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El Incendio de la Normal de Maestras

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La Escuela Normal de Maestras, situada en la Plaza de Fray Luís de León, durante el 
incendio que destruyó completamente el edificio el dia 22 del actual, sin que 
afortunadamente ocurrieran desgracias personales. 
Foto Gombau. Mundo Gráfico 29-11-1928.


El día 22 de noviembre de 1928, un formidable incendio destruyó, totalmente y en pocas horas, el viejo edificio en que estaba instalada la Escuela Normal de Maestras de Salamanca. Las llamas, que devoraron el edificio, amenazaron propagarse a las casas colindantes, pero los esfuerzos de los bomberos y de cuantas personas trabajaron en su extinción lograron localizarlo e impedir mayores daños. Estaba situado en la plaza de Fray Luis de León y ocupaba el espacio que antes había sido del Colegio Menor de la Magdalena fundado en 1538 por D. Martín de Gasco, maestrescuela de la catedral de Sevilla, y obispo electo de Cádiz.

Los bomberos trabajando en la extinción del incendio de la Escuela Normal de
Maestras, que ha quedado reducida a escombros.
Foto Gombau. Mundo Gráfico 29-11-1928.


El edificio original había resultado destruido durante la Guerra de la Independencia y fue reedificado, según D. Eleuterio Toribio, en 1828. Aunque, al parecer de D. Fernando Araujo, la obra resultó un tanto mezquina, "se reduce a un aislado pabellón cuadrangular semejante a una casa grande".
Como consecuencia de la Ley Moyano de 1857, la ley reguladora de la enseñanza más influyente en la historia de España, nació la Escuela Normal de Maestras de Salamanca que en 1859, con 22 alumnas, se estableció en el nuevo Colegio de la Magdalena. La institución cumplía por entonces una doble misión, por una parte tenía la obligación de preparar a las educadoras necesarias para el modelo de escuelas separadas por sexo que imponía la nueva ley. Por otro lado, acogió a un buen número de señoritas de buenas y pudientes familias que aún sin intención de dedicarse a la enseñanza buscaban recibir educación, cultura y buenas maneras ante los impedimentos que encontraba la mujer para acceder a los estudios de segunda enseñanza y universitarios. Aunque con el tiempo estos impedimentos fueron suprimiéndose, la incorporación de la mujer a la Universidad fue muy lenta ya que en 1932 solo llegaban a 84 las alumnas matriculadas.


Enseres que pudieron salvarse del incendio de la Escuela Normal de Maestras y de las
casas contiguas amenazadas, depositados en la plaza de Fray Luís de León.
Foto Gombau. Mundo Gráfico 29-11-1928.


En 1928, la Normal de Maestras continuaba situada en este edificio cuando las llamas lo redujeron a escombros. Provisionalmente la institución se instaló en la Hospedería de Anaya, donde también estaba la Normal de Maestros. Después fue trasladada durante un breve espacio de tiempo al Palacio San Boal, ya que en 1931 se produjo la fusión de ambas Normales con domiciliación única en el edificio de la Hospedería de Anaya.
El solar siniestrado quedó durante años abandonado hasta que, tras la Guerra Civil, la Junta de Colegios Universitarios de Salamanca decidió la construcción en él de una residencia de estudiantes, para ello añadió el solar que ocupó la vieja iglesia de San Bartolomé, situada a su espalda, y 655 m2 de la plaza de Fray Luis de León. La construcción, con proyecto de Genaro de No, se realizó entre los años 1942 y 1943 y la residencia recibió el nombre de Colegio Mayor de San Bartolomé, alias "el Bartolo".

C.H. facebook 24 de septiembre de 2015

Article 9

Los primeros aviadores que surcaron los cielos salmantinos.

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El Raid Salamanca-Valladolid 1911

Solo siete años después del famoso vuelo de los hermanos Wright; solo un año después de que el francés Blériot, en un pequeño monoplano atravesara el Canal de la Mancha y demostrara que los aviones servían para viajar de un lugar a otro de la Tierra; y en el mismo año, 1910, del primer raid o carrera aérea de la historia celebrada entre París y Madrid, el Ayuntamiento de Salamanca trató de organizar para las Ferias y Fiestas de ese año un espectáculo aéreo protagonizado por el francés, afincado en el Pais Vasco, Leoncio Garnier. Un accidente, en Gijón, del aviador imposibilitó que el acontecimiento pudiera celebrase y Garnier perdió el privilegio de ser el primer hombre que surcara los cielos salmantinos.

Cartel del Raid Salamanca-Valladolid.
Fotografía  tomada de vallisoletvm.blogspot.com.es.


Un año después, en julio de 1911, las comisiones de festejos de Valladolid y Salamanca junto con un grupo de comerciantes de ambas poblaciones lograron un acuerdo para celebrar los días 15 y 16 de septiembre un raid aéreo entre ambas ciudades en fiestas. La carrera se iniciaría el día 15 en Salamanca tomando los participantes la salida cada 5 minutos a partir de la siete de la mañana. La llegada a Valladolid tendría lugar a partir de las 8 de la mañana y esa misma tarde realizarían pruebas de altura, duración, despegue y aterrizaje. El día 16 regresarían a Salamanca y los aviadores que lograran llegar realizarían durante esa tarde otro concurso de vuelo en nuestra ciudad.
Cuatro fueron los pilotos que accedieron a participar, y repartirse los muy suculentos premios, los franceses Leoncio Garnier, Pierre Lacombe y Maurice Poumet y el español Benito Loygorri.

Con rapidez comenzaron las obras necesarias para convertir el Prado de Panaderos, entre la vía Transversal y la carretera de Zamora, en un verdadero campo de aviación, construyéndose hangares y tribunas para el público, se instaló una tienda de campaña para albergar el servicio de la Cruz Roja y, cómo no, un bar.

Retratos de los aviadores participantes.
El Adelanto 16 de septiembre de 1911

El primer piloto en presentarse en Salamanca fue el Sr. Poumet, de veintitrés años, que trajo por tren un aparato Blériot con motor Labor-aviation. El avión fue montado el día 7 de septiembre y probado por Poumet al día siguiente. Por tres veces despegó del suelo, consiguiendo elevarse en una de ellas hasta los quince metros. No pudiendo mantenerlo en el aire acabó cayendo en unas tierras próximas. Este fue el triste primer vuelo de un humano en Salamanca.
Tras Poumet llegaron a Salamanca el Sr. Garnier, de treinta años, que montó un monoplano Blériot, motor Gnome, de 50 caballos; el Sr. Lacombe de veinticuatro años, con un aparato Deperdussin, motor Gnome de 50 caballos; y por último, el día 11, el Sr. Loygorri con un monoplano Morane, de 50 caballos, motor Gnome. El trazado de 110 Km sería semejante al de la carretera y al paralelo del tren por lo que sería fácil la orientación de los pilotos. Además, durante el vuelo, arderían hogueras en distintos puntos del camino y se colocarían banderas rojas en los campanarios de los pueblos.
Durante esos días, el tiempo en Salamanca estaba siendo desapacible, el día 13 se produjo una fuerte tormenta que auguraba problemas en la celebración del acto. La noche del 14 al 15 de septiembre trascurrió lloviendo, en algunos momentos de forma torrencial, lo que obligó finalmente a la suspensión de la salida, posponiéndose 24 horas.


Perfil de la carrera publicado en  El Adelanto
del 15 de septiembre de 1911 

El día 16, el tiempo, aunque inestable, permitió llevarse a cabo la salida con la presencia de una muchedumbre curiosa ante la novedad del espectáculo. A las 7 de la mañana el Sr. Loygorri, con avería, no consiguió remontar el vuelo. Mr. Lacombe, a las 7 y cinco minutos, si logró hacerlo, tomando enseguida dirección a Valladolid. También lo consiguió, cinco minutos después, Mr. Garnier. El Sr. Poumet, tras elevarse tuvo que aterrizar por el mal funcionamiento de su motor terminando también para él la carrera.
El señor Lacombe llegó a Valladolid a las 8 y 12 minutos mientras que el Sr. Garnier lo hizo, tras realizar una parada por pérdida de orientación, a las 9 y 2 minutos. Las pruebas durante la tarde en Valladolid se saldaron con un accidente, sin graves consecuencias físicas pero sí materiales, del Sr. Lacombe quedando el raid con un solo participante, el Sr Garnier. Este, como estaba previsto, regresó a la mañana siguiente a Salamanca, teniendo que realizar una parada por avería en Tordesillas, sembrando el temor y la impaciencia en el mucho público que esperaba al aviador en el Prado de Panaderos. Finalmente pasadas las diez de la mañana el piloto aterrizó en el campo de aviación siendo recibido con gran alborozo. Por la tarde, ante millares y millares de personas, según la prensa local, que ocupaban los cerros vecinos del Prado de Panaderos, el Sr Garnier realizó hasta tres vuelos en los que desplegó sus habilidades virando, rasando y elaborando filigranas en el aire.
El reparto de premios fue el siguiente: el Sr. Garnier percibió un total de 16.000 pesetas como ganador del raid y de las pruebas de vuelo de Valladolid y Salamanca; el Sr. Lacombe recibió 750 pesetas por la salida de meta en Salamanca y un barógrafo Ricard en prueba de afecto; el Sr. Poumet percibió igualmente 750 pesetas por la salida de meta en Salamanca. Solo el Sr. Loygorri quedó sin emolumentos. Cifras considerables en una época en la que 5 pesetas de jornal era un buen sueldo.

El vencedor del Raid Salamanca Valladolid, Leoncio Garnier. en su aeroplano,
tomada en un aeródromo español en una de sus giras de exhibición por el país

Fuente: Prensa salmantina de la época, El Adelanto y El Salmantino.

C.H. Facebook  9 de mayo de 2016

El templete o kiosco de música de la Plaza Mayor (1893-1930)

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Templete: pequeño templo.

Kiosco: pabellón, vocablo proveniente del turco.


Los templetes o kioscos de música son elementos de mobiliario urbano que estuvieron muy de moda a fines del siglo XIX y principios del XX. Comenzó su auge con la Revolución Francesa y la caída del antiguo Régimen cuando se consideró que la música podía ser un medio idóneo para transmitir las nuevas ideas. De alguna manera se “democratizó” la música, haciendo partícipe de ella a todas las clases sociales, sacándola desde los teatros, salones y palacios, a las calles, plazas y jardines. La potencia sonora de las bandas de viento militares y la portabilidad de sus instrumentos, pensados para los desfiles y los campos de batalla, las convirtió en las agrupaciones musicales ideales para el exterior y los templetes o kioscos de música sus escenarios callejeros por excelencia ya que proporcionaron un lugar elevado que permitía la visibilidad y la sonoridad adecuada, amén del aislamiento necesario del espectador. Pronto existieron bandas musicales civiles que heredaron el uniforme como recuerdo de sus orígenes militares.

Aunque de forma diversa, que partía de ser una simple elevación o basa, un templete estaba formado por regla general por una plataforma elevada, entre las que predominaba la forma octogonal (ochavo), un cuerpo central sin paredes en el que unas ligeras columnas, generalmente también ocho, sostenían una cubierta que protegía de las inclemencias del tiempo a los músicos. Esta cubierta, normalmente de madera por razones sonoras, adaptaba su forma a la estética del espacio circundante, aunque por lo general no se le dotaba de gran altura. Los materiales de construcción variaban según fueran templetes permanentes o provisionales, siendo estos últimos esencialmente de madera y los primeros de piedra, aligerándose con el paso del tiempo con nuevos materiales constructivos como el hierro, material con el que se vivió la época dorada de los templetes a partir de mediados del siglo XIX. Ni que decir tiene que los templetes se utilizaron para diversas actividades además de la música, en mítines políticos, representaciones teatrales, púlpitos, etc., todo aquello que requería un lugar elevado desde el que dirigirse a un público. E incluso, al quedar abandonados, llegaron a ejercer como puntos de venta y otras actividades comerciales desde donde nos ha llegado la otra acepción de la palabra kiosco.
Fue costumbre ilustrada, y muy arraigada en el siglo XIX, la de los paseos. Una distracción en la que, cuando el tiempo lo permitía, se confundían todas las clases sociales y que era normalmente amenizada dos veces por semana, generalmente jueves y domingos, por una banda de música. En Salamanca, a pesar de los intentos de los distintos corregidores de adecentar los alrededores de la ciudad para tal fin, de ahí los paseos de Carmelitas, del Rollo, de Ronda (Canalejas), etc., los salmantinos siempre prefirieron el paseo circular de la Plaza Mayor. Parecía, pues, el lugar adecuado para instalar un templete y cada temporada de verano y Ferias se construía uno provisional de madera que vestido de percalina, adornado de banderitas, gallardetes y guirnaldas e iluminado con farolillos y gas acetileno (iluminación veneciana que luego evolucionó a las bombillas eléctricas) resultaba del agrado de la época y de tono festivo.
Aunque insistentemente se solicitó durante años la construcción de un templete per¡manente, que en aquel tiempo hubiera supuesto un gran prestigio para la ciudad, Salamanca no dispuso de uno hasta 1893. A pesar de la precariedad económica del Ayuntamiento salmantino de la época y a la existencia de empresas de fundición, generalmente francesas, que a “vuelta de correo” enviaban un templete adaptado al gusto, las medidas y la capacidad económica del comprador, el municipio prefirió promover una obra original. El templete o kiosco de música de hierro fundido fue diseñado por el arquitecto D. Pedro Vidal y construido por la empresa de D. Anselmo Pérez Moneo. La sociedad Moneo, hijo y Cía. tardó 40 días en realizar el trabajo y tenerlo instalado en el centro de la Plaza Mayor, colocado sobre la fuente de 1875 que despectivamente era conocida por “el manojo” por el adorno metálico de su centro. Se inauguró el 8 de septiembre con un concierto de la banda del Protectorado de Industriales Jóvenes.
El templete era de tipología clásica con plataforma poligonal de ocho lados soportada por nueve pilares de hierro, uno central; con un cuerpo central con ocho columnillas y barandillas decoradas y con cubierta de ocho aguas con detalles decorativos y en su cúspide una linterna octogonal rematada en una veleta en forma de lira. El templete fue alabado por la prensa como uno de los mejores del país, era un momento de éxito para la empresa de Moneo que celebró la inauguración del templete y la construcción del puerto de Vigo con un banquete íntimo en el café de las Cuatro Estaciones. A Salamanca tampoco le fue mal en 1893, fue inaugurada la plaza de toros de la Glorieta y el monumento a Colón en la plaza de los Menores (Colón), las fiestas inundaban de portugueses y extremeños las calles, el tiempo era bueno y la cosecha había sido excelente.

Tras la reforma de los jardines y la llegada de la luz eléctrica al parque de La Alamedilla, el Ayuntamiento, a inicios de 1898, pretendió construir en él un templete de piedra y madera. Sin embargo la siempre escasa capacidad económica del Consistorio hizo que, a sugerencia de la Comisión de Obras, se cambiara el proyecto por el de trasladar del templete de la Plaza Mayor a La Alamedilla y emplear el dinero ahorrado en la construcción en una fuente monumental en el centro de la Plaza Mayor.
No fue del general agrado la idea del traslado y se inició la que, tal vez, sea la más intensa polémica ocurrida en Salamanca. La porfía dividió a la población en dos bandos con un tema que, por banal, no deja de extrañar dadas las penosas circunstancias que vivía el país en el año 98. Ambas partes esgrimieron toda clase de argumentos, no carentes de demagogia. Discusiones higienistas sobre la sanidad de ambos lugares; controversias sobre la cuestión social al considerarse una expulsión del centro de la ciudad de las clases sociales menos favorecidas o incluso al revés; debates sobre el ostracismo de una postura frente a la modernidad de la otra, divergencias insalvables sobre temas artísticos, estéticos y culturales; y, cómo no, se discutió acaloradamente sobre las razones económicas del emplazamiento.
Fuese una cuestión seria o una simple evasión frente a los graves problemas que afrontaba la sociedad, el templete comenzó a desmontarse el 5 de agosto de 1898, solo faltaban unos días para la finalización de la Guerra de Cuba y confirmarse el Desastre del 98. Solo una fotografía de D. Luis González de la Huebra, tomada mientras se desmontaba el templete en 1898, constituye, al menos que sepamos, todo el testimonio gráfico del templete entre 1893 y 1898.


En La Alamedilla, el templete se montó sobre una construcción en mampostería que podía ser utilizada como almacén de elementos de jardinería. El 2 de septiembre de 1898 terminó su instalación y se programó la inauguración para el domingo día 4 con un concierto de la banda del Protectorado. Sin embargo, el acto fue suspendido por no haber sido recibida la obra tal como exigía la normativa. La inauguración en el parque finalmente se realizó el día 12 de septiembre de 1898.
No terminaron con el traslado las disputas dialécticas sobre el templete, los contrarios al traslado agregaron nuevos argumentos tales como las dificultades para celebrar conciertos por hacerlo a ras de suelo y estar la banda sometida a la presión de los espectadores, estos, además, habían perdido visibilidad y sonoridad. Para la Ferias de 1900 se decidió colocar un templete de madera que se retiraría cada temporada. Las protestas arreciaron por parte un sector crítico, al parecer por no cumplir el artefacto los requisitos mínimos para su función. Se le dieron toda clase de calificativos como “patíbulo”, debido a que la viga central asemejaba a un garrote vil durante su construcción, “pajarera”, “jaula de canarios”, etc. En 1901 fue sustituido por otro templete, al que se le añadieron los nuevos calificativos de “verruga de la Plaza” o “kiosco de don Ramón”, refiriéndose a D. Ramón Fernández Robles, “el sastrín”, hombre elegante, simpático y de agradable trato, sastre de profesión con tienda en la Plaza Mayor en la acera de Correos (Petrineros), concejal republicano y presidente de la comisión de festejos del Ayuntamiento en esta época, cargo siempre difícil en nuestra ciudad, fue la voz que propuso en sesión del Ayuntamiento el traslado del templete a la Alamedilla siendo vilipendiado y elogiado por ello.
En 1902 y 1903, fue montado el mismo templete aunque sensiblemente ampliado. En 1904 el templete cambió su posición al ser montado frente al pabellón de San Fernando, mientras que en los años anteriores lo había estado frente al pabellón de Correos.
No cesaron las críticas a la “canariera” durante estos años, fundamentalmente por parte de la prensa, con el diario El Adelanto a la cabeza, más aún comprobando el deterioro que, por la inactividad y el abandono, estaba sufriendo el templete de hierro en el paseo de La Alamedilla. Poco a poco el respaldo de los concejales del Ayuntamiento a la postura de devolver el templete a su primitiva ubicación iba siendo mayor y finalmente en julio de 1906 se aprobó el retorno. La falta del dinero para el traslado (presupuesto de unas 1.000 pts. de entonces) demoró el proyecto. Tras la eliminación de la fuente “el manojo”, instalada en el centro de la Plaza Mayor desde 1875, comenzó la traslación del templete el día 2 de septiembre. Quedó listo el 8 de septiembre, dispuesto para participar en las Ferias de 1906.  De inmediato comenzó el desguace del templete provisional, que ya acusaba graves muestras de deterioro. ¡Durante un breve periodo de tiempo la Plaza Mayor dispuso de dos templetes!

Postal de la colección Guillén de Valladolid hacia 1910

Tras unos años de tranquilidad empezaron las quejas sobre la presencia del templete de hierro en la Plaza Mayor. En 1917 el Sr Vázquez de Parga en sesión del municipio aboga por su desaparición al no encontrarlo a la altura del entorno barroco de la Plaza Mayor. Poco a poco se van sumando otras voces que además de solicitar la desaparición del templete, piden la supresión de los jardines, entre ellas la de D. Miguel de Unamuno. La prensa, también ahora con El Adelanto en primer lugar, cambia de bando solicitando imperiosamente su desaparición.
A pesar de ello, el templete sobrevivió a las grandes reformas realizadas en el pavimento y los jardines de la Plaza Mayor durante los años veinte, sometiéndolo solamente al cerramiento de sus bajos con faldones.  

Músicos en el templete. 
Cándido Ansede, hacia 1929.

En 1928, una vez decidida la desaparición del “indignante armatoste”, quedaba por resolver el destino del vetusto kiosco, ¿traslado o enajenación?, además había que replantear la iluminación central de la Plaza Mayor, ya que en el templete se apoyaban cables eléctricos y lámparas, pero el problema más acuciante era resolver la financiación del plan con una economía tan débil como la del Consistorio salmantino. Los debates para determinar el destino del “férreo armadijo” y el elemento que  le sustituirá se suceden una y otra vez en la sesiones del Ayuntamiento. La demora, a pesar del acuerdo general en la retirada, origina constantes quejas de la prensa que no ve la hora de dejar libre el centro de la Plaza Mayor. De nuevo coinciden en el tiempo el traslado del templete y una grave crisis económica y social. Una crisis que acabó provocando el establecimiento de la Segunda República.
Finalmente, el 11 de septiembre de 1930 se convocó un concurso de enajenación del templete. Solo se presentó una oferta de 5.000 pts. ofrecida por D. Guillermo Prieto de Benavente. Oferta que tuvo que ser rechazada y declarado el concurso desierto al no haberse presentado resguardo de la obligatoria fianza. Aún sin venta, el 25 de septiembre de 1930 comenzó el desmontaje del templete y el 20 de octubre se decidió el destino del templete, sería trasladado, de nuevo, a La Alamedilla. Era el fin de una época.


Nada ocupó su espacio en el centro de la plaza, ni fuente monumental, ni estatua conmemorativa, nada. La iluminación se resolvió aumentando la altura y la potencia de las farolas situadas en los ángulos. Los viejos problemas de las bandas musicales al interpretar a ras de suelo volvieron a aparecer y para solucionarlos el 9 de julio de 1931 se colocó una plataforma provisional de madera de forma octogonal que los elevaba ligeramente del suelo y supuestamente actuaba de caja de resonancia, la estrenó la banda del Regimiento de infantería nº 26. Al final del concierto y a petición del público se interpretó el himno de Riego y la Marsellesa, eran ya tiempos de la Segunda República. La plataforma no duró mucho tiempo y terminó por interpretarse  en la Plaza Mayor a nivel del suelo o en escenarios provisionales montados al efecto.

La plataforma para los músicos.
Fotografía de Almató. Archivo Mas. c.1934

El templete acabó instalado en la parte central del parque de La Alamedilla. Para su financiación se montó sobre una construcción de ladrillo que sería dedicada a bar y se adjudicaría por concesión, iniciando una tradición que continuó con las distintas edificaciones en las que, hasta hoy, estuvo el bar del parque. El bar-templete estuvo listo en la primavera de 1932 y debió de permanecer allí hasta la reforma del parque de 1963. El parque reformado siguió disponiendo de un auditorio o templete, esta vez de hormigón con forma de concha o caparazón, también situado en su plaza central, aunque no en su centro, que acabó igualmente desapareciendo en la reforma del parque efectuada en 1993, anterior a la última finalizada en abril de 2015.






© C.H. 2016


Fuentes: 
Prensa salmantina de la época 1850-1932
La Plaza Mayor de Salamanca. Conrad Kent. Junta de Castilla y León, Ayuntamiento de Salamanca, 1998
La Plaza Mayor de Salamanca. Alfonso Rodríguez Gutierrez de Ceballos. Centro de Estudios Salmantinos, 2ª Ed. (correg. y aument.), 1991
La Plaza Mayor de Salamanca, 3 vols. Estella Goytre, Alberto (Director). Caja Duero, Salamanca,2005.
Moneo Hijo y Cía: la modernización de la imagen urbana de Salamanca a finales del siglo XIX. Joaquín Bérchez. Ayuntamiento de Salamanca, 2005
Urbanismo de Salamanca en el Siglo XIX. Enrique García Catalán. Ediciones Universidad de Salamanca. Colección Vitor, 2015

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Article 23

Article 22

Article 21


Librería Religiosa de Antonio García

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Históricamente el libro español fue de carácter religioso y aún lo fue más cuando a partir de 1848 Monseñor Claret dedicó gran parte de su impulso evangelizador a la gestión de la Editorial-Librería Religiosa de Barcelona. Libros, opúsculos, ornamentos religioso y muchas otras cosas relacionadas con el culto fueron objeto de trabajo de esta editorial. A su amparo, o por imitación, surgieron en España multitud de librerías cuya actividad se centraba en exclusiva en el comercio de libros religiosos y afines hasta el punto de adoptar el nombre genérico de librería religiosa.
En 1891, los dueños de la librería religiosa de Zamora, Sres. Tabaré y Lecanda, compraron las existencias de la librería de la señora viuda de Gurruchaga en la calle de Rúa,34 con el fin de abrir una nueva librería religiosa. Pocos años debieron estar estos señores al frente de la librería pues en 1894 ya se encuentra a nombre del Sr. Antonio García Álvarez. Imágenes, libros litúrgicos, objetos para el culto, oleografías, cuadros, sacras y cera de Abaida valencia, incienso, devocionarios, objetos de escritorio y piadosos, bonetes, calendarios y suscripción a todas las revista y periódicos católicos son muchos de los objetos que vendió don Antonio. La librería permaneció en la calle de la Rúa hasta el año 1918, cuando fue trasladada el nº23 de la Plaza Mayor, junto al estanco y allí permaneció atendida por la familia García hasta su cierre definitivo a finales de noviembre de 2002.
No fue la única librería que recibió el título de religiosa, ya que en noviembre de 1902 abrió la librería del Sagrado Corazón en la calle de la Rúa,51 propiedad de don Lorenzo Aniceto y sucesores. Tras la Guerra Civil esta librería abrió una sucursal en la calle del Generalisímimo,33 que conocimos como librería Aniceto, cerrada en marzo de 2011.

El tiempo fue transformando la librería religiosa de Antonio García en una librería general y entre sus actividades estuvo la venta y edición de tarjetas postales y albumes de fotografías con fines turísticos, para lo que utilizó los servicios fundamentalmente de la Fototípia Thomas y Hauser y Menet.






Librería Viuda de Calón e Hijo

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Para conocer la historia de esta antigua librería salmantina podéis consultar el magnífico cuaderno editado por el Museo del Comercio de Salamanca en marzo de 2009, con textos de Miguel García-Figuerola:




Las tarjetas postales de la librería Calón

Bajo el mismo esquema de diseño de las primeras postales ilustradas, las postales de la Imprenta y librería Viuda de Calón e Hijo, comercializadas a partir de 1900, mostraron pequeñas imágenes a menudo situadas arriba y/o a la izquierda de la tarjeta. El reverso sin dividir y dedicado exclusivamente a la dirección de destino, obligaba al remitente a escribir en el espacio libre del anverso y en muchas ocasiones sobre la propia imagen. Su destino fundamental no era, sin embargo, ser puestas en circulación postal sino su venta como souvenir o recuerdo de Salamanca e incluso ser objeto de colección.

Puente romano sobre el río Tormes.
Tarjeta postal circulada en 1901.
Librería de Calón.


El Ayuntamiento.
Tarjeta postal sin circular.
Librería Viuda de Calón e Hijo

Patio del Colegio de los Irlandeses.
Tarjeta postal circulada en 1901.
Librería Viuda de Calón e Hijo


Portada del Colegio de los Irlandeses. Tarjeta postal
sin circular. Librería Viuda de Calón e Hijo

La Torre del Gallo de la Catedral. Tarjeta postal
sin circular. Librería Viuda de Calón e Hijo

La Torre del Clavero. Tarjeta postal
circulada en 1902. Librería Viuda de Calón e Hijo

Patio de la Casa de las Conchas.
Tarjeta postal sin circular.
Librería Viuda de Calón e Hijo

Reverso sin dividir de una Tarjeta postal
sin circular. Librería Viuda de Calón e Hijo. 

Con fotos de Laurent...aumentando el tamaño de la ilustración, enmarcada en formas geométricas, hasta prácticamente anular el espacio de escritura.


O de los Gombau....

Plaza Mayor. Imprenta y librería
Viuda de Calón e Hijo

Vista general. Imprenta y librería
Viuda de Calón e Hijo

A partir de 1906 la Unión Postal Universal autorizó (diciembre de 1905) en todo el mundo a dividir el reverso de las tarjetas postales en dos, la derecha para la dirección del destinatario y el sello y la izquierda para el texto del remitente. A partir de ese año las tarjetas de Viuda de Calón exhibieron esta característica tal como vemos en estas postales numeradas impresas por Hauser y Menet.


6 PLaza Mayor.
Viuda de Calón e Hijo.
Fototipia Hauser y Menet


57 San Martín.
Viuda de Calón e Hijo.
Fototipia Hauser y Menet.

Reverso tarjeta postal.
Viuda de Calón e Hijo.
Fototipia Hauser y Menet


68 Patio de la casa de las Conchas.
Viuda de Calón e Hijo.
Fototipia Hauser y Menet



79 Claustro del convento de las Dueñas.
Viuda de Calón e Hijo.
Fototipia Hauser y Menet.

A la muerte de Eloisa Calón Carmona ocurrida a mediados de la segunda década del siglo XX, su hijo José Cuello Calón continuó con la edición, mejor la reedición, de postales que vendrían a partir de entonces firmadas como J.C. Calón y totalmente adquiridas a la fototípia Hauser y Menet de Madrid.

Con título sobre una banda blanca y un texto explicativo en el reverso...

Catedral nave central. J.C. Calón. Fototípia Hauser y Menet.
O bien el título impreso sobre la imagen...



Patio de las Escuelas. J.C. Calón. Fototípia Hauser y Menet..

Carnets postales

Una gran parte de las tarjetas postales de J.C. Calón fueron comercializadas como carnet postales o cuadernos fotográficos agrupadas en series de 20 postales. Tenemos conocimiento de tres series:

SERIE I
1) la Catedral, 2) Torre de la Catedral, 3) la Catedral, 4) Portada de la Catedral, 5) Catedral, puerta de las Palmas, 6) Catedral, detalle de la puerta principal, 7) Catedral nave central, 8) Sillería del coro, 9) catedral, 10) Capilla dorada, 11) Iglesia de San Esteban, 12) interior del Claustro de San Esteban, 13) Patio de San Esteban, 14) Convento de San esteban Claustro, 15) Convento de San esteban, coro gran fresco de Palomino, 16) La Clerecía, 17) Claustro del convento de Dueñas, 18) Plaza de Colón, 19) Torre del Clavero, 20) San Martín.

16 Serie I. La Clerecía. J.C. Calón.
Fototípia Hauser y Menet


SERIE II
1) vista parcial, 2) Plaza Mayor, 3) Catedral, vieja nave principal 4) Catedral vieja retablo del altar mayor, 5) Catedral vieja, claustro 6) Catedral vieja, claustro 7) Catedral vieja, sepulcro del claustro, 8) Catedral vieja, sepulcros 9) catedral vieja, claustros de D. Diego y Dª Elena, 10) Catedral, Capilla dorada, sepulcro del fundador, 11) Catedral vieja, 12) Catedral vieja, 13) Admirable cimborrio de la Catedral veja, parte del interior de la Torre del Gallo, 14) La Torre del Gallo, 15) Catedral vieja, 16) Nuestra Sra. de la Vega patrona de Salamanca, 17) Charra, 18) Charro, 19) El corrillo, 20) Calle de la Rúa

19 serie II. El Corrillo. J.C. Calón.
Fototípia Hauser y Menet


SERIE III
1) Plaza Mayor, 2) Palacio de Monterrey, 3) Fachada de la Universidad 4) La Universidad, 5) La Universidad 6) La Universidad 7) La Universidad, uno de los tramos de la preciosa escalera ...., 8) Plaza de las Escuelas 9) Plaza de las escuelas, 10) Entrada al Instituto, 11) Casa de las Conchas, 12) Patio de la Casa de las Conchas, 13) Reja de la Casa de las conchas, 14) Reja de la casa de las Conchas, 15) Fachada de los irlandeses, 16) Iglesia de los Irlandeses, interior 17) Patio de los irlandeses, 18) Campo de  San Francisco, 19) Jardín botánico, 20) El puente y la Catedral.

2 Serie III.El Palacio de Monterrey. J.C. Calón.
Fototípia Hauser y Menet

Por último indicar lo raro que resulta encontrar en el mercado de postales antiguas una postal de J.C.Calón que haya sido circulada.y la extrañeza que eso nos produce.

Mapa Comercial de la Plaza Mayor

La Plaza de toros de la Glorieta

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foto 1. Fundadores de la Plaza de Toros, Venancio Gombau.



foto 2. Construcción de la plaza de toros, Luis González de la Huebra.



foto 3. Exterior de la plaza de toros de la Glorieta. Desconocemos el autor.



foto 4. Paseíllo en la plaza de toros de “la Glorieta”, 1893. Autor desconocido. Archivo Huebra. La familia de D. Luis González de la Huebra, propietaria de esta fotografía de autor desconocido, ha conservado esta imagen como una de las primeras obtenidas en una corrida en la plaza de toros de “la Glorieta”. No parece tratarse de la corrida de inauguración, si damos por ciertas algunas de las crónicas en las que se puede leer que el paseíllo quedó deslucido por la lluvia, pero lo innegable es la antigüedad de la imagen y su extremada cercanía en el tiempo a la inauguración de la plaza de “La Glorieta”..



foto 5. El entorno de La Glorieta se en obras en esta postal del cambio de siglo.



foto 6. Tarjeta postal de finales del siglo XIX.



foto 7. Palcos de la plaza de toros de la Glorieta. Fotografía de Luis González de la Huebra, 1903. "Los arabescos palcos de la Glorieta están repletos esperando que resuenen los clarines y retumben los timbales anunciando la salida del toro. Las damas distinguidas, ataviadas con gráciles mantillas y sombreros de fantasía, se engalanan, aún encorsetadas, con elegantes vestidos, de "París", en terciopelo y muselinas. Ellos, cubiertos con sombreros anchos de banda clara, algunos con bombín o chistera, lucen chaquetas de hombros acolchados y anchos, sobre camisas sin collar; que agregado uno, a cual más elegante, mediante pernos, y emparejado a la corbata proporcionan el signo distintivo de su clase acomodada. Juntos, pero no revueltos, asisten al "espectáculo" con las clases sociales menos favorecidas.".



foto 8. Plaza de toros de la Glorieta con su entorno urbanizado-1. Venancio Gombau.



foto 9. Plaza de toros de la Glorieta con su entorno urbanizado-2. Venancio Gombau.



foto 10. Plaza de toros de la Glorieta con su entorno urbanizado-3 (Vista desde la plaza de toros). Venancio Gombau.



foto 11. Tarjeta postal de la plaza de toros de La Glorieta.



foto 12. Tarjeta postal de la plaza de toros de La Glorieta.



foto 13. Tarjeta postal de la plaza de toros de La Glorieta.



foto 14. Tarjeta postal de la plaza de toros de La Glorieta.



foto 15. Tarde de toros. Venancio Gombau, años 20..



foto 16. Charra en los toros. Venancio Gombau, años 20..



foto 17. La salida de los toros, Cándido Ansede, década de 1920.



foto 18. La Glorieta fotografiada por Cándido Ansede, ca. 1930.



foto 19. La glorieta fotografiada desde el norte por Cándido Ansede, posterior a 1925..



foto 20. Viendo el cartel de los toros en el escaparate de Horna Fotógrafo. Ángel de Horna..



foto 21. Cola de autobuses a los toros en la Plaza Mayor. Guzmán Gombau.



foto 22. Aparcándo para los toros, Guzmán Gombau.



foto 23. Colándose en los toros, Guzmán Gombau.



foto 24. Salida de los toros, Guzmán Gombau.





El origen del proyecto: la tertulia del café Suizo 

La idea de la construcción de una nueva plaza de toros en Salamanca nació, al decir de sus progenitores, en una tertulia que de forma habitual se formaba en el café Suizo a principios de la década de 1890. Una tertulia que bien podría clasificarse como comercial, a juzgar por las ocupaciones de la mayor parte de sus integrantes, distinguiéndose por ello de otras tertulias del mismo café de naturaleza cultural o taurina. La actualidad política y económica y el debate sobre posibles nuevos proyectos industriales en la ciudad centraban sus temas de discusión. La idea de fomentar las corridas de toros, que en aquel momento se consideraba como el acto de mayor atractivo de las Ferias y Fiestas de Salamanca, surgió en la conversación. A pesar de que por entonces, y desde 1864, Salamanca disponía de una plaza de toros, cronológicamente la segunda, situada en el entorno actual de la plaza de Julián Sánchez "el Charro", la calle Pérez Oliva, la de Maldonado Ocampo y la plaza de Gabriel y Galán, la construcción de un coso moderno y con un mayor aforo permitiría la contratación de los mejores espadas y redundaría en una mayor atracción de forasteros que generaría mayor beneficio para la ciudad, su comercio e industria. Los tertulianos estaban tan entusiasmados con la idea que desde ese momento la convirtieron en proyecto, los catorce contertulios que, según D. Mariano Rodríguez Galván1, se encontraban presentes aportaron para la empresa 1.000 duros (5.000 pesetas) cada uno. Al día siguiente D. Mariano con la ayuda de D. Luis González de la Huebra reunieron 13.000 duros más recorriendo comercios, industrias y casas particulares, alcanzando lo recaudado solo en el primer día las 135.000 pesetas. Los inicios fueron ágiles y se compraron seis terrenos que D. Basilio García Polo y D. Pablo García y García cedieron, en muy buenas condiciones, en la zona de la Glorieta que acabó dando su nombre a la plaza.

Fundadores de la Plaza de Toros, Venancio Gombau

La lista de los asistentes aquel día, si es que realmente hubo un día concreto para la gestación del proyecto, varía en el recuerdo de los asistentes. Pero podemos estar más o menos seguros que los que allí se encontraban figuran en la siguiente lista:

Gonzalo Mier y Piernavieja. Gerente de la industria Moneo, donde entró a trabajar a los 12 años. Dirigió la empresa asociado con César Santos Allen. Tras su muerte en 1903 su hija Elvira Mier Durán se casó con Filiberto Villalobos González, sobrino de Cecilio González Domingo.

Matías Prieto Lobato. Natural de Zamora donde fue concejal y diputado provincial hacia el año 70 y 73. Llegó a Salamanca en 1884 para atender el negocio de ultramarinos en la calle Concejo,3 que había abierto su hijo Manuel, padre de Enrique Prieto, muerto prematuramente. Fue concejal, alcalde de la ciudad y presidente de la Cámara de Comercio. Recibió la encomienda de Isabel la Católica por su humanitaria labor durante la epidemia colérica. Falleció en Corrales de Zamora en febrero de 1919 a los 95 años de edad.

José Martín Benito. Propietario, banquero, concejal, diputado provincial, fundador y presidente del Monte de Piedad y Caja de Ahorros y alma de la Escuela de San Eloy de la que fue regente. Falleció el 29 noviembre de 1914.

Lisardo Romero Lozano. Comerciante e Industrial, suya fue la fábrica de Harinas del Sur, además de otros negocios, almacenes de maderas y concesiones de Tabacos. Fue concejal del Ayuntamiento. Falleció en Salamanca en Noviembre de 1904.

Raimundo Faure Salas. Natural de Béjar, Ingeniero Agrónomo de la provincia y  representante de la compañía de ferrocarriles del Oeste de España, lo cual generó ciertas protestas por incompatibilidad con el cargo público. Fue jefe del 9º distrito agronómico , Salamanca, Valladolid, Palencia y Zamora y secretario de Agricultura, Industria y Comercio.

Fernando Íscar Juárez. Comerciante, concejal, alcalde de la ciudad, diputado provincial, consejero del Banco de España en la sucursal de Salamanca y poseedor de la Gran Cruz de Isabel la Católica. Murió en Salamanca el 26 de agosto de 1900.

Florencio Rodríguez Vega Buffin. Patriarca de la banca privada en Salamanca. Herederos de su negocio de banca (1850) fueron la banca de Matías Blanco Cobaleda y la de hijo de Florentino Rodríguez Vega. La banca de Matías Blanco Cobaleda, yerno de Florencio, mutó sucesivamente en Banco de Salamanca y Banco Castilla para acabar en la esfera del Banco Popular. La banca hijo de Florentino Rodríguez Vega fue adquirida en 1925 por la banca de Julián Coca Gascón para su traslado de Guijuelo a Salamanca, transformada en Banco Coca fue absorbida por el Banesto en 1978, que tras múltiples problemas quedó integrada en el Banco Santander en 2013. Florentino Rodríguez Vega falleció en Salamanca el 2 de marzo de 1902.
  
Vicente García Martín. Comerciante, industrial, joyero y concejal republicano del Ayuntamiento de Salamanca. Presidente del consejo de administración de la Caja de Ahorros. En enero de 1905 tras la muerte de Vicente Rodríguez Fabrés adquirió por subasta, junto a su hermano Federico, los bajos de la casa de aquel en la plaza Mayor con el objeto de ser dedicados a joyería, cervecería o café. Ese mismo año abrió el Novelty. Además de constructor de la plaza de toros fue presidente de la Unión Popular, empresa que se constituyó para la explotación de dicha plaza cuando fracasó la gestión de la empresa constructora. Se jubiló en diciembre de 1930 traspasando el local de joyería que su familia había mantenido durante 120 años.

Federico García Martín. Licenciado en Farmacia y Medicina, joyero, industrial, concejal de Ayuntamiento de Salamanca. Miembro de la Unión republicana. Formó junto a su hermano la razón social Hijos de Fernando García. Murió en Madrid el 23 de abril de 1920.

Fernando Sainz Pardo. Propietario e industrial de panadería (Tahona de San Bernardo). Concejal del Ayuntamiento, políticamente conservador y monárquico. En su juventud presidente del Club de Velocipedistas Salmantinos. Falleció el 26 de enero de 1914.

José Santos. Empresario hostelero, propietario de la Fonda del Comercio (calle Concejo, 47 esquina Plaza Mayor) y director y co-socio del hotel del Comercio junto a D. José Cea, D. Lisardo Romero y D. Francisco Núñez Izquierdo y desde 1890, con esta misma sociedad, del café Suizo. Como otros miembros del comercio y la industria salmantina, intervino como concejal republicano en la política local. Murió en marzo de 1902.

Laureano Íscar Juárez. Propietario y comerciante del textil con tienda en la plaza del Mercado junto a su hermano Fernando.

Luis González de la Huebra. Comerciante en su tienda de la calle de San Pablo. Muy popular y activo en la renovación de la ciudad. Dejó como testimonio de su época gran cantidad de fotografías y muchos datos anotados sobre su negocio y las instituciones en las que dedicó su tiempo debido a la gran meticulosidad. Falleció en Salamanca a los 75 años el 15 de diciembre de 1922.

Mariano Rodríguez Galván. Comerciante en su tienda de la plaza del Corrillo inaugurada en 11 de marzo de 1870. Aunque nació en Medina de Rioseco (Valladolid) estuvo fuertemente implicado en la vida pública salmantina. Presidente de la Cámara de Comercio y presidente del Condominio de la plaza de toros. Falleció el 3 de marzo de 1927.

Anselmo Pérez Moneo. Comerciante en su tienda de la plaza del Corrillo nº 6, dedicado fundamentalmente a taller hojalatero, vidriero y lampista. Industrial muy activo, intervino en el alumbrado y abastecimiento de aguas de la ciudad. Junto con Ramón Hernández Pérez, Luis Ansede Lorenzo y Lisardo Romero Lozano constituyó la sociedad Pérez Moneo y Compañía dedicada a la fundición, que con el tiempo pasó a ser Moneo, Hijo y Compañía para terminar como Moneo e Hijo S.A. Falleció el 20 de enero de 1897.
  
Sebastián Gorjón. Notario en Ledesma, resultó electo para la ciudad de Cadiz, destino que permutó con D. Celedonio Miguel Gómez de cuyo puesto de Salamanca tomó posesión en 1885. Ocupó el mismo despacho que su antecesor en la calle de la Rúa, 36. Fue diputado provincial y Presidente de la Junta Directiva de la Sociedad Explotadora de la plaza de toros. Falleció el 23 de octubre de 1901.
  
Lorenzo Velasco González. Licenciado y  Doctor en Derecho. Ejerció la abogacía, fue Presidente de la Academia de Jurisprudencia de Salamanca y Secretario del Ayuntamiento y de la Academia de San Eloy. Falleció en 17 de mayo de 1922 a su muerte repartió su fortuna entre los pobres y donó su biblioteca a la Universidad.

Cipriano Duran Pérez. Procurador de los tribunales, colegio del que fue decano, con despacho en la plaza de las Agustinas, 4. Concejal republicano del Ayuntamiento de Salamanca, 2º teniente de alcalde y alcalde accidental en 1898. Presidente del Círculo Mercantil. Amigo inseparable de D. José Martín Benito. Falleció el 4 de marzo de 1917, presidiendo el duelo D.Filiberto Villalobos debido a que D. Cipriano era abuelo de su mujer, Elvira Mier Durán.

Teodoro Valle  Alonso. Ganadero de toro bravo hasta que vendió su ganadería a Dionisio Peláez. Fallecido en Villanueva de Cañedo el 23 de noviembre de 1923 a la edad de 88 años.
La ganadería de Teodoro Valle (Valencia de la Encomienda) Fundada por el marqués de Castrojanillos vecino de Pajares de los Oteros. Se lidiaron sus toros en Madrid en 1814 alcanzando gran prestigio. A la muerte del marqués en 1825 fue comprada por don Francisco Reperuelos, vecino de Benavente. Se afirmó y mejoró la casta con reses del duque de Osma y de Veragua. Más tarde aparece como propiedad de don Fernando Gutiérrez y con sus toros lidiando con éxito en plazas de media España, entre ellas en Madrid en 1851. Aconsejado por don Francisco Arjona (Cúchares), que dirigió la tienta del año 64, adquirió un semental de la ganadería de don Nazario Carriquiri y separó para el cruce las mejores vacas. Poco tiempo después vendió su ganadería por mitad a los señores don Teodoro Valle y don Galo Aizcorbe, de Valencia de la Encomienda. Al morir don Galo su viuda e hijos vendieron su mitad a don Teodoro del Valle con derechos de divisa, hierro y antigüedad.

Ramón Fernández de Córdoba. Segundo hijo de los marqueses del Vado del Maestre, D Fernando Fernández de Córdoba y Vera de Aragón y Dª Antonia Bermúdez de Castro y Rascón. Presidente de la Junta de Accionistas de la plaza de toros. Propietario y ganadero. Falleció en 1914.

Francisco Núñez Izquierdo.(1851-1931) Comerciante, impresor y librero. Editor y propietario del diario El Adelanto. Natural de Valladolid, siguió a su padre médico destinado en Peñaranda de Bracamonte donde comenzó su carrera como impresor, trasladándose pronto a Salamanca. Gran impulsor del desarrollo y la modernidad en Salamanca, donde desempeñó diversos cargos públicos: concejal del Ayuntamiento de Salamanca y presidente de la Cámara de Comercio.



La oposición al proyecto 

No todo el mundo estuvo de acuerdo con la construcción del coso. Los opositores anti taurinos, que también los hubo en esa época como en otras anteriores, desplegaron todo tipo de razones éticas contra el maltrato animal. Baste la frase de D. Federico Rouge, "Los límites de nuestra antigua plaza de toros eran, en verdad, estrechos e insuficientes para contener tanta barbaridad como dentro se comete" publicada en el diario La Libertad el 10 de octubre de 1891. Otros intelectuales como Unamuno o Pedro Dorado defendieron posturas semejantes, acusando a las corridas de toros de ser un acto de incultura y de barbarie, freno de toda posibilidad de adelanto social. Posturas que califican los toros como una actividad generadora de seres pusilánimes y descerebrados solo vitalizadora de bajos instintos. Se argumentaron además razones de tipo economicistas con las que se ponía de manifiesto lo aberrante de un proyecto altamente costoso ante la enorme cantidad de necesidades de toda índole que tenía la ciudad. Tal vez, la más curiosa de las protestas contra la nueva plaza de toros fue la emitida por el arquitecto D. Joaquín de Vargas quien criticó duramente el proyecto constructivo. En el trasfondo de su “artística” protesta quizás estaban presentes las disputas sobre competencias que en ese momento dirimían ingenieros y arquitectos y quizás también el método de elección del proyecto para el que no se convocó un concurso público para su adjudicación.


A pesar de la oposición, poco efectiva a nivel popular, el entusiasmo era grande entre los comerciantes. El momento era propicio para la tauromaquia, la afición en esos años iba en aumento, al menos la asistencia a las corridas y en el dinero desembolsado en ello. A la esperanza en el éxito de la empresa se unía el hecho de haber sido creada por el cooperativismo salmantino, una realidad que si perduraba y se repetía podía sacar al comercio y la industria de Salamanca de la apatía en que se encontraba.



El Edificio


La plaza de toros de “la Glorieta” fue construida por una sociedad anónima denominada, de manera muy descriptiva, “La constructora de la nueva plaza de toros S.A.” (constituida el 25 de octubre de 1891). Fue establecida con la aportación económica de 213 comerciantes, industriales y propietarios de Salamanca que adquirieron 750 acciones con un valor de 500 ptas. cada una y sin que ninguno de ellos tuviese un valor superior a 20.000 pesetas2.
Fue construida muy rápidamente, en apenas quince meses, ya que se había iniciado su construcción el lunes 30 de mayo de 1892 y tenía prevista su inauguración el día 11 de septiembre de 1893. Posee un diámetro exterior de 88 metros, su fachada se construyó en ladrillo con recercos de piedra de villamayor, formando un polígono de 70 lados con siete pabellones alternados con galerías de arcos con columnas y arquerías de fundición. Está catalogada dentro de la arquitectura ecléctica y solo en los palcos interiores muestra decoración arabesca. El ruedo tiene un diámetro de 54 metros. Inicialmente los espectadores que podía contener la plaza eran de 5.839 en el tendido, 2.722 en las gradas y 2.297 en los palcos y andanadas, considerando un asiento de 44 centímetros, un total de 10.858 personas sentadas. Hoy la empresa anuncia un aforo de 11.800, mil más pese a haber colocado asientos en 1993.
El proyecto fue ejecutado por el ingeniero D. Mariano Carderera con el que colaboró el ingeniero de caminos D. Gumersindo Canals al parecer encargado de los planos de situación de la obra por su posición entre dos carreteras. La dirección facultativa quedó en manos del ingeniero agrónomo, maestro de obras, diputado provincial y catedrático de la Facultad de Ciencias D. Cecilio González Domingo. Fue construida por las empresas salmantinas de los Srs. D. Agustín Sánchez, D. Tomás Pierna y D. Manuel Martínez, actuando como sobrestante D. Adrián Carmona. Costó 452.193 pesetas.

Construcción de la plaza de toros, Luis González de la Huebra


La Junta Administradora, elegida en la Junta General de Accionistas de la nueva plaza, que se encargó de gestionar la construcción estaba formada por:

Presidente D. Fernando íscar, del comercio.
Vicepresidente D. Eloy Lamamie de Clairac, propietario y ganadero.
Tesorero D. José Martín Benito, propietario.
Contador D. Vicente García Martín, del comercio.
Vocal D. Lisardo Romero, industrial.
Vocal D. Raimundo Faure y Salas, ingeniero agrónomo.
Secretario D. Luis Huebra, del comercio

Miembros todos de la tertulia del Suizo.





La inauguración

Los toreros contratados para las corridas de Ferias de 1893 fueron D. Luis Mazzantini y D. Rafael Guerra “Guerrita”, entonces afamados espadas, y así reza en los carteles anunciadores del evento. Sin embargo, al atardecer del día 7 de septiembre llegó a la ciudad un alarmante telegrama. Estaba emitido desde Murcia y firmado por el propio Mazzantini. Decía así: “Toros Cura Solís, buenos. Guerrita cogido, cornada cuello. Yo, sin novedad. Maté cinco toros. Salgo esta noche.” (Salió hacia Segovia donde toreó el día 10)
Paseíllo en la plaza de toros de “la Glorieta”, 1893. Autor desconocido. Archivo Huebra.
La familia de D. Luis González de la Huebra, propietaria de esta fotografía de autor desconocido, ha conservado esta imagen como una de las primeras obtenidas en una corrida en la plaza de toros de “la Glorieta”. No parece tratarse de la corrida de inauguración, si damos por ciertas algunas de las crónicas en las que se puede leer que el paseíllo quedó deslucido por la lluvia3 , pero lo innegable es la antigüedad de la imagen y su extremada cercanía en el tiempo a la inauguración de la plaza de “La Glorieta”.

Tras confirmar la cogida que, aunque leve, impediría a "Guerrita" participar en la Feria, se iniciaron las gestiones para tratar de salvar los carteles. Pudo afortunadamente contratarse al torero cordobés D. Rafael Bejarano “Torerito” para las corridas de los días 11 y 12 y a D. Antonio Arana Carmona “Jarana”, que compartió cartel con Mazzantini y “Torerito”, para el día 13.
La primera corrida de “la Glorieta” fue lidiada “mano a mano”, como era normal en la época, por Mazzantini y “Torerito”. El lleno era total. El primer toro, negro listón, de nombre “Ranchero”, de la ganadería de D. Eloy Lamamie de Clairac, fue muerto por Mazzantini de una estocada, no sin antes llevarse por delante a un par de caballos en la suerte de varas, a la que estos acudían, con el riesgo de una muy probable muerte, sin la protección del peto que no fue de uso obligatorio hasta 1928. En las crónicas, en las que como es normal varían las opiniones, se dice que “Torerito” obtuvo una oreja con el segundo toro y estuvo bien en sus otros dos. Por contra, Mazzantini estuvo mal en los tres, tan mal que, al parecer, fue amonestado por el Sr. Girón Severini, presidente de la corrida y alcalde de Salamanca, curiosamente, como Mazzantini, de apellido italiano.
Los que peor salieron fueron, sin duda, los seis toros y los doce caballos que acabaron muertos esa tarde.

Palcos de la plaza de toros de la Glorieta. Fotografía de Luis González de la Huebra, 1903.
"Los arabescos palcos de la Glorieta están repletos esperando que resuenen los clarines y retumben los timbales anunciando la salida del toro. Las damas distinguidas, ataviadas con gráciles mantillas y sombreros de fantasía, se engalanan, aún encorsetadas, con elegantes vestidos, de "París", en terciopelo y muselinas. Ellos, cubiertos con sombreros anchos de banda clara, algunos con bombín o chistera, lucen chaquetas de hombros acolchados y anchos, sobre camisas sin collar; que agregado uno, a cual más elegante, mediante pernos, y emparejado a la corbata proporcionan el signo distintivo de su clase acomodada. Juntos, pero no revueltos, asisten al "espectáculo" con las clases sociales menos favorecidas."


La gestión. No es oro todo lo que reluce.....

Muchas más sombras que luces tuvo la gestión de la plaza de toros de la Glorieta para las más de doscientas familias que aportaron capital en su construcción. Desde la inauguración en 1893, una Junta Directiva elegida por la Junta General de Accionistas trató, sin mucho éxito, de atender la explotación económica de la plaza de toros. En 1911, era tal el problema financiero que, ante la necesidad de realizar algunas obras de mejora necesarias para celebrar las corridas de aquel año, se pensó en hipotecar el coso. Resultaba del todo punto imposible continuar con la gestión, las acciones habían bajado de valor y los ingresos resultaban negativos. Cada vez aumentaba el número de accionistas partidarios de arrendar la plaza y abandonar la explotación, enfrentándose la sociedad en un debate intenso. En 1913, la aportación económica de los comerciantes y empresarios de la ciudad en una sociedad temporal, promovida por accionistas opuestos al arrendamiento a una entidad privada, permitió que hubiera toros en la Ferias y Fiestas de ese año. 600 acciones de 100 pesetas cada una fueron suscritas íntegramente por empresarios de la ciudad. Las 60.000 pesetas recaudadas fueron suficientes para la gestión del circo taurino en ese año y fue el germen de la sociedad "Unión Popular de la industria y el comercio" constituida en 1915. Con algunas novedades con respecto a la gestión anterior, como el aumento de una corrida en la feria taurina de septiembre o la celebración de otros espectáculos como actuaciones circenses, charlotadas o empastres, además del subarriendo de algunas de estas y otras actividades, la sociedad Unión Popular arrendó y explotó, con más pena que gloria, la plaza de toros de la Glorieta hasta su disolución en 1932.

A partir de ese momento la plaza de toros se arrendó para su explotación por licitación pública de forma periódica. La primera empresa privada arrendadora fue "Cañizal, Angoso y Olivera" que lo hizo entre 1932 y 1936. Tras la Guerra Civil lo hicieron las empresas de Eduardo Pagés, la Mariseca S.A. y Pedro Balañá. Hasta que llegó el turno de la familia "Chopera" que, ante la baja rentabilidad de las acciones del Condominio, fue comprando gran parte de estas hasta hacerse prácticamente con la titularidad de la plaza y la explotación de la misma, primero con la empresa "Martínez Elizondo" y más tarde con "Martínez Uranga" y "Martínez Flamarique" que actualmente se turnan en la misión.
Hoy el edificio, que no forma parte del Catálogo de Bienes Culturales, aunque sí del Catálogo de Edificios de Interés del Ayuntamiento de Salamanca, con el toreo en decadencia y con más de 120 años de existencia, pronto se enfrentará, si no lo hace ya, a problemas estructurales, de mantenimiento y de adaptación. Ya en 2006 el Ayuntamiento pretendió incluir la plaza de toros de la Glorieta como Equipamiento General dentro del Plan General de Ordenación Urbana, paso que algunos consideran previo a una futura expropiación. ¿Tendremos alguna sorpresa urbanística?



1 En El Adelanto del 11 de septiembre de 1915

2 La familia “Chopera” (Empresas Martínez Elizondo, Martínez Uranga y Martínez Flamarique) fue adquiriendo con el tiempo la mayor parte de las acciones del Condominio de la plaza de toros de “la Glorieta” y se puede decir que, salvo por un reducido número de accionistas que aún conservan su participación, son propietarios del inmueble. Hoy, el Condominio de la plaza de toros de “la Glorieta” está formado por 602 acciones con un valor, en 2010, de 2.000€ cada una.

3 Además, al decir de los taurinos, si se tratase de la primera vez que los toreros actuaban en la plaza irían desmonterados. Sin embargo parece ser, pero sin confirmar, que esa norma es de implantación de mediados del siglo XX y anteriormente los toreros hacían el paseíllo siempre con la montera puesta.


Fuentes :
Prensa historica salmantina 1890-1932
Revista taurina La Lidia del 21 de agosto de 1893
Página web de la empresa Chopera
@ C.H. 2016 rev. 10/11/16



Plazas de toros de Salamanca

Plaza de toros del Campo de San Francisco

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La primera plaza de toros de la ciudad: De Ojesto al Corte Inglés. 

La conocida imagen de Martínez de Hebert es una de las 34 láminas que acompañaron al libro "Salamanca Artística y Monumental", considerado la primera guía de monumentos de Salamanca, que Modesto Falcón publicó en 1867. Muestra el estado del solar ubicado en la parte de atrás del palacio de Monterrey, en la zona baja del Campo de San Francisco, tras el derribo de la primera plaza de toros de la ciudad.
El solar había sido desde antaño el patio-jardín del Palacio de Monterrey y fue adquirido por D. José Ojesto al Duque de Alba en febrero de 1834. El Sr Ojesto, que según parece se había enriquecido como suministrador del ejército y administrador de bienes de nobles ausentes, fue uno de los mayores compradores de bienes nacionales desamortizados, especialmente en la llamada desamortización de Espartero. Hábil e inteligente negociador, no dudo de utilizar el fraude y la información privilegiada en su beneficio particular. En 1833, unos meses antes de la compra del jardín, había adquirido por 40.000 reales, junto con su socio D. Tomás Mansilla, ambos regidores municipales, el propio palacio de Monterrey al duque de Alba, cuando sus bienes estaban sometidos a intervención regia. El palacio fue vendido unos años después al propio duque de Alba por 75.000 reales. 
Los Sres. Mansilla y Ojesto convencieron en 1839 al Ayuntamiento para la construcción de una plaza de toros en el solar del jardín de palacio de Monterrey, en propiedad de Ojesto, con el “propósito” de obtener ingresos para la beneficencia. El propio Ayuntamiento formó parte de la sociedad de la plaza de toros y se encargó de conseguir para su construcción, a precio de costo, las piedras del convento de los Menores, situado en la actual plaza de Colón y que se estaba derribando por su estado de ruina. Otras piedras utilizadas fueron las del convento de San Vicente, compradas por la sociedad de la plaza de toros a la Administración Desamortizadora. 
En 1840 se inauguró la plaza de toros y fue administrada por los dos socios hasta 1863, fecha en que fue declarada en ruinas. Las corridas de toros de las ferias de septiembre de ese año se celebraron en la Plaza Mayor y para 1864 ya se había construido la segunda plaza de toros de Salamanca en la zona del convento de los Mínimos, aproximadamente en la actual plaza de Gabriel y Galán junto a la avenida de Mirat.

Restos de la antigua plaza de toros del Campo
de San Francisco frente al convento de las Úrsulas. 
Fotografia de Martínez de Hebert otra de las láminas 
del libro "Salamanca Artística y Monumental" de 1867.
Como vemos en la imagen, hasta 1867 se mantuvieron los escombros en el solar, nada raro en aquella época. En ese año se alcanzó un acuerdo entre el Sr. Ojesto y el Ayuntamiento mediante el cual se modificó el trazado circular del solar por otro rectangular, cediendo el señor Ojesto terreno frente al convento de las Úrsulas y frente a la capilla de la Orden Tercera, compensando el Ayuntamiento con terreno frente al Campo de San Francisco. El solar pudo ser cercado con un muro de 12 pies (3,35 m) de sillería y mampuesto, en el que se puede ver una sucesión de puertas y ventanas cegadas, que parecen sugerir la intención del Sr. Ojesto de convertir el solar en una manzana de viviendas. Sin embargo en 1870 el solar fue embargado por orden judicial para cubrir deudas adquiridas por su propietario. Ese mismo año, el elevado valor de sus deudas obligaron al Sr. Ojesto a instar un concurso voluntario de acreedores y la comisión liquidadora de los bienes concursados sacó en pública subasta el solar en 1880, siendo adquirido por cuatro señoras de Madrid que de alguna manera cedieron, en 1886, la propiedad a la congregación religiosa de las Adoratrices, cuyo loable propósito era, y es, liberar y promover a la mujer explotada por la prostitución o víctima de otras situaciones que la esclavizan. Las monjas Adoratrices establecieron su convento en el solar, permaneciendo allí hasta el año 2000 cuando la congregación vendió el convento y su huerta a Caja Duero, que pretendió instalar un polémico auditorio que finalmente no fue construido.
A principios de 2014 parecía haberse llegado a un acuerdo en el delicado contencioso que, a día de hoy, ha derivado en la suspensión de la licencia de obras del Corte Inglés. En el acuerdo, este solar sería admitido como compensación a los ciudadanos salmantinos en las irregularidades que fueron cometidas en la concesión de dicha licencia. El arreglo, por razones que no vienen a cuento en esta página, no fue finalmente culminado y hoy nos encontramos con una situación en la que resulta obligatorio, o casi, alcanzar un nuevo acuerdo, en el que sin duda se volverá a hablar de este solar.

Estos datos sobre el Sr. Ojesto y muchos más en "La quiebra de José Ojesto y Puerto (Santander, c. 1801-Salamanca, 1871)" de Javier Infante Miguel-Motta. http://goo.gl/D6rhGt



@ C.H.2016 fb rev. 28/01/2016

Plaza de toros de las Juanelas o de los Mínimos

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Al fondo de esta fotografía del barrio del Conejal, tomada probablemente desde la torre de
la iglesia de San Juan de Sahagún, se puede ver la que fuera segunda plaza de toros 
de Salamanca. La fotografía, de autor desconocido, es la única, que conozcamos, en la que 
aparece la plaza de toros de las Juanelas


La segunda plaza de toros de Salamanca, llamada de las Juanelas, de la Cortina de los Mínimos o simplemente de los Mínimos, estuvo situada extramuros, entre las puerta de Toro y de Zamora, en un lugar conocido en otro tiempo como "eras de las Juanelas", junto a la cortina de los Mínimos, tierras que pertenecieron a este convento que se extendían hacia el este frente a la antigua muralla. El convento de los Mínimos perteneciente a la Orden de los Ermitaños de San Francisco de Paula había sido fundado en 1555 y tuvo sus construcciones e iglesia frente a la Puerta de Zamora junto al camino que llevaba a las ciudades de Zamora, Toro y Valladolid, hoy transformado en la Avenida Torres Villarroel.
La plaza de toros comenzó a construirse el 6 de abril de 1864, promovida por la compañía "Viuda de Martínez e Hijo", formada por Dª María Echeverría y Lamos, de 64 años de edad, viuda de D. Francisco Martínez de Tejeda, y sus hijos Justo, Francisco (ingeniero de caminos) Juan y Casimiro, dedicados al comercio por mayor en la plaza de la Verdura, núm. 48. Inicialmente esta familia pretendió construir la plaza de toros en los terrenos de la antigua del Campo de San Francisco pero al parecer no llegaron a un acuerdo con sus propietarios. Trasladaron el proyecto al terreno que había ocupado el convento de los Mínimos a las afueras de la Puerta de Zamora. Este terreno era propiedad del municipio, pero tampoco allí pudo desarrollarse el proyecto al carecer el Ayuntamiento de facultades para la concesión. Finalmente adquirieron a D. Antonio Blanco, al médico D. Manuel Isidro, y a D. Francisco García un terreno junto a la cortina del Convento de los Mínimos, un terreno de novecientos cinco estadales que costó 29.250 reales y se encontraba en el triángulo formado por el camino de la Cruz de Antón, el sendero de la Heras (predecesor de la calle de las Eras) y el paseo entre la puerta de Toro y de Zamora, tramo de la carretera de primer orden de Villacastín a Vigo, según el plano de D. Francisco García San Pedro del año 1864 y que hoy podemos concretar entre la plaza de Julián Sánchez el Charro, la plaza de Gabriel y Galán, la avenida de Mirat, la calle Pollo Martin y la calle de las Eras. Adoptando la definición castellana de que 576 estadales cuadrados equivalen a una fanega ó 64,596 áreas y si las cuentas no nos fallan, el terreno era aproximadamente de 10.149,20 m2 (Compárese con los 15.221 m2 que el Catastro otorga a la plaza de toros de la Glorieta).
La piedra franca para su construcción procedió del derribo de la antigua plaza de toros del Campo de San Francisco y de las ruinas del convento de San Jerónimo (fábrica de Mirat). La obra con proyecto del arquitecto D. José Secall y Asión fue supervisada por el arquitecto director D. Manuel Seco; siendo maestro de obras D. Joaquín Martínez, y carpintero, D. Antonio Benito. La plaza de las Juanelas tuvo inicialmente una capacidad de 7.000 localidades.
La inauguración de la nueva plaza de toros en las Afueras de la Puerta de Zamora se verificó en las ferias de septiembre de 1864, el cartel anunciador, de seda y con letras doradas, fue transcrito en El Adelanto del 7 de septiembre de 1911 y rezó así:

"Nueva plaza de Toros de Salamanca. Situada en las Afueras de la Puerta de Zamora. Brillantes funciones de inauguración, que tendrán lugar con permiso de la autoridad competente (si el tiempo lo permite), en los días 11, 12 y 13 de Septiembre de 1864. Presidirá la autoridad superior. Es público que la nueva empresa ha construido el edificio con toda solidez, comodidad y desahogo; en consecuencia, inútil será todo elogio; también lo es que se propone dar tan brillantes funciones como en las principales plazas. Para llevar a cabo su pensamiento, ha contratado a las cuadrillas que se hallan a cargo de Julián Casas y Antonio Carmona (el Gordito), y sin reparar en lo costoso de sus precios, ha comprado toros de las acreditadas ganaderías de Veraguas, Bañuelos y Casas, procedentes de la antigua del excelentísimo señor marqués de Gabiria. 

Julián Casas "El Salamanquino"
La Estampa 24-10-1931.


Orden de la función: 

En la tarde se lidiarán seis toros de las ganaderías citadas y con las divisas siguientes: 
Día 11. — Seis de la de don Julián Casas, antes del marqués de Gabiria, encarnada. 
Día 12. — Seis de la de don Manuel Bañuelos, de Colmenar Viejo, azul turquí. 
Día 13. — Seis del excelentísimo duque de Veraguas, de Madrid, encarnada y blanca. 
Lidiadores: Espadas: Julián Casas (el Salamanquino), de Béjar; Antonio Carmona (el Gordito), de Sevilla; sobresaliente, Rafael Molina (Lagartijo), con obligación de banderillear los toros que le correspondan. 
Picadores: José Marqueti, de Madrid; Mariano Arjona, ídem; Antonio Calderón, de Alcalá de Guadaira; Onofre Álvarez, de Dos Hermanas; dos reservas. 
Banderilleros: Mateo López, de Madrid; Marcelo Ureña, de ídem; Francisco Jiménez (Cherín), ídem; Rafael Molina (Lagartijo), de Córdoba; José Rodríguez (Canique), de ídem; Juan Yust, de Sevilla. 
Puntillero: José Díaz (Mosca), de Cádiz. 
No se reemplazará ningún lidiador que se inutilice. El día 9 de Septiembre habrá una gran exposición de todos los útiles que han de servir para la lidia de las funciones, música y fuegos artificiales, cuyo pormenor se anunciará por carteles. El apartado de los toros será a las nueve de la mañana los mismos días de la corrida, y los billetes para verlo desde los corredores del corral y ventanas, se despacharán a cuatro reales en los despachos inmediatos a la plaza de Toros. El abono empezará el 29 de Agosto y terminará el 3 de Septiembre. Los que gusten abonarse, podrán hacerlo plaza de la Verdura, número 48, desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde. 
Precios de las localidades. — Sin abono (sombra): Palcos con trece entradas, 400 reales; balconcillo de grada, 30. Gradas cubiertas: primera fila, 28; segunda ídem, 26; tercera ídem, 26. Sobrepuertas: en toril, primera fila, 30; ídem segunda, 24; de caballos, primera ídem, 30. Talanqueras, 30; tendido, 10. Sol: Talanquera, 12; tendido y grada, 8. Por abono de las tres corridas (sombra): Palcos con trece entradas, 1.100 reales; balconcillo de grada, 84. Gradas cubiertas: primera fila, 84; segunda y tercera, 72. Sobrepuertas: toril, primera fila, 84; ídem segunda, 60; de caballos, primera ídem, 84. Talanqueras, 84.
El día 10 estará el ganado en el prado de Panaderos. No se permite a nadie estar entre barreras, ni bajar a la plaza hasta después de enganchado el último toro, excepto los mozos destinados al servicio, que llevarán su traje correspondiente. La música de la Casa-Hospicio amenizará las funciones. Los despachos de billetes estarán situados hasta la una de la tarde, plaza de la Verdura, y desde esta hora en adelante, inmediatos a la plaza de Toros. Los que quieran tomar billetes con anticipación, pueden verificarlo plaza de la Verdura, 48,  desde el 8 de Septiembre. La plaza se abrirá a la una y media. Las funciones darán principio a las tres y media de la tarde. — Imprenta nueva de la Casa-Hospicio."

No debieron marchar bien los asuntos de la familia Martínez ya que en 1867, solo tres años después de su construcción, puso en venta la plaza, anunciando la capacidad del coso entre las 9.000 y 10.000 localidades (¿Ampliación?). La propiedad pasó ser de D. Ramón García de Solís miembro de una de las familias de más relumbrón en Salamanca.
La gestión de la plaza de toros siempre se realizó por arrendamiento a otras empresas, que fueron las encargadas de la organización, contratación y explotación de la misma. A principios de los años 90 su capacidad se consideró insuficiente y su estado lamentable, organizándose una sociedad de comerciantes y propietarios de la ciudad para la construcción de una nueva plaza de toros que recibió el nombre de La Glorieta, por el lugar donde fue ubicada. La nueva empresa adquirió la vieja plaza al Sr. García de Solís eliminando de esta forma toda competencia, cerrándola en 1892. En 1894 el edificio fue vendido a D. Juan Casimiro Mirat, estableciéndose en el contrato de compraventa que el edificio no podría dedicarse a ningún tipo de espectáculo. Tras el proyecto fallido de establecer en él una Escuela Agrícola, el Sr. Mirat utilizó el edificio como almacén de abonos hasta que concretó el proyecto inmobiliario de construcción de una barriada, que tras distintos avatares, logró ser iniciado el 6 de noviembre de 1902.


Fuentes:
-Diario El Lábaro en su suplemento mensual correspondiente al mes de agosto de 1906
-El Adelanto del 7 de septiembre de 1911
-Urbanismo de Salamanca en el Siglo XIX. Enrique García Catalán. Ediciones Universidad de Salamanca. Colección Vitor, 2015
-El Barrio de Mirat. Legado de un industrial salmantino. Cuaderno 10 del Museo del Comercio de Salamanca. 2012.
-Otros diarios de la época.

© C.H.. 2016 rev. 20/112016

Lorenzo Velasco González, ¿Santo o loco?

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Este es, que sepamos, el único retrato conservado de D. Lorenzo Velasco González fue publicado por El Adelanto del 13 de junio de 1924. D. Lorenzo tiene una calle dedicada en Salamanca. La calle, situada al norte de la ciudad, conecta la avda. de Portugal con la calle de Dorado Montero. Es pequeña y poco conocida, como la historia de este personaje que le cede su nombre.


D. Lorenzo había nacido en Salamanca el 22 de noviembre de 1857. Se licenció en Derecho en 1880 en la Universidad salmantina, doctorándose en Madrid al año siguiente con una tesis titulada "Causas de la miseria". Fue un joven brillante y relativamente normal, aunque no era precisamente la ”alegría de la huerta”. Formó parte del Claustro de la Universidad. Ejerció de juez por oposición en Luarca, puesto que pronto abandonó para volver a Salamanca donde fue nombrado abogado de la Beneficencia Provincial. Fue presidente de la Academia de Jurisprudencia de Salamanca, secretario de la Academia de San Eloy y secretario del Ayuntamiento de la Ciudad. Tras la muerte de su madre en 1889, su personalidad retraída fue progresivamente convirtiéndose en neurosis y locura. Tras abandonar, por decisión propia, la secretaria del Ayuntamiento, muy mermado su pensamiento racional, intentó, en 1897, suicidarse quemando su casa de la calle Prado, hiriéndose con una navaja de afeitar y finalmente disparándose dos cartuchos de escopeta en la cara y cuello. No llegó sin embargo a consumar su objetivo. Curadas sus heridas físicas, su estado de enajenación mental perduró, siendo necesario declararlo incapacitado mental, nombrándose un Consejo de Familia que veló por sus intereses. Murió el 17 de mayo de 1922 internado en el Hospital Psiquiátrico de Ciempozuelos.
Dejó, en testamento ológrafo, el expreso deseo de que a su muerte su preciada biblioteca fuese entregada a la Universidad de Salamanca y el resto de los bienes, una vez enajenados, fuesen repartidos a partes iguales entre los pobres de la ciudad de Salamanca. Catorce acciones del Condominio de la plaza de toros de “La Glorieta” tenía en propiedad D. Lorenzo cuando falleció. Solo era una parte de los bienes que todavía conservaba y entre los que se contaban unas 54 hectáreas de tierras en diversas localidades de la Armuña, una casa en la calle Doctrinos de Salamanca, con bajo, entresuelo, principal y segundo, además de la interesante biblioteca con 4.200 volúmenes pertenecientes a unas 2.200 obras.
Para el desempeño de tan bondadosa como inusual misión dejó nombrados como testamentarios a D. Elías del Yerro y D. Luis Maldonado.
Para la difícil tarea de trazar la línea que separa la pobreza del bienestar, los testamentarios recurrieron a las autoridades locales que aportaron la lista del padrón de los que recibían gratuitamente asistencia médico-farmacéutica a cargo del municipio, la llamada “hospitalidad domiciliaria” y que en nuestra ciudad se conoció como “patente de pobre”. A la lista se añadió a todas aquellas personas que lo solicitaron aportando un informe de su situación económica confirmada por vecinos de probada honradez o por personas y entidades relacionadas con la lucha contra la pobreza y la mendicidad. En total se clasificaron 3.006 pobres de solemnidad en la Salamanca de principios de los años veinte, en una ciudad con unos 35.000 habitantes. La enajenación de los bienes alcanzó la cifra total de 166.199,90 pesetas que una vez descontados los Derechos Reales, los gastos de testamentaria y la parte correspondiente a la Beneficencia Municipal quedó en 105.210 pesetas. Cada pobre cobraría 35 pesetas en un cheque de la banca de D. Matías Blanco Cobaleda. Para recogerlo debería mostrar su “patente” y aportar un timbre móvil de 10 céntimos, además de firmar el certificado correspondiente, llevando a alguien que lo firmase en su nombre si no lo sabía hacer. Como podemos imaginar hubo reclamaciones de personas excluidas de la lista y hasta de personas incluidas que no querían figurar.
Tras dos años de ardua tramitación, en junio de 1924, pudo iniciarse el reparto. Se hizo de forma paulatina para evitar aglomeraciones, elaborando listas parciales que eran publicadas en los diarios y que cada uno de los miembros del Consejo de Familia del finado se encargó de repartir en lugares y horas anunciadas. ¡También hubo quien no acudió a recogerlo!
En 1924, las 35 pesetas apenas alcanzaban para adquirir un abrigo barato o una buena cesta de la compra con los huevos a 3 pesetas la docena, el pan a 0,50 pts./ kilo, las patatas a 0,30 pts./ kilo, las naranjas a 3 pts./ kilo o las sardinas a 2 pts./ kilo. A pesar de las buenas intenciones de esta locura quijotesca, ningún pobre dejó de serlo, aunque, al menos, aquel mes comieron. Por su parte, la Universidad celebró el 12 de junio de 1924 con una gran ceremonia el legado de la biblioteca del Sr Velasco con la asistencia de las máximas autoridades civiles, eclesiásticas y universitarias.
La elaboración de la lista de pobres dejó de manifiesto grandes irregularidades en el padrón municipal de Hospitalidad Domiciliaria para la asistencia sanitaria y farmacéutica gratuita. En el estudio se detectó falta de equidad y justicia, además de un elevado nivel de fraude. Como contestación a estos problemas fue revisada la lista de “patentes de pobre” en octubre de 1924 reduciéndose a 1526 las concedidas, 874 menos que las 2400 concedidas el año anterior.

Alcaldes de la ciudad de Salamanca

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Durante.....

El Turno Pacífico (1881-1923)

Sistema de alternancia en el Gobierno de los dos partidos políticos dinásticos, liberales y conservadores, utilizado durante la Restauración (1874-1931). La formación de Gobierno era independiente del resultado de las elecciones y obedecía fundamentalmente al desgaste político del partido gobernante, a las crisis políticas o a las decisiones del Rey. El nombramiento de alcalde era competencia del gobierno de turno y la salida se realizaba fundamentalmente por dimisión forzada o voluntaria. Las características de este sistema político establecieron grandes periodos de tiempo sin alcalde propietario que fueron cubiertos con un numeroso elenco de alcaldes accidentales que no figuran en la lista. A partir del 1 de enero de 1917 el Gobierno, aún reservándose el derecho nombrarlo en ciertas situaciones, confiere a los Ayuntamientos la facultad de nombrar alcalde elegido entre los concejales, surge en este periodo la figura de alcalde interino como aquel más votado entre los concejales pero que no alcanza la mayoría absoluta, condición necesaria para ser nombrado alcalde propietario.
     
Alcalde    (desde - hasta)
Mariano Guervós Fernández ( ¿?-¿?/1881) 
Zacarías Díez Vegas (¿?- 28/11/1881 fallecimiento)
Fernando Íscar Juárez (¿?/1882 - 01/07/1883)
Victoriano Lopez (01/07/1883 - ¿?/10/1883)
Juan de la Fuente Álvarez Cedrón (¿?/1884 -11/01/1886)
José Luis Muñoz Esteban (11/01/1886 - 26/12/1889)
Florencio Pollo Martín (26/12/1889  06/07/1890) 
Casimiro Baz Iglesias (28/07/1890 -17/10/1890)
Matias Prieto Lobato (22/10/1890 - 30/06/1891)
Francisco Girón Severini (15/11/1891 - ¿?/1893)
Ricardo Torroja y Madero (¿?/1893 - ¿?/1895) 
Luis Rodriguez Miguel (01/08/1895 - 05/10/1897)
Antonio Alfonso Pérez de las Mozas (12/11/1897 - 17/12/1898) 
Juan García y García (21/12/1898 - 5/03/1899)
Luis Rodriguez Miguel (22/03/1899 - 30/06/1899)
Indalecio Cuesta Martín (01/07/1899 - 04/04/1901)
Juan García y García (04/04/1901 - 0 9/12/1902) 
Indalecio Cuesta Martín (19/01/1903 - 01/01/1904)
Antonio Díez González (1/01/1904 - 15/03/1906)
Guillermo  Hernandez Sanz (19/05/1906 - 25/01/1907)
Manuel Mirat Domínguez (18/02/1907 - 01/07/1909
Florencio Marcos Martín (01/07/1909 - 23/10/1909)   
Antonio Díez González (13/11/1909 - 31/12/1911)
Guillermo Hernández Sanz (1/01/1912 - ¿?/8/1912)
Elias Garcia Barrado (28/08/1912 - ¿?/06/1913)
Florencio Marcos Martín (29/12/1913 - 24/05/1915)
Antonio Diez Ambrosio (24/05/1915 - 10/12/1915) 
Emigdio de la Riva y Garzón (01/01/1916 - 20/09/1916) 
Eduardo Nava y Macias (25/10/1916 - 10/02/1917) 
Arturo Diez Solano (06/05/1917 - 12/06/1917) 
Ángel Vázquez de Parga (nombrado por R.O. 04/07/1917, renuncia antes de tomar posesión) 
Vicente Junquera Rodríguez (19/07/1917 - 15/11/1917)
Miguel Íscar Peyra (06/12/1917 - 13/11/1918)
Ángel Vázquez de Parga (20/11/1918 - 28/08/1919) 
Angel Benito Paradinas (03/09/1919 - 30/03/1920)
Fidel Olivera García (14/04/1920 - 11/08/1920)
Antonio Calama Sanz (19/08/1920 - 20/10/1920)
José María Viñuela (21/10/1920 -19/07/1921)
Miguel Santos Baz. (31/08/1921 - 29/03/1922)
Vicente Junquera Rodríguez (30/03/1922-30/04/1922)
Federico Anaya Simón (30/04/1922 - 01/10/1923)
disuelto el ayuntamiento por el directorio




La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Alcalde    (desde - hasta)
Jacinto Elena Sánchez (1/10/1923-14/11/1923)
Iñigo Villoria Pérez (14/11/1923-26/03/1924)
Arturo Núñez García (26/03/1924-08/10/1924)
Francisco Torres Iglesias (09/10/1924-19/06/1925)
Florencio Sánchez Hernández (07/07/1925-08/08/1926)
Aureliano Sánchez Ferrero (10/09/1926-20/08/1927)
Eulalio Escudero (10/10/1927 - 26/02/1930)
Ricardo González Martín (26/02/1930 - 16/03/1930) nombrado con carácter interino.
Miguel Íscar Peyra (16/03/1930 - 14 de abril de 1931)




La II  República (1931-1936)

Alcalde    (desde - hasta)
Primitivo Santa Cecilia (15/03/1931 - 29/07/1931)
Fidel Olivera (30/08/1931 - 23/12/1931)
Casto Prieto Carrasco ( 23/12/1931 - 12/10/1934) cesado por el 
gobernador por los hechos revolucionarios de octubre de 1934 en Salamanca.
Miguel Íscar Peyra (12/10/1934 - 22/02/1936)
Ernesto Castaño Arévalo (04/03/1936 - 02/04/1936) 
Casto Prieto Carrasco (22/02/1936 - 19/07/1936)




El Franquismo (1936-1975)

Alcalde    (desde - hasta)
Francisco del Valle Marín (19/07/1936 - 18/01/1938)
Manuel Gil Ramirez (18/01/1938 - 18/01/1939)
Manuel Torres Lopez (18/01/1939 - 31/07/1940)
Carlos Cuervo (31/07/1940 - 01/12/1941)
Francisco Bravo Martinez (01/12/1941 - 30/03/1943)
Antonio García Peñuela y Lombardero (30/03/1943 - 09/05/1947) 
Luis Fernández Alonso (05/05/1947 - 07/04/1949) (13/05/1949 - 05/04/1952) (14/05/1952 - 13/07/1953 ) 
Carlos Gutiérrez de Ceballos (16/07/1953 - 13/04/1955) (14/05/1955 - 06/11/1957)
Antonio Estella y Bermúdez de Castro (06/11/1957 - 14/04/1958) (16/05/1958 - 17/12/1959)
Miguel Cruz Hernández (17/12/1959 - 18/04/1961) (31/05/1961 - 02/11/1962)
Julio Gutiérrez Rubio (15/11/1962 - 06/06/1964) (03/07/1964 - 27/12/1966)
Alberto Navarro González (27/12/1966 - ¿?/1968)
Marcelo Fernández Nieto (02/05/1969 - 31/05/1971)
Pablo Beltrán de Heredía y Onís (31/05/1971 - ¿?/1979)




La Democracia

Alcalde    (desde - hasta)
Jesús Málaga Guerrero (19/04/1979 - ¿?/1987) 
Fernando Fernández de Trocóniz (10/06/1987 – 26/05/1991)
Jesús Málaga Guerrero (05/07/1991 - ¿?/1995)
Julián Lanzarote Sastre (17/06/1995 - 11/06/2011) 
Alfonso Fernández Mañueco (11/06/2011 -   )









nota:
Las fechas de entrada a la alcaldía hasta la Guerra Civil están tomadas exclusivamente de la lectura de la prensa histórica salmantina, para los periodos posteriores a las notas de prensa se añaden otras fuentes como el buscador histórico del Congreso de los Diputados o la página de información electoral del Ministerio del Interior. Dichas fechas corresponden fundamentalmente con la fecha de la sesión ordinaria o extraordinaria de la toma de posesión o de la sesión en la que resultan elegidos, estas fechas suelen ser evidentemente posteriores a la fecha de la Real Orden de nombramiento cuando es el caso, que ha sido tomada como fecha de acceso a la alcaldía en algún caso. Las fechas de salida de la alcaldía corresponden fundamentalmente a la fecha de la noticia en prensa de la presentación de la dimisión o a la fecha de su aceptación por parte del Gobierno Central, en algunos casos corresponde con la fecha de la Real Orden de cese y algunos otros a la fecha de la sesión ordinaria o extraordinaria de la toma de posesión del nuevo alcalde. Las fechas exactas, aunque verificables en las fuentes, han de ser, por tanto, tomadas con cautela.


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El Edificio España

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Adiós al Edificio España.

A mediados del siglo XX la ciudad de Salamanca desbordaba ligeramente la cifra de 80.000 habitantes. Las clases sociales con mayores recursos económicos se mantenían obstinadamente dentro de los límites de la ciudad histórica, ocupando los nuevos bloques de viviendas construidos en altura y en zonas totalmente remozadas como El Conejal, entre la calle Toro y Zamora, o la recién abierta Gran Vía. La muralla, ahora invisible, retenía en el exterior a las clases menos favorecidas, obreros y braceros llegados en los últimos años fundamentalmente de la Salamanca rural.
Ya tenían cierta entidad los barrios de Garrido, Labradores, Carmelitas, Rollo, Prosperidad, La Glorieta y Pizarrales; otros acababan de nacer como el barrio de San Bernardo (Salas Pombo, 1942), Vidal (1943), Ciudad Jardín (1950) y La Vega (1951). Las mejoras en la urbanización y saneamiento general puestas en marcha avanzaban con ritmo irregular y con acierto relativo.



La Puerta de Toro, junto a la glorieta de la Alamedilla, había pasado en los últimos 50 años de ser el simple acceso al paseo de la estación de ferrocarril y al pequeño arrabal al norte de la ciudad a ser el nudo más importante para la comunicación interior de la ciudad: la plaza de España.

Por esta zona, alejada del centro de la ciudad que entonces concentraba la mayor parte de la oferta comercial y de ocio, apostó don Elpidio Sánchez Marcos cuando adquirió en 1952, mediante subasta judicial, los terrenos donde construiría el Edificio España. El solar lindaba a su izquierda con el viejo mercado del Ángel, establecido por D. Ángel Borrego en 1908, en esos años transformado en almacén de hierros y a su derecha por una pequeña casa con jardín que fue derribada a finales de los años 50 y cuya verja enlazaba con un edificio de cierta entidad en la esquina de María Auxiliadora, en el que en 1946 instaló el doctor Miguel Ferrer Blanco su clínica de cirugía y que desapareció en 1996 sustituido por un moderno bloque de viviendas.
En esta ubicación, la elevada figura del flamante Edificio España destacaba sobremanera. Se inauguró el 27 de febrero de 1956 y dispuso de apartamentos, hotel, restaurante, terraza, una taberna y, por supuesto, del cine España.



D. Elpidio Sánchez Marcos (1900-1970), natural de Aldeatejada, era un próspero constructor y contratista de Obra Pública. En 1935 disponía de una fábrica de asfalto en Salamanca, en el cruce de la carretera de Ledesma y la vía del tren a Portugal, hoy cruce de la avenida Italia y avenida de Portugal, con la que no sólo satisfacía sus propias necesidades sino también las de otros colegas contratistas de carreteras. La Guerra Civil y el consecuente paro en la contratación de Obra Pública obligaron a D. Elpidio a diversificar su negocio que orientó hacia el sector del ocio aprovechando la nueva situación de la ciudad como capital en la retaguardia del nuevo régimen. En septiembre de 1937, asociado a D. Remigio Gil y D. Luis Nodal, inauguró el Frontón Tormes, establecimiento que alcanzó un notable éxito durante los años de la guerra. 
Pero con final de la contienda, las apuestas y las bellas señoritas raquetistas cayeron en desgracia y D. Elpidio, ya como socio único, transformó el frontón en una sala de cine inaugurada el 3 de marzo de 1945 con el nombre de “Cinema Salamanca”. Iniciaba así la actividad en la difusión y proyección cinematográfica que se ha mantenido en sus empresas hasta la actualidad.
En 1952 compró los solares de la plaza de España en los que unos años después construiría el Edificio España con el propósito de ampliar su negocio inmobiliario y también el cinematográfico con la apertura en él del cine España. En esta última actividad también figuró la explotación del teatro Moderno, reconvertido en cine antes de la Guerra Civil, que D. Elpidio dedicó a reposiciones y sesión continua.
El proyecto del Edificio España, de estilo historicista con detalles del gusto de los años 50, fue fechado en 1954 por los arquitectos Francisco Gil y Buenaventura Vicente Miñambres, actuó como aparejador Ricardo Mateos Orive y como delineante Francisco Rodríguez Martín. Intervino, además, el escultor Damián Villar que realizó para la fachada dos figuras femeninas de corte clásico que quedaron instaladas en hornacinas rectangulares. Otras dos hornacinas coronadas con arco semicircular ocupadas por urnas pétreas y varias ventanas circulares completan su decoración.

La empresa EDIFICIO ESPAÑA, S.A. comenzó su actividad el 27 de febrero 1956 dedicándose “a la promoción y gestión de inmuebles, explotación y gestión de salas cinematográficas, y explotación y gestión de establecimientos hoteleros y hostelería”.

Cine España a finales de los años 50. Fotografía de Guzmásn Gombau

El cine España, dotado de los más modernos sistemas de proyección del momento, se inauguró el día 1 de marzo de 1956 con la emisión de la película “Tarde de Toros” que acababa de ser estrenada en España. Fue dirigida por Ladislao Vajda e interpretada por Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, Enrique Vera, María Asquerino y Manolo Morán entre otros. Algunos de sus protagonistas asistieron a la inauguración y, al parecer, llegaron con retraso debido a las inclemencias del tiempo.
Además del cine, el edificio fue explotado mediante el alquiler de oficinas, apartamentos y locales. También funcionó el hotel-residencia España con 50 habitaciones, una taberna charra, la Terraza y un restaurante que además de servicio a la carta ofrecía, como se puede ver en las imágenes, menús especiales para bodas y banquetes.




Muy pronto se abandonó la explotación hostelera del Edificio España, también se renunció al alquiler de apartamentos dedicándolo exclusivamente al arriendo de oficinas y locales, manteniéndose la explotación del cine España.
La sala de proyección, con capacidad para 1000 espectadores, había sido dotada con los mayores adelantos técnicos del momento y el mobiliario más cómodo y avanzado. En su primera etapa fue dedicado al cine de estreno pero luego se especializó en reposiciones, programas dobles y matinales de domingo. El negocio de las salas de proyección cinematográfica había iniciado a finales de la década de 1960 su particular calvario cuando la mejora de las condiciones de vida y la aparición de una incipiente sociedad de consumo permitió el acceso de la población a nuevas ofertas de ocio como la televisión, el coche o las salas de fiesta. Al iniciarse la década de los 80’, la crisis empeoró por el traslado de audiencia a los hogares debido a la aparición de los videos digitales domésticos. Muchos de los grandes cines eran incapaces de completar su aforo, además la competencia de las nuevas salas multicine, más versátiles y con mucha más oferta en exhibición, fue un obstáculo imposible de salvar para las grandes salas únicas.

El cine España cerró en junio de 1985. (El advenimiento de internet, la generalización de la piratería digital y los nuevos sistemas de cine online, a los que se ha sumado la crisis económica de los últimos años, perpetúan las dificultades de las salas cinematográficas en la actualidad, dejándoles un futuro incierto)


El tiempo, inexorable, también hizo mella en el edificio y en sus sistemas de negocio. En 1987, sus propietarios decidieron realizar una reforma parcial y convertirlo en un moderno Centro de Negocios con 60 despachos, salas de reuniones, exposiciones, aulas de formación y servicios especializados para empresas, es entonces cuando se recrece el edificio alcanzando una superficie total de aproximadamente 5.100 m2.

Desde entonces, al amparo de su oferta de servicios, una infinidad de negocios han nacido, crecido y desaparecido en sus instalaciones. Abogados, profesionales de la sanidad, empresas de Seguros, ingenieros,.... profesionales de lo más diverso. Discotecas, recreativos, gimnasios, bingos, tiendas de ropa,.... casi cualquier negocio ha tenido cabida en sus locales.
El edificio fue adaptándose a los nuevos tiempos implementando nuevos servicios como oficina virtual o coworking. A pesar de ello, sus propietarios consideraron llegado el momento de poner fin a su actividad y proceder a su derribo. En su lugar se alzará un edificio eminentemente residencial con, según las noticias de prensa, 26 viviendas de unos 200 m2, cinco despachos profesionales, locales comerciales y 63 plazas de garaje.

¡Adiós, Edificio España! ¡Bienvenido, Edificio España!





Para saber más, consultad las fuentes:
"Entre dos siglos. El legado de Elpidio Sánchez Marcos en el centenario de su nacimiento (Salamanca, 1900-2000)". Santiago Juanes. Imprenta Kadmos. 2005.
Página web de Ediesa (EDIFICIO ESPAÑA, S.A) http://www.grupoediesa.com/
"Salamanca de cine". Ignacio Francia. Caja Duero, 2008.
“El arquitecto Francisco Gil González, 1905-1962, y la arquitectura salmantina del segundo tercio del siglo XX”. Dª Sara Núñez Izquierdo. Ediciones Universidad de Salamanca. 2014



© C.H.. 2017 rev. 31/012017




Los Arcos de Homenaje

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Junto a otros elementos, como túmulos, columnas, obeliscos, etc., los arcos de homenaje constituyen los elementos fundamentales de la llamada arquitectura efímera que, construida con madera, cartón piedra, yeso, escayola, ladrillo e inclusive plantas y decorados con guirnaldas, banderas, telas y pinturas, pretende, bajo una gran apariencia, una duración breve, poco más que el evento para lo que fueron construidos, y a un bajo costo.

Los arcos de homenaje eran herederos de los arcos triunfales romanos erigidos para festejar la victoria de sus jefes guerreros. Bajo ellos desfilaban las tropas vencedoras con sus prisioneros y el botín conseguido mientras se dirigían al lugar de las celebraciones, formando parte de la parafernalia publicitaria a la que fue muy aficionado el mundo romano. Inicialmente se construían con materiales pobres con una duración corta, pero en la Época Imperial fueron levantados en piedra cuya solidez aseguraba la imperecedera gloria de los homenajeados.

Fueron recuperados en el Renacimiento como parte del protocolo de la “entrada triunfal” de los monarcas, en la que se añadía a la secuencia de “entrada medieval”, recibimiento extramuros, desfile triunfal y culminación en el templo principal, la simbología de las ceremonias romanas de triunfo, manifestando así su concepción absoluta del poder. Se mantuvieron en el tiempo para jalonar el camino en la ciudad de monarcas e ilustres huéspedes, durante los siglos XVII y XVIII, alcanzado un inusitado auge a finales del XIX e inicios del XX.
El lujo con que se montaban dependía en gran manera de la altura del personaje y de la merced que de él se quisiera conseguir; al margen, claro está, de la inspiración y del dinero disponible.

Está documentada la colocación de arcos del triunfo en Salamanca con las visitas de Carlos V en 1534, de Felipe III en 1600 y de Felipe V en 1710. Ya en el siglo XIX sabemos de la colocación de, al menos, un arco de homenaje o triunfal de estilo arabesco con  la visita en septiembre de 1877 del rey Alfonso XII para la inauguración del ferrocarril, se situó en la puerta de Zamora, en donde ya no existía la puerta de la muralla que había sido el lugar tradicional de las entradas regias en Salamanca. Nada hemos encontrado sobre este arco ni dibujo ni fotografía ni siquiera una somera descripción.


Arco Homenaje al Conde de Romanones en la
Puerta de Zamora. Luis Huebra, 1902


La fotografía  de Luis González de la Huebra de la Puerta de Zamora  muestra el arco que, con forma de R, se instaló en 1902 para el recibimiento del Conde de Romanones, entonces ministro de Instrucción Pública. En aquella ocasión se trataba de conseguir el reconocimiento de los estudios de Medicina y Ciencias como facultades oficiales y garantizar la supervivencia de la Universidad. Hasta ese momento y desde la promulgación de la ley Moyano, a mediados del siglo XIX, eran mantenidas como facultades libres por el Ayuntamiento y la Diputación. Para la misma visita, frente al hotel del Comercio en la calle Zamora (Plaza de los Bandos) se instaló otro arco de homenaje


Arco Homenaje al Conde de Romanones en la calle
Zamora frente a la plaza de los Bandos.
Luis Huebra, 1902


La visita de Alfonso XIII, el 29 de septiembre de 1904, para la inauguración del curso académico universitario, el primero con las facultades de Medicina y Ciencias como facultades oficiales, conllevó la construcción de, al menos, cinco arcos de homenaje, promovidos por otros tantos grupos sociales: Arco del Ayuntamiento y Diputación, en el paseo de la Estación con la Alamedilla; Arco de Portugal, en la calle Zamora promovido por el vicecónsul de Portugal; Arco de la Cámara de Comercio, en la calle Zamora con la plaza de los Bandos; Arco del Gremio de Labradores (alegoría), en la puerta de Zamora; y el Arco de los Dominicos, en el atrio de la iglesia de San Esteban, este fuera del trayecto de llegada del rey, desde la estación de tren a la plaza Mayor.


Arco Homenaje del Ayuntamiento y Diputación para
 la visita de Alfonso XIII en 1904 en la Alamedilla


El arco del Ayuntamiento y Diputación de madera y zinc, fue construido, con proyecto del arquitecto Sr. Madrigal, en el camino o carretera de la estación, en la confluencia de la carretera de Circunvalación y el paseo de la Alamedilla (hoy solo diríamos en la plaza España), para recibir al rey Alfonso XIII que llegaba en tren. El costo de la madera se dijo fue de 1600 pts. y se quedaría con ella la empresa constructora del arco abonando 800 pts.


Arco Homenaje de la Cámara de Comercio
para la visita de Alfonso XIII en 1904.
Situado en la Plaza de los Bandos.


El arco homenaje a Alfonso XIII de la Cámara de Comercio se ubicó en la calle de Zamora, frente al Hotel del Comercio, era de estilo japonés con 14 metros de ancho por 12 de altura. Constaba, según la prensa de la época, de dos arcos pequeños laterales y uno grande central. El armazón imitaba pértigas de bambú. Sobre los arcos se representaban alegorías sobre el comercio y el escudo de Salamanca. Estaba adornado con flores y trofeos y en cada bambú se colocaron banderas nacionales. la foto de mala calidad que presentamos, no nos permite apreciar sus detalles  pero sirva de testigo de su presencia.


Arco de los Dominicos, atrio de la iglesia
de San Esteban. Fuera del trayecto de
llegada del rey





© C. H. 2.014 Rev 23/02/2017 (fb 8,12,15 y 19/07/14)

Cómo se viste una charra

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Artículo de la revista "Monterrey" nº4 enero-marzo de 1957 editada por la Diputación Provincial de Salamanca.

Textos: Redacción de la Casa de la Salina
Fotografía: Los Ángeles
Modelo: Erenia García Hernández



EN LA VARIEDAD DE TRAJES TRADICIONALES o típicos de nuestra provincia, el que se considera característico y representativo de la mujer salmantina es el charro o central; traje fastuoso que, con pequeñísimas variantes, admite una gran riqueza en bordado y color. Sin duda, entre todos los trajes regionales españoles es el de charra el más opulento y rico, cuando las calidades de las telas, la pedrería, los bordados y adornos son de sus mejores clases. Se ha dicho que el busto de la charra tiene la serenidad que se advierte en el de la Dama de Elche. Nuestro reportaje gráfico no tiene otro objeto que el de mostrar a la curiosidad del profano el proceso que sigue el vestido de la charra desde su comienzo hasta el momento en que se nos presenta con su peculiar rigidez y sobrecargada adición de prendas y objetos ornamentales.

FOTOGRAFÍA 1

FOTOGRAFÍA 2


FOTOGRAFÍA 3
FOTOGRAFÍA 4


FOTOGRAFÍA 1. He aquí la única licencia que nos hemos permitido usar en este reportaje. La joven aparece descalza y con su peinado habitual. Va a comenzar a vestirse. Tiene puesta una camisa de hilo que no es propiamente la que visten las charras. La camisa de las charras no tiene los bordados de las mangas que lucen las camisas galanas de las mujeres del llano. Es ésta una camisa de espigadora armuñesa, que si, como decimos, no corresponde al conjunto de piezas que iremos viendo, si nos vale para mostrar la gran riqueza de bordados de las mangas, únicas partes de la prenda que se exhiben al aire. Pues bien, la charra lleva camisa de hilo más sencilla y sin bordados; en todo caso sus adornos serán finas labores de deshilado que no aumentarán el volumen de las mangas y permitirán luego que se adapte bien la jubona tan ajustada que habrá de dibujar el busto.

FOTOGRAFÍA 2. La charra se ha puesto las medias blancas caladas y los zapatos de terciopelo bordados con lentejuelas. Aparece con el peinado acabado. El tocado ha de seguir necesariamente un ordenado proceso que terminará por dar a la cabeza de la charra su característica seriedad. Veamos: El pelo se peina con raya al medio, dándole una gran tirantez que se consigue mantener al colocar los postizos, rodetes de trenza calada sujetos con horquillones a ambos lados de la cabeza, sobre las orejas. Una vez emplazados los rodetes, éstos se afirman aún más sujetándolos con horquillas de plata que, prendidas en el círculo exterior, convergen al centro, dejando visibles solamente las cabezas de filigrana. Hacia atrás y al medio de los postizos se teje una pequeña trama de horquillas sencillas que habrá de quedar oculta al sujetar sobre ella el moño de picaporte, al que se anudarán las cintas bordadas que, cayendo hacia atrás, mostrarán un poco sus extremos sobre la espalda. Estas cintas se conocen con el nombre de siguemepollo. Se completa esta primera fase del tocado con los pendientes, unas veces de arracadas, otras de aljófar de lazo. Ya tenemos a la charra, en camisa, peinada y calzada. 

FOTOGRAFÍA 3. Acaba de ponerse la saya, prenda fuerte que inicia la rigidez del vestido. Confeccionada en un paño casero, parecido a la estameña y en tonos generalmente claros, admite como adorno un verdadero alarde de bordados en los que caben todos los diversos motivos que caracterizan esta labor artesana. La saya no es siempre bordada. Esto realmente es un lujo, pues con la colocación de los sucesivos manteos queda totalmente oculta a la vista. Sin embargo, la saya se hace imprescindible con bordados cuando en la época de la canícula constituye el vestido externo de la espigadora, completado en lo que en la fotografía se advierte con un chaleco que, dejando al aire las mangas de la camisa, cierra la espalda y el pecho. En la foto la charra procede a sujetar a la cintura las cintas de la saya.

FOTOGRAFÍA 4. Puesta la jubona, el busto de la mujer adquiere gran parte de su rigidez. La jubona es en este caso de terciopelo liso, no habiendo en ella más detalle ornamental que los puños bordados con sedas de colores y rematados con una leve puntilla que pone una nota clara y delicada en la riqueza del pequeño detalle. Aquí el curioso lector se dará cuenta de la advertencia que hicimos en la descripción de la foto primera. La camisa bordada de espigadora no es apta para vestirla bajo la jubona, pues el abundante bordado de las mangas no permitiría el paso de las de la jubona, tan estrechas y oprimidas.

FOTOGRAFÍA 5


FOTOGRAFÍA 6


FOTOGRAFÍA 7


FOTOGRAFÍA 8


FOTOGRAFÍA 5. La charra acaba de ponerse el manteo de abajo, a manera de falda de paño fuerte, bordada generalmente en tonos claros.

FOTOGRAFÍA 6. Con la colocación del manteo de arriba, la charra se nos ofrece ya con todas las prendas mayores. Adquiere su figura la rigidez definitiva que después se completará con otros adornos y prendas más pequeñas. El manteo de arriba está bordado con sedas de colores y lentejuelas. Tiene en su parte inferior festón de bordados y tirana de terciopelo labrado que termina en el festón calado, cuyos motivos decorativos son generalmente ojivos. Queda libre de motivos la parte delantera que, como veremos en la fotografía siguiente, se cubre con el mandil.

FOTOGRAFÍA 7. He aquí la charra completa en su atuendo de la cintura para abajo. Se ha sujetado la pequeña faltriquera, muy bordada y poco visible. Después se colocó el mandil o picote, también sobrecargado de bordados y rematado con un faralar de seda.

FOTOGRAFÍA 8. Al complemento del mandil en la parte delantera corresponden las dos cintas posteriores realizadas en rico terciopelo muy bordado y rematadas con fleco de oro.

FOTOGRAFÍA 9
FOTOGRAFÍA 10

FOTOGRAFÍA 11

FOTOGRAFÍA 12


FOTOGRAFÍA 9  Veamos ahora cómo empieza a completarse el adorno del busto. Sobre la jubona la charra se pone el pañuelo de hombros, confeccionado en tela bordada con lentejuelas o mostacilla. Cae el pañuelo por detrás en forma de pico.

FOTOGRAFÍA 10. Sobre el pañuelo viene el dengue, también llamado manteleta, rebocillo y gorindola, de felpilla o de mostacilla sobrepuestas. El dengue proporciona ya la definitiva rigidez del busto. Por la espalda cubre solamente la parte superior -los hombros-, teniendo forma redonda y dejando en medio bien perceptibles los remates en pico del pañuelo de hombros.

FOTOGRAFÍA 11. La charra ha vaciado su joyero y se ha adornado con collares, aderezos, galápagos, cruces y veneras. La profusión de joyas, que por su número y calidad distinguían la cuna de la charra, dan a su tocado un gran parecido con el de la Dana de Elche. La charra de la foto se ha adornado con la siguiente joyería: un collar grande, con corazón; un collar con guardapelo; dos collares dobles de garganta; tres collares con venera y cruz de aljófar; un collar grande de dos vueltas, con seis veneras. Otro collar central, grande, sin cruces.

FOTOGRAFÍA 12.° Sobre el tocado aparece por último el pañuelo de cabeza. Suele ser de tul o de fina seda, y el pañuelo, bordado con lentejuelas, se sujeta al moño de picaporte con unos agujones de cabeza grande de filigrana de oro.

FOTOGRAFÍA 13

FOTOGRAFÍA 14

FOTOGRAFÍA 15
FOTOGRAFÍA 16


FOTOGRAFÍA 13. La charra está totalmente vestida. En la mujer soltera el vestido es de colores, siempre delicados, aunque sean vivos, pues el colorido del terciopelo queda supeditado al bordado. La charra casada lleva vestido negro.

FOTOGRAFÍA 14. la fotografía nos muestra a la misma charra en una foto de más detalle, en la que destacan los puños bordados en que rematan las mangas de la jubona, así como el leve y delicado pañuelo bordado que las charras llevan en la mano.

Un detalle de las joyas se nos ofrece en la ante última foto, cerrándose este reportaje con la en que la charra aparece sentada.





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