En esta casa situada en la calle, antiguamente conocida como, de la Alegría, esquina con el Grillo, de aspecto humilde y carente de todo adorno artístico que pudiera haber evitado su derribo a finales de los años 70 del siglo XX, nació nuestro más insigne músico D. Tomás Bretón el 29 de diciembre de 1850. El esfuerzo de su madre Andrea Hernández, viuda cuando Tomás contaba apenas dos años y medio, y el enorme talento y capacidad del músico, le sirvieron para alcanzar las cimas más altas de la música española de su tiempo. Su éxito fue celebrado el 6 de marzo de 1889 por el ayuntamiento salmantino dando su nombre a la calle que le vio nacer y colocando una lápida que recordase tal evento. Con todo, solo nos consta que en la lápida colocada dos meses después podía leerse “Calle de Bretón”. Sin embargo en 1950, con motivo del centenario de su nacimiento y firmada por “un grupo admiradores” fue colocada en la casa una lápida que ahora sí recordaba el lugar como la casa natal de Bretón. La lápida perdura hoy, colocada aproximadamente en su lugar original pero en el edificio que en 1980 fue construido sobre el solar de la vieja casa ©C.H. fc 04/03/15 Rev. 02 (25/09/17) |
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La casa natal de D. Tomás Bretón
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El homenaje a Bretón de 1924
La Verbena de la Paloma en el Teatro Liceo. Homenaje a la memoria del maestro Bretón. Fotografía de Ansede y Juanes 1924. |
Siete fotografías acompañan a esta en el álbum editado y comercializado, al precio de 3.75 pesetas, por los fotógrafos Ansede y Juanes como recuerdo del homenaje que el 23 de enero de 1924 se celebró en el teatro Liceo en honor del insigne músico salmantino D. Tomás Bretón, fallecido el 2 de diciembre de 1923. El acto, organizado por los profesores de orquesta de Salamanca encabezados por D. Bernardo García Bernal, incluía, además de la célebre zarzuela del maestro "La Verbena de la Paloma" en la que participaron los mejores actores salmantinos, algunas piezas orquestales del músico, una salutación de D. José Sánchez, entonces redactor jefe de El Adelanto, y dos discursos homenaje de D. Fernando Íscar Peyra y D. Felipe Sassone. Contó también con la presencia del hijo del autor, D. Abelardo Bretón, que declinó el ofrecimiento de dirigir el concierto. El pago de las entradas se realizó mediante donativos que serían dedicados al monumento que se pretendía erigir en memoria del músico, una idea surgida inmediatamente después de la muerte de Bretón, aun cuando no se había formalizado todavía una comisión encargada de llevar a efecto la empresa.
En el escenario se mostró, como podemos ver en la imagen, un busto del músico que había sido modelado por el escultor D. Ángel Seseña, tal vez como adelanto del posible monumento y que muchos encontraron con gran parecido al busto de Maldonado de la plaza de los Bandos considerado un verdadero bodrio (hoy está situado en la plaza del Alto del Rollo).
La velada, que se inició a las 6 de la tarde, finalizó a las nueve de la noche, repitiéndose en horario nocturno, siendo, según la prensa local, un enorme éxito artístico y de público. Una vez salvados los gastos, el importe de los beneficios del homenaje fue de 3.544,70 que pasó a formar parte de la suscripción del monumento.
El 10 de enero de 1925 esta vez en el teatro Bretón tuvo lugar una nueva representación de la zarzuela con los mismos fines recaudatorios.
El 10 de enero de 1925 esta vez en el teatro Bretón tuvo lugar una nueva representación de la zarzuela con los mismos fines recaudatorios.
© C.H. fc 25/05/16 Rev. 02 (25/09/17)
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La fuente de Tomás Bretón
Postal nº17 de Salamanca de la editorial Arribas, con la reforma de la plaza de Anaya muy reciente, la única imagen que conocemos donde se aprecia la fuente de Bretón |
La FUENTE DE BRETÓN en la plaza de Anaya. Tarjeta Postal de Ediciones Arribas, hacia 1933.
Pocos son los rastros que ha dejado esta fuente. Pocos los rastros escritos, pero aún menos los gráficos. Tan solo, que sepamos, esta postal que testimonia el estado de la plaza de Anaya tras las obras de acondicionamiento que tuvieron lugar en 1932 y fueron dirigidas por el arquitecto municipal D. Ricardo Pérez. En la imagen la fuente se percibe, más que verse, frente a la siempre cerrada puerta Norte de la Catedral Nueva.
Fue conocida como fuente de Bretón por estar dedicada al insigne músico salmantino y su diseño se debe al arquitecto D. Genaro de No, que la concibió en 1924 sin que, para nada, tuviera en mente su destino como fontana.
Fue conocida como fuente de Bretón por estar dedicada al insigne músico salmantino y su diseño se debe al arquitecto D. Genaro de No, que la concibió en 1924 sin que, para nada, tuviera en mente su destino como fontana.
En efecto, tras la muerte el 2 de diciembre de 1923 de D. Tomás Bretón, la ciudad se dispuso a construir un gran monumento en su honor y recuerdo. La baja disposición dineraria obligó a reducir las pretensiones de grandiosidad del monumento quedando reducido a un simple busto.
Busto, de indudable valor, que realizó en bronce el escultor castellonense D. José Ortells y que quedaría instalado en un monumento diseñado por D. Genaro de No. Este consistía en una construcción descubierta de forma semicircular con escalinata de acceso y una hornacina central, destinada a albergar el busto, rodeada de adornos barrocos y flanqueada de columnas salomónicas. El conjunto quedó inaugurado, aún sin acabar, en la plaza de San Justo el 9 de septiembre de 1925.
A finales de 1932, como consecuencia de las nuevas rasantes planteadas para la plaza de San Justo, el Ayuntamiento decidió desmontar el monumento y trasladarlo a la plaza de Anaya que como sabemos se reformaba en ese tiempo. La construcción fue modificada para servir de fuente y debió de llevar un bajo relieve en bronce con el retrato del músico encerrado en un medallón, sobre un pentagrama en el que se colocaron las primeras notas de sus obras maestras "La verbena de la Paloma" y "La Dolores". El busto de Ortells continuó en la plaza de San Justo tras su arreglo, pero colocado en un simple pedestal.
Busto, de indudable valor, que realizó en bronce el escultor castellonense D. José Ortells y que quedaría instalado en un monumento diseñado por D. Genaro de No. Este consistía en una construcción descubierta de forma semicircular con escalinata de acceso y una hornacina central, destinada a albergar el busto, rodeada de adornos barrocos y flanqueada de columnas salomónicas. El conjunto quedó inaugurado, aún sin acabar, en la plaza de San Justo el 9 de septiembre de 1925.
A finales de 1932, como consecuencia de las nuevas rasantes planteadas para la plaza de San Justo, el Ayuntamiento decidió desmontar el monumento y trasladarlo a la plaza de Anaya que como sabemos se reformaba en ese tiempo. La construcción fue modificada para servir de fuente y debió de llevar un bajo relieve en bronce con el retrato del músico encerrado en un medallón, sobre un pentagrama en el que se colocaron las primeras notas de sus obras maestras "La verbena de la Paloma" y "La Dolores". El busto de Ortells continuó en la plaza de San Justo tras su arreglo, pero colocado en un simple pedestal.
La fuente, creemos, debió de retirarse pronto al no aparecer en las fotografías posteriores de la plaza de Anaya de que disponemos, pero su final en este lugar es una historia que todavía ignoramos.
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Los serenos
Contaba, en 1774, el viajero Antonio Pons que en Valencia existía un servicio de vigilantes nocturno que “el ejercicio suyo es gritar de cuando en cuando la hora que es y el tiempo que hace: si es de aire, o lluvia, o sereno; y como éste es, regularmente, el que domina sobre los otros, la voz más frecuente que se oye es ‘sereno’, y es la que a estos hombres ha dado el nombre de ‘serenos’”. Armados de pito y farol rondaban las calles en previsión de robos, manteniendo el orden, avisando de incendios o cualquier necesidad de los vecinos, cobrando lo que buenamente les daban estos. La creación del servicio se atribuye a D. Joaquín Fos, alcalde de barrio, como medida para paliar el paro surgido entre los polvoristas por la supresión de los eventos pirotécnicos.
El Real Decreto del 16 de septiembre de 1834 obligó a todas las capitales de provincia a instalar un servicio de serenos y alumbrado nocturno. En Salamanca los primeros serenos comenzaron su función en 1839 antes incluso que se comenzarán a instalar las primeras farolas de aceite. El 14 de mayo de 1841 lucieron 213 faroles en los puntos más céntricos de la ciudad, con el paso de los años llegaron a ser cerca de mil. Los serenos, como faroleros, tuvieron a su cargo la limpieza, conservación y encendido de los faroles públicos. (Ordenanzas Municipales de 1863), pronto al servicio de serenos municipales se añadió el de serenos particulares pagados por los vecinos pero a las órdenes del Ayuntamiento que a las obligaciones de los anteriores añadieron “la de abrir y cerrar las puertas de las casas, cuyas llaves se le hayan confiado por los vecinos.” (Ordenanzas Municipales de 1897). En 1898 el servicio de serenos municipales se disolvió en el de guardias municipales dejando en la ciudad solamente serenos particulares.
Poco a poco fueron desligándose del servicio de faroleros a medida que se imponía el alumbrado eléctrico, dejaron de cantar las horas y el tiempo, para no molestar a los vecinos y no avisar a malhechores, cambiaron el farol por la linterna y el chuzo se hizo más pequeño y manejable. Conservaron el silbato (el pito del sereno, al que poco caso hacía la policía por su frecuente uso por cosas nimias) y el revólver. Continuaron su labor, suspendida solamente durante la Guerra Civil, hasta que el Decreto 1199/1974, del 4 de abril, suprimió el servicio de serenos de comercio y vecindad y fue sustituido por un servicio de vigilancia nocturna a cargo del Ayuntamiento que el tiempo dejó en manos de la Policía Municipal y empresas de seguridad privada.
La hora de los serenos había pasado.
Aún así, en los últimos años, en varias ciudades españolas se han establecido nuevas experiencias de servicios de serenos cofinanciadas por ayuntamientos y vecinos, casi todas fallidas.
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Sereno en las escaleras de la Universidad Pontificia. Guzmán Gombau |
Sereno y guardia urbano en la Plaza Mayor. Fotografía de Guzmán Gombau 1950 |

Tarjeta de felicitación navideña de los serenos salmantinos. Imprenta Nuñez 1921. Archivo Huebra. Miedo infundían estas tarjetas navideñas en muchos de nuestros antiguos convecinos que, sin duda, trataban de librar su maltrecha economía de los mil pedigüeños que solicitaban un aguinaldo por Navidad. Eran muchos los trabajos, casi todos, con un salario que difícilmente alcanzaba a cubrir las necesidades de los hogares, algunos se complementaban con estos ingresos extra que permitían algún pequeño capricho en las Fiestas. También eran muchos los oficios que ponían en evidencia las penalidades a las que la sociedad somete al hombre. De ambos participaba el servicio de serenos particulares o de comercio. Habían sido ridiculizados en sainetes y operetas, abochornados en caricaturas y chistes, tratados con chufla por trasnochadores, despreciados al ser acusados de incumplidores, cuando fueron tan activos y celosos como activos y celosos lo fueron en todos los gremios. Al iniciarse la década de 1920 carecían de contrato laboral, no tenían seguro médico ni de jubilación, la mayoría de ellos no tenían siquiera un salario fijo, ni mínimo, ni descanso dominical y sí tenían una larga jornada de insoportable vigilia y de inclemente meteorología en nuestros largos inviernos, tanto que no nos extraña que alguno tratara de suavizarla pasando unas horas refugiado en un portal. En esos años cobraban en Salamanca una perra gorda por la apertura de puerta, si la cobraban, y “en estos diez céntimos entran además del franqueo de entrada al portal, la cerilla, el comentario político, la recepción de recados para el inquilino, el aviso a la Casa de Socorro en caso de necesidad, la intervención en los delitos y los coscorrones que por clasificación les corresponden en las broncas”1. También fueron, claro está, apreciados y queridos. © C.H. fc 05/10/17 Rev. 01 |
Tarjetas navideñas de diferentes años utilizadas por los serenos en Salamanca

Fuentes:
。“Faroleros y serenos (notas para su historia)” María del Carmen Simón en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, N° 12, Madrid, 1976
。Ordenanzas Municipales de Salamanca del año 1863
。Ordenanzas Municipales de Salamanca del año 1897
。Prensa histórica salmantina:
1El Adelanto: Diario político de Salamanca: Año XXXVI Número 11204 - 1920 diciembre 11
y otros
© C.H. B06/10/17 Rev. 01
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La fuente de Tomás Bretón
Postal nº17 de Salamanca de la editorial Arribas hacia 1933, con la reforma de la plaza de Anaya muy reciente. Única imagen que conocemos donde se aprecia la fuente de Bretón en esta plaza. |
Pocos son los rastros que ha dejado esta fuente. Pocos los rastros escritos, pero aún menos los gráficos. Tan solo, que sepamos, esta postal que testimonia el estado de la plaza de Anaya tras las obras de acondicionamiento que tuvieron lugar en 1932 y fueron dirigidas por el arquitecto municipal D. Ricardo Pérez. En la imagen la fuente se percibe, más que verse, frente a la siempre cerrada puerta Norte de la Catedral Nueva.
Fue conocida como fuente de Bretón por estar dedicada al insigne músico salmantino y su diseño se debe al arquitecto D. Genaro de No, que la concibió en 1924 sin que, para nada, tuviera en mente su destino como fontana.
En efecto, tras la muerte el 2 de diciembre de 1923 de D. Tomás Bretón, la ciudad se dispuso a construir un gran monumento en su honor y recuerdo. La baja disposición dineraria obligó a reducir las pretensiones de grandiosidad del monumento quedando reducido a un simple busto.
Monumento a Bretón en la plaza de San Justo |
Busto, de indudable valor, que realizó en bronce el escultor castellonense D. José Ortells y que quedaría instalado en un monumento diseñado por D. Genaro de No. Este consistía en una construcción descubierta de forma semicircular con escalinata de acceso y una hornacina central, destinada a albergar el busto, rodeada de adornos barrocos y flanqueada de columnas salomónicas. El conjunto quedó inaugurado, aún sin acabar, en la plaza de San Justo el 9 de septiembre de 1925.
A finales de 1932, como consecuencia de las nuevas rasantes planteadas para la plaza de San Justo, el Ayuntamiento decidió desmontar el monumento y trasladarlo a la plaza de Anaya que como sabemos se reformaba en ese tiempo. La construcción fue modificada para servir de fuente y debió de llevar un bajo relieve en bronce con el retrato del músico encerrado en un medallón, sobre un pentagrama en el que se colocaron las primeras notas de sus obras maestras "La verbena de la Paloma" y "La Dolores". El busto de Ortells continuó en la plaza de San Justo tras su arreglo, pero colocado en un simple pedestal.
La fuente, creemos, debió de retirarse pronto al no aparecer en las fotografías posteriores de la plaza de Anaya de que disponemos, pero su final en este lugar es una historia que todavía ignoramos.
Actualmente la fuente se sitúa en el Campo de San Francisco, sirve para conformar la escalera doble que une este parque con el paseo de Carmelitas. Desconocemos la fecha en que fue instalada, al menos desde 1950, y si sufrió alguna reforma con respecto a la que estuvo instalada en la Plaza de Anaya.
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En Construcción
El Hospital Clínico 1970
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De Feria de Muestras a Hospital Clínico. 1970. Hospital Clínico I |
facebook 16 de enero 2015 De Feria de Muestras a Hospital Clínico. 1970. Hospital Clínico I Tras comprar, a la Cámara de Comercio, los terrenos de la antigua Feria de Muestras (en la imagen), para añadirlos a los que habían comprado anteriormente a particulares, la Universidad de Salamanca pudo poner en marcha el proyecto de Hospital Clínico elaborado por el arquitecto Martín José Marcide Odriozola, en aquel momento arquitecto de la Seguridad Social y con amplia experiencia en la construcción de hospitales. La primera piedra se colocó el 13 de octubre de 1970 y la obra fue ejecutada por la empresa "Entrecanales y Távora" con un presupuesto de 428.926.998 pts. (2.577.903,17 €), muy alto para la época. Diversos problemas, entre ellos la muerte del arquitecto en 1972, retrasaron la finalización de la obra. El equipamiento y la puesta en marcha tuvieron lugar en 1975, con una apertura escalonada por secciones. |
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La etapa final de la construcción del Hospital Clínico. 1974. Hospital Clínico II |
facebook 19 de enero 2015 La etapa final de la construcción del Hospital Clínico. 1974. Hospital Clínico II Este era el aspecto que presentaba el Hospital Clínico en 1974, todavía en construcción. Hasta el año siguiente no comenzó su equipamiento y puesta en marcha. En 1985, a los diez años de funcionamiento, una disposición del Consejo de Ministros integró, durante 99 años, el hospital en la Red Sanitaria de la Seguridad Social dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo, la integración culminó en 1988. Tras el acuerdo entre el insalud y la Universidad, firmado el 25 de junio de 1993, el Hospital Clínico pasó a llamarse Hospital Universitario. El acuerdo contemplaba su utilización para la formación de licenciados en medicina y cirugía, y el hospital quedó integrado en el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca, hoy dependiente de la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León. Han transcurrido más de seis años desde que comenzó la construcción del nuevo hospital con el que la Consejería de Sanidad sustituirá, ¡en su propio solar!, al viejo Hospital Clínico. La crisis económica que dejó a “dos velas” a la Junta, los "eres" de las empresas adjudicatarias y los constantes problemas de regulación del tráfico han provocado paralizaciones en las obras que ahora se estima terminarán en 2019. Mientras tanto, nuestro Ayuntamiento ha habilitado una zona, en el paseo de San Vicente, como mirador privilegiado para observar los avances de la obra. Deseamos que hayan tenido la ocurrencia de poner bancos para que podamos "esperar sentados". |
Instalaciones de Ledesa 1964
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Construcción de un edificio de Ledesa S.A.. Autor desconocido. |
Facebook 5 de enero 2015 Construcción de un edificio de Ledesa S.A.. Autor desconocido. En 1964 el espíritu empresarial de un grupo de salmantinos impulsó el nacimiento de la central lechera de Salamanca, LEDESA S.A.. Entre estos hombres se encontraba Jaime San Román (1911-1997), que tras ser represaliado al acabar la Guerra Civil inició una intensa actividad como empresario de éxito. A lo largo de su vida reunió una gran cantidad de objetos y documentos relacionados con sus empresas y que hoy se conservan en el "Museo del Comercio y la Industria de Morille", en funcionamiento desde 2012. Jaime San Román estuvo al frente del consejo de administración de Ledesa hasta su jubilación en 1982. Luego vino la venta al grupo danés 3DC, y en 1989 la absorción por el grupo industrial que comercializaba leche Puleva, por último llegó su cierre en 1995. |
El Palacio de Congreso 1988
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Construcción del Palacio de Congresos en 1988. Foto de Francisco Ruano |
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El Puente Romano
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El Puente de la Salud
Sirvió para cruzar el río Tormes a la línea férrea con Portugal. Iniciado en la primavera de 1883, se prolongó su obra hasta septiembre de 1884. Aunque la tradición local atribuye su construcción a Eiffel, parece que el autor del proyecto fue Rafael Monares que firma los planos el 19 de diciembre de 1883. (Los puentes de Salamanca. JOSÉ IGNACIO DÍEZ ELCUAZ). Estuvo en uso hasta los años 50 del siglo XX, después de la inauguración, el 8 de agosto de 1954, de la variante, por la bifurcación de la Serna, de la línea de Portugal, que a partir de entonces entraba a la ciudad por el puente Pradillo.
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Puente de la Salud. Foto Venancio Gambau, prop. del Ayuntamiento de Salamanca, Filmoteca de Castilla y León. |
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El Puente de la Salud en 1884 |
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El Puente de la Salud |
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Puente de la Salud en 1950. (s.c.) |
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El Puente del Pradillo
Inicialmente facilitó el paso sobre el Tormes de la línea férrea de Plasencia a Astorga para después hacerlo también con la linea portuguesa tras la inauguración de la variante por la bifurcación de la Serna. Las obras del puente Pradillo comenzaron en junio de 1891 y se concluyeron, el verano siguiente, en 1892. Del primitivo puente solo quedan las pilas, ya que fue reemplazado por otro, diseñado por el ingeniero J.M. del Villar, entre 1932 y 1933.
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El Puente Pradillo, Guzman Gombau |
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Descarrilamiento en el Puente Pradillo |
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Catedral y puente Pradillo desde la carretera de Alba |
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El Puente Nuevo
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La torre del Aire
La torre, de sólida belleza, de gran altura y planta cuadrada, recuerda a otras del gótico civil italiano. La fachada del naciente conserva irregulares vanos, algunos adornados con tozas de hermosa tracería y con maineles. Es el único resto de un palacio urbano típico de las élites dominantes de la Edad Moderna, cerrado al exterior por su carácter defensivo y en los que las torres marcaban su principal rasgo.
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Torre del palacio de las Cuatro Torres. Imagen del libro "la casa y la vida en la antigua Salamanca" de Ángel de Apraiz |
Belicosos debieron resultar los villanos de Santa María del Campo ya que, tras muchos problemas, Don Antonio del Castillo, V señor de Santa María del Campo Rus y Santiago de la Torre, ajustó el 5 de julio de 1578 con el rey Felipe II dejar a la Corona la villa de Santa María y recibir a cambio la villa de Fermoselle y su tierra, que el rey con facultad y bula del pontífice Gregorio XIII había desmembrado de la dignidad episcopal de Zamora. Desde entonces nuestro palacio recibió el nombre de palacio de los señores de Fermoselle o simplemente palacio de Fermoselle.
Para la nobleza supuso un alto costo el mantenimiento de estas casas señoriales que acusaban un gran deterioro con el paso del tiempo, esta situación empeoraba por la posesión de varias en la misma localidad y su ausencia frecuente. Esto obligó a muchos a la venta de los edificios o a su alquiler cuando su venta era imposible por la pertenencia a un mayorazgo, tal era el caso del palacio de Fermoselle.
Y así fue cuando siendo propietario del palacio de Fermoselle D. Juan Manuel Orense del Castillo, III Vizconde de Amaya, señor de Fermoselle, y su esposa Isabel de Moctezuma y Torres, I Marquesa de La Liseda y por iniciativa del intendente general de Castilla y corregidor D. Rodrigo Caballero y Llanes se empleó el edificio como fábrica de paños, empresa que tuvo como socio capitalista a D. Benito Salgado Mendoza, Capitán de caballos agregado al Estado Mayor de Salamanca, y como socios industriales a D. Pablo Diez de Paz, y el tintorero flamenco D. Guillermo Quatgras, participando por partes iguales de pérdidas y ganancias. La sociedad fue constituida según escritura otorgada en Salamanca el 13 de septiembre de 1727 y disuelta un año después. En “Las memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y Minas de España” de D. Eugenio Larruga en 1795, en el tomo XXXV correspondiente a la provincia de Salamanca se puede leer: "En el año de 1728 estableció tres telares de paño fino, y bayetas, y dos angostos para forros. Estos géneros salieron de conocida bondad; los referidos telares estaban surtidos de todos los materiales necesarios para el total complemento de una bien ordenada fábrica. Tuvo la desgracia de haber consumido muchos caudales, y sin fruto, por la ignorancia de Guillermo Quatgras, á quien se le suponía maestro capaz. Sobre su habilidad se formaron autos; y perdió Salgado lo que aquel desperdició y perdió, que fué mucho. Porque no faltase el curso de la fábrica conduxo de su cuenta á Juan Cortés, oriundo de Inglaterra, maestro de notoria habilidad y experiencia, por cuya dirección subsistió la fabrica algun tiempo." Pero a pesar del buen hacer de Juan Cortés y de los privilegios y franquicias solicitadas a Felipe V, de las que pocas se concedieron, la empresa sobrevivió muy poco tiempo.
Torre de las Hermanitas. Ansede y Juanes. Salamanca y sus costumbres 1928 |
Se tienen noticias de otros intentos de alquiler, como cuando en 1762, por la decisión real de situar un cuartel general en Salamanca, se solicitó el palacio a su dueña, entonces la marquesa de Almarza, (Dª María Manuela de Moctezuma Nieto de Silva y Guzmán, X Marquesa de Cerralbo, Marquesa de Almarza, XI Marquesa de Flores Dávila y V Condesa de Alba de Yeltes), negándose esta.
La casa-palacio fue conocida, al menos desde finales del siglo XVIII, con el nombre de palacio de las Cuatro Torres, pero el origen de este nombre no puede confirmarse con rotundidad. Para algunos estudiosos, los más, el nombre hace referencia a las cuatro torres que lucían en cada una de las esquinas del palacio, siendo la del Aire la única que permanece en pie. Para otros, los menos, se debe a la supuesta propiedad del palacio de D. Carlos Morenés y Casador, regidor perpetuo de Tarragona y barón de las Cuatro Torres, fallecido en Tarragona en 1809. Este título nobiliario fue concedido por Carlos III en 1773 y no hemos encontrado ninguna vinculación del mismo con el mayorazgo Castillo-Portocarrero, propietario del inmueble. Por la propia constitución de los mayorazgos, el palacio no podía ser vendido, siendo transmitido exclusivamente por herencia manteniéndose siempre unido el mayorazgo, al menos hasta 1820 cuando los mayorazgos desaparecieron con la Ley Desvinculadora, por lo que se nos antoja complicada esta segunda explicación. Hasta donde hemos podido averiguar el señorío de Fermoselle estuvo hasta 1789 en posesión de D. Francisco Ventura Orense Motezuma Marqués de la Liseda (1748-1789), hijo de la Marquesa de Almarza, que murió sin descendencia y le sucedió D. Agustín María de Orellana y Pizarro (1744-?), Marqués de la Conquista y a este su hijo D. Jacinto de Orellana Pizarro y Contreras fallecido en 1814 tras lo cual lo heredó su hijo D. Agustín María de Orellana Pizarro y de la Plata (1795-1829).
Más segura parece la ocupación del palacio en 1818 por el Colegio de los Irlandeses a su regreso a Salamanca tras su marcha en 1810 por la Guerra de la Independencia. A su vuelta encontraron su residencia, que había estado en la calle Serranos en el edificio de los Jesuitas1, ocupada por las tropas nacionales por lo que se vieron obligados a alquilar un acomodo, que encontraron en el palacio de las Cuatro Torres. La alta renta que abonaban por el edificio les instó a solicitar que les fuera entregado el edificio del Arzobispo Fonseca como compensación a la pérdida de los locales cedidos por Carlos III y en 1838 pudieron ocuparlo definitivamente sin la Hospedería, que el Colegio del Arzobispo había entregado al Obispo para crear en él una fábrica de hilatura en la que ocupar a mendigos y después fue dedicado a hospicio y posteriormente hospital.
El edificio pasó finalmente a propiedad privada pues parece que perteneció a D. Tomás Sánchez Ventura alcalde corregidor de Salamanca entre los años 1860 y 1868, el último de los así llamados, con fama activo, enérgico e inflexible en la aplicación de la ley y que la “Septembrina” de 1868 hizo huir por varios años de Salamanca y cuya casa, el edificio de nuestra torre, fue atacada por exaltados revolucionarios.
En 1872 la casa fue ocupada por las Hermanitas de los Pobres y en ella estuvieron hasta 1927 cuando el 27 de agosto inauguraron su nuevo edificio de la carretera de Valladolid, muy cerca de la plaza de toros de la Glorieta. Durante esos años la torre fue conocida como torre de las Hermanitas. La denominación de torre del Aire es muy reciente, probablemente acuñada a mediados de los años 50 con la reforma que abrió la actual plaza de la Constitución, tomando el nombre de la calle donde se encuentra y no al revés como se podría pensar.
Actualmente, y desde abril de 1928, el edificio está ocupado las religiosas de María Inmaculada que hoy regentan una residencia universitaria femenina.
A lo largo de su historia la casa-palacio-fortaleza ha sido reformada y reconstruida en muchas ocasiones quedando como únicos elementos originales, la torre, salvo la techumbre que fue añadida posteriormente, y una parte de la fachada al naciente. En los últimos años cabe destacar la restauración de 1954 cuando se eliminaron las casas adosadas que formaban parte de la calle Canteros y Palomo y que desaparecieron por el trazado de la Gran Vía y la apertura de la plaza de la Constitución, entonces del Caudillo. En esa actuación se realizó la reparación de los zócalos, de los alfeizares de las ventanas y la eliminación de grietas. Entre 1973 y 1974 se realizaron zunchados a altura de forjados y el saneado de muros y zócalos en la restauración-rehabilitación que corrió a cargo del arquitecto D. Fernando Pulín. La última intervención en el edificio siguió las directrices marcadas por el arquitecto D. Eduardo Navarro Pallarés y se centró en actuaciones de protección y consolidación del mismo.
1Habían ocupado la casa de los Abades en la plazuela de San Cebrián (San Cipriano, hoy plaza de Carvajal) y otra en las Peñuelas de San Blas hasta los tiempos de Carlos III, que con la expulsión de los jesuitas ocuparon una parte de su edificio.
Fuentes:
-Historia genealógica de la Casa de Lara: justificada con instrumentos y escritores de inviolable fe (1696) Luis de Salazar y Castro
-AHN. Sección Nobleza. Luque. C.112, D. 1. Escritura de mayorazgo fundado por el doctor Pedro González Castillo, 28 de mayo de 1487.
-Las memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y Minas de España”. Tomo XXXV. Eugenio Larruga.1795
-Urbanismo de Salamanca en el siglo XVIII Rupérez Almajano, M. N. 1992
-Salamanca. Guía de Arquitectura Pablo Redero Gómez, Juan Vicente García, Pablo Núñez Paz. Colegio Oficial de Arquitectos de León (Delegación de Salamanca)
-Salamanca y sus alrededores su pasado, su presente y su futuro, Eleuterío Toribio Andrés Talleres tipográficos "Cervantes" de Avelino Ortega, 1944
-Callejero histórico de Salamanca. Varios autores. Fundación Salamanca Ciudad de Cultura, 2008
-Historia de Salamanca. Manuel Villar y Macías. Imprenta de Francisco Núñez Izquierdo. 1883
-Crónica del Colegio Mayor del Arzobispo de Salamanca. Discurso leído en la apertura del curso académico 1953-1954. Esteban Madruga Jiménez. Salamanca 1953
© C.H. B 16/10/17 Rev. 01
La torre del Aire del palacio de las Cuatro Torres |
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Los inicios del teléfono en Salamanca (1884-1925)
La telefonía en Salamanca antes de la Telefónica
A principios de 1878 aparecieron en la prensa salmantina las primeras noticias haciéndose eco del nuevo invento. No había pasado mucho tiempo desde que Graham Bell presentara en Estados Unidos la patente obtenida de su teléfono (7 de marzo de 1876) y de que creara (9 de julio de1877) la Bell Telephone Company para la explotación comercial del novedoso aparato.
Grabado publicado en el nº16 de La Ilustración Española y Americana en 1877 |
La nueva era de las comunicaciones entró muy rápidamente en España, implantándose inicialmente mediante líneas internas de uso particular que daban servicio empresas y organismos oficiales.
La primera experiencia telefónica en Salamanca de la que tenemos noticias fue promovida por la empresa de D. Anselmo Pérez Moneo, Moneo e Hijo, que en 1884 tras adquirir uno de los primeros aparatos comercializados en España fue instalado para la comunicación entre su casa y su taller. Tuvo además la intención de hacerlo funcionar en La Alamedilla durante las ferias y fiestas de ese año.
La primera experiencia telefónica en Salamanca de la que tenemos noticias fue promovida por la empresa de D. Anselmo Pérez Moneo, Moneo e Hijo, que en 1884 tras adquirir uno de los primeros aparatos comercializados en España fue instalado para la comunicación entre su casa y su taller. Tuvo además la intención de hacerlo funcionar en La Alamedilla durante las ferias y fiestas de ese año.
También, nos consta, que D. Luis González de la Huebra adquirió un aparato en noviembre de 1886 para su comunicación interior y más tarde hizo lo mismo el relojero Winzer comunicando su casa y su taller, ambos en la calle de la Rúa. Para entonces ambos habían iniciado la comercialización e instalación de teléfonos en Salamanca. Otras líneas, menos personales, que comunicaban organismos oficiales y empresas, fueron instaladas durante este periodo inicial. En 1887 se estableció la comunicación entre la Diputación y el Gobierno Civil y en 1889 quedó conectado el Ayuntamiento con la empresa del alumbrado eléctrico “La Electricista Salmantina”.
Sin embargo, a pesar de la rapidez con la que España había conocido el teléfono, el gobierno fue dubitativo en cuanto a la forma adecuada de implantación y explotación de las redes de telefonía urbanas, redes que permitirían la comunicación entre todos los abonados locales ampliando exponencialmente la utilidad del nuevo invento. En su momento, el gobierno empleó como método de explotación del ferrocarril la titularidad privada obteniéndose resultados claramente negativos hasta el punto de poner en peligro la economía del país. Por contra para el telégrafo se utilizó, con más éxito, la titularidad pública.
Modelos de Teléfonos. La Gaceta Industrial del 10-04-1888 |
El 16 de agosto de 1882 fue publicado un Real Decreto entregando la construcción y explotación de las redes telefónicas a la iniciativa privada, aunque manteniendo el control estatal sobre tarifas, servicio y construcción. Pronto las dudas sobre la importancia estratégicas del nuevo servicio y su viabilidad económica provocaron cambios en la normativa para la adjudicación de explotaciones variando según el color del gobierno de turno, con los liberales inclinándose hacia la iniciativa privada y los conservadores hacia la pública provocando una inseguridad que fue sin duda freno para la implantación de la telefonía.
Lo anterior, tal vez, pueda hacer entender el hecho de que a pesar de que con fecha de 28 de septiembre de 1887 se publicarán en la Gaceta Oficial las normas que habían de regir la subasta para el establecimiento de una red telefónica en la ciudad de Salamanca, esta no llegara a cristalizar. De la subasta, anunciada en la prensa para el 29 de octubre, nada sabemos, ni su realización ni de su resultado, tal vez fuera suspendida o quedara desierta, a pesar de que conocemos las intenciones de la empresa del Sr. Moneo de presentarse a ella. Lo cierto es que Salamanca no dispuso en breve de red telefónica urbana.
En 1890, a pesar de la existencia en España de un buen número de redes urbanas, instaladas y en servicio, bajo la concesión a empresas privadas como las de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza o Málaga, los vaivenes políticos, que oscilaban entre el temor a la pérdida de un valioso servicio en manos particulares y el miedo a la implantación de un peligroso monopolio estatal, se inclinaron hacia un sistema de explotación mixto en el que el Estado se haría cargo de la construcción de las redes urbanas manteniendo su propiedad, mientras que concedería la explotación a empresas privadas reservándose el Estado la posibilidad de incautación del servicio con la debida indemnización. Al concurso también podían presentarse municipios y corporaciones locales, Este sistema estuvo vigente con ligeras variaciones hasta la creación, en 1924, durante la dictadura del General Primo de Rivera, de la Compañía Telefónica Nacional de España.
Al año siguiente, en 1891, también quedó establecida la normativa para el establecimiento de las líneas interurbanas, cuya construcción quedarían en manos de empresas particulares con derecho a la explotación durante 25 años pasando entonces a control del Estado.
Al año siguiente, en 1891, también quedó establecida la normativa para el establecimiento de las líneas interurbanas, cuya construcción quedarían en manos de empresas particulares con derecho a la explotación durante 25 años pasando entonces a control del Estado.
La red urbana de Salamanca
En manos del Estado, la construcción de la red urbana de Salamanca se demoró hasta marzo de 1895, la pequeña red de hilos suspendidos de palomillas y soportes sujetos a muros fue tendida con brevedad y la central, que albergaba el equipo de conmutación y los equipos necesarios para el establecimiento de las llamadas, se instaló en un local de la Plaza Mayor (trasladada más tarde a la calle Doctor Riesco nº1 (Toro) con acceso a la Plaza Mayor).
La concesión para su administración quedó manos del levantino D. Modesto Ciller Miñano, propietario, desde mayo de 1891, de la tienda de ultramarinos y productos coloniales situada en la calle de la Rúa nº 13 y 15, que había nacido bajo la razón social de “La Equitativa P.C. Miñano”, constituida en noviembre de 1888 y de la que también fue socio el Sr. Ciller. En esta misma dirección quedó fijada la sede social de la administración de la red.
Tras el necesario tiempo de pruebas, desde la Dirección General de Telégrafos se concedió la autorización para comenzar el servicio, a efectos legales quedó abierto el día 17 de agosto de 1895.
Antes incluso de esa fecha algunos comerciantes publicitaron su número de abonado. D. Luis González fue el primero en incluirlo en su publicidad en la prensa del 14 de agosto, así como también el diario “La Información” lo incluyó en su cabecera. Prensa y comercio fueron los sectores más receptivos al nuevo servicio.
La instalación del teléfono causó tanto asombro como lo hizo la del alumbrado eléctrico. Los salmantinos deseaban tocar un auricular y poder hablar y escuchar la voz que desde alguna otra parte de la ciudad era transportada de forma prodigiosa, casi mágica, por un cable. Vecinos, familiares, amigos y hasta desconocidos se disputaban la atención de los abonados para poder acercarse al nuevo invento, convirtiendo el tener teléfono en un nuevo estatus social. A finales de septiembre se superaron los cien abonados por lo que fue preciso solicitar una nueva central para 100 nuevos clientes. Pronto el teléfono se empleo en nuevas facetas de comunicación como la emisión de veladas musicales o de la conferencia que, el 2 de mayo de 1897, ofreció el obispo Padre Cámara desde el Círculo Mercantil que los abonados pudieron escuchar cómodamente desde su casa.
La instalación del teléfono causó tanto asombro como lo hizo la del alumbrado eléctrico. Los salmantinos deseaban tocar un auricular y poder hablar y escuchar la voz que desde alguna otra parte de la ciudad era transportada de forma prodigiosa, casi mágica, por un cable. Vecinos, familiares, amigos y hasta desconocidos se disputaban la atención de los abonados para poder acercarse al nuevo invento, convirtiendo el tener teléfono en un nuevo estatus social. A finales de septiembre se superaron los cien abonados por lo que fue preciso solicitar una nueva central para 100 nuevos clientes. Pronto el teléfono se empleo en nuevas facetas de comunicación como la emisión de veladas musicales o de la conferencia que, el 2 de mayo de 1897, ofreció el obispo Padre Cámara desde el Círculo Mercantil que los abonados pudieron escuchar cómodamente desde su casa.
Tienda de ultramarinos Los Cubanos sede de la administración de la red telefónica
En efecto, red y ultramarinos pasaron en 1909 a pertenecer a la denominación social Bartolomé y García. Y en 1914, ambos se traspasaron al comerciante D. Sebastián García Tocino que mantuvo los dos negocios hasta el 4 de agosto de 1916, cuando los transfirió a la sociedad formada por Don Segundo Herrero Franco y el santanderino D. Isidoro Campo y Fernández Hontoria bajo el nombre de Herrero y compañía.
Finalmente, en octubre de 1923, tomó el traspaso de la tienda de ultramarinos el comerciante ledesmino D. José Hernández González, mientras que D. Segundo Herrero mantuvo la administración de la red telefónica urbana que finalmente perdió en 1925 cuando, durante la dictadura del General Primo de Rivera, pasó a ser responsabilidad de la monopolista C.T.N.E.
La lenta implantación del teléfono en la ciudad y la llegada de la red interurbana
El inicial entusiasmo por el teléfono, sin duda un gran invento, no tardó en decrecer. La Salamanca de finales de siglo XIX, repleta de carencias, no podía costear los altos precios de los abonos, además al no crecer estos a un ritmo razonable su utilidad quedaba muy mermada, utilidad también afectada por su limitación al ámbito local. Una de las razones de los altos precios era que al no existir contadores que permitieran pagar según su utilización la contratación se basaba en precios fijos mensuales, si bien variables según el lugar donde se instalaba, pero en cualquier caso muy caros para trabajadores. Así, según las tarifas de la Sociedad de Teléfonos de Madrid, que pueden servir de orientación para las vigentes en Salamanca por estar reguladas por ley, un abono para una casa particular unifamiliar costaba 300 pesetas al año, si era para una casa multifamiliar con uso por parte de todos los inquilinos el costo ascendía a 600 pesetas y si se trataba de un casino, café o círculo la cuota ascendía a 1.000 pesetas. A estas cifras habría que añadir el costo de los aparatos, supletorios, pila, timbre, etc. Precios muy elevados si tenemos en cuenta que el salario de un trabajador poco cualificado rondaba las 1.000 pesetas anuales.
Hubo que esperar hasta el 17 noviembre de 1913 para la entrada en funcionamiento de la línea interurbana y la inauguración de la central interurbana, en la calle Doctor Riesco nº 32 (Toro), trasladada en 1918 a la calle Quintana nº 5, ambas propiedad de la Compañía Peninsular de Teléfonos, convertida ya en esos momentos en monopolio de las líneas interurbanas españolas y que acabaría integrada en la C.T.N.E. La línea interurbana unió inicialmente Salamanca con 18 provincias lo que impulsó en gran medida la utilidad del teléfono pero no consiguió disparar el número de abonados. Las demoras en las conferencias fueron proverbiales, a lo que había que sumar el hecho de que el cierre de la central interurbana durante las noches reducía considerablemente el horario accesible.
Se llegó a 1921 con 543 abonados que representaba 1.5 líneas por cada 1000 habitantes siendo en España la media de 3.7 líneas por cada 1000 habitantes, cifras ambas irrisorias para los valores actuales de más de 1200 líneas por cada 1000 habitantes (830 móviles y 410 fijas al iniciarse 2017).
El 19 de abril de 1924 se fundó la Compañía Telefónica Nacional de España como resultado de un acuerdo entre la americana ITT, con mayoría de acciones, y un grupo de inversores españoles. Como resultado de la política económica intervencionista de la dictadura del General Primo de Rivera, el 29 de agosto de 1924 se firmó el acuerdo entre el Estado y la nueva compañía por el que se le cedió el servicio telefónico en régimen de monopolio, pero eso es otra historia.
Se llegó a 1921 con 543 abonados que representaba 1.5 líneas por cada 1000 habitantes siendo en España la media de 3.7 líneas por cada 1000 habitantes, cifras ambas irrisorias para los valores actuales de más de 1200 líneas por cada 1000 habitantes (830 móviles y 410 fijas al iniciarse 2017).
El 19 de abril de 1924 se fundó la Compañía Telefónica Nacional de España como resultado de un acuerdo entre la americana ITT, con mayoría de acciones, y un grupo de inversores españoles. Como resultado de la política económica intervencionista de la dictadura del General Primo de Rivera, el 29 de agosto de 1924 se firmó el acuerdo entre el Estado y la nueva compañía por el que se le cedió el servicio telefónico en régimen de monopolio, pero eso es otra historia.
© C.H. B20/11/17 Rev. 01
Fuentes:
Prensa salmantina histórica 1878-1925.
Angel Calvo Calvo- El teléfono en España antes de Telefónica (1877-1924).Revista de Historia Industrial N." 13. Alio 1998.
José Javier Millán Prades y Mª Angeles Velamazán Gimeno. La implantación del teléfono en Zaragoza (1878-1928) ILUIL, vol 26, 2003
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La batalla de flores de 1895
Coche engalanado para la batalla de flores. Viuda de Oliván y hermano. Salamanca 1895 |
Mediaba el mes de julio de 1895 cuando el Ayuntamiento de la ciudad, presidido por D. Luis Rodríguez Miguel, determinó la celebración de una batalla floral durante las Ferias y Fiestas de septiembre. Se recogían de este modo las nuevas corrientes festivas llegadas de Europa y nacidas en la ciudad de Niza, en la Costa Azul, donde se celebraba desde 1876 dentro de las actividades del Carnaval. El festival floral consistía en un desfile de carrozas engalanadas con motivos florales o figurativos que se realizaba en un paseo de coches o en un lugar cerrado (coso) y finalizaba como una incruenta batalla de flores entre los espectadores y los ocupantes de las carrozas.
Estos festejos llegaron pronto a España, celebrándose en Barcelona en 1888, en Madrid en 1890 o en Valencia en 1891, donde continúa vigente en la actualidad. Verificándose en diferentes fechas del año según el interés de cada ciudad. En general, resultaron fiestas para la burguesía y gente adinerada no solo porque en algunos casos se cobraba la entrada, si no porque siempre se convertía en una exhibición de elegantes vestidos y fastuosos carruajes, haciendo gala de una posición social que dejaba de lado al pueblo llano.
De broma calificó la prensa la idea de la celebración de una batalla de flores en Salamanca y así lo expresaba el periodista del diario La Información del 17 de julio de 1895: ¡Aquí, donde no hay un paseo de coches fuera de las polvorientas carreteras! ¡Aquí, donde no pasan de una docena mal contada los coches medianamente presentables! ¡Aquí, que no hay más flores (y menos en Septiembre) que las flores cordiales que venden boticarios y drogueros!
En efecto, aunque la afición a la floristería y horticultura, en auge en Europa durante todo el siglo XIX, era manifesta también en Salamanca las dificultades debidas al clima y sobre todo a la falta de suministro continuo de agua suponían un serio obstáculo para el cultivo, agravándose aún más con el problema económico consecuente con la falta de medios transporte para flores y semillas foráneas que, aunque subsanado con la llegada del tren, se mantuvo en costos muy elevados para la mayor parte de la población. Las flores, sobre todo las más raras y exóticas, eran, como consecuencia, un objeto de lujo.
Para D. Luis González de la Huebra no fue impedimento esta situación, o tal vez tuvo intención de cambiarla, ya que en 1895 abrió su establecimiento Villa María Teresa dedicado al cultivo y comercialización de flores y arbustos ornamentales así como a la venta de toda una serie de complementos para su disfrute: bulbos, semillas, tiestos, flores vivas, ramos, coronas, bouquets... Realizando también servicios de decoración de fiestas e iglesias. D. Luis fue el encargado de decorar con flores las carrozas que iban a participar en la batalla floral.
El festejo se programó el domingo día 15 de septiembre. Con la inscripción de carruajes el Ayuntamiento habilitó un billete especial para poder circular por la calle Zamora, lugar donde se celebraría el evento, y estableció los premios del concurso en los que se incluía uno para el balcón mejor decorado.
Según lo previsto a las cinco de la tarde comenzó el desfile encabezado por un piquete de la Guardia Civil seguido de los cinco carruajes inscritos para participar y que el diario El Fomento del 16 de septiembre de 1895 describía así:
1.° Coche de los hijos del señor Conde de Lumbrales, representando una cesta tejida con lirios, rosales y otras flores festoneadas con grandes y vistosas hojas en forma de abanico.
2.° Coche del señor Lafuente, representando una concha abierta de vistoso follaje y adornado de pluma marina.
3.° Coche del señor Miguel Motta figurando un cesto de macizo de flores.
4.° Coche serret del señor Luna; cubriendo con flores sus bandas y luciendo dos enormes bouquets
y 5.° Coche del señor García representando un carro de caza, marcando los atributos cinegéticos con flores y entre éstas las cabezas de un jabalí y un ciervo.
Coche engalanado para la batalla de flores. Viuda de Oliván y hermano. Salamanca 1895 |
El coche de los hijos del Conde de Lumbrales resultó ganador del concurso y obtuvo el premio consistente en un centro de mesa de plata y cristal y el coche del Sr. García recibió el premio destinado al balcón mejor engalanado, debido a que ningún vecino lo decoró. De esto último se deduce que la batalla no debió resultar muy disputada ya que los vecinos y espectadores solo utilizaron como munición contra las carrozas los pocos ramos que repartió el Ayuntamiento.
El espectáculo no se volvió a repetir en otras Ferias y Fiestas pero tampoco resultó un rotundo fracaso. Pocos años después se intentó realizar en la Plaza Mayor un Coso Blanco, en todo análogo a una batalla floral salvo por la ausencia de flores ya que tanto la decoración como la munición se realizaban con adornos, farolillos, confeti y serpentinas, generalmente de papel, en color blanco. Ocurrió en 1902, esta vez sí se decoraron los balcones del ágora que corrió a cargo del Ayuntamiento, pero la participaron se redujo a dos carruajes engalanados. Tampoco tuvo continuidad.
Fuente: Diario de Salamanca El Fomento de 1895
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Villa María Teresa
Nada diremos del decorado que se hallaba como siempre; notamos, como en otras fiestas que de la misma clase se han celebrado en el Casino, la escasez de los bouquets de flores naturales, que es sabido embellecen y hermosean siempre los salones, al par que los perfuman.
De esta forma se lamentaba el periodista, en El Fomento del día 18 de septiembre de 1883, de la decoración del Casino durante el baile de feria.
Algunos grandes establecimientos de floristería de ámbito nacional divulgaban ocasionalmente en la prensa diaria su gran surtido de flores, semillas o arbustos para ser adquiridos por correspondencia o través de algún representante local, otras veces visitaban la ciudad floricultores transeúntes que por unos días ofrecían su mercancía. A esto se sumaba el intercambio entre aficionados y la presencia ocasional de ramos, bouquets o coronas en las tiendas generales de ultramarinos, de esta forma se enumeraba toda la oferta en floricultura y arboricultura de nuestra ciudad, tanto para su cultivo como para su disfrute. Esta escasez floral parece dar viabilidad a la venta de flores artificiales que D. Luis González de la Huebra ofreció en la tienda de San Pablo a partir de 1885, tanto o más caras que las naturales pero sí al menos más fijas y duraderas además de altamente decorativas.
De esta forma se lamentaba el periodista, en El Fomento del día 18 de septiembre de 1883, de la decoración del Casino durante el baile de feria.
Algunos grandes establecimientos de floristería de ámbito nacional divulgaban ocasionalmente en la prensa diaria su gran surtido de flores, semillas o arbustos para ser adquiridos por correspondencia o través de algún representante local, otras veces visitaban la ciudad floricultores transeúntes que por unos días ofrecían su mercancía. A esto se sumaba el intercambio entre aficionados y la presencia ocasional de ramos, bouquets o coronas en las tiendas generales de ultramarinos, de esta forma se enumeraba toda la oferta en floricultura y arboricultura de nuestra ciudad, tanto para su cultivo como para su disfrute. Esta escasez floral parece dar viabilidad a la venta de flores artificiales que D. Luis González de la Huebra ofreció en la tienda de San Pablo a partir de 1885, tanto o más caras que las naturales pero sí al menos más fijas y duraderas además de altamente decorativas.
Ese mismo año, en noviembre de 1883, abrió el único establecimiento, del que tenemos constancia, dedicado a jardineria, floristeria y arboricultura, alejadas ya de ser consideradas oficios agrícolas. Fue el iniciado por D.Juan Rodríguez Martín, encargado de los jardines municipales, que estableció la llamada Huerta de San Francisco junto al arroyo de las Agustinas, con entrada por la calle de nueva apertura que hoy llamamos calle Ancha junto a la casa de D. Cipriano Durán y que hoy conocemos como casa de D. Filiberto Villalobos, nieto político de D. Cipriano. Pero a pesar del mencionado auge que la afición por la jardinería tuvo por entonces no logró sobrevivir más que dos años, cerrando en noviembre de 1887.
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Caseta del jardín de Villa María Teresa. Al fondo la casa "okupa" en el paseo de la Estación. Fotografía de Luis González de la Huebra |
Por entonces, la burguesía salmantina comenzaba a salir del centro urbano en busca de espacio y construyó en el ensanche hotelitos de diversos tamaños y estilo generalmente con terreno para jardín. D. Luis colaboró en la urbanización de la zona al adquirir en 1892 un solar frente al parque de La Alamedilla, al que rodeó de un sólido y elegante cerramiento de acuerdo a la burguesa zona que se estaba creando. Ignoramos su intención al hacerlo, tal vez pensaba construir para habitar con su familia o bien realizar una inversión inmobiliaria, o quizás, como afirma Mr. Conrad Kent, ya escondiera la idea de explotarlo como un jardín de recreo al estilo de los de París y de las grandes ciudades europeas y que sirviera para acercar Salamanca un poco más a la modernidad y al mismo tiempo también pudiera ser un revulsivo para sus negocios. Podía haber albergado ya la idea de explotarlo como negocio de floricultura y arboricultura, nada extraño ya que D. Luis Huebra siempre estuvo atento a cualquier innovación que pudieran ser de interés para su clientela burguesa, fotografía, electricidad o teléfono son ejemplos de ello aunque no siempre se convirtieron en negocios rentables. No fue la única posibilidad de negocio que valoró para el solar ya que pensó en transformarlo en una fábrica de cerveza y gaseosas. proyecto que finalmente desestimó. Finalmente convirtió el solar en un negocio de floricultura y arboricultura. De 1894 son los bocetos del diseño del jardín realizados por un jardinero portugués y en 1895 se encontraba preparado para la apertura y ese mismo año recibió el encargo de decorar los carruajes inscritos en la inédita batalla floral. Convertir el solar baldío en un jardín fue costoso, al alto precio del cerramiento hubo que añadir los gastos en personal, invernaderos, abonos, aperos, semillas, bulbos y plantas vivas. Durante años recibió encargos y atendió a su clientela pero nunca, al decir de sus herederos, resultó un negocio rentable y finalmente tuvo que deshacerse del solar en 1918.
© C.H. B 28/11/17 Rev. 01
Fuentes:
Conrad Kent, "Luis González de la Huebra y los orígenes de la modernidad en Salamanca". Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, 2002.
Jorge Uría. Lugares comunes para los ciudadanos. Breves apuntes sobre el jardín español del siglo XIX. 2001 Revista Pandora.
Archivo de la familia González de la Huebra.
Prensa histórica salmantina del siglo XIX.
Jorge Uría. Lugares comunes para los ciudadanos. Breves apuntes sobre el jardín español del siglo XIX. 2001 Revista Pandora.
Archivo de la familia González de la Huebra.
Prensa histórica salmantina del siglo XIX.
Fiesta en Villa María Teresa, jardín que ocupó el solar en el que actualmente se encuentra el Centro de Salud de la Alamedilla |
Tal vez, esta imagen solo muestre una fiesta entre amigos y familiares en Villa María Teresa, nombre que su propietario el comerciante D. Luis González de la Huebra dio a este jardín en honor a su primera hija, pero más probablemente, como afirma Mr. Conrad Kent, fuese la evidencia del intento de D. Luis de implantar un jardín de recreo que, al estilo de los de París y de las grandes ciudades europeas, sirviera para acercar Salamanca un poco más a la modernidad y que al mismo tiempo también supusiera un revulsivo para sus negocios. Los jardines de recreo fueron zonas verdes y arboladas dedicadas al ocio, donde, durante los meses de buen tiempo, la población, fundamentalmente acomodada, acudía en busca de frescor y de espectáculos varios, que se prolongaban, a menudo, hasta altas horas de la noche. Estuvieron muy de moda en la Europa del siglo XIX, llegando también a España. Por lo general fueron urbanos y de iniciativa privada. Lo cierto es que este solar, de aproximadamente 2.000 m2, adquirido en 1892 a la Compañía de los Ferrocarriles del Oeste de España, como sobrante de los terrenos expropiados para la construcción de ferrocarril, nunca fue un gran negocio ni como jardín de recreo ni como vivero-floristería, destino al que le dedicó su dueño. Y esto a pesar de la elevada inversión en el diseño y atención del jardín, recordemos que eran tiempos complicados en el suministro de agua, y del alto costo del elegante cerramiento del solar construido en ladrillo, con torres, puertas decoradas y verja de fundición. Cerramiento que todavía muchos salmantinos recordarán ya que desapareció a finales del siglo XX guardando el solar que permaneció durante muchos años vacío y que hoy alberga el Centro de Salud de la Alamedilla haciendo esquina entre la avenida de los Comuneros y la calle de Benito Pérez Galdós. D. Luis, tras desestimar un proyecto para la fabricación de cervezas y hielo, vendió el solar en 1918 a la compañía Hijo de Pío Remirez, vecinos del entorno y dedicados a la venta de abonos. No conocemos pormenorizadamente la historia de la propiedad del solar pero llegó a la década de los 70 como propiedad del Instituto Nacional de Previsión, antigua institución encargada de la Seguridad Social y la Asistencia Sanitaria, tras, al parecer, haber pasado por manos de una institución religiosa. Lo que sí sabemos es que permaneció sin edificar hasta la década de 1980 cuando se construyó el edificio que alberga este Centro de Salud que comenzó a funcionar en el año 1989. © C.H. fc 07/11/17 Rev. 01 |
Desde el 14 agosto de 1895 y en días sucesivos, D. Luis González de la Huebra publicó este anuncio en la prensa salmantina para promocionar su nuevo establecimiento de floristería y arboristería. La distancia temporal tal vez genere algunas preguntas:
¿Frente al paseo del Rollo?
Publicidad de Villa María Teresa publicada en El Adelanto en agosto de 1895 |
La explicación es sencilla, "su" Paseo del Rollo no era exactamente "nuestro" Paseo del Rollo.
Con la construcción de la Plaza Mayor, el Rollo de Justicia instalado hasta entonces en la Plaza de San Martín fue trasladado a un alto cercano en la calzada que unía Salamanca con Madrid (en esos entonces a Madrid se iba por la carretera de Aldealengua), conocido desde entonces como Alto del Rollo.
El tramo desde el Alto del Rollo hasta la Puerta Toro (actual Avenida de los Comuneros) fue arreglado como Paseo en 1793, junto a las actuales Calle del Parque de la Alamedilla, Avd. Campoamor y Paseo del Rollo, recibiendo conjuntamente el circuito, triangular y de 2739 varas, el nombre de Paseo del Rollo, nombre que solo ha conservado una parte de aquel, nuestro actual paseo del Rollo. (1 vara castellana=0.8359 m)
El negocio de horticultura, propiedad de D. Luis González de la Huebra, se encontraba en la confluencia de las actuales Avenida de los Comuneros y la calle Benito Pérez Galdós, que une Comuneros con el Paseo de la Estación, frente al Parque de la Alamedilla.
¿Teléfono en 1895?
Si, oficialmente el día 17 de agosto de 1895 quedó inaugurada la red telefónica local. Sin embargo durante un tiempo antes estuvo funcionando en modo de pruebas. Durante ese tiempo se verificaron los primeros contratos entre ellos el de D. Luis González de la Huebra que tuvo los números 38 y 41 y fue de las primeras empresas salmantinas en promocionarlos en publicidad.
Si, oficialmente el día 17 de agosto de 1895 quedó inaugurada la red telefónica local. Sin embargo durante un tiempo antes estuvo funcionando en modo de pruebas. Durante ese tiempo se verificaron los primeros contratos entre ellos el de D. Luis González de la Huebra que tuvo los números 38 y 41 y fue de las primeras empresas salmantinas en promocionarlos en publicidad.
¿Alguna vez se celebró una batalla de flores en Salamanca?
Si, fue durante las Ferias y Fiestas de septiembre del año 1895. D. Luis Gonzalez de la Huebra recibió el encargo de decorar los carruajes participantes.
Ver: La batalla de flores de 1895
Tarjeta troquelada de Villa María Teresa

Suplemento del catálogo general de Villa María Teresa
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Barrio de los Milagros
El barrio de los Milagros I. (s.d.) |
"Empezaré por situar los Milagros, como hice anteriormente con el barrio [Chino]. En realidad aquél constaba únicamente de las dos calles más humildes de toda Salamanca: la que le daba nombre y su paralela la calle Empedrada. Sobre ésta se levantaron otras que renegaron pronto de sus orígenes y constituyeron barrio aparte al menos en su forma censal, pues en la toponimia no pudieron desligarse de la servidumbre de sus modestos vecinos. Esta parte del barrio se llamó y se llama San Vicente. [El origen del barrio de los Milagros como sabemos se debe a los desastres de la Guerra de la Independencia y la desidia posterior.]…… Convertido por completo San Vicente y gran parte de San Isidoro en dos grandes escombreras, se denominó aquel lugar popularmente Los Caídos, sobre todo la altiplanicie que dominaba el fuerte de San Vicente por encima de la depresión de los Milagros, al fondo de la cual seguía corriendo la alberca que arrastraba las aguas fecales de la ciudad en su declive natural hacia el río cercano, las gentes pobres y las que venían a la ciudad en busca de trabajo comenzaron a ocupar las ruinas abandonadas y, con piedras de las mismas, edificaron sus míseras casucas, en el fondo de la depresión geológica, a orillas mismas de la alberca." José de Juanes, “Los Milagros y sus gentes” © C.H. fc 09/03/15 Rev. 01 |
El barrio de los Milagros II.(s.d.) |
"[las casas] Las construyeron utilizando para cimientos las piedras de los colegios y conventos derruidos. Digo yo que pensarían que si aquellas piedras habían resistido durante varios siglos el peso de mucha ciencia, bien podían resistir en adelante el peso de unos kilos de adobes, por lo que no resultaba extraño que en algunas casas apareciesen con el tiempo, al rascar de la chiquillería, un pedazo de escudo o de hojarasca de las muchas que esculpieron con frondosidad Churriguera y su familia. La construcción no era solo obra del maestro, comúnmente analfabeto y horro por tanto de cálculos y mediciones, sino que colaboraba en ella toda la familia; las mujeres, envejecidas en plena juventud por el trabajo, aportaban los materiales; los chiquillos descalzos pateaban con eficiente algarabía el barro mezclado con paja dentro del doble rectángulo matriz que servía de molde a los adobes; y los vecinos traían el agua mezclada con orines de la alberca cercana. La techumbre se formaba con una vigorosa viga central de la que salían, como espinas de pescado, varias derivaciones del mismo material sobre las que se colocaban unas tablas de madera portuguesa que servían de sostén a las tejas. En el sitio apropiado se abría un hueco para la chimenea. Y ya estaba la casa. Todas tenían al fondo el corral donde se plantaba un árbol que daba buena sombra en verano y mejor fruta en su debido tiempo. Cada vecino plantaba con arreglo a su gusto, que no solía ir más allá de una parra o una higuera, aventurándose a veces hasta las exquisiteces de un peral o un membrillo, pero que como quiera que las gentes del barrio poseían un gran sentido de la comunidad, todos comían la fruta de todos, especialmente los niños, a los que se les iban los ojos detrás de las uvas de albillo, o los higos del vecino." José de Juanes, “Los Milagros y sus gentes”. © C.H. fc 11/03/15 Rev. 01 |
El barrio de los Milagros III. El colector. (s.d.) |
"Los que llegaron primero se instalaron en la margen izquierda de la alberca, de espaldas a ella, sustituyendo el corral por una huerta cuyas tapias llegaban hasta la misma orilla. Al conceder a la huerta la mayor parte del terreno, se disminuía el destinado a las viviendas, por lo que se anticiparon al urbanismo americano, ganando en altura lo que perdían en extensión y estableciendo en los Milagros la teoría de los rascacielos, con casas hasta ¡de un piso!, cosa desusada en aquel género de construcciones. Los de la Empedrada llegaron después y no tuvieron más remedio que conformarse con lo que les habían dejado, aposentándose en la margen derecha de la alberca, a una altura discreta de su cauce, del que la separaba un pequeño terraplén. Sus constructores la situaron con la misma orientación que la de los Milagros, con los que quedaba de cara a sus huertas. Y la alberca, cuyos efectos se compensaban con el sol pleno que recibían desde el amanecer hasta el crepúsculo." José de Juanes, “Los Milagros y sus gentes” © C.H. fc 13/03/15 Rev. 01 |
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Barrios
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Calle del Patio Chico
Textos en preparación.
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Paseo de la Estación en el plano basado en Francisco Coello de 1858 y en 2017 |
La casa de Agustín Sánchez Manzanera, "el Visir", en el Patio Chico |
La casa, situada en el Patio Chico, perteneció al rico propietario Agustín Sánchez Manzanera conocido por su apodo de "el Visir", sus bienes pasaron a formar parte de la fundación que lleva su nombre y que dedica su objeto social al fomento de la educación infantil. La casa fue adquirida por la empresa inmobiliaria de José María Vargas-Zúñiga y José Luis Álvarez y fue utilizada como primera sede en Salamanca del partido político UCD, fundado en 1977. En 1988, ya en propiedad de la Junta de Castilla y León, fue derribada y en su lugar se construyó el actual edificio de viviendas. El jardín de la casa, conocido como el "jardín del Visir", fue añadido al huerto de Calixto y Melibea en 1992. © C.H. fc 23/03/15 Rev. 01 |
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Oficios desaparecidos o casi....
Gitanos haciendo cestos de mimbre. Luis Cortés 1955 |
La imagen captada en 1955 por el profesor y etnólogo Luis Cortés Vázquez ya sirvió, años atrás, para declarar la actividad de la mimbre perdida en Salamanca. En la última población de la provincia donde se ha conservado esta artesanía, Villoruela, hoy también está a punto de desaparecer acuciada por la competencia asiática. El cultivo de la mimbre, que aunque resulte chocante no se había generalizado nunca en la zona ya que de forma habitual se importaba la materia prima, comienza tímidamente a realizarse y quizás permita salvar una actividad que resultó muy productiva en los años 80 y 90. © C.H. fc 10/04/15 Rev. 01 |
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Los Goyas perdidos del colegio de la Orden Militar de Calatrava
Proyectado barroco en 1717, el edificio demoró tanto su construcción que el cambio de gusto estético hacia el neoclasicismo acabó mutilando casi todo su abundante ornamento. Ocurrió en el último cuarto del siglo XVIII y así demostraron su intransigencia y fanatismo anti barroco sus ilustrados gestores.
Su capilla, desprovista de toda decoración churrigueresca, terminó siendo hermoseada con un sencillo retablo neoclásico diseñado por don Pedro Arnal y elaborado en piedra como ordenaba la Circular de Carlos III de 1777, emitida no sólo para minimizar el riesgo de incendios en las iglesias sino también para evitar los excesos decorativos y proteger el decoro del culto y la dignidad de la religión.
El encargo, de 1783, contemplaba además otras dos pinturas dedicadas a San Bernardo y a San Benito, ambos muy ligados a la Orden Militar de Calatrava, que quedarían también colocados en la capilla. Las tres obras desaparecieron, robadas o destruidas, durante la Guerra de la Independencia, una muestra más de lo calamitosa que resultó la contienda para el patrimonio de Salamanca.
La pintura que reproducimos, conservada en el Museo del Prado, es uno de los bocetos preparatorios de la obra final de Calatrava y, según los entendidos, el más terminado. Perteneció a Jovellanos, posiblemente fue un regalo de agradecimiento de Goya. Su tamaño de 80 x 41 cm es sensiblemente menor que el del cuadro perdido de 362 x 181 cm y es el único recuerdo gráfico de los “goyas salmantinos”
Más en:
Estudios del barroco salmantino II. El colegio de la orden militar de Calatrava de la universidad de Salamanca. A. Rodríguez G. de Ceballos. Salamanca, 1972
© C.H. fc 05/04/18 Rev. 01
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Colegio de la Inmaculada Concepción de la orden militar de Calatrava
Nacido barroco y terminado neoclásico, el edificio de Calatrava muestra un estilo ambiguo que milagrosamente no le resta nobleza y monumentalidad. Testimonio perenne de la intransigencia artística que lleva a la destrucción de lo que no es del propio gusto, ignorando su volatilidad y apropiándose de razón y verdad como si estas fueran únicas y sin discusión. Un disparate que, inexorablemente, siempre acompaña al ser humano.
Con todo, esta no fue la única desgracia que mutiló el edificio, el fuego y el saqueo también tuvieron su cita.
La obra..
El capítulo general de la orden militar de Calatrava, reunido el 3 de junio de 1552, acordó la fundación del colegio de la Inmaculada Concepción en Salamanca y su Universidad. Mantendría rector y siete colegiales, que vestirían manto cerrado negro, muceta o beca también negra, con la cruz encarnada de la orden, además el colegio contaría con el personal de servicio necesario. El 28 de octubre de 1552 iniciaron los colegiales de Calatrava sus estudios universitarios. La primera ubicación del colegio fueron unas casas alquiladas en la calle de Alabarderos, actual calle de San Pablo, propiedad de D. Juan de Fonseca, residente en Méjico, cuyo apellido hizo pensar a Villar y Macías1que se trataba del palacio de la Salina. Sin embargo para Ceballos2, conocedor de una carta fechada en 1707 escrita por el vicerrector del colegio en la que se declara la estrechez y mala construcción del edificio, considera más factible que se tratara de una simple casa destartalada, quizás de servicio del palacio.
Dado su penoso estado, se buscó lugar para construir nueva casa y se eligió, siguiendo el informe de fray Francisco de la Trinidad, un solar de casas en la zona de San Antón, de espaldas al convento de San Esteban y frontero al convento de los Basilios en la calle de Santo Tomás, hoy Rosario. El 25 de abril de 1790 el informe4de la visita de Jovellanos al colegio describe así su situación “El Colegio es cuadrilongo, y hace manzana á las calles siguientes: Por la fachada que mira al Norte, tiene la del Rosario; como se va á la puerta de Santo Tomás, al Oriente, la de Scoto; al Mediodía, la del Campo, y al Poniente, la del Monte Olivete”.
De nuevo, Villar y Macías sostuvo que entre esas casas adquiridas estaba la casa solariega de los Rodríguez de Ledesma, señores de Sobradillo, mientras que Ceballos afirma no encontrar su escritura entre las de las casas compradas, que pormenoriza en su trabajo. Las casas y solares se compraron en 1715, aunque ya con la obra en marcha se adquirieron otros entre 1718 y 1719. En cuanto al terreno circundante debió ser bastante accidentado, el informe de 1790 mencionado señalaba que el edificio se veía desde la calle (del Rosario) como situado en un cerro, luego con el desmonte de 10.000 o 12.000 carros de tierra, que dejó el sótano semidescubierto, se acondicionó una plaza de forma triangular en la que se construyó el atrio y escalinata de entrada al edificio dándole un porte noble y majestuoso.
Las obras comenzaron el 11 de julio de 1717 siguiendo los planos de D. Joaquín de Churriguera que adaptó los proyectos iniciales de D. Pantaleón Pontón Setién, que a su vez los había trazado siguiendo el tradicional esquema cuadrangular del alcázar militar español con cuatro torreones, si bien estos no terminaron por ocupar las esquinas del claustro como es corriente. A la muerte de Churriguera en 1724 las obras se detuvieron.
Para su continuación, fue nombrado arquitecto D. Pedro de Gamboa en septiembre de 1729, pero poco pudo intervenir puesto que falleció el 16 de abril de 1730. No se nombró entonces sustituto sino que continuó como maestro de obra el aparejador D. Domingo Díez que llevaba las obras desde su inicio.
El 29 de septiembre de 1736, casi veinte años después, los colegiales pudieron por fin ocupar una parte del edificio y con ello, una vez cumplido este objetivo, se ralentizó el resto de la obra, a lo que también contribuyó la muerte de Díez hacia 1742. La obra debió detenerse totalmente sobre 1750, para entonces la mayor parte de la decoración prevista por Churriguera se encontraba todavía sin hacer.
Las obras debieron reemprenderse poco antes de 1777, cuando el rector D. Francisco Ibáñez Cervera manifestó por escrito que el arquitecto D. Jerónimo García de Quiñones había terminado la escalera principal ubicada en uno de los torreones del edificio. La escalera obra de Quiñones, se basó en la que construyó su padre Andrés García de Quiñones en el Colegio de los Jesuitas (Clerecía), fue realizada en estilo rococó antes de que D. Jerónimo se convirtiera definitivamente en arquitecto neoclásico.
El advenimiento de las ideas ilustradas, exigió una arquitectura racional, funcional y sin adornos: el neoclasicismo. Más que Quiñones, el rector Ibáñez, firme seguidor de estas ideas, con el apoyo de D. Antonio Ponz, secretario de la Academia de San Fernando, de postura intransigente ante el arte barroco y de Gaspar Melchor de Jovellanos, visitador de las órdenes Militares y partidario de toda reforma ilustrada, provocó un cambio en el rumbo de la arquitectura del edificio. Se diezmaron considerablemente los adornos previstos para el edificio, eliminando muchos de los que ya estaban construidos y descartando totalmente los que quedaban por construir. Hacia 1780 la fachada, atrio y escalinata estaban terminados, antes se había procedido al desmonte de la pendiente existente con la calle del Rosario, operación que como hemos mecionado dejó semidesenterrado el sótano al que se le dotó de ventanas correspondiéndose con las de los pisos superiores y se le dio acceso a la calle con una puerta en el lado oeste. El trabajo continuó por el claustro y la capilla, ahora desprovistos de todo adorno churrigueresco. El claustro debió de estar terminado en 1787 y poco tiempo después se concluyó la capilla con tres retablos en piedra que albergaban las pinturas que habían sido encargadas a Francisco de Goya. Estas pinturas resultaron perdidas, junto al sagrario y el tabernáculo de mármoles y bronce, durante la Guerra de la independencia.
El edificio fue inaugurado el 25 de julio de 1790 durante la visita de Jovellanos, en cuyos informes, en lo referente a la arquitectura del edificio, exigía la eliminación de todos los adornos de la fachada sobre todo de la puerta principal, eliminaciones que finalmente no se realizaron.
El colegio de Calatrava y la calle de Fúcar. Fotografía de Martínez de Hebert, 1867. |
Cuando Martínez de Hebert obtuvo esta fotografía, el edificio colegial de la Inmaculada Concepción perteneciente a la orden Militar de Calatrava mantenía en duda su destino. Librado de la destrucción, pero no del saqueo, de la Guerra de la Independencia, volvió a ejercer tras la contienda las funciones colegiales para las que había sido concebido. Tras su desamortización en 1836 y de haber servido, desde 1850, como cuartel de la Guardia Civil, el Estado lo entregó en 1857 al obispo don Francisco de la Puente para el establecimiento del archivo del Cabildo y de un correccional de clérigos, albergó también en ese tiempo una escuela para niñas patrocinada por la Diócesis. En 1868, durante la Gloriosa, el edificio fue incautado por la Junta Provincial Revolucionaria para servir de sede a la Diputación Provincial, sin embargo este organismo nunca llegó a ocupar el inmueble, al parecer por el alto costo de las obras de su reparación. Cuartel militar o sede del Museo Provincial fueron algunas de las opciones para su uso que no llegaron a cuajar. Fue en 1878 cuando el obispo don Narciso Martínez Izquierdo, con buena mano en la corte, consiguió que Alfonso XII devolviera el edificio a la Diócesis, propiedad que se ha mantenido con distintos avatares hasta la actualidad. A la derecha de la imagen, entre el colegio de Calatrava y los muros del convento de los Dominicos, una calle se pierde en la distancia. Es la calle de Fúcar, al menos así aparece mencionada en los planos del siglo XIX. Para algunos, el nombre hace referencia a la familia de los Fugger (su pronunciación alemana suena más o menos “fúcar” en español), banqueros alemanes del siglo XV y XVI cuya clientela, miembros de las casas reales europeas, de la alta nobleza y de la iglesia católica, les proporcionó una inmensa riqueza e influencia política. Hoy todavía el término fúcar aparece (aunque en desuso) en el diccionario de la RAE con el significado de “Hombre muy rico y hacendado”. Esta interpretación sugiere que la calle fuera, en otros tiempos, la ubicación de la residencia de algún acaudalado caballero. Para otros, Fúcar no es más que la aberración de Júcar, sin que esto conduzca a nada más. Sea como fuere, la calle permitía el acceso desde la calle del Rosario al campo llamado Monte Olivete y a la puerta de la muralla llamada puerta Nueva (o del Sol). Fue la última puerta abierta en la muralla, se abrió para evitar al vecindario dar grandes rodeos cuando los Reyes Católicos donaron en 1492 al convento de los Dominicos una gran parte del Monte Olivete, quedando inaccesible el camino que lo cruzaba desde Santo Tomás hasta la iglesia de San Polo y su puerta en la muralla. En 1890, con la puerta Nueva cerrada desde 1750, tuvo lugar una operación inmobiliaria entre el Padre Cámara y el Ayuntamiento mediante la cual el Consistorio cedía al Obispado sus propiedades en el Monte Olivete, para la ampliación del Colegio de Calatrava, además de otros solares, para completar la parcela donde se iba a construir la iglesia de San Juan de Sahagún, a cambio recibiría los terrenos que ocupaban las iglesias de San Justo y Santa Eulalia, que quedarían convertidos en plazas públicas. La operación proporcionó a la ciudad dichas plazas y dejó la calle de Fúcar sin uso y sin salida. En abril de 1898 el Ayuntamiento decidió ceder el terreno de la calle de Fúcar al obispado, previo pago de la tasación pericial. Desde entonces es propiedad privada y permanece cerrada solo para el acceso a las dependencias del edificio. © C.H. fc 11/04/18 Rev. 01 |
1 Manuel Villar y Macías. Historia de Salamanca. Imprenta de Francisco Núñez Izquierdo 1887.
2 Alfonso Rodríguez G. de Ceballos. Estudios del barroco salmantino II. El colegio de la orden militar de Calatrava de la universidad de Salamanca. Centro de Estudios Salmantinos, 1972.
3 María Nieves Rupérez Almajano. Urbanismo de Salamanca en el siglo XVIII. Colegio Oficial de Arquitectos de León, 1992.
4Jovellanos y los colegios de las órdenes militares en la universidad de Salamanca, informes. Boletines de la Real Academia de la Historia.
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