su hija Cándida Gorjón que solicitó licencia para el derribo en 1917. 

El inmueble fue puesto en venta, con la fachada derribada, en 1918, y adquirido por Dª Eufrasia Torres. (En el 1916 debió de haber al menos un inquilino la herrería cerrajería del  mecánico tornero Blas Granado).

Dª Eufrasia Torres Villar era hija de Cándido Torres Torres, abogado, comerciante, rico propietario y político republicano local fallecido en 1903, y de Eufrasia Villar García y nieta del farmacéutico D. Ángel Villar y Pinto. Estuvo casada con José Manuel García Sánchez, propietario y ganadero en Rodasviejas.

Tras su compra la Sra. Torres solicitó en noviembre de 1918 licencia para reconstruir las medianerías. La denegación de tal solicitud inició un período de desavenencias con el ayuntamiento que, tras un recurso sobre la expropiación de la finca, retrasó el acuerdo hasta 1922.

No sabemos si el incendio que sufrió en su casa de Guijuelo D. Fulgencio Jaén Criado en septiembre de 1920 animó al comerciante en ferretería a trasladarse a Salamanca y establecer una sucursal de su negocio en la capital, donde llegó a ser concejal del ayuntamiento. 


Imagen de Ramón Buxaderas Gombau  aparecida en el libro
La casa y la vida en la antigua Salamanca de Ángel de Apraiz,
2ª edición 1942. En primer término aparece la puerta del parador
de san Juan de Sahagún  y tras la bocacalle de Correhuela
un edificio en chaflán cuyo lugar ocupó el actual de Pedro Jaén
una vez alineada la calle.


Debió adquirir el solar que tratamos y encargar en 1924 a D. Joaquín de Vargas el diseño de un nuevo edificio. El edificio, de estilo ecléctico, con fachada de piedra franca muestra un chaflán en su esquina Pozo Amarillo y Correhuela y en esta última calle una puerta para carros y su correspondiente patio que divide el edificio en dos partes bien diferenciadas.


Plano de Joaquín de Vargas Aguirre del edificio para Fulgencio Jaén, del 
libro de David Senabre López, Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX.

Tras la Guerra Civil dirigió el negocio ferretero D. Pedro Jaén Blázquez, cuyo nombre luce todavía en el dintel de la puerta en el chaflán del actualmente desvencijado edificio. D. Pedro fue un destacado empresario y promotor inmobiliario con importantes trabajos en los años 40 y 50.




César Hernández R.
Bg 28/02/21 Rev.00







Fuentes generales para el artículo íntegro sobre la calle del Pozo Amarillo

Prensa histórica:

Adelante, Crónica de Salamanca, El Eco popular, El Federal salmantino El Semanario salmantino, El Adelanto, Revista del Círculo Agrícola Salmantino, El Fomento, El Progreso, La Liga de Contribuyentes de Salamanca, La Semana Católica de Salamanca, Diario de Salamanca, La Opinión, El Lábaro, Noticiero salmantino, El Castellano, Boletín del Ayuntamiento de Salamanca y El Eco Escolar.

Aportación al estudio de la Nobleza Salmantina en la Edad Moderna a través de sus casas. Clara Isabel López Benito Mª Nieves Rupérez Almajano STVDIA HISTÓRICA. HISTORIA MODERNA, XI (1993). 

Quadrado. España : sus monumentos y artes, su naturaleza e historia Tomo III Salamanca, Ávila y Segovia. 1884

Julián Álvarez Villar. De Heráldica Salmantina. Ayuntamiento de Salamanca y Colegio de España, 1997

Javier Gómez de Olea y Bustinza. Una falsificación nobiliaria más: la del título de Marqués de la Roqueta. BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA. Nº61 CUARTO TRIMESTRE 2006

Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca

David Senabre López. Desarrollo urbanístico de Salamanca en el siglo XX (Planes y Proyectos en la organización de la ciudad). 1ª edición. Salamanca: Consejería de Fomento. Junta de Castilla y León, 2002.

Tomás Cámara y Castro, Vida de san Juan de Sahagún. Salamanca 1891

Estella Goytre, Alberto (Director) y otros. La Plaza Mayor de Salamanca 3 vol., 2005 

José Ignacio Díez Elcuaz. Arquitectura y urbanismo en Salamanca (1890-1939). Colegio Oficial de Arquitectos de León, 2003

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Universidad de Salamanca, 2014.

Luis Angoso García, almacenes ARA. Cuaderno del Museo del Comercio de Salamanca nº4

Sara Núñez Izquierdo. El arquitecto Francisco Gil González (1905-1962) y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX. Salamanca 2014

El arquitecto Genaro de No, Arquitectura contemporánea en España. Edarba, 1934 Madrid

Sara Núñez Izquierdo, El arquitecto Eduardo Lozano Lardet (1897-1968; titulado en 1923). Studia Zamorensia, Vol. XIII, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La obra del arquitecto Lorenzo González (1906-1964). De Arte, 13, 2014

Sara Núñez Izquierdo, La vivienda en el antiguo recinto amurallado de Salamanca durante el Primer Franquismo (1939-1953), Salamanca 2014





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